martes, 19 de octubre de 2021

Síntoma y objeto a: ¿Qué interevenciones son posibles?

Las interevenciones del analista requieren de que este lea al detalle lo que está ocurriendo, abriendo esa escena en sus múltiples complejidades. ¿Dónde se detiene el paciente? ¿Cuál es el goce de esa escena? Para que la intervención sea ajustada a eso singular del paciente, hoy veremos cómo ubicar lo real dentro del síntoma.

En la constitución psíquica, ubicamos una nada original, que luego será recubierta con la aparición del significante cuando el sujeto se incluya en el mundo del lenguaje. Esta nada es la falta, y el neurótico padece de la sustracción de la naturalidad es pos de habitar el significante. Cuando un sujeto habla en su análisis, el analista debe saber que en la base de eso que dice hay un punto de vacío, de la falta. Después está punto de la lalengua materna, que tiene que ver con el lenguaje y la palabra, pero antes del armado en su forma sintáctica o semántica. Lalengua es algo sumamente primario, donde la cara simbólica será el discurso del Otro. El discurso del Otro se arma con identificaciones e implica la posibilidad de leer en términos que no le son propios, sino con aquel que se identificó.


Para penetrar el discurso del Otro y llegar a esa falta que está en el origen, habíamos visto, hay que operar con un buen par de tijeras para encontrar el objeto a. Además, los conceptos de alienación y separación nos permiten pensar que en la parte de esa nada, cuando se une con la lengua, ahí se desprende ese objeto tan particular que es el objeto a. Entonces, el discurso del Otro, que es su cara simbólica, tiene que ser atravesado, para dejar libre ese objeto a que causa el deseo.  La meta es que el sujeto salga de las identificaciones que lo capturan y se pregunte en qué lugar quiere estar en su vida. ¿Qué quiere para su vida, cuál es su deseo, más allá del deseo de los demás?

El síntoma es un andamiaje de palabras, de significantes, de ahí su aspecto fuertemente simbólico. Por el lado del desciframiento, hay que deshacer las distintas capas del síntoma para hallar al objeto a "dentro de esas capas". Freud, en la carta 52, tempranamente ubica el das ding adentro de capas concéntricas al modo de una cebolla. Lacan utiliza el modelo de la banda de Moebius para marcar que lo de afuera y lo de adentro en ralidad es imaginario. Freud hablaba de profundidades y superficies, tema que Lacan retoma.

Lo simbólico es la base del síntoma por un lado (que impide ver lo real del objeto a), pero también es lo que nos permite constituírnos como sujetos deseantes y nos saca del instinto de los demás animales, la creatividad, la metáfora, la historia. El discurso del Otro es la versión simbólica de lalangua materna, que se apoya en la nada original y en ese desprendimiento que constituye a un sujeto mediante la falta.

Pensamos que no hay forma de decir lo real que no sea a partir de lo simbólico. Lo simbólico impide ver en forma directa a lo real, pero paradójicamente es la única forma de hacerlo. El doblez de lo simbólico tiene este doblez que justamente devendrá en lo que acan llamó sinthome, que lo dejaremos para más adelante.

Un caso y sus posibilidades de intervención.
Una mujer concurre a análisis porque es la primera vez que se ha enamorado. A ella le llama la atención que siendo que ella se vale por sí misma, que es independiente, no puede creer que se preocupe que él la pueda dejar, pero aún así "Me torturo pensando que me va a decir que no me quiere, aunque yo sé queme quiere". Dice que vive sufreindo hasta que llega el tiempo de verlo nuevamente. Ella se da cuenta de que esto ue le pasa tiene que ver con ella y no con él. En la historia infantil de ella se ubican otras situaciones de desvalimiento.

Acá el analista podría entrar por lo simbólico tomando la repetición de la sensación vulnerabilidad de su infancia. Esta vía es necesaria, para revuisar esas marcas que aparecen como actuales, pero en realidad son del pasado. 

Otros modos de intervenir por el terreno del goce, porque a pesar de que ella sabe que el novio lo quiere, ella "se tortura", lo cual la hace sufrir. Esta lucha interna se debe al castigo superyó, que es terreno del goce, del puro masoquismo que excede a las interevenciones sobre el goce. La conclusión que ella saca es que ella tiene que abstenerse de los placeres: abstenerse de llamarlo, de decirle, quedándose a la espera sufriendo (y gozando). Una intervención podría ser en qué otras cosas o situaciones ella se abstiene de los placeres. Esto abre a otra vía que no hubiera aparecido de otra manera, que en este caso es la vía de las dietas, de ciertos autocastigos muy silenciados.

Con un par de tijeras que cortan el discurso, la analista abre a ese discurso que si ella sabe que él la quiere la van a dejar, ubicando que hay algo que insiste "por debajo" de lo que ella sabey que viene de lo real. Lo que sale a la luz es el objeto a.

El objeto a, ¿cómo pesquizarlo?
Decíamos que el objeto a se pesquiza en el detalle, en el modo que un sujeto describe su relación con el Otro.

El objeto a, como invento de Lacan, tiene sus raíces en el objeto perdido de Freud y también en las distintas variantes del das ding, eso que cuando aparece produce angustia y que el sujeto también busca. Justamente, la felicidad no está en los objetos imaginarios que uno obtiene, pues el objeto del que se trata está mucho más allá de la palabra.

El objeto a, en el nudo de Borromeo, aparece en el medio de los tres registros. En ese punto, el objeto a es del orden de lo real, es irrepresentable. Frente a un espejo no se refleja, dice enigmáticamente Lacan. ¿Qué podría ser eso que tiene consistencia lógica, que se lee, pero que no sea del orden del espejo? Veamos un ejemplo. Por ejemplo, tomemos en la risa. Pongamos un ejemplo: la risa, cuando se congela en una fotografía, es una mueca que se pierde.

El objeto a causa el desencadenamiento de la pulsión y el sujeto se dirige a ese objeto causa de su deseo. La característica del objeto a, según Lacan en el seminario 10, es la de ser el testimonio de que ese sujeto estuvo en relación con un Otro. Pone el ejemplo de la placenta, donde se trata de algo que ha dado la unión con el Otro, pero que se resta una vez que el bebé nace. La placenta sería un testimonio de la relación entre una madre y su hijo.

En el objeto a vamos a encontrar movimiento, porque implica la presentificación de la pulsión. 

El objeto a funciona como objeto perdido, pese a que tenga consistencia (no imaginaria). Está presente, pero a la mirada de la persona tiene algo icandescente. Cuando el objeto a aparece, la persona palidece, como en los flash del enamoramiento. Ese objeto funciona como brillo, pero también como testimonio de algo perdido. Lacan ubica en el seminario 10 las caducas, eso que caduca y ya no sirve, pero queda como testimonio de la relación del sujeto a esa persona.

Por ejemplo, una paciente recordaba de manera muy vívida la risa de su madre, como un sonido que a él también lo hacía reir. Su elección de objeto, con los años, fue con una mujer que se riera notoriamente. La energética pulsional ahí es pulsional. Sin embargo, lo que a este hombre le hacía síntoma era que se pudieran reír de él. 

Si bien el objeto no es fácil de pesquizar por tratarse de una sutileza, hay una línea del tratamiento que tiene que ver con el goce. El goce del Otro no siempre es sintomático. La marca del Otro no es siempre del orden del síntoma, como el enamoramiento que veíamos.

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