sábado, 10 de octubre de 2020

La Angustia ¿por qué es un huésped no invitado?"

La angustia "como huésped no invitado" aparece en la obra de Freud Inhibición, sínbtoma y angustia. Ese artículo, Freud comenzó escribiéndolo como "Inhibición y síntoma". El libro de Ilse Grubrich Simitis Volver a los textos de Freud tiene de subtítulo "Dando voz a documentos mudos". En ese libro, hay borradores, apuntes y notas que Freud escribía para sus ulteriores escritos. Allí figuran títulos tentativos que Freud luego desechó. Por ejemplo, Inhibición y síntoma terminó siendo Inhibición, síntoma y angustia. 

En el libro de Grubrich Simitis también hay notas que Freud se hacía a sí mismo como modo de recordarse cosas. Freud decía que solía olvidar con demasiada facilidad que todo lo oscuro es transferencia. Hay una nota que él pone y por carta se la dice a Ferenczi:

Es importante señalar que las teorías no se hacen. Tienen que caer en la casa como huéspedes no invitados mientras uno está ocupado investigando detalles.

Freud estaba investigando sobre la inhibición y el síntoma y como un huésped no invitado, apareció la angustia, dando lugar a la última teoría de la angustia en Freud: la angustia causa la represión.

La palabra huésped tiene una particularidad. Nietszche tenía un discípulo llamado Heinrich Köselitz, rebaustizado por él como Peter Gast. Gast, en alemán, significa huésped. Nietszche decía que era su modo de celebrar el doble sentido de la palabra huésped, que tanto en alemán como en otras lenguas sirve para designar a la persona que se aloja como a aquella que da alojamiento. 

La angustia se aloja. ¿Qué aloja la angustia, si es que aloja algo? 

Cuando Freud en Inhibición, síntoma y angustia dice que no es la represión la causa de la angustia (la primera teoría), eso lo lleva a reconocer que lo que había hecho hasta ese momento había sido una descripción fenomenológica y no una exposición metapsicológica de la angustia. En ese texto, puesto Freud a dar cuenta de la angustia desde otro lugar, él marca una diferencia entre el psicoanálisis y la filosofía. Dice que hay que dejarle a los filósofos la tarea de las cosmovisiones. Freud nunca se tentó por la protección que da una concepción del mundo. Lo interesante es que la angustia va a ocupar un lugar estructural en la teoría, distinción que Lacan también realiza en el seminario X de la angustia. Este seminario continúa la tarea de Inhibición, síntoma y angustia. 

Lacan también el psicoanálisis de la filosofía y lo fundamental para producir esta diferencia es que la angustia no es sin objeto. Esto es lo más propio del psicoanálisis: el objeto. Cualquier otra concepción elimina lo que hay de real en esta práctica.

Recordemos que Freud, en Inhibición, síntoma y angustia nos dice que quería estudiar el síntoma, la lucha secundaria del yo contra el síntoma y la elección de la fobia -de Juanito- no fue un paso feliz, pues apareció la angustia y con ella, las complicaciones. La angustia extiende un velo sobre el estado de cosas. Freud dice que la angustia no es cosa simple de aprehender. 

Lacan abre el seminario 10 de la angustia siguiendo estas huellas freudianas. En este seminario, no se interesa por la construcción de la fobia, que sería un modo de desangustiar y ponerle coto a la angustia via el significante. Recuerden que Freud dice que el camino de salid a la angustia es el síntoma. Lacan no se interesó en la construcción de la fobia, sino que tomó la mancha negra del caballo de Juanito, ese resto, para construir el objeto a.

El objeto a no es del orden del significante e irreduductible ese objeto al significante. La meta de Lacan en ese seminario es dar cuenta del objeto a. Así como solemos decir que los sueños son la vía regia para dar cuenta del inconsciente, la angustia lo es para dar cuenta del objeto a. No se trata de un objeto en el sentido de los objetos de la experiencia cotidiana, sino del nombre que Lacan le pone a la causa del deseo. No es ningún objeto. Hay distintos registros de la falta en psicoanálisis; no todo corre por cuenta del objeto. También tenemos al falo, el menos phi. El objeto a es un modo de nominación metafórica de ese hueco que siempre está delimitado por el movimiento pulsional. No es un objeto de la vida cotidiana, modelado según la imagen especular; el objeto a escapa de las leyes de la estética trascendental.

Lacan había hablado antes del objeto, pero en el seminario 10 de la angustia, emerge lo que implica el objeto a. Es un seminario con movimientos y variaciones. Freud comienza Inhibición, síntoma y angustia en un lugar y termina en otro. Lacan, en su seminario, también. Con la angustia, no se sabe dónde podemos caer.

Lacan dice que la angustia no es lo que la gente cree. Cuando dice eso, se refiere no solo a que la angustia es una excepción entre los afectos, sino que es el prototipo de los afectos, el afecto que no engaña y que además va a dar cuenta de la función que tiene. Lacan ubica, bajo la forma del afecto, es la preminencia del registro de lo real en este afecto.

A veces se habla de angustia, pero en realidad se trata de sentimientos displacenteros: desánimo, abatimiento, que con equivocada inmediatez se lo llama depresión u otros sentimientos displacenteros. Cólera, desesperación, desesperanza... Ninguno de todos estos sentimientos son equivalentes a la angustia. Freud decía que la angustia es una espectativa, un pre-sentimiento. La angustia es una presencia que anuncia que algo anda mal y a la vez en una ocasión para abrirse de otra manera y hacerse buenas preguntas.

Cuando alguien dice "Estoy angustiado", ya tomó distancia de ese punto de angustia, que es literalmente sin palabras. Cuando alguien toma distancia de ese punto de angustia, el punto desaparece dejando un rastro, un texto que interroga y hará posible la elaboración de lo que se rememore. Ese punto de angustia es evanscente. Nadie puede estar en la angustia y hablar de ella; ese caso ya da cuenta que lo desligado de ese punto de angustia se empieza a ligar. Esto es lo que torna a la angustia como inasible y a lo que Freud se refería cuando dijo que la angustia no era cosa fácil de aprehender.

Lacan extrae la definición de Freud de que la angustia es una señal. En la primera época de Freud, dice Lacan, la angustia le señaló algo a Freud. Cuando él dio cuenta de las neurosis actuales en su diferencia con las neuropsicosis de defensa, lo que dice de las neurosis actuales es que ahí no hay mecanismo psíquico. En relación a la angustia, a la neurosis de angustia, dice que ahí no hay representación. La angustia le permitió de entrada a Freud distinguir un campo por fuera de las representaciones: libido sexual traspuesta diectamente en angustia. En esta época, Freud construía una teoría del recuerdo y la angustia vino a marcar algo por fuera de la representación. Cuando lacan dice que esta primera presentación de Freud ya era una señal, es porque rescata esa fuerte intuición que tiene Freud de situar como fuente de la angustia el coito interruptus

Lacan hace una proximidad entre el orgasmo y la angustia, lo cual da cuenta de distintas modalidades de la angustia, que son diversas entre sí. 

La función de la angustia como señal de presencia

Lacan, en el S. X sostiene que la angustia tiene que ver con la presencia, la aparición, la manifestación específica del deseo del Otro. Para Lacan, el deseo siempre es deseo del Otro. Es en relación al deseo del Otro que el deseo del sujeto se configura, con las marcas de ese Otro. En Freud podemos pensar en la otra escena, que en cualquier formación del inconsciente soprende al sujeto, al dar cuenta de la alteridad fundante que opera en él.

Deseo del Otro significa que el deseo pasa siempre por el Otro, que no necesariamente es alguien. Habría que llamarlo "lo Otro", el lugar del lenguaje, que nos viene de afuera. Lo más íntimo nuestro nos viene de afuera y nos constituye. Es en este punto cuando Lacan dice que la angustia tiene que ver con la manifestación específica del deseo del Otro, que la angustia como señal adquiere valor. Es una señal en el yo, pero no para el yo. En la clase 11 de ese seminario, lacan dice:

¿Qué representa el deseo del Otro? Concierne nada más que a mi propio ser. Es decir, me pone en cuestión, me anula. Se dirige a mi como perdido, solicita mi pérdida para que el Otro se encuentre en ella. Es eso la angustia.

O sea, el sujeto pasa a estar cuestionado en su ser. Cuando uno tiene angustia, se siente oprimido, concernido, afectado en lo más íntimo de sí. No sé lo que soy como objeto para el Otro, no sé lo que soy, pero estoy a su merced. Además, no cabe duda que se trata de mi cuerpo ahí, de eso que soy y que está cuestionado. La angutia se siente en el cuerpo.

Para dar cuenta de la angustia en relación a la presencia, hay un eslabón indispensable que Lacan toma de Freud para dar cuenta de la angustia en relación a la presencia: Lo siniestro (unheimlich). Desde Lo siniestro, Lacan aborda y homologa estos términos, diferenciados por Freud. Hay indicaciones muy precisas sobre ese momento de entrada en el fenómeno de lo siniestro, o sea, eso que súbitamente irrumpe, lo que se manifiesta, esa dimensión de lo extraño y lo familiar a la vez y que hace que surja aquello que no puede decirse. Recordemos la imagen del jarrón especular virtual tal como lo presenta en el estadío del espejo. Allí se da cuenta que no todo el investimiento libidinal pasa por la imagen especular. Hay un resto que no pasa. Lo siniestro se produce cuando en ese lugar, caracterizado por la ausencia, aparece este objeto a.

¿Qué significa que el objeto a aparezca? Porque lo que aparece en invisible que organiza justamente el mundo de lo visible. Ese objeto no está en el cuello del jarrón. En la neurosis, en ese cuello se ubica la demanda del Otro, dándole lugar a lo familiar. A eso Freud lo nombra Heim, el hogar. Lacan dice que si esa palabra tiene algún sentido en la experiencia humana, es que ahí está la casa del hombre. Dice que el hombre encuentra su casa en un punto situado en el Otro, más allá de la imagen de la que estamos hechos. Encontramos la casa situada en el Otro, ese lugar representa la ausencia en la que estamos. Cuando se da esa aparición que hace que esa presencia invisible adquiera la forma de presencia, ahí pasamos del heim al unheimlich, que sería pasar de la demanda del Otro a esta aparición del deseo del Otro. 

Hay angustia cuando aparece, en este marco, lo que ya estaba mucho más cerca en la casa (heim). Lacan dice que ahí surge algo, como un huésped desconocido que aparece en forma inopinada. El fenómeno de la angustia, entonces, es el surgimiento del unheimlich del marco. Esto permite dar cuenta que la angustia está enmarcada y esto la coloca en una filiación directa con la estructura del fantasma. Con lo cual, en la vacilación del fantasma habrá angustia. Esto que surge es una presencia tan íntima como extraña. Es intimidante, es un extraño al yo que hace de ese yo un cuerpo extraño. Ahí el sujeto experimenta la no autonomía, es la experiencia del doble. 

La experiencia del doble, en el cine o en la literatura, podemos leerla con mucho más detenimiento. La literatura fantástica recorta ese instante de aparición, se detiene en ese instante de aparición, como se puede leer en los cuentos de Hoffmann, exacerva ese instante. Ese instante es fugaz, se da en detalles banales, donde se tiene un sentimiento de extrañeza y la escena del mundo se desvanece por un instante. Son momentos fugaces donde lo cotidiano es extraño. En la clínica, ubicamos aquí los ataques de pánico, en el modo en que suelen relatar como aparecen... y hasta la duda obsesiva. Son todas señales causadas por este objeto de la angustia, que se ubica entre lo familiar y lo extraño, dando lugar a una inquietante extrañeza.

Con todo este recorrido, Lacan puede decir que la angustia es sin objeto. Freud, en Más allá... hace las distinciones entre miedo, angustia y terror. Adjudica el miedo a un objeto ante al cual se siente miedo; a la angustia, como un afecto ante la expectativa de un peligro. En Inhibición, síntoma y angustia, Freud vuelve a decir que la angustia no tiene objeto. Lacan nos hace leer la frase anterior: la angustia es ante algo. Ese "ante algo" que la angustia opera como señal es leído por Lacan del orden de lo irreductible de lo real. Por eso, la angustia, de todas las señales, es la que no engaña: se trata de la traducción subjetiva de ese objeto a. Ahí estoy, me capto como objeto a causa del deseo del Otro y sólo puedo ser causa del deseo del Otro si he sido perdido para ese Otro. Acá Lacan sigue a Freud al sostener que solo en la pérdida se constituye el objeto en relación con el deseo. 

En Inhibición, síntoma y angustia, Freud dice que la angustia es la señal ante la pérdida de un objeto. Hace una lista de esos objetos: la pérdida del pecho materno, la pérdida del pene, la pérdida de amor del superyó, etc. Hay un apartado en la adenda de ese texto, donde Freud hace unas articulaciones, marcando la diferencia entre angustia, dolor y duelo. Como si fuesen distintas formas de pérdida, podríamos decir, de transitar esa pérdida. Freud dice que el dolor es la genuina reacción ante la pérdida del objeto. La angustia es frente al peligro que esa pérdida conlleva. Aquí vuelve a aparecer ese desamparo del que inicialmente hablaba Freud, ese desamparo primordial que ahora amenaza desde el presente. Lo que deja en estado de desamparo es la presencia del deseo del Otro. 

Lacan dice que la señal no es por una falta o una pérdida, más bien es señal de que se carece del apoyo que aporta la falta. Es decir, es señal de que la falta falta. Lo más angustiante que hay para un niño -dice Lacan- es la relación sobre la cual la relación de ese niño se instituye es la de la falta, porque solo desde ahí se puede producir deseo. Cuando esa relación con la falta se perturba cuando no hay posibilidad de falta, cuando tiene a la madre siempre encima. Lacan agrega, que en especial limpiándole el culo, que es el modelo de la demanda. No es la pérdida o la nostalgia lo que produce angustia, sino la inminencia.

Lacan interroga y discrepa con lo que Freud plantea como tope en un análisis. En Análisis terminable e interminable Freud utiliza una metáfora geológica, la roca de base, la angustia de castración, planteada como un límite infranqueable. Lacan corre esa roca. Es interesante que en ese mismo texto, Freud dice que la labor genuina de la tarea analítica es rectificar represiones originarias. Represión originaria, en el caso Schreber, está conceptualizada como la fijación del objeto de la pulsión. Es decir, objeto que luego será el objeto del fantasma. Es justamente en el análisis donde el sujeto puede intervenir en esa ficción, que Freud llama fantasía inconsciente, Lacan llama fantasma, donde la verdad encuentra para situarse. Una ficción que para Freud era embellecedora de lo traumático. 

Así como Freud habla de la angustia de castración como roca, como límite, en Análisis terminable e interminable mismo dice que más allá de ese límite está la posibilidad de rectificar represiones originarias. 

¿Cuál es la función de la angustia? En Más allá del principio del placer, cuando Freud se pregunta por la vida onírica de las neurosis traumáticas, esos sueños donde se repite el accidente y se despierta con terror, un renovado terror, un mismo nuevo terror cada vez, ¿Qué función tienen esos sueños, que procuran? Freud dira que recuperar el dominio de ese estímulo no ligado... y ligarlo. En Freud, la oposición entre energía libre y energía ligada juega un papel muy importante. La ligadura, en estos sueños, es posible gracias a la angustia que estos sueños provocan. Estos sueños traumáticos no eran sueños de angustia; en estos sueños aparece la angustia como desarrollo. Freud nos dice que solo a partir de ese desarrollo de angustia es que puede haber ligadura. Es decir, que entre en la malla del proceso primario. Sine sa angustia, sin ese desarrollo de angustia, no hay elaboración. La angustia pulsa para que pueda haber representaciones para vover a ligar.

Un viraje en el seminario 10...

Siguiendo con la función de la angustia, Lacan también plantea dos cuestiones: una relacionada con el interés de Lacan de construir el objeto; la otra, con la función de la angustia.

Construir el objeto le permite dar cuenta de los distintos momentos en que el objeto a ocupa en la estructura, que son diferentes. El objeto a va cumpliendo distintas funciones. No es lo mismo decir el objeto a como resto de la división del sujeto a decir el objeto a como objeto causa del deseo, el objeto a cedido... Hay una diferencia interesante que él hace en el seminario, en las últimas clases. Hace la diferencia entre el objeto parcial y el objeto caduco.

Lacan hace un esquema, donde muestra la operación donde el sujeto se constituye en el lugar del Otro. El Otro, como lugar del significante. En el primer pieso vemos el acceso del sujeto sin barrar (S) al Otro sin barrar (A). A partir de ahi, tanto el Otro como el sujeto quedarán barrados.

En el segundo piso, vemos el objeto a y en el piso de abajo, el sujeto barrado. El segundo piso donde coloca el objeto, es el piso de la angustia. La angustia está en un momento lógico anterior al sujeto barrado y al deseo. Una vez franqueada la angustia, el deseo se constituye. 

Así como decimos que la angustia es sin objeto, la constitución del objeto en la constitución del sujeto no es sin angustia. En esta operación tiene que ver con la constitución del sujeto: el esquema no se refiere al objeto que causa la angustia, sino del objeto que la angustia suelta y cede, constituyéndolo como objeto. Lacan pone el ejemplo del grito del bebé; ahí ha cedido algo. hay efecto de seisón, que es el de la angustia. Este movimiento que hace lacan sigue la huella freudiana de Inhibición, síntoma y angustia.

En un primer momento, responde a que la angustia es ante algo e implica una señal en el yo, pero Freud también dice en Inhibición, síntoma y angustia que el desamparo que provoca el nacimiento no tiene objeto alguno y es la angustia la única reacción ue se podría producir. Esto no es señal porque el yo no está constituído. Esa angustia primordial, producto del desamparo que habla Freud como un puro exceso económico, es un desamparo primordial que se hace presente (invasión económica), Lacan la lee como la manifestación del deseo del Otro. 

Freud apela a los poetas ante la pregunta de lo que quiere una mujer. Lacan dice que los poestas no saben lo que dicen, dicen las cosas antes que los demás. Margarita Roncarolo dice en un poema: Vamos a hacer un invento que nos cubra del viento del desamparo. En este seminario Lacan dice que este desamparo es una invención del neurótico, es un fantasma. Inventar conlleva una una ruptura que recrea el pasado. El psicoanálisis no es un método para recordar, pero este acontecimiento del lenguaje que Freud descubre, permite leerlo de otro modo. Esto se pone en juego desde las entrevistas preliminares, cuestión que a veces descuidamos. Las entrevistas preliminares eran muy importantes tanto pra Freud como para Lacan. Para Freud eran "ensayo de puesta a prueba".

Lacan nos advierte: el neurótico no va a dar su angustia. Empieza dando un poco de su síntoma. A lo que apela el neurótico es la demanda: quieren que le pidan, que le respondan. Como eso no sucede -en el mejor de los casos- el neurótico puede empezar a modular su propia demanda. Lo que importa determinar en esas entrevistas preliminares es si quien consulta adopta o no una actitud incauta con respecto a la lengua. Es decir, si se presta de manera incauta, sin cauteala, a ese juego significante. Eso es lo que va a abrir al campo de la analizabilidad y es el camino para que ese sujeto deje de contarse como víctima y pase a implicarse en la verdad de su síntoma. La intervención de Freud a Dora da cuenta de eso: ¿Qué tiene que ver usted en este desorden del que se queja? 

Cuando Freud dice en los artículos técnicos que hay que atender al valor individual del posible paciente. Ese valor puede entenderse como que se requiere de algún coraje, alguna decisión, alguna valentía. Analizarse es poder leer de otro modo lo ya leído. Uno ha leído y contruído teorías. Analizarse implica una otra lectura. Leer es intervenir, es introducir cortes en esa fucción fantasmática que nos habita y desconocemos. Un analizante puede decir, como dice el escritor Scarpelli "Nunca sabemos cómo será nuestro pasado".

En cuanto a la función que vimos de la angustia, es que la angustia no es una patología ni una enfermedad. La angustia nos hace saber cómo el deseo afecta tanto al cuerpo como al entendimiento. Ahora, si la angustia en una relación insondable al deseo dle Otrol en una relación esencial al desoe del Otro y el dispositivo analítico convoca a que emerja ese deseo entramado en el deseo del Otro que lo habita. La angustia, entonces, va a ser correlativa de la puesta en movimiento del dispositivo analítico. Será inevitable, entonces, que en el análisis surja angustia. Esto no quiere decir que haya que forzar su aparición, pero tampoco evitarla. Se tratará de franquear la angustia a través del texto del el punto de ngustia deja y es un llamado al sujeto para que se deslice por la metáfora, la metonimia, el lenguaje.

La angustia, en la práctica analítica, implica momentos privilegiados. es testimonio radical de una ausencia, de un vacío donde no hay ligazón. La ligazón viene después, producto de la represión, y esta es la última teoría en Freud. La angustia es causa de la represión y esta da lugar al síntoma, que va a ligar lo desligado de la angustia. 

Lo problemático sería que un análisis no haya señal de angustia, porque estaría indicando que no se han podido horadar las demandas que coagulan el deseo. Es importante seguir la huella freudiana y recordar que Freud abandonó la hipnosis para no hacer una cura sintomática. Si la angustia es una señal, se tratará de no obturarla o taponarla con fármacos u otros objetos, porque esto va a impedir que el sujeto entre al campo del deseo. 

Cuando Freud habló de la abstinencia del analista, se refería a no responder a la demanda para dejar subsistir al deseo. El llamado Hombre de los Lobos por Freud, iba en tren hacia Ginebra para analizarse con un doctor. El tren paró en Viena y él se preguntó por qué no consultar al profesor Freud. El Hombre de los Lobos cuenta de esa primera entrevista:
Como es de suponer le relaté a Freud mi tormentosa relación con Teresa en Munich y la visita de ella a Berlín que había terminado de manera funesta... Cuando le pregunté si debería volver a Teresa Freud me respondió con un “si”, pero con la condición de que esto sólo se produjera después de varios meses de análisis.
Eso lo lleva a no seguir a Ginebra y analizarse con Freud.

Fuente: Notas de la conferencia La Angustia ¿por qué es un huésped no invitado?" a cargo de la prestigiosa psicoanalista Alicia Majul. 6 de octubre de 2020.

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