viernes, 13 de diciembre de 2024

Psicoanálisis y Psicopatología: Entre la Deriva Clasificatoria y la Humanidad del Pathos

El psicoanálisis se presenta como una psicopatología que abarca la condición humana, capaz de identificar el pathos en los lugares menos evidentes. Sin embargo, el sujeto en el psicoanálisis no puede ser conceptualizado dentro de un marco psicopatológico, ya que carece de cualidades intrínsecas. Este sujeto es una construcción simbólica, representada por un significante en relación con otro, lo que lo excluye de una psicopatología en sentido tradicional.

En las facultades de psicología de Argentina, donde el psicoanálisis influye profundamente en los programas de estudio, se observa una marcada atención hacia la materia “Psicopatología”. Esto genera una inclinación de los estudiantes por las clasificaciones nosográficas, aunque estas sean rechazadas explícitamente desde el psicoanálisis. Paradójicamente, esta “psicopatología psicoanalítica” adopta ciertas homologías con las clasificaciones psiquiátricas, como las del DSM, alejándose de la perspectiva de Freud sobre la “psicopatología de la vida cotidiana”. De este modo, las universidades no forman psicoanalistas, pero afianzan la idea errónea de que el psicoanálisis es esencialmente una psicopatología en términos psiquiátricos.

La tendencia psicopatologizante trasciende las aulas y permea diversos paradigmas en las ciencias sociales, incluyendo la psicología. Esto se evidenció durante la pandemia de Covid-19, cuando se interpretaron las reacciones humanas frente a la crisis sanitaria y socioeconómica como patologías, en lugar de entenderlas como respuestas humanas legítimas. Sin embargo, estas conmociones no deberían ser vistas como enfermedades, sino como manifestaciones del malestar ante las realidades de un mundo en el que la vida humana es secundaria frente a otras prioridades.

Esta deriva psicopatologizante también se refleja en la práctica psicoanalítica fuera del ámbito académico. Desde la muerte de Lacan, ha habido una fuerte inclinación hacia categorías diagnósticas como el “diagnóstico de estructura” o la oposición al DSM, un sistema ligado a la psiquiatría de mercado. Sin embargo, estas propuestas han contribuido a un desplazamiento hacia una neo-psicología del yo, donde el discurso psicoanalítico parece invertirse, reduciendo el tratamiento al reconocimiento de un “incurable” que puede degenerar en resignación o en una idealización del “sinthome” como fin del análisis.

Finalmente, el abandono de la práctica interpretativa en favor del corte y la reducción de las sesiones puede ser visto como una manifestación más de esta patologización del discurso psicoanalítico. Esto no solo empobrece la experiencia del análisis, sino que también traiciona la esencia del psicoanálisis como una herramienta para explorar lo humano más allá de las clasificaciones y categorías.

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