En cierta institución me es derivado un paciente varón cuya psicóloga anterior (ignoro la corriente con la que trabajaba) utilizó tantas veces el término "paciente inestable", que me era difícil saber si se trataba de una persona ó de un barril de fósforo blanco. Lo que cuenta este paciente, lejos de tratarse de alguien inestable, es un despreocupado historial de relaciones sexuales sin protección (preservativo, PrEP) y un cierto morbo, según él refiere, a contraer el VIH. Manteniendo la abstinencia debida, le invito al paciente a que cuente el morbo, que hable de esa fantasía, pues sabemos que lo que acontece en la cama del paciente es oro para un tratamiento. ¿Por qué? Porque en las fantasías sexuales vemos mucho del fantasma: tiene un guion, personajes, está lo pulsional, hay escenografía y hasta utilería (fetiches).
Aunque cueste creerlo, para algunas personas el VIH tiene la categoría de fetiche. ¿Por qué no? Sabemos que cualquier objeto puede tener el estatuto de fobia (hay fóbicos a infectarse con VIH) ó fetiche. Como se dice por internet, "Si existe, alguien hará porno de ello". Otros manejan, respecto a la posibilidad de contraer el virus, una inquietante indiferencia. "Si pasa, pasa", dicen, mientras mantienen relaciones sexuales sin método de protección alguno. ¿Negación maníaca? ¿Actuar contrafóbico al estilo "huir hacia adelante"? Decidí ponerme a investigar.
Hay que comenzar diciendo lo obvio: el fenómeno del HIV surgió a partir del año 1983, de manera que ni Freud ni Lacan han teorizado el tema de manera directa. De manera que hay que tener muchísima prudencia y no apurarse a comprender sin haber pasado un largo tiempo de preguntas. Y menos que menos, pretender hacer generalizaciones que al final resultan insostenibles.
Por ejemplo, quien se dedicó a hablar sobre el HIV fue Luis Chiozza en el tomo 12 (1993) de sus obras completas. Chiozza hace todo un recorrido por los términos de identidad y pertenencia para concluir que de lo que sufre el paciente con HIV es un sentimiento de impertenencia:
Desde el punto de vista psicoanalítico, si consideramos la infección por HIV como un síntoma, podemos ver en él la transacción que condensa los intereses de las mociones pulsionales y de las defensas yoicas.
El sujeto, desconociendo la historia, desestimando la inclusión en el contexto que llamamos linaje, satisface a la defensa yoica y la simboliza mediante el ataque a la discriminación y el aumento de la tolerancia. Si no hay diferencias, no hay ninguna pertenencia que deba ser añorada, no existe motivo para sufrir el dolor de no pertenecer. Al desconocer las diferencias entre lo familiar y lo extraño, se niega la existencia de un ámbito de pertenencia familiar. La deficiencia de discriminación a nivel inmunitario equivale, entonces, a una forma “orgánica” del rechazo activo a la pertenencia.
Por otra parte, en la incapacidad de discriminar, o en la renuncia a dicha capacidad, se expresaría la moción pulsional, la intención inconciente de “integrarse” aunque sea en un marco más amplio, menos discriminado. Desde este punto de vista, primero la promiscuidad, y luego el SIDA, serían intentos regresivos de integrarse y pertenecer
Siempre citando a Chiozza, "Una identidad bien establecida condiciona que un sujeto pueda vivir con “su propio estilo” y que, al mismo tiempo, experimente el natural amor propio de pertenecer a una familia, un linaje, un pueblo, una raza, una especie, etcétera."
Y muy resumidamente, de lo que se trataría es que:
"La fantasía configurada como imposibilidad de incluirse y pertenecer, se constituye así en un núcleo que, como sentimiento inconciente de impertinencia, crece por aposición de las vivencias asociadas en la infancia (y en la vida adulta), reforzando el sentimiento de ser un hijo no reconocido, no adoptado, un paria, un hijo de nadie.
13. El punto de fijación y las vivencias infantiles que señalamos son los dos factores que constituyen la disposición para enfermar de SIDA, disposición que adquiere la forma de un sentimiento inconciente de impertinencia."
Con Chiozza suceden cosas increíbles. En mi carrera profesional, vi gente de mucha trayectoria que lo seguía, mientras que otros lo criticaban ferozmente. Mi humilde opinión es que Chiozza es freudiano de raza, pero en su afán de llevar toda enfermedad al terreno de la psicosomática, pareciera que a veces fuerza los conceptos para que encajen. Igualmente, hay que darle crédito a la idea de la pertenencia, en tanto la cuestión del VIH es llevada por muchas personas hacia los términos del ser, de manera que aparecen discursos al estilo "Soy portador, VIH soy positivo, soy indetectable". Encontramos ahí un nombre prestado, en un ser para el Otro, como hartamente solemos encontrar en las psicosomáticas, como el caso de "soy alérgico".
Otra autora que escribió sobre el VIH fue Silvia Tendlarz, en 1997, titulado "El SIDA está entre nosotros. SIDA y psicoanálisis". Allí la psicoanalista hace una puntualización de la historia de la enfermedad hasta aquel momento, los afectos y sentimientos de quien recibe el resultado positivo, la confirmación del diagnóstico, en una época donde los tratamientos no eran los actuales y donde VIH estaba inexorablemente asociado a al SIDA y a la muerte.
Y luego encontramos muchos artículos que hablan de prevención, el estado actual de las políticas sobre el tema... Alguno se aventura a hablar de la intimidad de quienes conviven con el virus, pero todo a nivel general y desde una óptica ascética, muy poco comprometida con la investigación de la sexualidad en estos casos.
Un cierto día, hace un par de años, tiré el tema en la mesa en un grupo de amigos donde tres convivían con el VIH desde hacía tiempo. Ante la falta de artículos que trataran el tema psicoanalíticamente (yendo a las fijaciones, a las fantasías, a la metapsicología), se me ocurrió preguntar directamente a ellos.
Te la hago fácil: el que se contagia es porque quiere jugar a la mamá -dijo uno, generando un silencio en la mesa - ¿Qué es eso de que te acaben adentro, sin preservativo?
Aquella frase permaneció en el recuerdo entre estos amigos, quizá por su alto nivel pulsional, quizá por algo más. Un tiempo después, empezamos a notar la cantidad de gente que por la aplicación Grindr anunciaba su seropositividad y ofrecía explícitamente contagiar a otros. Lo interesante es que se hablaba de esto bajo el término de "preñar". Y no solo en personas de habla hispana: en inglés usan el término "poz breeding", Es decir, preñar al otro con el VIH. De esta manera, aquel chiste de "jugar a la mamá" empezaba a revelar alguna verdad.
Aunque parezca creerlo, la idea de concepción actual como la unión de dos gametos, apareció recién en 1874. No, no es un error de tipeo. Las explicaciones anteriores hablan del semen como una sustancia mágica que forma al bebé. Encontramos la ilustración del científico Nicolas Hartsoeker de 1694 de un espermatozoide que según él contenía una mini-persona adentro, célula que ya se había descubierto utilizando el microscopio. Esta última idea del hombre portador de un bebé a ser implantado existe también en frases actuales como "En (tal año) él ni existía en los huevos de su padre", "Le hizo un hijo (a tal mujer)", ó la expresión "Tirar los pibes" como sinónimo de eyacular.
Por otra parte, el fantasma de embarazo masculino aparece en los mitos, como el embarazo de Zeus que tiene de hijo a Palas Atenea y a Dionisio; {o el vientre de Cronos, de donde Zeus rescata a sus hermanos. También aparecen delirios de embarazo en Schreber y en los los aportes del psicoanálisis con niños de Arminda Aberastury, quien planteó que, en el varón, el deseo de tener un hijo del padre en su vientre es normal en las primeras etapas del desarrollo.
Finalmente, en El problema económico del masoquismo, Freud sitúa el "masoquismo femenino", que nada tiene que ver con que las mujeres sean masoquistas, sino que se trata de un fantasma masculino. Él dice:
De manera que la pregunta es si no habrá circunstancias donde el VIH le da materialidad a una fantasía de embarazo entre dos hombres, en los términos de un hombre transfiriendo algo en el otro de manera permanente, que puede tener un mayor nivel de elaboración (como en el caso de los preñadores que aparecen en los perfiles) ó uno menor; por lo tanto llevar a la repetición inconsciente de un mismo actuar sin pensar.
Esto no quita que no se deba seguir investigando otras posibles fantasías en estos pacientes. Otra pregunta que me surge es si habrá relación entre la necesidad de castigo y el sentimiento de culpa inconsciente con el VIH. O qué relación hay entre las melancolizaciones y los pacientes que aún pudiendo acceder a los tratamientos actuales, dejan que el síndrome se desarrolle.
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