martes, 3 de octubre de 2023

La melancolización en la neurosis

Sigmund Freud se encuentra en el desarrollo de su práctica clínica con sujetos que ante la pérdida de alguien significativo para sus vidas (pérdida de un ser querido) o algo con lo cual se hallaban implicados libidinalmente (un vínculo, un proyecto, un trabajo, un ideal, un lugar de residencia), reaccionan con un verdadero quiebre subjetivo y caen en un profundo abismo. A esto se le suma una característica clínica distintiva: una perturbación narcisística severa, que se expresa como una degradación grave y dura de la propia autoestima.
Este cuadro clínico fue denominado por Freud: “Melancolía”. ¿Cuál son las manifestaciones observables en el cuadro clínico de la melancolización neurótica? El sujeto melancólico:

- Padece una subjetividad apagada, a causa de la ausencia de deseo.

- Se autocritica, de manera dura e inflexible, como un ser incapaz, indigno e incluso culpable de aquello que le ocurre.

- Comunica ante los demás un pesimismo certero, frente a la mínima posibilidad de que en el futuro se modifique su estado anímico.

- Comunica sus defectos como si esto le otorgará un estado de “satisfacción sufriente”.

- Manifiesta un estado de abulia, con apatía y lentitud de movimientos y de palabra.

En ocasiones, padece insomnio y/o siente rechazo por la alimentación.

¿De qué manera se ha constituido el aparato psíquico de un sujeto que sufre una melancolización?

La práctica clínica pone de manifiesto una situación que ocurre con frecuencia en los tiempos constitutivos del futuro sujeto melancolizado: el Otro de los primeros cuidados -por razones siempre singulares- no ha podido donarle al sujeto las condiciones de posibilidad para construir una identificación narcisística suficiente, que haga de sostén a una imago amable y valiosa del Yo del paciente.

Accidentes de la identificación narcisista en el sujeto melancolizado:

En el sujeto que se ha melancolizado se produjo -esto es lo que con frecuencia se demuestra en la clínica-un primer accidente fundante de la subjetividad, constituido por un déficit de alojamiento amoroso del Otro primordial. “Operación de alienación fundante”, tal como lo denomina J. Lacan.

Como consecuencia de este primer accidente constitutivo, se dificulta la segunda operación subjetiva, que es el poder perderlo al Otro de los primeros cuidados. “Operación de separación del Otro”, tal como lo denomina J. Lacan.

Estos accidentes, producidos en las primeras operaciones fundantes de la subjetividad, dificultan y/o impiden tolerar “normalmente” las sucesivas pérdidas inevitables de la vida -duelo mediante-.

“La sombra del objeto ha caído sobre el yo”: Clave Clínica

La fallida operatoria de la identificación narcisística, se transforma en una herida abierta que va vaciando al Yo de libido, empobreciéndolo cada día más.

Es de esperar, entonces, lo que con frecuencia le ocurre al futuro sujeto melancolizado, frente al desamparo amoroso del Otro: se produce un eclipse de la Pulsión de Vida. La subjetividad queda, en consecuencia, atacada y a la vez sometida a un objeto oscuro -que viene a ocupar el lugar del brillo fálico faltante-, y al cual el mismo sujeto se identifica. “La sombra del objeto cae sobre el yo” – S. Freud

La identificación a este objeto sombrío se convierte en la fuente de donde emana el abatimiento y el desasosiego del sujeto melancólico.

¿Qué-hacer del analista ante la melancolización subjetiva?

Para el analista se trata de una difícil y ardua tarea clínica: intentar que el sujeto produzca movimientos que permitan ir extrayendo -en transferencia- ese oscuro objeto al cual su Yo se ha identificado.

Intentaremos, en conjunto con el paciente, una historización de su vida presente y pasada -“Construcciones en Psicoanálisis”-, que permita ir corriéndolo de la fijeza del monólogo, en donde el sujeto sólo es capaz de describir lo sombrío de su vida y, lo que es peor aún, sentir que no hay ningún horizonte de salida.

Intervenciones Clínicas:

En principio, alojaremos al paciente y le haremos saber, en la medida en que lo vamos escuchando, aquello valioso que posee y que su oscuridad psíquica no le permite ver.

Introduciremos la dimensión deseante, leyendo -en sus propios relatos historizados- sus puntos vitales, que por no registrarlos están ausentes de su campo simbólico.

Recurriremos, de ser necesario, al trabajo interdisciplinario con un psiquiatra que -evaluación mediante- puede considerar suministrarle un psicofármaco. Esta acción es a los efectos de ejercer una ayuda (a través del químico) para hacer emerger la mínima motivación necesaria que, por su ausencia, puede hace sucumbir -en muchas ocasiones- al tratamiento psicoterapéutico.


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