sábado, 9 de abril de 2022

Diario de un psiocólogo en apuros: Cómo hacer que te extrañe, te desee y piense en vos.

 Los psicólogos no damos consejos... a nuestros pacientes. ¿Pero podemos usar lo que hemos aprendido para recomendárselo a una alma en pena, que no puede quitarse a alguien de la cabeza, y que por eso ha utilizado el buscador para encontrar una solución a sus problemas?

¿Qué hacer para que alguien que nos gusta se fije en nosotros o nos extrañe? Todos hemos estado en la situación de pretender que el otro se interesara por nosotros. Hemos apelado torpemente a causar celos en el otro, mencionando que otro nos gusta, pero en el fondo no se trata más de un engaño que pocas veces tiene efectos, principalmente porque los demás tienen un libre albedrío y porque las más de las veces, estas actuaciones terminan siendo grotescas y visiblemente desesperadas.

Muchos consejos parten de la base que hay que quererse a uno mismo para que el otro lo quiera... ¡Cháchara inútil! Si uno quiere generar deseo en el otro, ¿por qué llevar la cuestión al nivel del narcisismo? Es más, si hay algo que enamora, es cuando uno está en falta. Porque si uno está en falta, quiere decir que hay lugar para alguien ocupe ese lugar. Todos hemos tenido la experiencia de que las situaciones amorosas ocurren cuando uno baja la guardia y no cuando uno hace de sí mismo un árbol de navidad con toda la decoración.

Dice Lacan en la clase 2 del seminario X que si uno quiere provocar deseo en el otro, lo que más provoca deseo es hacerle saber al sujeto que el Otro lo desea y no lo sabe que lo desea. En la constitución subjetiva, el objeto a está perdido pero queda en el campo del Otro. En realidad, el Otro no lo tiene, pero el sujeto se va a preguntar sobre ese objeto del Otro que supuestamente tiene. ¿Cuál es ese objeto? se pregunta el sujeto y esto causa el deseo. 

Hay formas sutiles de demostrar el deseo por el otro. Una de las maneras es ayudándolos, cosa muy útil en un mundo donde las personas tienen problemas. Es decir, en lugar de mendigar amor, uno debería aprender primero a darlo. Alguien es valioso por lo que hace por el otro, antes de cómo se ve. Quien mejora a los demás, digámoslo, también se mejora a sí mismo. 

Cuando uno ayuda o le sirve al otro, la pregunta inexorable es por qué esa persona lo está haciendo. Las personas útiles se vuelven significativas en la vida de cualquiera y ahí creo que está la clave para generar el deseo en el otro. 

Por otro lado, sabemos que la demanda de amor es un deseo de presencia... y ausencia. Esto último, que tiene mala prensa, implica que si uno quiere ser deseado, tiene que faltar, pues nadie desea lo que ya tiene. De esta manera, ¡Regalá tu ausencia! Solo se puede extrañar a aquel que no está presente, de manera que este es un tiempo en el que uno debería replegarse a hacer sus propias actividades. 

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