Además del concepto de transferencia, en términos de un diagnóstico diferencial y al menos en lo que respecta a la incidencia de ella en el tratamiento, la defensa es sumamente importante.
De esta manera, además del concepto de transferencia, podemos pensar el diagnóstico diferencial preguntándonos por la defensa implicada en cada caso.
Por empezar, el concepto de defensa no está implicado en las neurosis actuales. Si tomamos, por ejemplo, las formas que toma la neurosis de angustia, Freud las ubica en torno a la angustia. “Llamo neurosis de angustia a este complejo de síntomas porque todos sus componentes se pueden agrupar en derredor del síntoma principal de la angustia; cada uno de ellos posee una determinada relación con la angustia” (Freud, 1895). En la neurosis de angustia, así como en la hipocondría y la neurastenia, los síntomas no tienen derivación psíquica: no remiten al inconsciente y en ese sentido actúan como signo, como algo fijo. De esta manera, sería un error interpretar estos síntomas como si fueran formaciones del inconsciente.
La idea de defensa es el punto de partida de lo que después fue la Primera Tópica, donde Freud diferenció los sistemas Icc, pcc-cc. La defensa fue teorizada en términos de represión primaria y represión secundaria. No obstante, Freud utilizó hasta 1925 indistintamente la palabra represión y defensa, aunque al final de ese período ya se nota que tiene bien claras las diferencias y las similitudes.
Cuando Freud desarrolló la idea de sistemas Inconsciente y preconsciente-Cc, la represión primaria u originaria es la que divide con relativa estabilidad a los sistemas Inconsciente del preconsciente-consciente. La represión primaria es la que permanece como Censura y según dice Freud, es la guardiana de nuestra salud mental en tanto necesitamos mantener a los dos sistemas divididos, aunque continúen siendo permeables. Si esa Censura -testimonio de la Represión Primaria- no funcionara, nos la pasaríamos soñando y no podríamos pensar.
En las neurosis de transferencia encontramos un aparato psíquico dividido y estructurado por la represión primaria, donde el síntoma es precedido por la formación de retoños de lo originalmente reprimido, en tanto la defensa preferida es la represión, que solo sucede porque hay represión primaria. La represión primaria supone que hay fijaciones, por lo tanto tarde o temprano estas fijaciones van produciendo introversión libidinal, que es diferente a la retracción libidinal de las psicosis. Introversión libidinal quiere decir que en la neurosis de transferencia, por sus fijaciones, va fracasando en la inversión libidinal en objetos reales. Por lo tanto, esa libido se introvierte sobre objetos de la fantasía. Por lo tanto, esa libido se deposita sobre alguna representación que el preconsciente debe prestarle para que transaccione.
Mientras el neurótico divide su aparato psíquico en ello, yo y superyó, el psicótico tiene una fijación que ha impedido que se constituyan los sistemas a la manera de la neurosis de transferencia, por una desestima a los complejos de Edipo y castración. Desestima quiere decir que el Edipo ni siquiera está planteado. Por lo tanto, lo que consideramos es que el yo y superyó en el neurótico, en el psicótico aparecen mal constituidos, sin base.
De esta manera, las neurosis narcisistas tienen un mecanismo estructurante (que irónicamente es desestructurante): la desestima (Verwerfung). En lugar de ser la represión primaria como en la neurosis, el futuro psicótico no llega a atravesar los complejos de Edipo y castración, porque a esa altura ha aplicado una defensa muy enérgica, que es la desestima de los complejos de Edipo y castración.
El futuro psicótico tiene un proceso de retracción psicótica, no de introversión libidinal como el neurótico (de los objetos fijados hacia el complejo de Edipo). Las demandas de la vida van produciendo una retracción libidinal hacia estructuras pobremente establecidas, hacia objetos arcaicos, como las fantasía orales.
Freud dio una orientación que dividía aguas entre ambas estructuras clínicas en 1924, “La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis”.
En las psicosis, se niega la realidad y se intenta sustituírla. Lo rechazado intentará imponerse a través de delirios y alucinaciones. Es decir, en la psicosis se produce una “obediencia inicial”, a la que le sigue un intento de huida. La realidad se desmiente inicialmente y a esta huida inicial le sigue una fase activa de reconstrucción.
En la neurosis, en cambio, no se niega la realidad sino que se crean mundos optativos (fantasías). Freud dice “La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella”. Sin embargo, Freud señala que “tampoco a la neurosis le faltan intentos de restituir la realidad deseada por otra más acorde con la del deseo” (Freud 1924). La posibilidad de restitución en la neurosis la ofrece el mundo de la fantasía.
Casi al final de su obra, en Análisis terminable e interminable Freud dice algo sobre la relación del neurótico con la realidad: “el aparato psíquico no tolera el displacer, tiene que defenderse de él a cualquier precio, y si la percepción de la realidad objetiva trae displacer, ella- o sea, la percepción, tiene que ser sacrificada” (Freud 1937).
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