sábado, 11 de enero de 2025

El margen de libertad: Una paradoja en la clínica psicoanalítica

 El concepto de libertad resulta especialmente complejo para el psicoanálisis, ya que este parte de la premisa de que el sujeto no es un agente pleno, sino un efecto del lenguaje y del deseo del Otro. Ante esto, surge la pregunta: ¿es posible hablar de libertad en el sujeto?

No obstante, la libertad juega un rol central en la práctica analítica, pues esta promete habilitar un margen de libertad para el sujeto. Si no fuera así, ¿por qué alguien se embarcaría en un análisis? La cuestión clave radica, precisamente, en el alcance y la naturaleza de ese margen.

Libertad y Desasimiento

El análisis abre un margen de libertad que se relaciona con el desasimiento: un proceso de desvinculación respecto de los elementos que atan al sujeto, ya sea en forma de goce, repetición o identificación. Sin embargo, pensar la libertad desde el margen no remite solo a lo marginal o secundario, sino a los bordes de la escena psíquica, a aquello que opera detrás de los velos que sostienen el entramado simbólico del sujeto.

Esta libertad no es plena ni absoluta, sino paradójica, tal como lo evidencia Lacan con su noción de “elección forzada”. Es un tipo de libertad que no está exenta de contradicciones, como lo sugiere el título de la novela de Goethe, Las afinidades electivas. En este caso, la afinidad no elimina la compulsión, y la elección nunca es del todo libre.

La Dimensión Ética de la Libertad

El desasimiento permite al sujeto enfrentar una elección crucial: conservar o desprenderse de aquello que le genera sufrimiento y lo mantiene en una posición repetitiva. Esta decisión, aunque difícil, es esencial para generar un margen de libertad. Es aquí donde la práctica analítica entra en el terreno de la ética, al confrontar al sujeto con el riesgo inherente a toda elección.

Elegir implica asumir la pérdida de algo y, al mismo tiempo, abrir la posibilidad de resignificar lo que queda. Así, el margen de libertad en el sujeto no se define por una agencia plena, sino por la capacidad de asumir las contradicciones de su posición deseante y, desde allí, desasirse del peso que lo condena a “penar de más”.

De este modo, la libertad en el psicoanálisis no es una meta utópica ni un punto de llegada, sino un horizonte que exige trabajo, renuncia y la valentía de enfrentar lo real. Es, en última instancia, la posibilidad de hacer algo distinto con aquello que nos determina.

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