"Propongo con mucha claridad, desde hace suficiente tiempo como para que baste recordarlo aquí, que lo real -categoría de la tríada de donde partió mi enseñanza, lo simbólico, lo imaginario y lo real- se afirma en los impasses de la lógica. Me explico. Lo que la lógica se proponía tratar al comienzo, en su ambición conquistadora, era nada menos que la malla del discurso en la medida en que esta se articula. Al articularse, esta malla debía cerrarse en un universo que supuestamente encerraría y recubriría como mediante una red lo que se ofrecía al conocimiento. La experiencia lógica mostró que no era así. No he de entrar aquí en el detalle, ya que este público está de todos modos suficientemente advertido de dónde recomenzó en nuestra época el esfuerzo lógico, como para saber que al abordar algo en principio tan simplificado cuanto real como la aritmética, se demostró que algo puede enunciarse siempre, ofrecido o no a la deducción lógica, que se articula anticipándose a aquello que las premisas, los axiomas, los términos fundadores en los que puede asentarse dicha aritmética permiten presumir demostrable o refutable. Palpamos allí, en un dominio que en apariencia es el más seguro, lo que se opone a la íntegra captación del discurso en la exhaución lógica e introduce en esta un hiato irreductible. Eso es lo que designamos como real."
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