En la bibliografía psicoanalítica, suele haber una insistencia en ciertas figuras, como la madre en la anoréxica que demanda al sujeto comer y éste se rehúsa. Leemos en el seminario 4:
(...) la resistencia a la omnipotencia no se elabora en el plano de la acción bajo la forma del negativismo, sino en el del objeto, que se nos ha revelado bajo el signo de la nada. Con este objeto anulado, en cuanto simbólico, el niño pone trabas a su dependencia, y precisamente alimentándose de nada. Aquí invierte su relación de dependencia, haciéndose por este medio, él, que depende de esa omnipotencia ávida de hacerle vivir, su amo. Así es ella quien depende por su deseo, ella quien está a su merced, a merced de las manifestaciones de su capricho, a merced de su omnipotencia, la de él. (Pág 189)
Este no siempre es el caso, por lo que el analista debe tener su escucha muy abierta y no quedar fijados a un modelo teórico tradicional.
La fijación al objeto alimento y su rehusamiento en la anorexia, en ese sentido, es leído como un "comer nada". Hay un problema con la separación de la función materna y esto efectivamente es así.
En el caso de la bulimia, esta funciona en dos tiempos: 1) atiborrarse de alimentos 2) vómito, que puede ser voluntario o presentarse de manera automática.
En cada caso, el analista deberá buscar los puntos traumáticos en la infancia del paciente. Por ejemplo, buscar figuras paternas intermitentes, cosa que también se verifica en la clínica. Padres que están pero no están.
Ambas patologías son diferentes, pero claramente tienen un punto de fijación oral. La relación con elemento nutricio ha quedado perturbada por algún hecho traumático.
A veces, Lacan plantea al síntoma como un avance del registro simbólico sobre el real; otras veces, lo señala como un avance de lo real sobre lo simbólico. A este nivel, nos importa tener en cuenta que los síntomas alimenticios pueden no ser metafóricos (lo simbólico avanzando sobre lo real). En el caso de Emmy von N, ella presenta un asco o repugnancia a ciertos alimentos que remitían a una persona con tuberculosis que escupía sobre ellos. Ahí el desciframiento y la asociación libre pueden desarmar el síntoma.
Cuando lo real avanza sobre lo simbólico, la complejidad es mayor, pues prima la pulsión de muerte. Este es el caso de las anoréxicas con un nivel de delgadez, donde Freud ya advertía que el dispositivo debía detenerse ante la urgencia de lo médico. Incluso tratándose de neurosis, en estos casos extremos hay una regresión a la voracidad del superyó. Se trata de estadios pregenitales, orales canibalísticos. El canibalismo al que Freud se refiere, en esa etapa libidinal, es el punto de la oralidad donde aparece el odio. En este caso, la separación del objeto materno está imbuida de odio, que queda reprimido.
En el seminario IV, Lacan dice que los trastornos alimentarios muestran toda la fenomenología de la relación imaginaria.
Mientras tiene el pecho en la boca y se satisface con él, por una parte el niño no puede ser separado de la madre, y por otra parte esto le deja alimentado, descansado y satisfecho. La satisfacción de la necesidad es aquí la compensación de la frustración de amor y, al mismo tiempo, casi diría que empieza a convertirse en su coartada.
El valor predominante que adquiere el objeto, en este caso el pecho o la tetina, se basa en esto - un objeto real adquiere su función como parte del objeto de amor, adquiere su significación como simbólico, y la pulsión se dirige al objeto real como parte del objeto simbólico, el objeto se convierte como objeto real en una parte del objeto simbólico. (Pág 177)
Y en la página 186-7:
Tanto es así, se lo advierto de paso, que puede que jugando este papel no haya ningún objeto real en absoluto. En efecto, se trata únicamente de lo que da lugar a una satisfacción sustitutiva de la saturación simbólica. Sólo esto puede explicar la verdadera función de un síntoma como el de la anorexia mental. Ya les dije que la anorexia mental no es un no comer, sino un no comer nada. Insisto - eso significa comer nada. Nada, es precisamente algo que existe en el plano simbólico. No es un nicht essen, es un 'nichts essen. Este punto es indispensable para comprender la fenomenología de la anorexia mental. Se trata, en detalle, de que el niño come nada, algo muy distinto que una negación de la actividad. Frente a lo que tiene delante, es decir, la madre de quien depende, hace uso de esa ausencia que saborea. Gracias a esta nada, consigue que ella dependa de él. Si no captan esto, no pueden entender nada, no sólo de la anorexia mental, sino también de otros síntomas, y cometerán las faltas más graves.
En estos casos, la pulsión se apodera de la función alimenticia, claramente yendo en contra de la vida. El movimiento en vacío que hace es un intento de decirle al Otro (no siempre la madre) que se rehúsa a sus condiciones y "se vuelve amo". En estos puntos, aparece el odio que muchas veces impide la intervención. Son casos con extrema dificultad, pues la pulsión desarma todo lazo.
Hay anorexias y bulimias con características escópicas, en el sentido de cómo son vistas. El objeto, en este caso, deviene objeto a, pasa a tener un plus de lo imposible de decir y es visto como peligroso. Casi se acerca al objeto fobígeno de las fobias.
Por otro lado, puede haber una fetichización de la propia imagen, donde el sujeto se mira como objeto. Se trata de un fantasma sádico, porque se mira desde afuera. Lo que está en juego es elevar el cuerpo a la dignidad de la cosa, más allá de la palabra. Es un ideal masoquista donde el sujeto se siente y ve mejor cuanto más cerca de la muerte está.
Acá el analista debe revisar las escenas de sadismo observado en terceras personas, intra o extra familiar. Pensamos en este niño que se hace amo al invertir la relación de demanda, pues a través de su síntoma está invirtiendo la relación sádica que ha observado en alguna situación traumática.
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