martes, 1 de septiembre de 2020

La inhibición: ¿Problemática o escritura necesaria? Las intervenciones del analista.

La inhibición suele considerarse en general como un problema; más académicamente, como un punto de detención del sujeto en el camino hacia el deseo. ¿Pero es siempre así? No: en muchos casos, es una escritura necesaria.

Si bien Lacan llegó a trabajar la nominación en lo simbólico, que es el sinthome, no llegó a trabajar la nominación en lo imaginario, que sería inscribir una inhibición necesaria para que los procesos puedan llegar al cumplimiento del deseo o al menos en lanzamiento del sujeto hacia su deseo.

El aparato psíquico no se constituye por sí mismo: el sujeto tiene que eligir existir. Es con la unión a la pulsión de vida con la madre o quien lo tome bajo su cuidado. Lo que hace que un bebé se inscriba en la vida es que algún Otro lo incluya dentro de su pulsión de vida, lo que llamamos función materna.

Las diversas operaciones de constitución subjetivas van a permitir que ese niño asome al mundo del símbolo. Ya hablamos de la función materna. La función paterna es la que tiene como función separar al niño  de su madre y producir la salida hacia la exogamia. Otra función poco trabajaba pero muy importante es el concepto de fort-da. Éste permite que el niño se inscriba en el mundo del símbolo y Freud lo incluye en el juego del carretel de su nieto. Juegos por el estilo pueden ser el de las escondidas, y es la manera como el niño empieza a soportar la desaparición del Otro en términos de juego, sin que eso implique una pérdida.

Función materna, función paterna y fort-da son funciones escenciales. Del fort-da suele hablarse en los términos del juego, pero en la clínica lo vemos también. En muchos casos graves hay dificultad para inscribir algo necesario y el trabajo del analista con este concepto es escencial. El fort-da implica un ir y venir, donde el sujeto se va modificando. El dispositivo transferencial implica la posibilidad de un fort-da, pero a condición de que el analista se preste en forma simbólica: por ejemplo, en los hospitales públicos sabemos que a veces las sesiones tienen que ser caminando en el espacio abierto porque no hay consultorios. Hay ahí un tema de salir del consultorio, que el espacio transferencial esté de todas maneras... Esto es muy importante con la llegada de las sesiones virtuales, donde los espacios siguen estando aunque los formatos sean distintos.

Cuando tenemos función materna, paterna y fort-da constituídos, lo que se va constiuyendo como nudo borromeo. Un nudo, para ser borromeo, tiene la condición de que al cortar un círculo se sueltan los otros dos. Lo importante de esto es que cuando algo se corta, empiezan a aparecer los síntomas de desasimiento del sujeto. Como la función paterna es necesariamente fallida, puede ocurrir que un registro se despliegue sobre otro. Por ejemplo, si el registro real se despliega sobre lo imaginario...


...aparecen las cuestiones del orden de la angustia. También puede ocurrir que el registro de lo imaginario se despliegue sobre lo simbólico y allí tendremos la inhibición. El despliegue del registro simbólico sobre lo real da el síntoma.

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De esta manera, tendremos el texto de Inhibición, síntoma y angustia de 1926. Ahora bien, lo que suele decirse acerca de la inhibición es que se trata de un proceso de detención. Lacan la ubica como un síntoma en el museo, donde el sujeto ni siquiera enfrenta el conflicto que evita el cumplimiento de su deseo. 

¿Pero qué vemos en los casos opuestos, el de los niños hiperactivos, que sólo los detiene la pared contra la que se estrellan? Son niños que corren hasta que se chocan contra la pared. Lo que falta allí es la inscripción del límite en relación a la superficie del cuerpo. Este punto es esencial, porque el analista debe anudar lo imaginario, que se despliega sobre lo simbólico, para inscribir la inhibición. Esto es a condición de que en lo imaginario el cuerpo del niño esté libidinalmente sostenido. Aquí la inhibición no es un síntoma en el museo, sino una necesidad de inscripción que debe producirse. El gran tema en el análisis es cómo producir las operaciones necesarias para que el aparato psíquico comience a tener bordes. 

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Hay un momento en el tratamiento del psicótico en el que logran dislumbrar que van a brotarse. Lograr que el el sujeto tenga un registro de que eso se avecina y que no se caiga por el tobogán, es tarea del analista, que inscribe algo no inscripto en la estructura. 

Hay que tener mucho cuidado cuando se trabaja en relación a la inhibición, para que la intervención no tome todo. Cuando hay salidas en falso, el sujeto siente que puede hacer cualquier cosa. En estos casos, el registro imaginario ha engordado y queda narcisísticamente empoderado, que es una palabra que suele escucharse mucho hoy. El poder siempre tiene que estar tamizado por la castración. A la inhibición hay que trabajarla cuando se ubica como punto de detención al cumplimiento de un deseo. Hay muchas otras inhibiciones que son necesarias, porque tienen que ver con los diques anímicos del Edipo, como el pudor.

¿Qué vemos cuando un sujeto se corta a sí mismo? Que falta el velo narcisista, ese punto donde el dolor o el temor a una marca debería detenerlo. Cuando el sujeto se corta en lo real, solemos ver que la palabra está obstaculizada y el cuerpo, desinvestido, casi como si solamente fuera una superficie biológica. Ese cuerpo que se empieza armar -por ejemplo, los adolescentes que se muestran por redes sociales- es un proceso de construcción del sujeto teniendo su propio cuerpo. Los padres se quejan de que los adolescentes se muestran demasiado, pero en estos casos al menos hay un cuerpo que mostrar.

La gran pregunta es cómo libidinizar al paciente. Aquello que no ha podido ocurrir: preguntarle por el dolor, preguntarle por él como persona, incluir un borde. Para quien se corta, la sangre afuera o dentro es lo mismo. Para muchos niños pequeños que se impresionan si les sale sangre, lo cual es bueno, ya que su piel ya se constituyó como límite a sí mismo y al Otro. 

La transferencia en estos casos debe ser muy cálida, tomando esos cortes y transformándolos en preocupación, cuidado dentro de la escucha analítica (con distancia y a la vez con cuidado y afecto). Esto produce en el sujeto una libidinización, donde el empieza a constituírse como uno. Recordemos que en los trastornos más primarios, Freud hablaba de lo autoerótico, de la satisfacción de la pulsión en términos anárquicos. Para que se constituya un cuerpo es necesario que se constituya la libido y si esto está detenido, el analista deberá construir el tramo que hace falta. Aquí trabajamos con el nudo no a nivel del corte, sino a nivel de la sutura.

En el S. 12 aparece esta metáfora de Lacan sobre el corte, el empalme, la sutura. Cuando un joven se corta, nuestro trabajo es constituir un cuerpo y trabajar desde ahí. Lo imaginario sobre lo simbólico va a inscribir la necesidad de cuidar ese cuerpo, que tiene límites. Esta es la inhibición necesaria para no cortarse más, para cuidar el cuerpo, cuestiones que tienen que ver con lo posterior de la libidinización. 

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