¿Sabías que la Depresión es el “cuadro clínico imperante de nuestra época”? Comenzamos diciendo: “ninguna persona queda libre, exenta, de padecer un cuadro depresivo”.
Según la Organización Mundial de la Salud, la Depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Suele ser silenciada por diversos motivos, entre ellos la vergüenza a la sanción social.
En una época donde imperan constantemente los mandatos de “felicidad absoluta” y “productividad”, la falta de deseo del sujeto en depresión genera -con mucha frecuencia- respuestas de rechazo y hasta acusaciones de los otros semejantes (familiares, amigos, entorno social), con afirmaciones tales como “no le pones suficiente voluntad”, “¿por qué estas deprimido, si tenes todo para ser feliz?”.
¿Cómo se reconoce clínicamente la Depresión?: “la Depresión no es tristeza”
La Depresión es un cuadro clínico caracterizado, fundamentalmente, por un aplastamiento del estado de ánimo (falto de deseo, con una desmedida merma de la Pulsión de Vida).
El sujeto que sufre Depresión siente un abatimiento corporal (el cuerpo le duele y le pesa), se repliega sobre sí mismo, su deseo se halla anestesiado y una tristeza insidiosa penetra en su ser e inhibe toda acción.
El poeta lo expresa con suma precisión: en el sujeto depresivo “la voluntad está muerta” (Antonio Machado).
Clave Clínica: ¿cómo distinguimos la Depresión Reactiva de la Depresión Grave?
La Depresión Reactiva se caracteriza -al igual que la Depresión Grave- por una caída abrupta de la subjetividad deseante.
Sólo que -a diferencia de la Depresión Grave- surge a modo de reacción ante una pérdida repentina y puntual, originada en el mundo exterior (por ejemplo: la muerte de un ser querido, una ruptura amorosa, un fracaso laboral).
Una vez realizado el duelo por la pérdida, el sujeto recupera su deseo, culminando así su estado depresivo.
La Depresión Grave surge como consecuencia de pérdidas intrapsíquicas muy arcaicas, incluso vividas por generaciones anteriores, que precedieron al sujeto y que no pudieron ser dueladas, mucho menos elaboradas psíquicamente. Decimos entonces que dichas pérdidas no se ubican en el mundo exterior del paciente, como ocurre en la Depresión Reactiva.
Aquello que se ha perdido queda como una herida abierta en la subjetividad. En algún momento “vital” (que el analista tendrá que descifrar) dichos duelos congelados -que guardan intacto el dolor-, surgen como un manantial que invade la vida del sujeto, barriendo su deseo y dejándolo literalmente inerte en cuerpo y alma (carente de Pulsión de Vida).
¿Cuáles son las confusiones diagnósticas entre Depresión y Melancolía?
Las manifestaciones clínicas del sujeto que sufre Depresión son: el abatimiento, el desasosiego, la apatía y, fundamentalmente, una subjetividad apagada (no deseante).
Es común que se genere una confusión diagnóstica con el cuadro clínico de la Melancolía. Sin embargo, la depresión no es Melancolía. S. Freud nos enseña que en la Melancolía aparece algo diferente y distintivo: el sujeto se identifica a un objeto desecho, enteramente despreciable y lo manifiesta a través de autorreproches y autoacusaciones hacia su propia persona. Se considera -así nos lo expresa- como el culpable (en tiempo presente y pasado) “de todos sus males”. Estas particularidades clínicas, están ausentes en el cuadro clínico de la Depresión.
¿Cómo orientar la cura de un paciente que sufre Depresión?
La labor clínica con los pacientes depresivos es altamente compleja, porque el sujeto tiene su deseo apagado y, por lo tanto, no nos explicita una demanda. Es frecuente que sean los familiares aquellos que lo lleven a la consulta.
Nuestras intervenciones apuntarán a recuperar ciertos saberes que se hallan escindidos: significantes, marcas, huellas de la vida del paciente, que nos permitan ubicar aquella pérdida que provocó el repliegue sobre sí mismo y el apagón de su deseo.
Las Intervenciones del analista en el cuadro depresivo
La intervención clínica privilegiada en el cuadro depresivo es la “Construcción en Psicoanálisis”. El terapeuta descifrará la pérdida, tan significativa para el sujeto, que en su tiempo no pudo ser duelada.
El analista se hará vocero de esas historias que han quedado congeladas y desconectadas del tiempo presente.
Nuestra apuesta clínica será hacer un pasaje de la mortificación -de aquello que no pudo ser duelado- al ruido propio del deseo -que encenderá nuevamente la vida del sujeto-.
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