miércoles, 19 de abril de 2017

Las fobias: su relación con los duelos.

Apuntes de la conferencia dictada por ­ Liliana Donzis ­el 20/05/2015

En general se espera que los analistas que trabajan con niños puedan decir algo de la fobia y se espera alguna idea de la fobia en la niñez, porque nuestro primer maestro Sigmund Freud, cuando trabaja con niños expuso la fobia. La fobia del pequeño Hans, ha transitado un ciclo... Hoy Juanito sería un hombre de ciento y pico de años y sin embargo para nosotros sigue siendo aquel niño juguetón y con miedo al caballo. No fue banal que Freud haya ubicado ahí un niño para trabajar la fobia o que para trabajar la fobia haya elegido ese historial. Sin embargo, cuando hablamos la cuestión de la fobia, también hay que hacerle lugar a las fobias en el adulto. Digamos que hay que plantear alguna diferencia, porque la fobia del pequeño Hans, la fobia en los niños, no siempre es equivalente a la estructura de la fobia. la presentación fóbica tiene algo distinto. Estructura de la fobia, presentaciones fóbicas, momentos de angustia, crisis de angustia, etc., en quienes ya no son tan niños: adolescentes o adultos. A partir de cierto momento preciso que concierne a las operaciones de definición de la sexualidad en la adolescencia. En lugar de la fobia, puede tener una característica bien diferente a la de los niños que estamos más familiarizados con estos casos.

Yo recién le he planteado a una colega que no es frecuente que se hable de fobia y duelos. Entonces dije que voy a tratar de situar con ustedes esta relación entre la emergencia de la fobia y qué se entiende por duelos. Precisamente, voy a tratar de ubicar el duelo como duelos instituyentes​.

Quiero situar 2 cuestiones: una en relación a lo que me parece que es el eje de la emergencia de las fobias​, muy característico de la niñez como un puesto de avanzada en la estructura edípica. La fobia como el síntoma estructurante del sujeto en la niñez y en relación a esto, el padre en sus 3 dimensiones, real, simbólico e imaginario. El padre participa y concita un punto central en la emergencia del síntoma fóbico en la niñez​. Y me interesa más subrayar lo de síntoma que subrayar lo de fóbico. Por eso digo que el síntoma estructura al sujeto​, hace sujeto, al sujeto del inconsciente. ¿A qué sujeto del inconsciente? Al que puede trabajar con el significante. A quien un significante representa al sujeto para otro significante. En este tiempo de construcción del discurso de la inserción del significante en el discurso, podríamos decir que allí hay síntoma y hay síntoma en el sentido más pleno psicoanalítico. Freud hubiera dicho “Represión, retorno de lo reprimido”. Hoy podríamos también acompañar con esto de que hay una ​lalengua que habla la lengua de la represión en el síntoma. El síntoma es opaco y habría que descifrarlo. Pero en lo que consideramos la constitución, lo instituyente del sujeto, del sujeto del inconsciente, sería muy difícil pensarlo sin este articulador que es el síntoma. En este punto del instituyente, si quieren podríamos hablar de niños, pero también podríamos hablar de niños de cualquier edad, de 0 a 98 años. No importa la edad: hay un momento preciso, y esto pasa en un análisis, donde se instituye un sujeto. El síntoma dice que allí hay un sujeto del inconsciente y ese síntoma hay que descifrarlo.​Podríamos decir entonces que la función del padre, los nombres del padre, las prescripciones del padre, permite que se afinque y que surja el síntoma. No necesariamente tiene que constituirse como un síntoma de sufrimiento, por ejemplo Juanito u otros casos. Hay algo para pensar en el malestar de la cultura actual, que hace unos años yo no tenía a estos niños, que es que aparecieron fobias escolares, chicos que no pueden entrar al colegio y que no es que no quieran, sino que no quieran. Se llegan a poner el uniforme y todo, pero no pueden atravesar la puerta, que es la puerta a su lugar de trabajo.


Podríamos pensar al síntoma como síntoma sufriente o también otras cuestiones que no llegan a plantearse como síntoma, como podrían ser las enfermedades psicosomáticas que no tienen el valor del síntoma en relación como una formación del inconsciente. En este terreno, hay que dejar muy claro que la línea que habitualmente trabajamos con mayor énfasis es lo que concierne al padre.​Pero también quisiera hoy presentarles otra faceta que he trabajado, que me parece muy interesante, que es lo que concierne al objeto.

La fobia se caracteriza por haber un objeto fobígeno: ​caballo, rata, paloma, escuela, el afuera, el adentro, claustrofobia, agorafobia, en fin, cuestiones espaciales o íconos al modo de las zoofobias que implican un objeto fóbico. Entonces tenemos la posición del síntoma y su relación al padre y también la armazón, la constitución del objeto fóbico. El objeto fobígeno se constituye a partir de ciertas coordenadas de la estructura subjetiva.​No podríamos pensar objeto fobígeno como miedo indefinido. En la Interpretación de los sueños, Freud marca cuando un niño le dice a la tía en el bosque, cuando se estaba poniendo oscuro “Tía, cantá, porque si oigo tu voz me da menos miedo la oscuridad”. Algún miedo circunstancial no constituye un objeto fobígeno.​El objeto de la fobia no desaparece porque le canten un ratito. Estos miedos, que Freud calificó como miedos transitorios, no siempre requieren ayuda del analista. Incluso en la niñez, muchas veces como llegan se van y tienen que ver con un momento estructurante, algo así como que las bisagras chirrían en los momentos de una vuelta de la estructura. No tenemos que tomar a todos los niños que tienen miedo en nuestros consultorios para un análisis. El objeto fobígeno es otra cosa. En este sentido, el objeto fobígeno en un niño o en un adulto, es el mismo. Pero no es lo mismo la posición.


Vamos a hacer un mínima referencia a Juanito. Una de las cuestiones más interesantes de Juanito y también del historial del hombre de los lobos, que es un hombre joven, que ya está en la vida cotidiana con sus responsabilidades, una posición en la vida con sus más y sus menos, con sus rasgos de carácter, etc. Freud estudia, en el hombre de los lobos, el tiempo niño de lo que él considera entre las protofantasías la instalación del fantasma en las imágenes infantiles del hombre de los lobos. Pero el hombre de los lobos tiene una zoofobia que se arma en la niñez y que es la bisagra chirriante, también, entre falo castración, padre y exogamia. No sale bien parado, pero Freud trabaja con el hombre de los lobos esa fobia y sus tiempos. Pero fundamentalmente con Juanito y en los 2 casos, hay algo maravilloso:


Freud deja de lado todo lo que era la farmacopea de aquel entonces, también deja de lado las terapéuticas de aquel entonces, que debían ser tan valiosas y tan interesantes como las actuales, porque en aquel momento eran actuales y se creían muy buenas, para darle lugar ni al baño... Porque ahora a las fobias escolares las están curando con baños hidrotermales y masajes. No es diferente que la época de Freud, ahí andaban esas curaciones y Freud nos enseña en estos casos prínceps, que es por la vía de la palabra que algo se va a conmover. Que se instaura un sujeto, que un sujeto puede intentar moverse de su sufrimiento, de su sintomatología, por vía de la palabra, tratando de no recurrir a la farmacopea, ni a baños medicinales, ni vacaciones en la montaña, nada de eso, sino que le da lugar a la palabra. Y esto es verdaderamente la revolución freudiana: la palabra y su relación con el inconsciente. La entrada en el lenguaje, en el campo del lenguaje y la función de la palabra. Freud apunta a la función de la palabra en los 2 casos y le da a la fobia una salida terapéutica y una cura.


Ariel Pervicone se puso a investigar la vida de Juanito y empieza a encontrar muchísimos manuscritos, fotos, historias y hasta tuvo una pequeña entrevista con la hija menor de Juanito. Juanito falleció hace no mucho tiempo, a los 69 años. Dejó una hija del segundo matrimonio que tenía apenas 6 años, que es con quien Ariel se entrevista, y recopila historias sobre Juanito y sus comentarios de quien fuera su analista, Herr Professor. Es muy interesante la vida de Juanito por lo que consultan y por cómo termina su vida. Y lo que dice Lacan, mucho antes que Juanito falleciera, en el S. IV, que Juanito salió del Edipo como un caballero esperando a que las mujeres lo aborden, pero con una gran imaginación. Y culminó su vida recreando e imaginando escenas que para él debieran ser escenas lúdicas sobre un escenario. Él fue uno de los grandes directores de ópera y siempre reconoció que él era el pequeño Hans. A Dora le pasó lo mismo. Hans reconoció que él era ese nene del que hablaba Freud, aunque al principio se enojó con él, pero también en ese libro hemos encontrado algunos temas no abordados por Freud como por ejemplo la situación de la madre de Juanito. Madre muy típica, por otro lado, en su posición, tanto de niños como no tan niños, donde la fobia aparece como estructura.​


Entonces, Freud sitúa la fobia del niño como un puesto de avanzada en la subjetividad, caracterizándolo como un efecto de la incidencia del nombre del padre en el deseo de la madre. Nos transmitió también que la cura de la angustia y la fobia es diferente de los miedos transitorios, se pueden viabilizar a partir de la palabra, el dibujo y las asociaciones. Supo indicar que los miedos pueden ser transitorios, y ocasionalmente desaparecen solamente con el trabajo psíquico. Las consideraciones de Freud sobre la sexualidad polimorfa infantil incestuosa, afincada en el amor al padre y a la madre, constribuyen en más de un sentido a dar vida a la escena que marca a cara o cruz el camino a la neurosis.

En la fobia de la infancia a veces como síntoma fóbico podemos ubicar el meollo de lo que será la neurosis del neurótico. Si hay fobia, generalmente, habrá neurosis​. Muy rara vez nos vamos a encontrar con fobia constituida al modo de la de Juanito en la infancia y con una aparición post­puberal vinculada a la psicosis. Podría ocurrir, pero no es lo habitual. Sin embargo, podríamos encontrar en el camino a las neurosis, fobias infantiles que devienen en obsesiones, histerias o que permanecen dentro de lo que es la fobia​.


Freud descubre con Juanito también algo muy importante: la sexualidad polimorfa infantil. Es decir, que los niños no solamente están sexuados, sino que reconocen su sexualidad, declaran su sexo, juegan con la sexualidad. Les interesa la sexualidad, se pueden disfrazar de niñas sin por eso ser travestis. Pueden jugar que a partir de ahora se llaman Alfredo y están jugando. Pero en la actualidad, si una nena dice que a partir de mañana se llama Alfredo, o si un nene dice que se va a llamar Sol, los padres dicen “Tengo un hijo transexual que nació en el cuerpo equivocado”. Si los padres son modernos, rápidamente pueden pasar por el registro civil y sin mayor esfuerzo cambiarles el nombre, el documento y me parece que ahí tendríamos uno de los puntos del malestar en la cultura en el que como analistas tenemos que tener un cierto cuidado. Freud , Lacan y el psicoanálisis nos dice que los niños juegan con la sexualidad y que se juego es lúdico. Es el como si, la ficción, la verdad de que hay en una estructura de ficción, es esa sexualidad incipiente que deja marcas indelebles. Recuerdos maravillosos o espantosos, juegos muy divertidos o juegos opresivos, pero que decantarán en posición sexual post­puberalmente. Freud tuvo la oportunidad esta pregunta que Juanito le hace la mamá: ¿Mamá, vos tenés una cosita de hacer­pipí como la del caballo? Y la madre le dice que si. Juanito se horroriza de que la madre la tenga tan grande como el caballo. La verdad que es difícil de entender para un nene. Y el caballo de Juanito no es un caballo cualquiera. Freud le regala un caballo a la mamá de Juanito, porque era amigo de la familia, un caballo de esos que se balancean cuando nace Juanito. Me quedé asombrada porque en esta historia de Juanito me enteré de que murió Juanito a los 69 años, Juanito tan interesado en la cosita de hacer pipí, porque todo el caso gira alrededor de la cosita de hacer pipí, de cómo se atornilla, cómo se desatornilla... Me llamó la atención de que haya muerto de un cáncer de riñón. No puedo decir que una cuestión oncológica sea psíquica enteramente, pero me llamó mucho la atención.


La fobia infantil nos pone en cielo abierto la sexualidad en la niñez, la pulsión y su articulación con el inconsciente. Juanito, en la sexualidad polimorfa, es decir que pone todas las pulsiones en juego, jugaba con sus amiguitos en ese patio. Jugaban al caballo, al novio, el otro le miraba la cosita de hacer pipí, el otro franeleaba con la amiguita, con varias amiguitas que despertaban toda su curiosidad infantil hasta que encontró esta historia del caballo que yo diría que estaba preanunciado como objeto fóbico amarrado al cuerpo de la madre. La cosita de hacer pipí amarrada al objeto del Otro, no separado, sino amarrado. Hay un momento muy interesante, el 10/04/1908, Juanito juega al caballo con el padre. Esto no aparece en el historial. El caballo, como objeto fóbico, está pre­anunciado. En Viena de esa época, que haya caballos era como que acá hubieran colectivos. Al día de hoy hay caballos en el centro histórico de Viena, era muy frecuente en la puerta de su casa. El caballo no era un elemento cualquiera, está la pregunta de la cosita de hacer pipí que cubre el pene del caballo y está también otros juegos que hace con el papá, al que le dice “Yo soy tu potrillo” mientras jugaba a corcovear, antes que se produzca la fobia al caballo. Él queda identificado al caballo desde el juego con el padre, soy el potrillo, y ahí va armando el objeto fóbico.

¿Cómo se arma el objeto fóbico? Está sobredeterminado. Voy a dar un salto a algo que ya deben haber dicho: para Freud el objeto fóbico se arma por temor a la castración, por la inminencia de la llegada del padre de la amenaza y el terror, ahí aparece la angustia. Primero no quiere salir a la calle, no quería desprenderse del cuerpo de la mamá, y después aparece la fobia del miedo al caballo. O en el caso del hombre de los lobos, la zoofobia. O fobia a las palomas, o esto que estoy trabajando del miedo a entrar al colegio. La entrada y la salida, el afuera y el adentro, el espacio, el plano del espacio no está lejos de la aparición del objeto fóbico. Para Freud, primero está la angustia por la amenaza de castración y por la amenaza de castración aparece la fobia instituyente de la neurosis. 

Lacan va a pegar un salto y dice que no es ante la castración que aparece la fobia y esta angustia que se transforma en fobia, es porque la castración no llega. Se dedica a demostrar eso en el S. del 56 ­ 57, en las relaciones de objeto, en el que prácticamente se dedica a diferenciar el objeto fetiche del fetichismo y el objeto fóbico. Los 2 tienen un objeto bien determinado y fijo. Lacan nos dice, en 1957, que la fobia aparece cuando el corte esperado del nombre del padre no llega​. Cuando el nombre del padre no asienta, no deja bajo la barra el deseo de la madre, que como dice después, el deseo de la madre siempre es la boca del cocodrilo que va a incorporar al niño​. El deseo de la madre es siempre bastante carnal, es fuerte, no es tan romántico como nos parece. Pero ese deseo de la madre queda bajo de la barra del nombre del padre, no necesariamente el papá como tal. No necesariamente se trata de una formulación metafórica. Hay un nombre del padre y una nominación paterna que la podría cumplir el padre o alguna instancia que participe de cierta legalidad. Pone bajo la barra el deseo de la madre. Esta es la primera sustitución. Si la castración no llega, si el nombre del padre no llega, si lo paterno como trasmisión de la ley no llega, queda a expensas del cuerpo de la madre. Entonces, si no hay castración, si no opera la falta, estamos sonados: una de las emergencias puede ser la del fetichismo en la perversión; otro podría ser las fobias. Esto Lacan lo muestra en el seminario del 56 - 57, precisamente esa no llegada del padre.​Un padre puede ser ejemplar, buenazo, comprensivo, dedicado, maravilloso, pero el punto del corte es el nombre del padre. A veces coincide con una figura, con una persona en particular que representa la trasmisión de la ley. Nosotros decime que transmite el falo, en el punto de suspensión de su propio Edipo y puede transmitir el falo. Transmite el falo desde una operatoria legal metafórica y sustitutiva. El resultado de esto puede ser una fobia.


Freud agrega que si Juanito le hubiera tenido verdaderamente miedo al padre, no habría hecho el síntoma. El problema es que este padre, como en el de la fobia escolar (estoy pensando siempre en este caso), es un padre que sencillamente es un poco compañero. Más que padre, es un amigo. En este punto, ¿Qué importa el padre? ¿En el deseo de la madre? Si, estamos de acuerdo. Reubica el deseo de la madre, reubica la demanda del Otro, reubica la no reintegración del producto al propio cuerpo, pero sitúa algo más cuando los nombres del padre funcionan: sitúa que hay algo del Otro se pierde, que hay una falta en el Otro y que esa falta en el Otro es el sujeto.​ Que hay un significante menos en el Otro, por decirlo como lo dice Lacan en un seminario más avanzado, el S. XIV, que hay un significante menos en el Otro, en el discurso del Otro, que viene a representar al sujeto para otro significante. Hay un significante más del lado del sujeto, es decir, “el sujeto” y un significante menos del Otro también, que se llama el vientre de los significantes. La falta en el Otro va a estar dada por el padre, pero para que el padre pueda hacer esto, debe poner en suspenso su propio Edipo. Pone en suspenso el deseo de su propia madre, de su goce incestuoso, aún con su propia esposa. Pone en suspenso para transmitir el falo y que del falo, como significante de la diferencia y no del pene, se haga cargo el sujeto. Ese punto de suspensión es ese punto de corte o de distancia con su propio Edipo, hace que un padre funcione, cuando con los nombres del padre aparezca este corte y puedan estar allí armando la operación que articula falo ­ castración. Cuando hablamos de falo ­ castración como articulación instituyente, estamos diciendo esto, estamos hablando de la anatomía. Es recién ahí que podemos decir que aparece el síntoma. Parece ser que en estos niños, en estas fobias, esto no acontece.


Si aconteciera la transmisión del falo, hay una pérdida del lado del Otro, una falta del lado del Otro, y hay también una pérdida y un duelo del lado del Otro​. Lacan, en el S. VI, lo dice después de hablar de Hamlet, allí toma a Freud y dice que hay una caída del falo en el campo del Otro. El falo que fue ese niño, amado, querido y libidinizado, instituido en las identificaciones primordiales, con un cuerpo libidinizado, se pierde y cae del campo del Otro, cae lo que representaba como falo del Otro, la cosita enorme del caballo de la mamá de Juanito. Este niñito de la fobia escolar duerme hasta el día de hoy tomándole el pelo a la mamá, y después se pelea con la mamá pero no tiene otra alternativa que tratar de tomar distancia y no puede salir todavía a jugar a la calle ni jugar en la escuela. No hay esa salida, y no lo está haciendo porque todavía no cayó del campo del Otro. Ahora viene esto que decía del S. VI: hay en esa caída del campo del Otro un duelo para ambos: para el Otro, en esta ocasión la madre que es el Otro primordial, pero también para el sujeto que adviene porque hay una separación de la amarradura del cuerpo a cuerpo y para eso que cae. Eso implica un duelo. Si hay fobia, probablemente ese duelo se esté escapando, porque no hay caída del campo del Otro​. Y no hay caída de lo que se representaba en el campo del Otro materno. En el campo del falo, de la madre fálica, para decirlo en términos imaginarios, en este duelo si se produce, la fobia si la hay o el síntoma que emerja del sujeto, podría ser un chiste, en esa caída uno podría decir que hay un duelo instituyente. Si esto se comprueba y se verifica, también podemos decir que los efectos de la primera identificación primaria, que implica una entrada en el lenguaje que Lacan lo dice “El padre del tiempocero”. Freud también lo trabaja en el texto de la negación. Es lo real del padre, que si se comprueba este tiempo de caída del cuerpo de la madre como duelo, que no es llantos ni sollozos sino algo oxigenante. Tramitar un duelo es oxigenante. La retención del objeto en el campo del Otro o del niño como objeto en el campo del Otro, lejos de ser oxigenante, es aplastante, clausurante, genera toda clase de palpitaciones no esperadas, no recomendables. Si esto se produce, los efectos de la primera identificación están a la vista. 

Un caso en este punto​: Un niño que yo atendí vinieron porque no podía jugar al fútbol cuando tenía 4 o 5 años. Cuando venía de jugar al fútbol en la escuela o con los amiguitos, se corría y tenía miedo porque decía que la pelota, si le pegaba, le iba a destrozar el cuerpo y lo iba a romper todo. Entonces, hablando con los padres sobre las circunstancias históricas de este niño, me cuentan que cerca de los 2 años tenía la siguiente dificultad: con algunos programas de la tele, con dibujitos animados que podían ser un poco terroríficos, decía que “el monstro de la tele te vene y te come”. El niño no era italiano, hablaba mal, el monstruo se le venía encima y se lo comía.


Del otro lado del espejo va a aparecer una imagen virtual y a’. Del otro lado, tenemos la imagen real. Cuando se produce esta operación que se llama identificación especular, nos es la primaria, la primaria es por incorporación. Pero esta, la identificación especular, supone 2 operaciones: la identificación al rasgo, a lo simbólico, al trazo, alguien podría tener función de la palabra y también se constituye la primera chance de armazón del cuerpo. Lacan y Freud llaman a esto el ideal. El espejo es plano y lo que se constituye es una primera imagen plana, una superficie en el cuerpo. Este niño, cuando dice que el monstruo sale de adentro de la televisión, es porque el ideal, es decir, la mirada de la madre, no fue suficientemente sostenedora de la armazón de esa primera imagen del cuerpo. Hay una serie de patologías y de problemáticas. Por ejemplo, el Asperger anda por ahí y algunas dificultades, como trastornos de atención, que a veces tienen que ver con esto de la imagen especular, que no está sostenida y que es una imagen plana. Aquí entramos en el yo y este nene, que inicia su temor con esta salida del espejo, salida de la pantalla que lo va a comer, está poniendo en juego que ese ideal está fallando ahí. El ideal del Otro, no el del niño. ¿Qué dice Lacan años más tarde? Que este objeto a no es solo un objeto imaginario. La imagen del cuerpo, la fragilidad de la imagen. Agrega, cuando conceptualizó el objeto a, en el S. XI, el objeto a como operatoria de esta primera identificación, que es un resto caído de la primera identificación, por el padre real, ese objeto a adviene aquí también en la imagen y la imagen no es completa. No es una integridad de la imagen, aunque lo podamos creer. Para que la imagen sea, en lugar de un dibujo plano, un dibujo animado y tengamos flexibilidad, sal y pimienta, algo de la falta tiene que habitar ese cuerpo, sino estamos duros y no por la cocaína. Es una dureza de falta de plasticidad porque no hay falta. Este nene, cuando consulta porque la pelota lo va a romper en pedacitos, es porque esta falta no está ingresada. Empecé a trabajar con él, la fobia es no poder darle un nombre del padre aparentemente, por el lado del sujeto. Esto, en la fobia, se pone en juego porque esta imagen coagulada, donde el objeto a no está entrando, no está en disyunción entre objeto a o imagen. Esta imagen queda absorbida por un significante que viene de lo simbólico y que produce temor. Queda fijo y no se anima, no tiene movilidad, porque esta falta que si bien está en la estructura porque ratificamos que hubo una identificación primaria al primer corte, que entró esta operatoria inicial, de todos modos por algún avatar de la mirada, de la vida, de la tele, del terror, de lo traumático, de las historias singulares, de los duelos no cursados por algún familiar, queda cristalizado como un significante en la imagen, imaginarizado. El significante es caso, caso, caso. El significante no es perro, ni la rata ni el caballo, es una constelación de significantes lo que hace la rata, el perro o el caballo, y acá a este muchachito la pelota lo partía como lo partía el monstruo. Con el análisis, el chico empezó a estar un poco mejor, iba al colegio, y entonces en la escuela lo seguían. Entonces, cuando bajaba la escalera de su aula para bajar al patio, había un jueguito que hacían las nenas que lo empiezan a abrazar, lo siguen y le dan un besito. Y era “hoy le toca a fulanita, mañana a no se quién” y sino todas juntas le daban besos y abrazos. Se empezó a asustar tanto cuando las nenas se le venían en malón, y me lo contaba y yo le pregunté “¿Y qué hiciste?” y el nene dice que se acordó de su abuelo. Y entonces les dijo “todas juntas no, que pasen de a una”. Algo del abuelo pasó por ahí, un nombre del padre, una trasmisión al sexo y al otro sexo. El análisis de este chiquito, que realmente tendría que escribirlo porque siempre lo cito, termina tiempo más tarde cuando dice “Soñé que era mi cumpleaños”. Acá no hay síntoma fóbico, sino formación del inconsciente como un sueño y hay una entrada en la latencia: “Soñé que me regalaban un revólver, una pelota, un juego para la Play, y algo raro: una ventana con un ganchito. Yo podía agarrar el ganchito y llevarlo a todas partes”. Más tarde terminó el análisis. En ese sueño yo verifiqué la caída de donde estaba amarrado en el cuerpo del Otro, porque luego agrega que detrás de la ventana se veía todo como en las películas viejas, oscuro, borroso. Es como si se hubiera fracturado, o hubiera una disyunción y el objeto de la fobia, pelota, que era la destrucción de su cuerpo, como situación vinculada a la imagen especular, esto en el trabajo de análisis, vía el abuelo, vía el padre, vía el analista, vía su juego, hace que el cuerpo se disyunta del objeto a. Entonces, si en la fobia uno de los problemas que nos encontramos... A veces en los adultos y en los niños más rápidamente, sabemos que no es sencillo pero que de esto se sale, de alguna ventana con un ganchito, los niños y las niñas van a ir encontrando para ir haciendo algo con eso. Es decir, se van con otro síntoma, se van con la neurosis infantil para ver qué hacen con su sexualidad post­puberalmente, pero ya no buscan la cosita de hacer pipí en la madre caballo de Juanito o en esta señora que lo dejaba un poco desconsolado y durito.


Algo no podía llegar a falicizarse en el cuerpo de este niño, ni la madre ni el padre. Pero sale. En la adultez nos encontramos con la fobia y que el objeto queda ligado a un significante en lo imaginario, entonces esa rata o caballo se vuelven, como diría Borges, como monstruos necesarios y monstruos contingentes. El objeto de la fobia, para el fóbico, es un monstruo necesario porque viene a situar, no sólo este problema de pegote entre significante e imagen que no desliza (siempre paloma, siempre caballo, siempre rata), sino que además viene a decir que hay algo del nombre del padre, de los nombres del padre, que no operan para que esta falta que sí está (por eso es una fobia y no un fetiche, por eso hay una fobia y no una psicosis paranoica), hay cuerpo, pero un cuerpo que no puede tener la animación del objeto a, porque el nombre del padre no está operando en el punto de rescate desde el cuerpo del niño, en la amarradura del sujeto de la amarradura del cuerpo del Otro. Entonces me parece que tendríamos aquí al menos un pliegue para seguir pensando y situar alguna cuestión de la fobia en la niñez, que me parece que concierne a esta operatoria, y la operatoria del análisis en las fobias cuando ya no somos tan niños, pero que aparecen enormes impedimentos cuya emergencia como síntoma fóbico efectivamente, es porque hay salida de la angustia. Cuando hay un síntoma fóbico constituido, hay salida de la angustia. Entre la angustia a todo, que paraliza, que oprime, que deja sin palabras, que trae una serie de fenómenos corporales y que no desliza, cuando se arma un síntoma fóbico la angustia está calibrada en un objeto y no en una multiplicidad. 


La angustia queda organizada en un objeto que produce temor, que siempre es el mismo y no desliza. El problema de la fobia estructural es que a ese significante hay que descontracturarlo con un enorme cuidado porque si uno mete la mano en el hormiguero, se desparrama. Por eso que el tratamiento, la dirección de la cura en la fobia, significa tener la posibilidad de trabajar con una dosificación de la angustia y dosificación de la intervención.​Un maestro, que es Máximo Ravena, un día dijo: ¿Saben por qué fracasan los tratamientos cognitivos conductuales? Ya sea de la fobia, del ataque de pánico, de los insomnios... Porque solo dan protocolos simbólicos, estructurados para todos, y en esos protocolos se ofrece un armazón simbólico. No están mal, pero no alcanza porque lo que se escapa es la angustia, el afecto. Se descarta lo emocional, entonces vuelvo al comienzo: ¿Cuál es el límite? La angustia no puede con lo simbólico, se requiere de la apertura de lo imaginario, con mucha delicadeza, con cierto saber hacer que se produce en transferencia, y la transferencia invita a ese savoir affaire, no es que lo encontramos hecho tampoco. La transferencia, el análisis personal nos ayudan y mucho. El cognitivo conductual medica la angustia, porque lo simbólico no puede con la angustia, porque la angustia está encapsulada en el objeto, no desliza aunque haya mucho protocolo. Entonces con la medicación se logra tapar la angustia. Nosotros tenemos otras herramientas que son el valor de la palabra y la transferencia, ahí se puede empezar a descoagular esto que está coagulado. A veces el analista porta, aunque no se lo crea, una posición de transmitir el falo y el nombre del padre, esperar la caída del cuerpo del Otro, no importa la edad.

Pregunta: ¿Cómo es el suspenso del Edipo del padre al transmitir el falo?
L.D.: Si volvemos a Juanito, él le dice al papá que el papá se va con la propia madre en vez de esperarlo en la estación de tren. Entonces los 2 juegan a romper las ventanillas, entre tantas cosas, pero después se va los domingos a ver a su madre. Esto no es que esté mal, pero lo que Juanito le dice es es que va a ver a la madre en posición edípica e incestuosa. Los chicos dicen esto a menudo. Ahí no hay un suspenso, lo edípico sigue estando fantasmáticamente en cualquier neurótico, aún en el final del análisis. Pero hay una puesta en suspenso, un hiato, una discontinuidad, un silencio en donde hay una transmisión real del falo para que pueda ir después con su ganchito, con su ventana, con su fantasma. Pero mi intención era articularlo, es decir, que esto se produzca al mismo tiempo implica un duelo de la caída de lo que significaba o de lo que representaba el falo y el niño en el campo del Otro. A veces es con dolor. La fobia, creo que está cerquita de ahí.


Pregunta: No me quedó claro en el caso del niño con miedo a jugar a la pelota la conclusión que hiciste cuando hiciste referencia al estadío del espejo que hablaste algo de la falta de deslizamiento.

L.D.: Lo que se pone en el trabajo, para que se organice un síntoma fóbico, es algo del orden de la imagen especular, de la imagen virtual como producto de lo especular, pero es si lo tomamos solamente en la primera lectura como una pura imagen, es una imagen sin animación. Cuando la imagen, esto Lacan lo enseña a través del doble y de lo siniestro, falta algo e incluye esto que se produce en la operación de identificación al espejo, porque es un cuerpo, es un cuerpo al que también le concierne la falta. O sea que la falta, que ahí llama objeto a, habita la imagen especular pero no es especularizable. Es lo que va a decir que lo imaginario es el ­ phi, la reserva libidinal. Con esa reserva libidinal nos manejamos, como una reserva faltante, cercana a veces al ideal y a veces no, depende el caso. Pero ese hito hace que haya una disyunción, una distancia, un hiato entre el cuerpo. Cuando nos duele algo, nos damos cuenta que tenemos rodilla, sino no. El cuerpo habla porque se constituye con esa falta a la que muchas veces llamamos el falo que da cuerpo a lo imaginario. Cuando el falo da cuerpo a lo imaginario, hablo de falo imaginario, el ­ phi, o lo podemos decir como objeto a, se especifica en los objetos de la pulsión pero no es el objeto de la pulsión. Es la falta que va a entrar también en la vida pulsional, o sea que el objeto a anda por todos lados. Pero en relación a la imagen, lo que me interesaba destacar en relación a la fobia es que este objeto a y esta falta queda tapada, cuando tendría que estar oxigenada, cuando tendría que ser verdaderamente en menos, queda tan tapada por un significante y hay una juntura de la imagen con el significante. Esta juntura es el objeto de la fobia, por eso no desliza y es el caballo, la paloma o lo que sea. Lo que me parece que a veces ocurre a muchos niños es que está taponada por estar prendido al cuerpo del Otro o porque hubo un déficit, en el caso de este nene, en la instauración de la imagen especular, pero en otros casos se aparece esta juntura entre simbólico e imaginario que no desliza y que sitúa en relación al efecto como una angustia desenfrenada también, pero acotada. Por eso digo que la fobia es un puesto de avanzada en el nombre del padre, no es una renegación. No es lo mejor que nos puede pasar, pero estructuralmente es lo mejor. Cuando yo veo que los niños tienen una fobia, siempre digo que vamos bien. Los padres me miran y yo les explico que esto es como un movimiento subjetivo y subjetivante.

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