martes, 7 de junio de 2022

Teoría de las psicosis: una introducción a la obra lacaniana.

 Para introducir la posición lacaniana sobre las psicosis debemos introducir algunos conceptos. La escuela lacaniana vuelve a Freud y hace una crítica al postfreudismo, en especial a la escuela inglesa y a los aportes estadounidenses. 

Del continuo que la escuela inglesa armó sobre la psicosis y la neurosis, uno podría pensar, según los aportes de Bion, que cualquiera tiene una parte neurótica y otra psicótica, de manera que existe la predominancia de uno sobre el otro. La idea de Lacan, desde el estructuralismo, es romper con esta idea continuista y suponer una oposición franca entre dos estructuras diferenciales: la neurosis y la psicosis. Cercana a la neurosis se encuentra la perversión. Para los años '70, con los nudos, algo de esto se disuelve un poco y no hay una separaciòn tan tajante entre estas figuras originariamente tomadas desde la psiquiatría.

En el seminario 3 ('55-56) Lacan plantea que en la psicosis hay un impedimento -no una regresión- y una detenciòn al ingreso franco al ingreso simbólico del lenguaje. No es que el psicótico no esté en el lenguaje, sino que está de una manera particular. Falta, en ese orden, un significante primordial: el Nombre-del-padre, que causa la ausencia de la significación fálica. Se trata de una significación que el neurótico sí está concernido. Veinte años después dirá que hay un "lapsus" en la continuidad de los registros real, simbólico e imaginario. En este punto, no se constituye un sujeto neurótico al punto de lo que está reprimido. En el seminario 3 plantea el inconsciente a cielo abierto, no un inconsciente reprimido u oculto.

Lacan se vale de determinados textos freudianos para hacer esta separación radical, dejando la represión para la neurosis; la forclusión para la psicosis. De manera que en la psicosis, de lo que se trata es de la forclusión de un significante primordial, asociado a la castración. Más tarde, cuando transforma esta cuestión a la lingüística llevando los fenómenos de condensación y desplazamiento hacia la metáfora y la metonimia, formaliza la matáfora y en particular, la metáfora paterna:


Todo lo que está por debajo de la barra está velado, inconsciente. El deseo de la madre no es conocido por el niño; si la metáfora funciona paterna en la madre, que es la portadora, hace que su deseo esté regulado por este elemento doctrinal.

En la cancelación de los términos "Deseo de la madre", surge la idea que si el nombre del padre está operando en la madre, prima el significante del Nombre-del-Padre y esto permite una regulación de los tiempos que posteriormente veremos, que tienen que ver con esta célula primera que se establece inicialmente entre la madre y el hijo, donde aparece un tercer elemento (la x), que supone que ese sujeto se acomoda a lo que cree que es el deseo de la madre. Eso es ser el falo imaginario de la madre.

Si el sujeto está regulado por el Nombre-del-padre, como vemos en la fórmula, tenemos una neurosis. Si esto falla, estamos en el campo de la psicosis.

En el seminario 4, Lacan propone un cuadro, donde aparecen permutados agentes, objetos y las formas en que esos objetos pueden faltar. Se trata del cuadro de las formas de falta del objeto.

Hay un padre real, que produce la castración sobre un objeto imaginario. Una madre simbòlica que produce una frustración sobre un objeto real; un padre imaginario que produce la privación de un objeto simbólico.

El primer Padre real es el padre existente, Lacan hace coincidir a este padre con el padre de la realidad, aunque más adelante le da otra vuelta. Este padre supone una castración simbólica sobre el niño, que implica un objeto imaginario, que es el falo imaginario. Es decir, le impide ser al niño el falo imaginario de su madre. Es lo que Lacan llama la verdadera castración, que es sobre el sujeto.

Abajo de todo dice que un Padre imaginario (para el niño es la imagen imaginarizada, fantasmatizada, del padre) es el que produce una privación (una especie de castración) en la madre, que es privada de ese niño. De ese modo instala algo de la ley sobre la madre. Por supuesto que esto fue instalado previamente en ella por su propio padre, ley que ahora ella porta. Es decir, no es el padre del niño el que actúa totalmente, sino que está mediatizado por la madre, que lleva en su palabra la ley y la presenta a ese niño. Si la madre se opone al uso de esa ley, estamos en el campo de la psicosis, porque es una madre que hace uso de su deseo sin ninguna orientación. El objeto es simbólico, porque a diferencia del objeto imaginario, se trata del falo simbólico ó la instalación de la metáfora paterna.

En la formulación intermedia, la de la frustración, corresponde al campo de la madre y no del padre. La madre simbólica (que no es la imaginaria ni la que está presente con el niño), en su posibilidad de no brindarse toda a ese bebé, siendo "suficientemente buena" -como diría Winnicott - y no satisfacer totalmente al niño, es capaz de abrir ese campo que diferencia a la demanda del deseo y frustra al bebé de un objeto real, que es el pecho. 

Para pensar la cuestión del Edipo en Lacan, en base a este cuadro, podemos establecer que en la primera líneas se instituye una forma de falta que tiene que ver con el tener. Ubicado en esta línea de ser o tener el falo, se abre la dimensión para pensar el tema de la distribución de los goces como Lacan las plantea en el seminario 20 y que tienen que ver cómo el goce es distribuido en el humano, que tiene que ver con una pérdida radical que ocurre con la entrada en el Edipo:


El cuadro tiene dos lugares, el del hombre y el de la mujer. En el primero, todo está regulado por la función fálica (en la neurosis) y en el otro no todo está dentro de la función fálica, pero a su vez, en base a un juicio tomado en la idea de Aristóteles del juicio contrario y juicio contradictorio, Lacan modifica las fórmulas de verdad de Aristóteles y produce esta nueva fórmula con un juicio contradictorio, donde las dos premisas se contradicen, pero pueden ser ambas verdaderas, a diferencia de Aristóteles. De esta manera, alguien puede no estar fuera dentro de la función fálica, pero sin embargo no lo está del todo. Esto queda homologado como el lugar de La Mujer. 

Lacan dice claramente que ningún hombre ni mujer están del todo en un lado de estas fórmulas. Nada impide que un hombre cruce hacia el otro lado por momentos o permanentemente y nada indica que una mujer esté solo del lado derecho, pese a que gran parte del saber de la mujer esté del lado izquierdo y acceder a ese "goce otro", que Lacan llama goce femenino. Goce que si pensamos en las formas de falta del cuadro, tiene que ver con la renuncia a las formas de gozar, que es lo que aqueja al neurótico y que implica una renuncia pulsional y que produce lo que Freud expone en El Malestar en la cultura.

Si la primera línea de la castración es lo que tiene que ver con la instalación del tener o ser. La posición femenina implica ser el falo (semblante) con todo sui cuerpo, mientras la posición masculina es tenerlo. El falo va más allá del pene, aunque el neurótico tiene siempre esta vertiente imaginaria y no termina de salir de eso. 

Para Lacan, la segunda línea abre al campo del poder, de lo posible y lo imposible. Aquí entramos en el campo del desdoblamiento entre la demanda y el deseo. 

El tercer elemento abre al campo del deber, del código, la ley, donde se instalan las dos posiciones solidarias con el primer campo.

En el seminario 5 (1957-58), en la clase 10, Lacan plantea que el Edipo está constituido en tres etapas o fases lógicas, no necesariamente temporales. El primer tiempo es pre edípico, pues en rigor el Edipo sería el segundo y tercer tiempo. En ese primer tiempo el niño se identifica con el deseo de la madre y constituye el falo imaginario de la madre. Es decir, se arma esa suerte de triángulo amoroso entre el niño, la madre y ese tercer elemento imaginario que mediatiza esa transferencia entre los dos. 

En un segundo tiempo, en lo que se llama la fase edípica real, se produce la castración de la madre, es decir, la privación de ese niño como falo. El padre imaginario priva a la madre de hacer del niño su falo. 

En un tercer tiempo, que podemos llamar post edípico, recae la castración sobre el niño. Es el padre real el que produce la castración, vehiculizada por la palabra y algunas fantasías de que el niño podría perder algo valioso. Se trata del momento de las protofantasías infantiles que Freud describe con la premisa fálica de que todos tienen y si no lo tiene es que lo perdió. 

En el campo del Edipo estamos en el campo de las neurosis, pero si algo fallara entre el segundo y el tercer tiempo, estamos en el campo de las psicosis. Habíamos dicho que el padre imaginario produce una privación en la madre de un objeto simbólico, que básicamente es el falo simbólico y que produce la castración en la madre y en el hijo. Si la castración no se efectiviza en el niño, entramos en el campo de la psicosis: hay un significante que no entró en el campo simbólico de ese niño. Se trata del significante del Nombre-del-padre, de la falta en el Otro, significante impar, fálico, que posibilita dar algún tipo de registro de la posibilidad de la falta en el Otro. ¡Pero qué implica la falta en el Otro? Que el sujeto no sea quien complete esa falta y que así pueda entrar en el campo del deseo. Como vimos acá, la posibilidad de estar falto de algo, según Sócrates, es lo que nos produce esa ansia de buscar lo que no se tiene.

El falo y el padre en los tres registros

El Nombre del padre es impar porque no tiene otro par significante y no entra en par con su significante complementario, por lo que queda por fuera de la batería significante, que es del Otro. Como el 0 en los números naturales, se trata de un elemento que debe ser creado para que los otros existan, de alguna manera este significante es el que permite armar ese universo simbólico como un equivalente a un cero. El cero es un número, pero a la vez es el representante de la nada, de la inexistencia. El significante del N del P representa la inexistencia, la falta. Es lo que motoriza lo simbólico y el deseo humano.

Dijimos que el padre imaginario es la imagen que alguien se hace de su padre, su imaginarización. Es el padre bueno, malo, jodedor, es el agente de la privación en la madre. Es el que termina moviendo la fantasmática del niño. El padre simbólico es equivalente a la función paterna, a la posición simbólica, es solamente un significante. Es la metáfora paterna, el nombre del Padre e incluso el padre muerto en Freud. Se trata de algo que ha instalado algún tipo de orden o legalidad.

Todo esto se basa en la idea de los tres registros: real, imaginario y simbólico. En la obra de Lacan hay tres momentos que se pueden pensar 

1) 1953 - 1963: Primacía de lo simbólico, por sobre lo imaginario y lo real. En el seminario 4 y 5, sobre todo en este último, lo simbólico está en la base de los otros dos registros. Toda la teorización del síntoma freudiano se basa en la ubicación de lo simbólico. Es la etapa del síntoma como metáfora.

(1959 - 63 período de transición) Lo real aparece como un límite al análisis, vinculado al objeto de la angustia.

2) 1964 - 1973: Primacía de lo real. Del seminario 11 "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" y el seminario 20 "Aún".

3) 1973: Equivalencia RSI. Lo real ya no tiene un lugar primordial como antes, sino que se establece con el anudamiento un lugar equivalente de los tres registros, donde ninguno tiene mayor jerarquía que el otro. Corresponde a los seminarios 22 y 23.

Freud buscó en la obra de Freud los conceptos necesarios para formalizar su teoría.

BEJAHUNG, como lo que posibilita el ingreso de los significantes y el ingreso de los primeros elementos de la lengua. Se trata de una afirmación primordial y la inscripción de los primeros significantes y representaciones en lo simbólico. La Behajung es la inscripción de los significantes que permiten el armado de lo simbólico. Aquí encontramos la VERDRÄNGUNG (represión primaria y la represión secundaria, que da origen a la neurosis. También encontramos a la VERLEUNGUNG, mecanismo que para lacan será para la perversión, pero que Freud lo describe en La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis. 

El AUSSTOSSUNG es una forma de repudio o rechazo primordial de significantes, que engendra a la psicosis. La AUSSTOSSUNG no debe ser confundida con la VERWERFUNG, aunque lacan a veces parece sugerir que estos dos conceptos son lo mismo. Esto fue estudiado por Soler Rabinovich. El AUSSTOSSUNG es un rechazo primordial que genera lo real por antonomasia, lo real totalmente por fuera de lo simbólico y lo imaginario, totalmente irrepresentable. Algunos autores lo llaman R1, ó real primario, real puro, lo perdido para siempre, la cosa en sí, el das ding, lo que jamás vio la luz de lo simbólico. 

A diferencia de la AUSSTOSSUNG, en la VERWERFUNG un significante asociado a la castración puede ser rechazado de lo simbólico hacia lo real, formando un real secundario, de manera que puede volver a tocar nuevamente lo simbólico y lo imaginario. Es decir, primero estuvo admitido en lo simbólico y luego fue rechazado. Tiene un estatuto diferente que el R1, por eso algunos autores lo llaman real secundario, R2, lo que fue inscripto originariamente pero luego perdido. es un real que tiene cierto anudamiento con lo simbólico. Por eso, lo que fue rechazado de lo simbólico puede volver desde lo real. 

Esta es la idea lacaniana de la diferencia entre lo que sería la neurosis y la psicosis. 
- En la neurosis encontramos un retorno de algo también expulsado, pero dentro del campo simbólico. Se trata de algo rechazado pero que habita en el inconsciente, mantenido dentro del mismo registro simbólico. Lo rechazado regresa sin cambiar de registro.

- En la psicosis, producto de la verwerfung, lo rechazado de lo simbólico retorna desde lo real. Acá encontramos el delirio y la alucinación, que proviene de un campo distinto y para el sujeto tiene una presencia totalmente distinta.

¿Pero por qué Lacan toma a la VERWERFUNG y no a la VERLEUNGUNG? Este último término fue el que Freud propuso para la psicosis y la perversión. En Neurosis y Psicosis, y La pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis, esa es la posición de Freud.

Lacan tomó el texto de 1894 en Las Neuropsicosis de defensa, Freud había mencionado la psicosis alucinatoria o delirio de Meynert, Freud habla por primera vez de algo que puede ser rechazado o desestimado de la conciencia, algo que resulta insoportable (y no intolerable). Freud allí menciona un mecanismo radical. Además tomó el texto de 1895 El manuscrito H, donde Freud le escribe a Fliess. Donde habla sobre la paranoia, utiliza la idea del abuso del mecanismo de proyección, concepto que utiliza en el caso Schreber para justificar parte de lo que sucede en el caso.

En 1911, en el caso Schreber, mismo año que Breuler publica su trabajo sobre las esquizofrenias, Freud publica este caso de demencia precoz (hoy esquizofrenia), aunque se ocupa de los aspectos paranoides. Allí propone las 4 fórmulas de la negación para ver cómo aparecen los delirios persecutorios, erotómanos, celotípicos y de grandeza. De allí, Lacan tomó del punto 3 ("Del mecanismo paranoico") un punto en donde Freud vuelve otra vez un término que se tradujo como "cancelar" ó "abolir". El sintagma de que lo que se cancela desde adentro retorna desde afuera es uno de los puntos fundamentales que Lacan toma para pensar a la forclusión: un afuera que no tiene nada que ver con lo simbólico.

Si pensamos en la idea de cancelación, por ejemplo tachando una palabra, uno la tacha hasta que la palabra desaparece. Se trata de tapar aquello para intentar que deje de existir, ocultarlo de una manera mucho más eficaz que la negación o la represión. Para Freud es un mecanismo mucho más enérgico y eficaz que la represión que implica otro punto de retorno.

Del texto de 1918, en el caso del Hombre de los Lobos, Lacan toma la propuesta de Freud para pensar el dedo cortado: el rechazo ó supresión de una percepción. 

Esta distinción del campo simbólico del real nos permite hacer una distinción entre la verwerfung freudiana de la forclusión lacaniana. La verwerfung implica una supresión, repudio, anulación o rechazo de algo, pero la forclusión es un mecanismo más enérgico que la verwerfung freudiana. Solal Rabinovich, cuando trabaja este concepto de Lacan, supone que es una espcie de exilio de un significante. Es como omitir, quitar, "encerrar afuera": hacer que algo deje de existir borrando incluso las huellas de aquel procedimiento mismo que lo expulsó. ya no es solamente sacar algo haciendo un agujero en la hoja, sino hacer desaparecer la hoja para que no se note que en esa hoja hubo algo que se eliminó, no quedando constancia de que eso existió. Rabinovich dice ("Encerrados afuera. La preclusión, un concepto lacaniano"): 

"Funda con posterioridad el agujero que ella misma se encarga de sellar. Funda una nueva realidad, fuera del tiempo y el espacio, con un real fuera de lo simbólico. Arroja a un significante a las tinieblas exteriores y sella las mismas huellas de ese rechazo, haciendo después que las pistas se vuelvan inhallables".

De esta manera, se hace un paralelismo entre lo que Freud dijo que lo que fue rechazado vuelve desde afuera con la afirmación de Lacan en el seminario 3, de que lo rechazado en lo simbólico retorna desde lo real. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario