Los procesos inflacionarios en Argentina hacen que el tema de los honorarios tengan su especificidad, además de todo lo que podemos saber por la obra de Freud y otros autores en psicoanálisis. ¿Cómo y cuándo actualizar los honorarios?
Por empezar, los honorarios pactados con el paciente tienen mucho que ver con lo simbólico. Por otro lado, en Argentina se suma la dimensión de lo real, la incertidumbre. El dinero, según vimos en varias entradas, es algo de la vida. Recordemos el caso de los análisis financiados por terceros.
Lo que un sujeto està dispuesto a pagar está ligado a su posición inconsciente en el fantasma. Aunque es cierto que existen emergencias económicas, no siempre el sujeto está parado desde ahí. El analista no debe hacer la reducción de "Si esta persona no tiene recursos, entonces es pobre", porque ahí el analista estaría haciendo una adjudicación de pobreza. Lo peor que puede pasarle a un paciente es creer que es pobre y que carece de recursos, es decir, con la posibilidad de causarse con algo, lo cual no tiene que ver con el dinero. Hay personas que no pueden pagar en dinero, pero ofrecen otras cosas. Freud usaba muchísimo esto, pues recibía personas en situaciones complicadas y él tomaba lo que la persona pudiera dar.
Hay personas económicamente pudientes que se comportan como pobres. Por eso, los honorarios muestran la posición inconsciente del sujeto en su fantasma.
El analista puede hacer uso de ciertas particularidades de los honorarios.
Por ejemplo, en pacientes con problemas con la terceridad, que el honorario contenga un 3.
...O en pacientes ubicados en el lugar de resto, agregar centavos (si la moneda lo permite).
El tema de los honorarios en cuanto precio, nos pone en la vía de lo que es el valor: ¿Qué valor se da uno? ¿Qué valor le da al otro? También el dinero tiene que ver, imaginariamente, con el goce del Otro.
¡... Pero hubo una corrida cambiaria!
Recuerdo que cuando fue la devaluación macrista (el dólar de fue a 45 pesos de la noche a la mañana), cundió el pánico o la incertidumbre, que como sabemos, tiene estricta relación con la angustia automática. Durante esa semana, no se hablaba de otra cosa que del número, fomentado por las noticias. Es el aspecto real del número, eso que toca al cuerpo y vemos en las adicciones, en la psicosomática o en el autismo. Algunos colegas, ni lentos ni perezosos, decidieron actualizar inmediatamente sus honorarios... para que sus pacientes abandonaran el tratamiento. ¿Qué pasó? Hicieron lo peor que un psicólogo puede hacer: correr junto a la estampida. ¿Qué le queda a un paciente si su propio psicólogo está aterrado?
Cuando en esa corrida del 2019 los pacientes me preguntaban por los honorarios, les respondía "Vemos... Por ahora me importa más esto que dijiste la vez pasada, sigamos". Recordemos que la resistencia se agarra de cualquier evento (como la lluvia) para hacerse presente y hay que preguntarnos si estos eventos, convenientemente, no la robustecen.
Un tiempo después, digamos dos o tres semanas después del episodio, todo se volvió normal. El ser humano tiene una habilidad sorprendente para acostumbrarse a lo bueno y a lo malo, de normalizar cualquier circunstancia, y al cabo de ese tiempo ellos mismos proponían actualizar el honorario.
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