Cuando rondaba los 30 años Ernst Blum se trasladó desde Suiza a Viena, junto a su reciente esposa. El motivo era iniciar un análisis con Freud, mientras que ella lo haría con Otto Rank. Pronto ambos fueron invitados a las reuniones de los miércoles a la noche.
Luego de unos meses de análisis y de una experiencia transformadora, ellos se instalaron en Berna, donde Ernst ejercería el psicoanálisis.
Trece años después, en 1935, Blum regresó al consultorio de Freud.
Con motivo de los cien años del nacimiento del profesor, se le solicitó que escribiera sobre esos encuentros. Más cerca en el tiempo, en Italia se publica “In analisi con Freud”, con detalles del tratamiento de 1922.
Del escrito que habla de los encuentros con Freud, leemos:
“Me asombró que todavía supiera todo sobre mí: los planes que había discutido con él en 1922 y las cosas que había escuchado sobre mí de otras personas. Insistió en que le contara todo sobre mis primeros años en Berna y mis dificultades para introducir el psicoanálisis.
Luego me preguntó de repente: "¿Y por qué no me escribiste?"
Blum nos hace conocer su cuidadosa respuesta:
"Le dije que cuando llegaba para mis horas de análisis en Berggasse 19, siempre me llamaba la atención la cantidad de cartas depositadas todos los días en la repisa de la chimenea. Allí decidí que no escribiría para evitarle la molestia de tener que responderme. "
Freud objetó y dijo:
“¡Has sido injusto! ¡Quizás yo hubiera disfrutado de tus cartas!"
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