El el curso de un análisis, uno de los temas más difíciles de trabajar es la culpa. Por otra parte, la culpa es un indicador clínico de las neurosis. En las psicosis aparece en la forma de autorreproche, cosa que hay que distinguir porque no es un equivalente a la culpa. En las perversiones, la culpa no aparece.
La culpa nos permite medir el grado de alienación que tiene un sujeto al discurso del Otro. Más allá de los temas puntuales por las que un paciente se sienta culpable, al analista le da una pista de la medida de alienación al discurso del Otro. La culpa no debe ser leída solamente en el curso de una sesión, sino que requiere leer el recorrido del paciente a lo largo de distintas sesiones.
El neurótico puede quedar aplastado por la culpa y ahí conviene ver si en los últimos momentos no apareció un hecho que al sujeto le enojó mucho. Esta es la versión imaginaria de la culpa, cuando el registro imaginario (representaciones preconscientes) avanza sobre el registro real:
Parte de la complejidad que tiene la culpa, porque no todas obdecen a la misma cuestión. En este caso, vamos a hablar de la culpa en relación a lo imaginario. Freud hablaba, en Introducción al narcisismo, de la libido del yo y la libido objetal. La libido del yo es la energía psíquica ligada al punto donde el sujeto se toma a si mismo como objeto. La libido objetal está en un equilibrio económico con la libido del yo. es decir, si hay mucha libido del yo es difícil que el sujeto ubique la libido en los objetos. Cuando la libido está muy volcaba en los objetos, al sujeto se le complica la estima en el yo.
Un sujeto puede enojarse con alguien que ama y llenarse de odio. Si la persona no habla de lo que le pasa y esto no llega a enlazarse a las representaciones palabra, lo que ocurre es que ese odio vuelve sobre el yo y el sujeto se dice a sí mismo lo mismo que le hubiera querido decir a esa persona.
El superyó mira al yo y lo castiga. En ese punto hay una cuestión con el complejo del semejante, allí donde el sujeto constituye su relación al otro en una sociedad y al partnaire como un semejante. Si bien es esperable que el sujeto quiera, a nivel de su narcisismo, proteger a todos los que ama. Si a otro le ocurre un accidente, el sujeto siente un sentimiento de responsabilidad. Ahora, la responsabilidad es una cosa y la culpa es un exceso que claramente está puesto en términos de goce y del sintoma. El superyó está vestido de palabras provenientes del yo, pero toda su energía es del ello. El superyó tiene algo pulsátil.
En El yo y el ello, Freud tomaba a la culpa como un sentimiento inconsciente de culpa. Esta no fue la idea original en Freud, en los borradores del origen figura "consciencia inconsiente de culpa". Hay una parte donde el sujeto es consciente (representaciones palabra) y percibe el exceso, pero en otra parte no. La parte inconsciente tiene que ver con lo simbólico y acá necesitamos ir a otro texto. Hasta acá, lo importante es hacer un rastreo sobre qué pasó en las sesiones anteriores, buscando enojos que pudo o no haber contado. Lo que buscamos es un punto sádico del superyó que el sujeto "se tragó" por querer cuidar al otro. Retroactivamente, el sujeto se castiga a sí mismo.
La parte inconsciente (lo simbólico en el nudo), tenemos que ir al punto donde se constituye el aparato psíquico a partir de la pulsión de vida y de muerte. Esa pulsión de vida y de muerte se encuentran mezcladas en la vida común, cosa que encontramos en la ambivalencia de toda relación de objeto. La culpa, en tperminos de la constitución subjetiva, es ese residuo de pulsión de muerte que no se mezcló con la pusión de vida. Se trata de un resto inanalizable, que Freud ubica en Análisis terminable a interminable ó en El malestar en la cultura y Tótem y Tabú, donde hay algo en el sujeto inanalizable, del orden de la culpa y del malestar.
Lo que nosotros podemos podemos trabajar en un análisis es cuándo surgió esa culpa, qué esperaba y respecto a quién es esa culpa y ver si esa estructura es idéntica a otra relación de la que no habla... Debemos ubicar la carga excesiva y reducirla a la responsabilidad.
No se debe desculpabilizar tan rápidamente al neurótico. Si vamos al dibujo del Nudo Borromeo, tenemos que lo real es el registro por el cual algo está "a producirse". Es la herencia arcaica en Freud, las marcas de generaciones anteriores, que son situaciones que reeditan situaciones idénticas a las que vivieron generaciones anteriores. Esta herencia arcaica pocas veces es tomada por los psicoanalistas. Son situaciones que se producen en acto y que el sujeto no tenía ni el mínimo conocimiento de que esto había ocurrido, más allá de la palabra y del significante. Esto nos permite trabajar la culpa en lo imaginario, en lo simbólico (con su límite) y en lo real para ir a buscar información familiar, porque hay algo que se produce y que excede a la imaginación del sujeto. Lo simbólico no llega a recubrir lo real y esta es la herencia arcaica en Freud.
En la neurosis obsesiva, donde son comunes los autorreproches, vemos cómo la representación sustitutiva tiene vínculos con la representación original reprimida para restaurar el objeto original. Si no se encuentra, se puede construir. No obstante, en El yo y el ello vemos que no alcanza con hacer enlace con la representación palabra. Tampoco basta con convencerlo, como vemos en el hombre de las ratas, donde el amigo no logra calmarlo. La culpa es un puro goce del superyó sobre el yo y ese castigo tiene un sentido, que puede ser repetir los castigos del padre, como en el historial; cubrir a la madre porque por ejemplo no le quiere decir lo que piensa...
Cosentino nos agrega, tomando esos borradores de El yo y el ello cuando habla de la culpa y del ideal del yo, habla de los sueños y dice que frente a lo acústico de la culpa (la voz que les dice lo que deberían hacer) se le puede hacer una cuña con lo visual. Por eso es importante trabajar los sueños. Freud sacó este tema de su texto, pero quedó en los borradores del texto.
Otra forma de abordar al superyó es a través del chiste. En lo simbólico, tenemos que la inmicción del registro real causa la inhibición. Lo que allí tenemos es el predominio de una imagen fija, generalmente dirigida por una cuestión superyoica. El chiste opera sobre el superyó, sobre esa frase que congela al sujeto, para hacerla caer. En la culpa, la operatoria del superyó deja al sujeto agobiado y aplastado. Los chistes que toman la estructura de lo que le sucede, llevados al extremo de manera hiperbólica, puede hacer que el sujeto perciba lo absurdo del castigo, percibiendo su propio goce. El chiste genera una imagen visual, que hace caer al significante superyoico, disminuyendo de la culpa.
Lo importante es que la culpa se puede dar a predominio de lo simbólico, de lo real y de lo imaginario.
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