En el capítulo 7 de Lo inconsciente, el siguiente caso, en don de quiere diferenciar ciertas manifestaciones que se tornan indiscernibles.
Una de las enfermas de Tausk, una muchacha que fue llevada a la clínica después de una querella con su amado, se
queja: Los ojos no están derechos, están torcidos {verdrehen}
Ella misma lo aclara, exponiendo en un lenguaje ordenado
una serie de reproches contra el amado. «Ella no puede
entender que a él se lo vea distinto cada vez; es un hipócrita,
un torcedor de ojos {Augenverdreher, simulador}, él le ha
torcido los ojos, ahora ella tiene los ojos torcidos, esos ya no
son más sus ojos, ella ve el mundo ahora con otros ojos».
Las proferencias de la enferma acerca de su dicho incomprensible tienen el valor de un análisis, pues contienen el
equivalente de ese dicho en giros expresivos comprensibles
para todos; al mismo tiempo, echan luz sobre el significado
y sobre la génesis de la formación léxica esquizofrénica.
En acuerdo con Tausk destaco yo, en este ejemplo, que la
relación con el órgano (con el ojo) se ha constituido en la
subrogación de todo el contenido [de sus pensamientos]. El
dicho esquizofrénico tiene aquí un sesgo hipocondríaco, ha
devenido lenguaje de órgano
Freud sitúa que el núcleo de la psicosis, sobre todo en la parafrenia (esquizofrenia), dice que su dicho tiene su núcleo en el cuerpo, mientras que la restitución psicótica está dada en orden del delirio. Para Freud, la forma más perfecta de restitución pasaba por la megalomanía, mientras que cuando eso fracasaba aparecía algo del orden del cuerpo: la hipocondría.
Como vimos acá, Freud hace una comparación: "el delirio a la megalomanía es a la fantasía del neurótico como la hipocondría es a la angustia". De esta manera, hay algo que tiene que ver con el cuerpo en la parafrenia, que tiene que ver una reversión a una etapa de autoerotismo y algo del orden de la economía del cuerpo queda desordenada.
Freud sitúa bajo el término de lenguaje de órgano una especificidad del discurso del decir del esquizofrénico, que tiene una particularidad especial, diciendo Freud que el discho esquizofrénico toma el sesgo hipocondríaco.
En la neurosis, la cuestión pasa por un cuerpo erotizado. Frente una situación así, en la histeria, la paciente torcería los ojos y no diría "Tengo los ojos torcidos". Lo que en el caso vemos es que la paciente hizo una concretización del lenguaje, donde el sitagma verdrehen es tomado caso a un uso de significación plena en función de este delirio. En este punto, la certeza y la autorreferencia es un indicador fundamental en tanto perturbación de economía de goce.
El campo de la realidad conmocionada en la psicosis por el encuentro con un real toma un relieve particular. Pero el campo de la realidad no es por sí mismo suficiente, ni es el campo apropiado para el diagnóstico diferencial en el punto en que se pretende reducir los fenómenos de la psicosis exclusivamente al mismo.
Es un axioma de la psiquiatría desde Baillarger considerar a la alucionación como una percepción sin objeto, pero eso derivaría de considerar a la alucinación como un trastorno de la percepción y al sujeto como un percipiens. Se considera a ese percipiens como lugar de síntesis de la subjetividad y se le pide al mismo dar cuenta de la realidad del perceptum.
Es a ese nivel que aparecen todas las paradojas que implican la relación del sujeto a la palabra, dado que el sensorium es de por si indiferente a los efectos de la cadena significante. Es decir, van a haber pacientes con problemas sensoriales y que son neuróticos.
Para Lacan, la clínica de la alucinación no es dependiente de la percepción como tampoco el fenómeno alucinatorio es reductible a un problema de los sentidos.
La economía de goce en la psicosis está articulada al yo como sujeto. El sujeto toma al yo al modo instrumental recibiendo el propio mensaje, no en forma invertida como en el esquema L, sino en forma directa.
Para Lacan, la alucinación evidencia el problema paradojal que enfrenta al sujeto con el lenguaje. Lacan comienza estudiando el estatuto de la alucinación verbal psicomotriz, considerando un punto paradigmático para estudiar la alucinación y el fenómeno de automatismo mental.
El automatismo mental no es tanto la relación del sujeto con el fenómeno, sino la relación del sujeto frente al Otro. Por eso, los fenómenos verbales y los demás nos van a dar cuenta de la relación del sujeto frente al lenguaje.
El automatismo mental fue descrito por Seglas (Texto "Los problemas del lenguaje") y puede dividirse en:
Fenómenos ideoverbales: Fenómenos positivos o de intrusión, que pueden ser intelectuales, psitasismo (letanias, juegos bisilábicos, jaculatorias), mentismos - ideorrea, devaneo mudo de recuerdos y fenómenos afectivos.
Fenómenos negativos o de inhibición (robo del pensamiento, dudas, olvidos, vacío del pensamiento).
Mixtos: fenómenos de influencia (adivinación del pensamiento).
El automatismo mental también puede tener fenómenos corporales y sensoriales.
Lacan dijo muchas cosas con respecto a la alucinación. No la sitúa en el campo abordable de la realidad, sino en el punto en que la realidad misma está conmocionada. Es en el punto en que el yo es tomado a modo instrumental por el sujeto en que este se dirige a un otro al cual le habla sobre el yo como un doble.
Sin duda, Lacan promueve un lugar de importancia en la clínica de la psicosis a la alucinación. En la clínica psiquiátrica también la alucinación tuvo un lugar de relevancia, en particular por varios autores de los cuales merece destacarse Baillarguer, Gilbert Ballet, Seglas, entre otros.
Es precisamente con respecto a Seglas que Lacan, tomándolo como punto referencial, comienza a desplegar ciertas cuestiones acerca de la alucinación, considerando que la llamada y descrita por Seglas "alucinación verbal psicomotriz" se constituye como punto paradigmático, en el cual se deja entrever la paradójica relación del sujeto con el lenguaje, más allá de lo que el fenómeno testimonia con respecto a la estructura de la psicosis.
Dice Lacan:
Ya se los indiqué la vez pasada recordando el carácter central en la paranoia de la alucinación verbal…. Séglas y su libro Lecciones clínicas,… al inicio de su carrera, hizo notar que las alucinaciones verbales se producían en personas en las que podía percibirse, por signos muy evidentes en algunos casos, y en otros mirándolos con un poco más de atención, que ellos mismos estaban articulando, sabiéndolo o no, o no queriendo saberlo, las palabras que acusaban a las voces de haber pronunciado. Percatarse de que la alucinación auditiva no tenía su fuente en el exterior, fue una pequeña revolución.
- En el dicho esquizofrénico, aparece la palabra como cosa. Es decir, lo simbólico es real. La palabra toca y "se realiza". En el caso de Tausk, ella realiza en lo simbólico lo que se le presenta en lo real.
Un ejemplo en español podría ser alguien que termina bizco porque "lo miraron torcido". En la psicosis hay otro matiz, que es cuando lo imaginario es real. Una cosa es "Me quedé bizca porque me miró torcido" y otra cosa es que ella en su cuerpo perciba su torcedura de ojos. Ahí lo imaginario se realiza. En algunas psicosis, el fenómeno elemental se presentifica y realiza lo simbólico. En otros, compromete al acuerpo.
A nosotros no nos interesa lo percibidio (percipiens) ni el sensorium, sino el efecto sujeto de esa torcedura de ojos. Lo que no va a aparecer en la psicosis es la capacidad de dialectizar, porque para poder jugar con el significante hay que poder contar con el significante de la falta en el Otro, que no es que el psicótico no lo tenga, sino que no lo puede usar. En la esquizofrenia puede haber ironías, chistes y hasta deslizamientos por sonoridad y homofonía, pero hay un momento donde ese deslizamiento encuentra un tope y no juega más. Ahí el sujeto se detiene, tanto en el fenómeno como frente a sus propios sueños.
El psicótico sueña, hace chistes, tiene lapsus... El tema es que hay un momento que se encuentra con un tope: un agujero. Ese agujero es el significante de la falta en el Otro, que si el psicótico se cae en él, va a hacia lo no reconocido como propio. Lacan dice que cuando el psicótico encuentra el ombligo del sueño, aparece algo no reconocido como propio. Aquí lo siniestro es real.
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