jueves, 1 de agosto de 2024

Insomnio y síntoma

 La pregunta de esta reflexión debiera dar paso a otra, para despejar el supuesto valor universal: ¿en qué condiciones y casos podría el insomnio ser un síntoma?

Comencemos por interrogar la naturaleza del insomnio. En todo caso, qué lectura podemos hacer de él en el campo del psicoanálisis.

Freud había planteado que el sueño es el guardián del dormir, o sea que el sujeto sueña para poder dormir. En ese sentido es notoria la diferencia, aún la distancia que se plasma entre un sueño y una pesadilla.

Un sueño es una construcción ficcional podríamos decir, aunque también participe algo que es de otro orden. Es una construcción que hace posible el dormir, que resguarda la posibilidad del descanso del sujeto. Y lo permite en la medida en que viabiliza un corte atinente a la relación del sujeto con su Otro de origen. Por supuesto no es un corte que suelte amarras, dado que el sujeto sueña, y con los significantes que vienen del campo del Otro.

El corte aludido afecta al vínculo del sujeto con el Otro, en la medida en que el cuerpo queda involucrado allí.

A diferencia del sueño la pesadilla no cumple la función de guardián del dormir, sino que lleva el sujeto a un despertar que es una interrupción, la que le impide seguir durmiendo.

O sea, la pesadilla es la ocasión de la irrupción de algo que corta las ligaduras significantes que sostienen la función de resguardo del sueño.

Desde esta diferencia el insomnio puede considerarse como el índice de una dificultad a nivel del significante. La puesta en funcionamiento de algo, o el funcionamiento de una falla que impide la constitución de este entramado significante que habilita el dormir en el sujeto.

El insomnio por ende podría constituir un síntoma solamente en la medida en que se suscita una pregunta que involucra al sujeto. Y no hablamos de reducir esto a un mero interrogante sobre el sentido, sino una pregunta que involucre la causa.

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