viernes, 20 de julio de 2018

Pánico: concepto del Psicoanálisis.

Apuntes de la conferencia dictada por Víctor Iunger, el 13/06/2017

Veamos la diferencia entre el pánico, la angustia y la ansiedad.

LA ANGUSTIA en Freud tiene varias caracterizaciones. Una es diferenciarla del miedo y del terror. Dentro de esa diferenciación, la angustia se caracteriza por presentarse sin un objeto situable para el sujeto. No quiere decir que no haya objeto, sino que ese objeto el sujeto no se lo puede representar. La angustia en ese sentido, es sin objeto para Freud y Lacan dice “no es sin objeto”. Por ahora me limito a decir que la angustia es la cuestión del objeto.

La palabra objeto en Freud a veces tiene que ver con la persona hacia la cual se dirige un afecto determinado. como el amor, el odio, etc. Freud suele decir, al referirse a la elección amorosa, “elección de objeto”. Ese no es el objeto de la pulsión de Freud, es el objeto parcial, que no es el objeto de la elección de objeto, la persona. Y a veces Freud llama objeto a la representación, en su sentido clásico del término, lo que para Lacan es el significante pero la representación en Freud no tiene un contenido lingüístico tan preciso. Si todo el aparato del pensamiento consciente e inconsciente, todo lo que son los elementos de funcionamiento del aparato psíquico, se pueden resumir con la palabra “representación” en Freud.

Cuando decimos con Freud que la angustia es sin objeto, decimos que la angustia no tiene una representación hacia la que se dirija el sujeto. Y esa es una definición bastante precisa. Lacan dice “no es sin objeto”, pero si nos dirigimos a Freud, querría decir no es sin el objeto en el sentido del objeto pulsional en Freud. En Lacan, el objeto pulsional pasa a ser parte de un sentido más amplio de la palabra objeto, que sería la contraparte del sujeto. Objeto, para lacan, puede ser el objeto causa de deseo donde hay todo un juego con la pérdida del objeto. Abarca también la noción de objeto parcial, abarca la noción de objeto fantasmático, es decir, tiene el mismo objeto en la teoría de Lacan que el objeto pulsional en la teoría de Freud, pero es más amplio que el objeto pulsional, si bien también abarca a este último. Entonces, cuando Lacan dice “la angustia no es sin objeto”, se refiere a ese objeto. En la angustia se juega el objeto, aunque no pueda representársela. Ustedes saben que hay un fenómeno bastante extendido en la vida de las personas, por las cuales uno se angustia. Lo más interesante es que uno no logra ubicar cuál es el objeto de la angustia, cuál es la representación de algo por lo cual uno está angustiado. Si uno está en una sesión de análisis y el analizante le dice “estoy angustiado”, todavía no quiere decir que esté angustiado, hay que escuchar a qué se refiere. Esa angustia siempre está referida al objeto.


LA ANSIEDAD no es lo mismo que la angustia. Uno puede estar angustiado y darse tiempo con esa angustia. La angustia es un afecto que no tiene la ansiedad, que es una inquietud insoportable. La ansiedad tiene que ver con el tiempo, porque exige una resolución rápida. La ansiedad implica un estado de inquietud, de incomodidad de uno consigo mismo. Eso no se juega tanto con la angustia. Se trata de una inquietud, de un no poder permanecer, donde el tiempo corre. hay una dimensión temporal en la ansiedad.


EL PÁNICO está discutido en psicoanálisis. Es un concepto que fue muy tratado por la psiquiatría y las neurociencias. Tiene una tradición histórica detrás, que es que recién se discriminó como concepto en 1980. Siempre se lo redujo a la angustia, pero se trata de algo absolutamente distinto. Y ese es el problema: está prohibido para los psicoanalistas nombrar un hecho clínico como el pánico, porque el DSM, los laboratorios, etc… Pero que lo haya nombrado el DSM no quiere decir que no exista. El pánico no es lo mismo que la angustia, es otra cosa. El pánico se caracteriza por un terror inmotivado. La angustia no, al contrario: Freud dice que la angustia defiende contra el terror en “Más allá del Principio del Placer”. El pánico es un terror traumático (o sea, excesivo para la capacidad de tramitar o ligar determinada estimulación) inmotivado. Cuando digo que es inmotivado, no digo que lo es al modo de la angustia, que no tiene representación pero que en el fondo tiene un motivo. El terror del pánico tiene un motivo, pero no es el motivo de un objeto que no se ve. Es otro problema y para definirlo rápidamente, la angustia tiene que ver con el objeto y el pánico tiene que ver con la cuestión del padre. Son 2 cosas totalmente distintas.


Hasta ahora vimos el aspecto descriptivo que permite separar el pánico de la angustia. Cuando nosotros nos encontramos con una persona en pánico, se trata de alguien que está en un estado de extremo terror, no lo puede referir a nada y más bien es una cuestión que ocurre sorpresivamente. Es un excesivo terror inmotivado, no se da cuenta qué le pasa, ni en relación a qué.


Hay 2 cosas para señalar descriptivamente del pánico. Una era la cuestión del terror y hay que destacar este tema, porque muchos profesionales al hablar de pánico no toman en cuenta que el terror puede aparecer solo, sin correlatos orgánicos. En general, cuando se diagnostica el pánico, toma en cuenta no solo el exceso, la sorpresa y lo traumatico, sino también que hay un cuadro somático característico, que voy a describir ahora y que en algunos aspectos comparte con la angustia. El cuadro corporal se parece a lo que Freud describía en la neurosis de angustia: palpitaciones, agitaciones, disnea, opresión en el pecho, dolores abdominales, sudoración, sensaciones de despersonalización, alteración de la percepción del yo y extrañeza de sí mismo, a veces la impresión de estar en medio de una pesadilla, a veces una sensación de velo, de pérdida de la sensación de la realidad, una perturbación de la percepción del ambiente (que se siente raro, distante), hay una sensación de catástrofe subjetiva, el sujeto se siente frágil y que le es imposible sostener desde el cuerpo su existencia. Tiene además otra característica, que es que se altera la lucidez. Al sujeto le cuesta mantenerse lúcido durante un ataque de pánico.


El pánico dura, en general, poco tiempo. Dura entre 15 y 30 minutos. Es muy interesante porque cuando alguien está en un estado de pánico, no piensa que se le va a pasar, que va a ser infinito. Pero bastaría decirle que según el DSM en 30 minutos se le pasa, lo cual es bastante cierto. Pero claro, tiene esa característica que no la comparte con la angustia: aparece de cualquier manera, en cualquier contexto, en cualquier momento y sin que el sujeto pueda prevenirlo o saber que le va a dar. El ataque de epilepsia, por ejemplo, está precedido por una especie de aura: el sujeto que ya lo tuvo un episodio puede reconocer que se le viene el ataque. En el pánico no, es totalmente sorprendente. Alguien puede estar durmiendo y derrepente se despierta aterrorizado, en el medio de ese terror excesivo, inmotivado. Y si tiene estos síntomas corporales que mencionaba, interpreta -cosa que no le pasa al angustiado- que se está muriendo. Lee esta sintomatología como que se está muriendo, sufriendo un ataque cardíaco o que se está volviendo loco.


Lo notable es que a alguien que le pasa esto sale corriendo y va a una guardia. Ahí le dirán que no tiene nada, pero decirle que no tiene nada a alguien que está sufriendo es ignorar que algo tiene. Le hacen toda clase de estudios y dicen que no tiene nada, pero si le pasa todo esto algo tiene y no sabemos qué. Y no es objeto de la medicina. El hecho de que alguien le diga “lo que usted tiene es un ataque de pánico” en lugar de “no tiene nada”, es diferente porque le pone un nombre. Y ponerle un nombre opera sobre una de las cuestiones centrales que está ocurriendo. Al ponerle un nombre, le da un mínimo de orientación al sujeto. Lo orienta, aunque sea en ese momento. Se trata de una operación no fundamentada por la medicina. La nominación en psicoanálisis es una operación muy significativa, porque es poner en juego una operación simbólica, aunque sea mínima para este caso, pero que le pone un título. Ahora, esto no resuelve las cosas, porque el paciente puede volver a tener ataques de pánico y volver a la guardia. El ataque de pánico puede repetirse o no, pero siempre es asistemático: en cualquier momento y en cualquier contexto. Si esto persiste y no recibe un tratamiento eficaz, la vida del sujeto se empobrece.


Otra cosa para tener en cuenta es que los ataques de pánico suelen ocurrir en el medio o después del cuadro de colon irritable. Tengan en cuenta que esta asociación es muy frecuente, ya sea simultáneo o posterior a ese cuadro. Esto lo sé por la casuística mía y en colegas.


Ahora que vimos que el ataque de angustia y el ataque de pánico no son lo mismo, podemos ir a la teoría. En 1894 Freud escribió un texto muy importante: Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia. Les cito lo que dice Freud, porque dentro de lo que es la neurosis de angustia él va a situar lo que es la neurosis de angustia:


5. Muy frecuente es el terror nocturno (pavor nocturnus de los adultos), por lo común acompañado de angustia, disnea, sudor, etc. No es nada más que una variedad del ataque de angustia. Esta perturbación condiciona una segunda forma de insomnio en el marco de la neurosis de angustia. Por otra parte, me he convencido de que también el pavor nocturnus de los niños no es más que una forma perteneciente a la neurosis de angustia. Su sesgo histérico, el enlace de la angustia con la reproducción de una vivencia o de un sueño adecuados a ella, lo hacen aparecer como algo particular; pero también se presenta puro, sin sueño o sin alucinación recurrente.


Ahí Freud se acerca al concepto de pánico tal como lo hemos venido situando descriptivamente. con la particularidad de que no tiene ahí tampoco una motivación y que tiene este carácter terrorífico. Ahora, hay un detalle en esto: aunque uno deduce que acá hay una cosa terrorífica, Freud no lo menciona. En toda la descripción que él hace de la angustia en este texto y en los ataques, menciona todas estas cosas mencionadas al pánico salvo el terror. Pero hete aquí que el terror justamente puede aparecer puro, sin todas las connotaciones corporales. A veces el terror es terror y nada más. Freud describe algo que uno podría llamar pánico, pero que le falta el terror. Lo notable de esto es que lo pone bajo la neurosis de angustia. Hasta ahí estaría justificado el hecho de reducirlo a la angustia. Ahora, fíjense que Freud va a hablar de pánico (en alemán panik) en 2 lugares:


  • En Psicología de las masas..., cuando habla de la Iglesia y el ejército.
  • En el texto sobre el fetichismo, cuando habla del terror frente a la castración. A pesar de que Freud lo llama panik, se nos zafa de la definición.


Les voy a leer las citas donde Freud va a hablar del pánico y van a ver hasta qué punto es pertinente y hasta qué punto uno puede encontrar un soporte de autoridad. Ustedes saben que la cita tiene el valor de sostener la autoridad de alguien valorado, una posición determinada en cualquier disciplina. La cita:

[...] la esencia del pánico está precisamente, en carecer de relación con el peligro que amenaza, y desencadenarse, a veces, por causas insignificantes.



Es decir, no tiene relación proporcional con nada. Se da una doble ruptura, recuerden que estamos hablando del ejército y de la Iglesia, que tiene líderes o jefes. Por un lado se rompe el lazo libidinal con el jefe de la masa o el ideal. Esto es importante, porque a veces el pánico sobreviene socialmente cuando cae un ideal colectivo, de un modo particular, que sea importante. Se rompe el lazo con el jefe de la masa o el ideal y concomitantemente el lazo libidinal entre los integrantes de la masa. Ustedes saben que la masa toma consistencia en el lazo recíproco entre los integrantes de la masa en función del lazo libidinal con el jefe. Si cae el lazo libidinal con el jefe, cae el lazo de conexión con el resto de los integrantes de la masa. Citemos nuevamente a Freud:


Por cierto que la palabra «pánico» no posee una determinación precisa e inequívoca. A veces se emplea para designar el miedo colectivo, otras es aplicada al miedo individual, cuando el mismo supera toda medida, y otras, por, último, parece reservada a aquellos casos en los que la explosión del miedo no se muestra justificada por las circunstancias. Dándole el sentido de «miedo colectivo», podremos establecer una amplia analogía. El miedo del individuo puede ser provocado por la magnitud del peligro o por la ruptura de lazos afectivos (localizaciones de la libido). Este último caso es el de la angustia neurótica. Del mismo modo, se produce el pánico por la intensificación del peligro que a todos amenaza o por la ruptura de los lazos afectivos que garantizaban la cohesión de la masa, y en este último caso, la angustia colectiva presenta múltiples analogías con la angustia neurótica.


Otra cita de Freud:


La causa típica de la explosión de un pánico es muy análoga a la que nos ofrece Nestroy en su parodia del drama «Judith y Holofernes» de Hebbel. En esta parodia, grita un guerrero: «El jefe ha perdido la cabeza», y todos los asirios emprenden la fuga. Sin que el peligro aumente, basta la pérdida del jefe -en cualquier sentido- para que surja el pánico.


La otra cita de Freud del texto El Fetichismo que quería marcar era la siguiente:


[...]el niño rehúsa tomar conocimiento del hecho percibido por él de que la mujer no tiene pene. No; eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro, y contra ello se rebela esa porción de narcisismo con que la previsora Naturaleza ha dotado justamente a dicho órgano. En épocas posteriores de su vida, el adulto quizá experimente una similar sensación de pánico cuando cunde el clamor de que «trono y altar están en peligro»[...]


No es difícil pensar que justamente, este temor a la castración que se puede poner en juego en estos peligros tampoco son localizables y cumplen con la definición que venimos mencionando acerca del pánico. Hasta acá encontramos la justificación en Freud del término pánico para mencionar un determinado fenómeno clínico.


Hagamos más fina la teoría del asunto. Veamos qué ocurre desde el punto de vista del afecto del pánico. Hay una pista muy importante en Freud, que está en el capítulo de Lo Inconsciente. Freud dice que al hablar de la angustia como afecto, dice que es un afecto que tiene la característica de tener como fuente el inconsciente y se deriva a la consciencia (o sea, es un afecto que se hace consciente desde lo inconsciente) sin ligarse a ninguna carga preconsciente. En la teoría de los afectos que Freud maneja el afecto no es malo, como se suele suponer. En la historia del post-freudismo hubo una tradición de trato con la teoría freudiana no muy estricta y el afecto terminó tomándose como consciente. Freud decía que el afecto no tiene inscripción inconsciente, pero no quiere decir que no exista. Dice que no está inscripto de la misma manera que la representación inconsciente. La representación inconsciente es como una escritura en el inconsciente. En cambio, el afecto no. Pero eso no quiere decir que no exista. Más aún, Freud para hablar de la carga pulsional usa el término quantum de afecto, porque se trata de algo que a pesar de que Freud estaba tratanado de pulir desde el punto de vista metapsicológico al concepto de afecto, estaba al mismo tiempo viendo que algún tipo de relación había con la cuestión pulsional tenía. Por eso se habla de quantum de afecto. Pero Freud aclara que el afecto, salvo el sentimiento inconsciente de culpa, que es un afecto a medias, el resto de los afectos no tiene inscripción inconsciente. Quiere decir que tienen características Pcc - cc, más vale consciente. Y esta característica consciente se debe a que la conciencia registra cualidades.


Las cualidades que la conciencia registra -siempre siguiendo a Freud- son los estímulos sensoriales, los movimientos de carga que hay en el inconsciente (se registran como afectos de placer y displacer) y esta descarga en particular que es la de la angustia, que no pasa por una representación pre-consciente, sino que invade al sujeto sin ninguna representación. Fíjense cómo la angustia aparece sin representación, todo lo que vimos al comienzo.


Ahora, observemos que si el resto de los afectos vienen desde lo inconsciente como carga pulsional y toman entidad al ligarse (vienen como carga, no como representación) toman entidad al ligarse con representaciones conscientes, no es descabellado decir que esas cargas Pcc-cc a los que van a parar el afecto que viene desde lo inconsciente, esas cargas son los nombres de los afectos. Son los nombres que usamos nosotros: tristeza, felicidad, amor, odio, etc. Justamente, es difícil hacer una lista de los afectos, pero sin embargo tienen algún tipo de nombre. Y así como Lacan dice que la angustia no engaña, con Freud sabemos que no engaña porque es inconsciente y va a parar así a la consciencia sin cargarse con el nombre de los afectos. Al no cargarse con la representación preconsciente, va directo a la emoción. al estado emocional, o a la descarga emocional, si se quiere. Cuando se carga con una representación P-cc, entonces estamos autorizados a pensar que son los nombres de los afectos. Lacan dice que la angustia no engaña por eso, entonces uno podría pensar que entonces los afectos engañan. Y sí, son engañosos. No hay cosa más patinosa que los nombres de los afectos, pero existen. Es decir, engañan pero tienen entidad. Según Freud, no tienen inscripción inconsciente y creo que podemos acompañar esa definición, pero tienen entidad, existen y si alguien odia, ama, o tiene las distintas vertientes del afecto, algo ocurre. Puede ser engañoso, si, por eso Lacan dice que los afectos engañan, o mejor dicho, la angustia es lo que no engaña.


Lacan le dio algún lugar a los afectos, haciendo que la tradición de pensamiento lacaniano tendiera a ignorar la cuestión de los afectos. Explícitamente, hubo discípulos de Lacan que se separaron de él, diciéndole que él no consideraba a los afectos. Lacan les sale al frente diciéndole que no es así, en una exposición llamada Radiofonía. Él contesta diciendo que él sí le daba importancia, solo que como buen lector de Freud que se tomaba sus libertades, él podía decir que los afectos engañan, aunque existen. Cuando alguien en una sesión tiene una manifestación determinada, algo está pasando, aunque puede ser engañoso. No se puede ignorar eso.


La angustia tiene esta característica de no ligarse al nombre de los afectos. Esto se los cuento porque nos da una pista importante sobre la cuestión del pánico. No es descabellado pensar que el pánico tiene la misma característica, justamente, es un terror excesivo e inmotivado; tiene una carga pulsional traumática, de la cual no se puede dar cuenta que se descarga del mismo modo que la angustia, no está ligada a ninguna representación Pcc-cc y por eso es un terror inmotivado, apareciendo así como aparece. Pero a diferencia de la angustia, la angustia no nos quita todas las referencias, ni nos desorganiza, ni provoca una situación de catástrofe. En cambio el pánico si y no es casualidad que una de las vías de tratar este tema es pensar que si de lo que se trata es que hay un corte entre el nombre de los afectos y el pánico, donde no hay nombre para lo que está pasando. Entonces, quizá de lo que se trate es que alguien perdió esa ligazón, la posibilidad de decir lo que le pasa desde el punto de vista afectivo. Y muchas veces ocurre clínicamente que cuando el sujeto que ha vivido la experiencia del pánico empieza a nombrar, empiezan a salir sentimientos: odio al padre, etc. y el pánico se reduce. Es como si de vuelta, la nominación permite poder situar. Yo el otro día tuve un caso así donde el paciente descubre un terrible odio hacia el padre y ahora los ataques de pánico están cediendo. El psicoanálisis es muy eficaz con esto, pero hay que tener muy en cuenta que a veces los fenómenos de pánico son de tal intensidad que a veces hay que hacer otro tipo de intervención, como la medicación. Pero ojo, tiene que ser una medicación hecha de tal manera que no le tape la boca al sujeto; que le permita sobrevivir mientras que el análisis hace su efecto. Es verdad que la angustia moviliza el análisis, pero el ataque de angustia no y el pánico, menos. Entonces, a veces el pánico tiene tal entidad en la estructura del sujeto, entre el balance de lo simbólico, lo real y lo imaginario, que se necesita esta intervención. Si no es tan terrible, a la larga el análisis lo resuelve, al modo en que se resuelven los síntomas. Los síntomas van desapareciendo en el curso de un análisis sin que uno se dé cuenta en qué momento o cuándo perdió la eficacia.


Para terminar, quisiera decir algo más, respecto a porqué es importante lo que dice Freud en Psicología de las masas... No solo porque usa el término panik y describe algo que es exactamente lo que nosotros llamamos ataque de pánico. El tema es que yo les decía que el pánico era algo que tenía que ver con el padre. Es como si de repente uno se quedara sin padre, sin la columna vertebral que organiza nuestra experiencia. El sujeto que está en ataque de pánico pierde sus ejes de coordenadas. Nosotros tenemos ejes de coordenadas que ordenan nuestra experiencia. Lacan, por ejemplo, las planteaba como real, simbólico e imaginario. Piensen ustedes en una desestructuración de golpe, porque para que se mantenga la estructura, el llamado nudo borromeo, tiene que haber una consolidación de la función del padre, la función psíquica del padre, lo que nosotros llamamos -en teoría- Nombre del Padre. Pero no es solo el N. del P., sino el padre de la realidad. Es decir, el padre es el padre, y el problema del pánico es que hay un colapso puntual en la función del nombre del padre, que ordena nuestra experiencia. Entonces el terror no es frente a algo que se nos viene, sino que es un terror producto de quedarse sin poder ordenar nuestra experiencia. Imagínense ustedes si en este mismo momento algo ocurre acá que ocurre los parámetros que tenemos: la hora, el día, la fecha, el nombre, lo que estamos haciendo, el espacio… Nos aterrorizamos, ese es el pánico. No es el objeto como en la angustia, sino el colapso de lo que sostiene la estructura psíquica. Por eso es tan importante lo que Freud describe en Psicología de las masas... , porque es la función de jefe la que está en juego. Él dice que el jefe pierde la cabeza y eso es lo que pasa exactamente en el pánico.


Ese jefe es el padre y en la historia de los sujetos que sufren pánico, es lo que yo encontré, casi siempre (no el 100%), encontré 2 parámetros del colapso de la figura paterna dentro del sujeto:
  • El padre concreto, el padre de la realidad y no solamente el nombre.
  • Ese padre muere, en el sentido de cementerio. Pero se trata de padres muertos bajo determinadas condiciones: la degradación. Es un padre que antes de morir fue degradado. La degradación puede ser muy variada: una enfermedad, quiebras económicas, degradación del padre dentro de la estructura de la familia, dentro de lo que es la valoración.


Es muy probable que en los sujetos que sufren ataque de pánico esta historia, de un modo o de otro con su singularidad, se encuentren estas características. Muerte del padre y un padre degradado. Y eso es exactamente, a nivel individual, el equivalente de “el jefe ha perdido la cabeza”. O la caída de la estructura que sostiene la organización de la masa (en el ejército o la Iglesia), y que se pierde porque queda descabezado o sin comando. Eso es lo que ocurre en los ataques de pánico, no es la angustia. El sujeto se queda sin parámetros para definir la experiencia.


Pregunta: ¿Qué es lo que pasa en el nudo en el ataque de pánico?
V.I.: Existe real, simbólico e imaginario. Lacan plantea que la estructura del sujeto implica un anudamiento, un lazo de determinadas características que permite que queden juntos 3 redondeles que se mantienen juntos de modo tal que si uno corta uno, se pierden los otros 2. Se trata de un modelo o una estructura, la disputa epistemológica está en debate. El nombre del padre une a los 3 anillos. Si hay un colapso del soporte del nombre del padre, ese padre de la realidad (porque finalmente los padres existen). Por eso hay que pensar no solamente en el nombre del padre, sino también en quién lo sostiene. Las 2 cosas son importantes y hoy a veces se pierde en la perspectiva de que no solo hay que pensar el N. del P., que por supuesto que es algo que trasciende la figura real del padre, sino también la realidad del padre. Por eso hay que pensar la relación entre padre real y lo real del padre. Es decir, en un padre hay un aspecto simbólico, un aspecto real, un aspecto imaginario. Y no es lo mismo hablar del padre real que de lo real del padre. Aún cuando es necesario el concepto de padre real para poder plantear la cuestión de lo real. Pero pese a estas sutilezas, el tema del padre hace que cada nudo se separe y esa es la pérdida de los recursos que tiene el sujeto en ese momento y que por suerte suele suele ocurrir que se vuelva a anudar en un rato. Pero ojo, porque esto ocurre en cualquier estructura: neuróticos, melancólicos, psicóticos y siempre tiene esta estructura.


Pregunta: ¿Qué pasa cuando el ataque de pánico se cronifica?
V.I.: A partir de la segunda tópica, Freud empieza a definir lo grave, además del carácter. La gravedad, según Freud, tiene que ver con el daño que se inflige al sujeto con el sufrimiento y con la dificultad de resolverse. Esas 3 cosas se juegan en la gravedad y el pánico puede ser más o menos grave en este sentido y depende mucho de la estructura y de los recursos simbólicos del sujeto. Si esto se presenta en el marco de una neurosis, el análisis tiene mucho para trabajar para resolver esto y el análisis bien hecho es extremadamente eficaz en cuestión de meses.


El pánico a veces estalla en medio de un análisis y puede llegar a ser complicado. Pero en general la transferencia es una barrera al pánico, es un inicio de solución al pánico. A la inversa, muchas veces ocurre que una persona deja el análisis y sobreviene el fenómeno de pánico y vuelve a ese mismo analista o a otro. Pero el análisis es uno solo y es del sujeto; el analista puede haber 1, 2, 3, 4… No se define en función del analista y si el pánico persiste, puede llegar a ser muy grave. Cuando persiste, es además en sujetos que tienen una estructura vulnerable: tienen problemas para resolver en su estructura y entonces el pánico se escala y produce una cantidad de cosas. Por ejemplo, el sujeto puede empezar a vivir de pánico en pánico, o con el miedo al pánico. Eso provoca a veces enormes cuadros melancólicos. El sujeto tiende a aislarse, o van de médico en médico. Se pueden agregar fenómenos hipocondríacos importantes, melancolías importantes… Eso es lo que ocurre cuando persiste. Por eso, cuando hay fenómeno de pánico es muy importante que el sujeto reciba tratamiento.


Pregunta: El concepto de angustia automática, ¿tendría relación con el concepto de pánico?
V.I.: Desde el punto de vista teórico, no. El nombre “angustia automática” no es el mejor nombre para ese tipo de angustia. Yo lo llamaría angustia traumática, o angustia excesiva, si se quiere. Ese es uno de los ejes que Freud usa para diferenciar fenómenos de angustia: la angustia señal y la angustia automática. La angustia señal es un poco de angustia que uno tiene para afrontar determinadas circunstancias de la vida. Y lo que Freud llamó angustia automática, que a mi mucho no me gusta, es lo que es realmente el fenómeno de angustia, que suele ser tan pesado y complicado. Pero tiene que ver con el pánico. Yo insisto en la diferenciación que expuse.

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