domingo, 5 de junio de 2022

Formas clinicas de la simulación

I. La interpretación clínico-jurídica de la locura 

Procediendo con riguroso método en el desarrollo de nuestro tema, hemos establecido algunas proposiciones que nos servirán de guía para estudiar las formas clínicas de la locura  simulada.  

Hemos dicho que este fenómeno obedece a un propósito defensivo del delincuente en su lucha contra las instituciones jurídico-penales del ambiente en que vive; esas instituciones  consideran responsable al delincuente no alienado e irresponsable al delincuente alienado;  por ese motivo el primero simula el estado mental del segundo, para no ser  responsabilizado de su delito y eludir la represión penal.  

Vimos también que cada país y cada época aprecia diversamente la alienación mental; el  criterio se refleja en los artículos del Código que determinan la irresponsabilidad penal, y,  mejor todavía, en el criterio corriente para su interpretación. Actualmente -decíamos- en  todos los países civilizados la ley reconoce jurídicamente irresponsables a los individuos  que padecen una forma clínica determinada de locura; los estados de anormalidad o  desequilibrio no confieren irresponsabilidad penal, y no reportan beneficio alguno.  En esas condiciones, el delincuente procura simular los síntomas de formas clínicas que  suelen considerarse típicas; el perito, subordinando su opinión al criterio legal; sólo puede  excluir la responsabilidad cuando la sintomatología del enfermo llena ciertos requisitos.  Los peritos -en todo el mundo- se consideran obligados a precisar ante el juez su  diagnóstico, o declaran al sujeto mentalmente sano; el estado intermedio (la degeneración  mental sin episodios concretos, los fenómenos psicasténicos, el estado mental del sectario,  del pasional o del disbúlico, que tantas veces son determinantes inevitables del delito), no  puede ser declarado "locura" en el sentido que ésta tiene en el Código, viéndose precisados  a declarar sano al sujeto a pesar de su anormal actividad psicológica con relación al crimen.  Por eso a ningún delincuente le conviene simular fenómenos psicopáticos aislados o de  detalle, pues el perito no los toma en cuenta desde el punto de vista legal, aunque aprecie  debidamente su carácter psicopático.  

Este hecho confírmase por la simulación, cada día más general, de la epilepsia y de la  histeria, ya en formas delirantes, alucinatorias o impulsivas, ya en formas simplemente  convulsivas. En estas últimas no existen trastornos mentales, ni siquiera fenómenos  psicopáticos que autoricen a considerar como verdaderos alienados a tales sujetos; sin  embargo, en los últimos años, tanto en el espíritu de los jueces como en la jurisprudencia, 

se viene arraigando la idea de la irresponsabilidad de estos enfermos, por presentar muchos  de ellos un "estado mental" con caracteres definidos, que los expone a la criminalidad. Esa  tendencia a considerarlos irresponsables hace cada día más frecuente su simulación entre  procesados, como medio de lucha contra el ambiente penal; y más aún que simuladas, la  epilepsia, la histeria y estados análogos, suelen ser simplemente alegadas por hábiles  abogados defensores.  

Esta razón coloca a esas neurosis, aun en sus formas puramente convulsivas, más cerca de  la "locura" que los fenómenos psicopáticos no referibles a una forma clínica dada; esto se debe a que ellas, jurídicamente, van conquistando la irresponsabilidad, y por su utilidad equivalen a las formas de locura que llamamos clínico-jurídicas .  

II. Formas clínicas de la simulación 

Las formas clínicas suelen ser simuladas en diversa proporción; debe ello atribuirse a la  heterogeneidad de factores que pueden determinar al simulador a disfrazarse con la máscara  de una manía aguda, de una confusión mental, etcétera.  

En general, la característica más importante es que la simulación suele tener un aspecto más  sintomático que nosológico; en cada caso los síntomas aparecen combinados de manera  especial; en algunos sujetos se observan síntomas que serían contradictorios dentro de un  tipo nosológico dado, constituyendo un verdadero problema la clasificación del conjunto.  Se comprende fácilmente que las formas de simulación pueden dividirse en dos grandes  grupos; formas excitadas y deprimidas ; este criterio, citado después por otros autores,  parece haber sido el de Pelman, quien consideraba como formas comunes la "imbecilidad"  y el "delirio maníaco". En la actualidad esos términos corresponden a tipos nosológicos  definidos, más bien que a estados sintomáticos generales; el concepto de Pelman sólo  resulta aproximadamente exacto si se interpreta su "imbecilidad" como conjunto de formas  sintomáticas depresivas y su "delirio maníaco" como conjuntos de formas excitadas. Más  tarde, con distinto criterio, también exacto en parte, otros autores dividieron las locuras  simuladas en parciales y totales ; su significación se comprende sin ulteriores  explicaciones. Alguien intentó dividirlas en activas y pasivas , comprendiendo entre las  primeras a las excitadas, delirantes y alucinatorias, y entre las segundas a las deprimidas,  confusionales y apáticas. Fustner, en un trabajo interesante, recuerda que Biswanger dividía  las locuras simuladas en tres categorías, puramente sintomáticas: 1º, confusiones  estuporosas; 2º, frenosis alucinatorias o ansiosas; 3º, manías furiosas. Esa división parece  inexacta e insuficiente a Furtner, que propone reemplazarla por esta otra, en cuatro grupos:  1º, simuladores de formas depresivas, a veces con estupidez, apatía y mutismo, o bien con  lenguaje y conducta estúpida e incoherente; 2º, simulación que presentan confusión o  pérdida de la conciencia, anterior al momento de delinquir, acompañada o no de ilusiones  sensoriales; 3º, simuladores de tipo polimorfo, con fenómenos psicopáticos irregulares,  cuyos síntomas carecen de unidad nosológica y se alternan entre sí; 4º, simuladores de  formas excitadas, presentando confusión, conducta maníaca, tendencias a ejecutar actos  violentos, etcétera.  

Esa clasificación fue en su época la mejor. Puede reemplazarse hoy por la que proponemos  en seguida; además de su completa claridad, corresponde mejor a los hechos clínicos. Los  cinco grupos que la componen no representan entidades nosológicas, sino hechos  sintomáticos (síndromes); el aspecto irregular e indefinido de la locura simulada hace más  exacta las agrupaciones sintomáticas, oscilando libremente las diferencias y particularidades propias de cada caso. De esos grupos quedan excluidas ciertas formas  nosológicas imposibles de ser eficazmente simuladas, por los signos físicos que las  acompañan, verbigracia la parálisis general progresiva, de cuya simulación se refieren dos o  tres casos en toda la literatura psiquiátrica, aunque muy discutibles. Un simulador, por  ejemplo, podría al mismo tiempo tener ciertos signos físicos de alcoholismo, resultando un  conjunto que hiciera pensar en la locura paralítica. Pero en ese caso no hay simulación de  los signos físicos, siendo lo único simulado los fenómenos mentales.  En la observación clínica, los casos de simulación de la locura se presentan con caracteres  que permiten referirlos a uno de los siguientes grupos:

  

Estados maníacos, generales.  

Estados depresivos, generales.  

Estados delirantes o paranoicos.  

Episodios psicopáticos, sobre fondo neuropático.  

Estados confuso-demenciales.  (demencia, ver acá)

Examinaremos por separado esos grupos, ilustrándolos con breves historias clínicas de  casos originales. 

Conclusiones 

Los delincuentes que intentan eludir la represión penal simulan formas clínico-jurídicas de  alienación y no simples anormalidades atípicas, pues sólo las primeras confieren la  irresponsabilidad penal.  

Las formas simuladas pueden referirse a cinco grupos de síndromes: maníacos, depresivos,  delirantes o paranoides, episodios psicopáticos y estado confuso-demenciales.  Por orden de frecuencia encuéntranse los fenómenos delirantes o paranoicos (27 por 100),  los síndromes maníacos (25 por 100), los síndromes depresivos (17 por 100), los estados  confuso-demenciales (17 por 100) y los episodios psicopáticos (13 por 100).  Suele, excepcionalmente, observarse la simulación de la locura en ex alienados, así como el  enloquecimiento de los simuladores.  

Las locuras simuladas carecen, generalmente, de unidad nosológica. 


 Fuente: José Ingenieros (2003)  “Formas clinicas de la simulación” 


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