En referencia al tema de las parejas abiertas que veíamos en otra entrada, cabe preguntarse si la misma no es a veces una modalidad de evitar la despedida. No son pocas las veces que encontramos estas modalidades cuando la pareja se está deshaciendo, donde en lugar de abrir a un período de duelo que implica elaborar una pérdida, lo que aparece es la adición, casi como una salida maníaca que intenta desmentir lo que se perdió.
No quiere decir que toda “pareja abierta” o el poliamor no puedan ser leídos en estos términos. Hay veces que éstas pueden formarse por decisiones basadas en el autoconocimiento, la honestidad, el consenso y no en las modalidades contractuales que la cultura y sus instituciones han impuesto desde hace varios siglos.
Lo cierto es que al analista le toca hacer preguntas, si el paciente no se las hace, y es llamativo cuando el tema de abrir la pareja aparece en un momento de crisis, en especial cuando aparece como solución a preguntas que vagamente han sido formuladas. ¿Qué implica la fidelidad? ¿Qué una traición? ¿Qué concepción tengo del sexo?¿Nuestro contrato excluye intercambios de algún tipo con otras personas? ¿Considero al sexo sí o sí asociado al amor? ¿Creo que se puede amar a más de una persona a la vez? ¿Cuál es el límite de ese contrato sexual de la pareja? ¿La actividad sexual con un otro, el amor? Menos que menos aparecen las preguntas relacionadas sobre si habrá jerarquía en la relación, o si se trata de vínculos horizontales.
La apertura de la pareja como alternativa a la despedida es muy interesante. La mayoría de los pacientes fracasan a la hora de despedirse, a la hora de concluir una relación por la tendencia a agarrarse, es decir, a su incapacidad de desprenderse ante una persona significativa emocionalmente.
El agarrarse es una reacción adaptativa frente a la pérdida de una persona amada, y se caracteriza por ser un periodo largo de pena y dolor. En cambio frente a alguien odiado, la sensación es de alivio. La reacción de agarrarse tiene como objetivo inhibir las emociones suscitadas por la pérdida y mantener presente a la persona en la fantasía. El agarrarse surge ante la presencia de un asunto incompleto. Una técnica para cerrar esa Gestalt es la silla vacía.
Es interesante lo que el gestáltico Stephan Tobin plantea en el proceso de despedida, donde propone ciertas intervenciones:
Se procura que el paciente tome conciencia de que está agarrado y de qué manera lo hace.
Si está agarrado se le pregunta si quiere despedirse de aquello que es motivo de su agarre.
Si quiere despedirse, la técnica utilizada es la silla vacía.
Con esta técnica se expresan muchas emociones y cuando la persona aparenta no tener más asuntos inconclusos, se le pregunta si está preparado para despedirse. Si lo está, en esta persona se va a producir una explosión emocional: llanto, alivio, alegría…
La despedida es parte del proceso, es fundamental ya que tiene que ver con el cierre de una Gestalt y por ello se le debe dedicar su espacio, entre 2 y 3 sesiones (es como un período de duelo).
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