El corte que se instala como correlato del decir fundante implica una tramitación lógica, al mismo tiempo que anticipa un horizonte topológico. Ese horizonte, en la etapa de enseñanza en la que Lacan lo sitúa, se expresa de manera particularmente elocuente en la figura del cross-cap.
En los últimos días mencioné varias veces la operación por la cual el decir fundante produce el no-todo. La pregunta que se abre es entonces: ¿cómo abordar esta operación desde la topología?
Podría plantearse así: ese no-todo, que señala un límite en el funcionamiento de la Bedeutung en tanto sentido, hace aparecer sus efectos allí donde un hombre se “thombrea” y una mujer se “paranotododea”. En ese punto proliferan los neologismos, porque vienen a indicar un uso del lenguaje que desborda la orientación semántica tradicional.
El marco que proporcionan las coordenadas de la sexuación, tal como Lacan las formula, muestra la distancia que establece respecto del Edipo freudiano. Podríamos decirlo de forma clara: no es lo mismo que algo falte a que simplemente no haya. El pasaje hacia lo nodal se vuelve entonces necesario para la práctica analítica, justamente porque compromete al cuerpo.
El lapsus propio de la cadena borromea escribe ese No-hay, señalando el punto donde no se establece relación, lazo o anudamiento. El No-hay se convierte así en un nombre de lo héteros en Lacan. Ese héteros delimita el campo del no-todo, que se formula proposicionalmente como “no-toda” y, en el registro modal, como lo contingente.
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