Todo duelo plantea como eje el sentimiento para el sujeto de que ha perdido algo valioso para él, puede ser un ser amado, un proyecto que fracasa o no se realiza, una enfermedad seria propia o de un ser allegado, un bienestar hasta ese momento presente, la pérdida de un trabajo valorado para el sujeto, pero también el duelo naturalmente puede estar presente ante procesos vitales propios de la existencia humana como son el paso de la niñez a la adolescencia, la salida de esta al mundo adulto, la mediana edad, la vejez, en todas estas etapas, hay cambios corporales, vinculares, etc. que exigen al yo un determinado procesamiento psicológico. Hay en esto aspectos y cosas que se ganan pero también otras que deben dejarse atrás y que ya no volverán.
Es importante destacar que no todos los duelos conducen a un cuadro depresivo, pero no obstante muchos de los sentimientos que en el están presentes son muy similares a un estado depresivo, como la tristeza, la apatía, la falta de entusiasmo e interés por las actividades usuales o por otras que puedan presentarse; también puede observarse la tolerancia y comunicación a nivel vincular (pareja, familia, amigos…) que puede disminuir cualitativamente en comparación con otros momentos en la vida de esa persona cuando no estaba atravesando una etapa de duelo. Por supuesto los recursos, fortaleza yoíca y personalidad previa hacen la diferencia en el impacto que una situación de pérdida o expectativa irrealizada genera en una persona.
En los niños muchas veces el cambio de escuelas (sin que ellos estén muy de acuerdo), las mudanzas, enfermedades que impiden por un tiempo que el niño realice sus rutinas e intereses habituales (como por ejemplo la práctica de un deporte…) traen cierto malestar, sobre todo cuando ante la nueva escuela y hogar no hay una exitosa adaptación. Ahí el sentimiento en los primeros tiempos es que ha perdido mucho y no lo recuperara.
La etimología de la palabra duelo tiene una doble vertiente: a en su acepción de dolus connota su sentido de dolor, en doleré también relacionada el sufrir y el penar por algo. Pero también el duelo como derivado del latín duellum asociado al enfrentamiento, combate entre dos personas o grupos. Podríamos pensar que todo duelo en cierta manera simbólicamente implica un enfrentamiento fuerte entre la parte del Yo que se niega a aceptar la pérdida y la otra que viéndola experimenta todo ese dolor y enojo. Esto se ve muy bien a lo largo de las etapas naturales que el proceso de duelar conlleva.
Todo duelo genera cambios en el mundo interior del sujeto, y exige un trabajo psíquico, un procesamiento y finalmente luego de la aceptación una readaptación entre el sujeto y el mundo que le rodea.
Los sentimientos que suelen reconocerse como emergentes son principalmente:
· desamparo o desprotección,
· desorientación
· miedo
· angustia
· ira
· tristeza
· aislamiento
· negación
· finalmente aceptación y reacomodación.
En muchas ocasiones aun cuando en el discurso de un paciente o evaluado no aparezca referencia a una situación de perdida pueden evidenciarse en su expresión grafica indicadores de procesos y estados psicológicos asociables a un sentimiento de pérdida que puede tener su origen en una pérdida real o fantaseada, o también a un trastorno depresivo instalado en la personalidad.
Todo dibujo plasma en la hoja el sentir, las preocupaciones, fantasías, emociones actuales del evaluado pero también rasgos de su personalidad construidos históricamente.
En el material que compartimos hoy podemos ver particularmente una etapa que podríamos pensar de transición en donde se evidencia que la persona ha atravesado una situación de pérdida, porque hay indicadores traumáticos y depresivos, pero también determinada intención o actitud de superación por parte del Yo.
Se trata del protocolo correspondiente al Test del Árbol realizado por un sujeto masculino de 30 años.
Podemos observar como indicadores traumáticos asociables a perdidas vividas…
· Ramas podadas.
· Escaso follaje y copa externa, solo ramas cortas con algunas hojas la mayoría ascendentes salvo una sola a la izquierda que esta descendente.
· Corteza intensa.
Sin embargo…también hay elementos positivos.
· El emplazamiento central, aunque con mayor predominio del tronco en el lado izquierdo de la página.
· Las hojas y ramas con mayor proyección hacia la derecha, incluso no hay simetría porque predomina el lado derecho del árbol.
· Los trazos son enteros con buena tensión y claridad.
· Suelo horizontal, largo pero de buena tensión firmeza.
· El relato plantea también ambas polaridades, las pocas hojas del invierno pero la posibilidad de buena sombra en verano.
Al interpretar estos indicadores podemos ver que se trata de una persona que intenta buscar un punto de estabilidad en su vida, busca aferrarse a la realidad, reasegurarse, a veces con rigidez, para no sentirse inseguro otra vez. Hubo en la vida de esta persona situaciones de pérdida o traumáticas, que le han generado sufrimiento emocional *corteza (, pero el hecho de que haya nuevas hojas, que el dibujo busque activamente proyectarse hacia el futuro, mas allá de sus anclajes en situaciones vividas “ensanchamiento a izquierda”, posee fantasías prospectivas.
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