El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) es la forma más grave de la infección provocada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), un patógeno que ataca el sistema inmune. Afecta a 38 millones de personas en el mundo y cada año, unas 650.000 personas mueren por causas vinculadas con el VIH, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Argentina, recientemente se aprobó la Ley Nacional de VIH, Hepatitis Virales, Tuberculosis e Infecciones de Transmisión Sexual que asegura el tratamiento antirretroviral de forma gratuita, pero también aborda el aspecto psicológico y propone un abordaje integral desde la salud colectiva.
Por estos días se supo que un laboratorio argentino desarrolló un tratamiento innovador con un único comprimido diario. La directora de Asuntos Científicos de Richmond Elvira Zini, dice:
"No podemos hablar de remisión en VIH porque el virus, aún estando indetectable, se mantiene latente, en reservorios. Sí, podemos hablar de indetectabilidad del virus. Con este tratamiento, siempre y cuando el paciente sea adherente, se logra alcanzar una carga viral indetectable rápidamente y ésta se mantiene a lo largo del tiempo. Hago hincapié en el concepto de adherencia, siendo indispensable para lograr que ese objetivo se mantenga en el tiempo".
En la Argentina se estima que existen actualmente 140 mil personas viviendo con VIH, de los cuales más del 70% recibe una terapia antirretroviral (TARV) que permite reducir la presencia del virus en el organismo, según datos del Boletín de Respuesta al VIH y a las ITS (infecciones de transmisión sexual) difundido por el Ministerio de Salud de la Nación en diciembre de 2021.
Uno de los principales desafíos para que el tratamiento sea efectivo es asegurar que los pacientes tomen la medicación de manera regular, para alcanzar una carga viral indetectable, y por eso intransmisible.
Aun así, la adherencia al tratamiento sigue siendo uno de los mayores obstáculos en la lucha contra esta enfermedad, y las razones son múltiples: desde la falta de acceso, especialmente en el interior del país; hasta el hecho de sentirse bien y no tener síntomas, por lo que muchos pacientes no mantienen la regularidad del tratamiento o directamente lo abandonan.
¿Qué tiene el psicoanálisis para decir sobre esto? A partir de Más allá del principio del placer, Freud descubre un tipo de satisfacción en el sufrimiento, de manera que le permite introducir el concepto de pulsión de muerte. Repetición, reacción terapéutica negativa, resistencias tendrán su explicación a partir de la pulsión de muerte. En palabras de Damasio, autor de El extraño orden de las cosas (2018), sabemos que:
"Lo que Freud llamaba la «pulsión de muerte» sigue siendo un factor importante de los fracasos sociales humanos, aunque yo lo describiría en términos menos misteriosos y poéticos. Ese factor, tal como yo lo veo, es un componente estructural de la mente cultural humana."
Otro texto para abordar el tema es “Los que fracasan cuando triunfan” es el segundo ensayo de la serie “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico”, de 1916. Allí Freud establece que no hay duda acerca del vínculo entre la enfermedad y el éxito. Justo cuando está a punto de realizar su deseo, el sujeto enferma y surge el fracaso, como si la dicha no pudiera ser soportada.
De esta manera, el analista no lucha contra el VIH, sino con las manifestaciones de la pulsión muerte y el arrasamiento del cruel superyó. Pulsión de muerte por un lado, versus el deseo, que es lo que nos permite vivir.
Estimular la adherencia, es decir, ayudar a que los pacientes mantengan el tratamiento, contribuye sustancialmente a los objetivos 90-90-90 del Programa de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA). Esta meta apunta a que el 90% de las personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico, que el 90% de los diagnosticados con VIH reciban terapia antirretroviral continuada y, por último, que el 90% de las personas en tratamiento alcancen una carga viral indetectable.
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