lunes, 17 de noviembre de 2025

El ausentido y la reinvención lógica de la castración

Al introducir el término ausentido en Aún, Lacan abre una vía que permite ir más allá del marco freudiano sin por ello abandonarlo. Este neologismo no nombra una ausencia de sentido, sino un efecto del discurso que testimonia del agujero donde una significación sexual no puede inscribirse. Precisamente por esta vía Lacan puede interrogar lo que en Freud permanecía articulado al Edipo:
¿cómo pensar la castración más allá del mito edípico?

La pregunta no es un gesto teórico gratuito: es el punto lógico al que se arriba cuando se intenta pensar rigurosamente el campo de lo femenino y el impasse estructural que introduce para el ser hablante. Frente a ese impasse, el Edipo da una ficción ordenadora, pero no da cuenta de aquello que no cesa de no escribirse.

Para abordar esta aporía, Lacan no recurre a cualquier discurso, sino a un discurso que debe ser capaz de:

  • incompletar,

  • inconsistir,

  • indemostrar,

  • indecidir.

Solo un discurso con estos rasgos puede poner en contrapunto la verdad y lo real. Porque si la significación da testimonio de la verdad, el ausentido señala la irrupción del real.

¿Qué significa contraponer la verdad y lo real? 
Significa mostrar que hay algo imposible de escribir. La verdad está ligada a la palabra, al medio–decir, a la producción de sentido. En cuanto efecto de significación, la verdad introduce un límite: muestra que no-toda puede ser dicha.

Pero ese “no-toda” no solo diferencia verdad y real: también los vincula.

Lo real limita la verdad, delimita su borde, le impone su punto de opacidad. Y por esa vía queda trazada la conexión entre verdad y feminidad, pues el campo del no–todo introduce un más allá del sentido, un resto irreductible a la predicación fálica.

La verdad como vía de acceso a lo imposible
Pensada así, la verdad es el lugar donde se producen las vueltas dichas desde las cuales precipita lo imposible. No es que diga lo real: es que, llevada a sus límites, lo deja entrever por su incapacidad de colmarse.

Por eso el psicoanálisis no puede desentenderse de la verdad, como sí pretende la ciencia. Para el psicoanálisis, la verdad es el espacio donde se delimita:

  • el límite lógico del enunciado,

  • aquello que el sentido no puede absorber,

  • ese resto opaco que escapa a la razón.

El ausentido, entonces, no es simplemente una anomalía del discurso, sino el índice mismo de lo real en juego: lo que no se significa y sin embargo orienta, causa y divide al sujeto.

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