miércoles, 10 de mayo de 2017

Pasaje al acto suicida: intervenciones en la clínica.

Apuntes de la conferencia dictada por Daniel Zimmerman, el 10 de Mayo de 2016.

Cuando recortamos la posibilidad de pasaje al acto suicida, coincidimos en que podría ser un tema adecuado para ponerse en serie con el tema de la gravedad. Este tema no se toca tan a menudo, si bien es de la práctica habitual en el consultorio o las instituciones: en un momento nos podemos ver la encrucijada de que un paciente consulte luego de una tentativa suicida o llegue a la guardia por ese motivo. También podemos pensar algo en relación, no solo a tentativa suicida consumada, sino al momento màs frecuente de un tratamiento, con dificultad pero con la confianza que le tiene al analista, llega a decirle que quizá la mejor solución serìa quitarse la vida.

¿Qué es la cuestión de la práctica? Lacan plantea, en los comienzos de su enseñanza, cuando se pregunta por la ética del psicoanálisis. Él lo define muy brevemente: la ética del psicoanálisis pasa por practicar la teoría, poner en práctica la teoría. Cuando digo modos de intervención en el título, no se trata de recetas ni modos a tener en cuenta. Vamos a tratar de hacer es recorrer algunas cuestiones teóricas para ver cómo se llevan a la práctica. 

En la invitación a la conferencia hay un dibujo: hay un acantilado y un sujeto muy apesadumbrado. Sus hombros están caídos y él está al borde de ese abismo. Hay una carta a su lado, sobre el piso, y atrás un árbol.



La ilustración juega con una sombra que se proyecta desde el sujeto hacia atrás, en dirección al árbol. Lo primero que llamó mi atención fue que la sombra no reproduce al sujeto con los brazos al cuerpo, sino que los hace extendidos hacia atrás, aferrándose al árbol. ¿Es una ironía, un mensaje, un hallazgo de este artista, que no sé quién es? Pero en cuanto vi eso pensé que teníamos en esa ilustración, que celebro que la hayan elegido, varios elementos para abrir el juego. Y entonces me anoté: ¿qué tal si pensamos el lugar donde está, junto al abismo, como la escena? Está al borde de la escena. También podría decir que está al borde del discurso. ¿Y qué hay más allá de ese abismo? ¿Qué función tiene esa carta? Anticipo que no tengo la respuesta. Porque en la literatura y en el cine las cartas aparecen mencionadas como “Sr. Juez”, pero habitualmente acompañan estas acciones. ¿Qué pretende? Ahora, si el artista ilustra ese momento, con las manos aferradas al árbol, cuando está al borde de tirarse, quizá me está indicando algo de lo que ya me parece importante señalar de estas acciones: cuando un sujeto realiza un pasaje al acto suicida, ¿es que se quiere matar? Esa es la típica invocación cuando cualquier psicólogo o psiquiatra de guardia es llamado, en la emergencia, a asistir en esa situación: alguien se quiso matar. Mi pregunta es: ¿se quiso matar? Y si no se quiso matar, ¿qué fue esa acción, hacia dónde apuntaba? Voy a tratar de recortar ciertas coordenadas teóricas que nos permitan, por una parte, reconocer en esa acción, si se trata o no de un pasaje al acto. En la medida que podamos despejarlo como tal, despejar a su vez una intervención que nos resulte eficaz y nos permita avanzar en la cura. ¿Qué otra actitud podría tener, diferente a escuchar a alguien que se quiso matar? Si vamos un poco hacia el final, diría que no es lo mismo asistir o escuchar a alguien que no encontró otra salida más que tomar pastillas, agarrar un cuchillo o ir a las vías del tren.


Si hablo de emergencia, como auspiciosa del sujeto, uno podría decir que el inconsciente mismo es una emergencia, en el sentido de algo que emerge y que tiene que ver con la palabra. Si seguimos esa línea, anticipo que nos vamos a encontrar con una emergencia de un orden totalmente diferente: emergencia de lo inconsciente, distinta u opuesta a emergencia de lo real. Aproximación a o real. Y ultima fórmula que les planteo a ser interrogada: si voy a hablar de acción suicida, en tanto pasaje al acto, voy a proponerles esta fórmula que desarrollaremos: en tanto pasaje al acto, la acción suicida opera como contrasentido. El dibujo, de alguna manera me lo sugiere. El sujeto iría en dirección al acantilado, mientras que la sombra lo retiene, agarrándose a un árbol.

Pensemos en trastornos como la anorexia y la bulimia. Es muy habitual y todos lo saben, que la clínica actual de la anorexia y la bulimia se acompaña de cortes en el cuerpo. Esos cortes, ¿son cortes suicidas o no lo son? Me consta de una joven, que siendo alumna del secundario, en determinadas circunstancias se cortó, hubo una intervención psiquiátrica, y se indicó que se internara. hay una lógica ahí operando, la de que se quiso quitar la vida. Allí tenemos una posibilidad de intervención diferente, que no solo puede evitar que un adolescente sufra una internación innecesaria, sino que permite a su vez, valorar al síntoma como merece serlo.

Traer ejemplos no es sencillo, por eso intenté resolverlo yendo a la literatura. Acciones suicidas en la literatura y en el cine, no es algo que falte. Se trata de un cuento breve, de un escritor cubano.


“En el insomnio” de Virgilio Piñera.

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tila y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.


Yo diría que este cuento nos enseña, de forma sorprendentemente justa, en qué consiste la lógica de un pasaje al acto. Y es eso lo que voy a tratar esclarecer. Voy al final: El hombre está muerto, pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.​ Les agrego 2 frases que anoté:

- El protagonista, deviene así, en signo eterno de la dificultad para conciliar el sueño.
- Queda absolutamente identificado al que no puede conciliar el sueño.

La dificultad ha ganado la partida.

Durante todo un año de su seminario X, Lacan se dedica al tema de la angustia. No explica por qué lo eligió, pero podemos suponer que entre sus razones, está la demostración en acto frente a la crítica que por aquel entonces, década del ‘60, sufría su enseñanza: que por haber privilegiado las cuestiones en relación al lenguaje y al significante, habría descuidado la cuestión tan importante de los afectos en el psicoanálisis. Así, Lacan responde desarrollando durante todo un año, el afecto princeps para un psicoanalista: la angustia. Lo va a desarrollar de la mano de un concepto de ese momento, que está despejando, que es el objeto a. Las precisiones que él obtiene de ese objeto, le permiten precisar las coordenadas de la angustia. También pueden ver que ese seminario es una lectura, renglón a renglón, del texto de Freud “Inhibición, síntoma y angustia”. Literalmente, desde la primera hasta la última clase del seminario, Lacan dialoga con ese texto. En ese texto del año ‘20, Freud, que ya era un señor grande, con su valentía intelectual habitual escribe con todas las letras, en cuanto a la angustia, que se equivocó, que la pensó exactamente al revés de como la pensaba ahora, en relación a la represión y a la angustia.

Tan a la letra Lacan sigue a ese texto, que empieza por interrogar el título. Es a partir de despejar ese título, que va a construir un gráfico, que yo voy a ir reproduciendo en el pizarrón. En este gráfico, situaremos al suicidio como tentativa y como fantasma de suicidio.



Para Lacan, INHIBICIÓN, SÍNTOMA y ANGUSTIA no son términos homogéneos, por eso gráficamente los escribe escalonados, en diagonal hacia abajo. Esto también abre espacios vacíos alrededor de cada término. Esos espacios vacíos, Lacan los va a ir rellenando con otros afectos. No conforme con esto, Lacan propone ubicar estos términos en 2 ejes de coordenadas: la DIFICULTAD​ y la perturbación del MOVIMIENTO.

La inhibición está en el punto 0 del movimiento. Eso lo dice Freud, es la detención de una función. No solamente se trata de una función motora, puede ser la función sexual, la función intelectual, la función alimenticia.

El impedimento​, si vamos hacia un grado mayor de dificultad, es cuando el sujeto se encuentra en una situación en la que no puede algo. Está impedido de hacer algo, es el típico motivo probable de una consulta. “Tengo que dar la última materia, pero no puedo concentrarme”, “Quiero llamar a esa chica que me gusta, pero no puedo agarrar el teléfono y mandar un mensajito”. El sujeto del insomnio dice que no puede conciliar el sueño.

Fíjense qué interesante, que está encolumnado con el síntoma. Lacan lo dice: la inhibición sale del museo y ahora se encolumna con el síntoma. Se encolumna, pero todavía no alcanza. Desde un punto de vista fenomenológico, uno podría decir que hay un síntoma, que es la dificultad para conciliar el sueño. Sin embargo, somos precavidos y decimos “se encolumna con el síntoma”. Damos un paso, pero quizá no alcanza para constituir un síntoma en el sentido estrictamente analítico.

En el punto extremo de la dificultad, Lacan propone embarazo​. No es una palabra muy usada, se trata de una situación embarazosa. El embarazo es el punto extremo de una dificultad para un sujeto. Es el punto en el que un sujeto ya no puede más con algo. A esa encrucijada, Lacan la ubica como un punto de embarazo subjetivo.

Si vamos a la columna del movimiento, en el eje de la perturbación creciente del movimiento, Lacan va a poner en segundo término emoción​. Lacan se sirve de la etimología, nos recuerda allí mismo que emoción viene de emovere, moverse hacia afuera. En el punto extremo de este eje, propone un término con una cierta dificultad para traducirse, que se propuso como turbación.​ La turbación es el punto extremo del movimiento.

Los casilleros del acting out y pasaje al acto, Lacan los deja en blanco durante algunas clases. Cuando avanza en temas relacionados a la angustia, se permite completarlos. Lacan pone, primero, pasaje al acto en general, y en la última clase escribe “fantasma de suicidio”. Por lo cual, me autorizo a poner allí que la acción suicida la vamos a tener como pasaje al acto​.

Mirando el cuadro, vamos a tratar de definir qué es el pasaje al acto, e incluso, qué es el acting out. El pasaje al acto suicida, está en conjunción del embarazo con la emoción. Entonces digo, en un pasaje al acto​, en este caso el pasaje al acto suicida de este señor del insominio, digo que en un punto de extremo embarazo (es decir, en un punto de extrema dificultad subjetiva en la cual el sujeto ya casi no sabe qué hacer con esa dificultad que se confronta), con el agregado de la emoción, sale despedido fuera de la escena. Se e­mociona. Esa es la característica central de toda acción a la que vamos a caratular como pasaje al acto. Cualquier acción que ustedes puedan reconocer en esta encrucijada, va a merecer ser considerada como un pasaje al acto, con el agregado de algo que Lacan subraya también: en la encrucijada de un punto de extrema dificultad subjetiva, con el agregado de la perturbación del movimiento, el sujeto sale despedido de la escena de la que reclama sostenerse como sujeto deseante, reducido al objeto como puro desecho.​ La escena lo apremia a sostenerse deseante, pero en la dificultad de no poder hacerlo, no encuentra otra salida que salir despedido de ella. Esto lo propongo para la acción suicida como pasaje al acto.

No es que quiera matarse. No es lo mismo intervenir pensando que alguien se quiere matar a pensar en qué encrucijada subjetiva que lo apremiaba a mantenerse deseante no pudo hacerlo, dificultad extrema, y no encontró otra alternativa que salir de esa escena,​ lamentablemente, totalmente reducido o identificado a el objeto como desecho. En el ejemplo del insomne, veamos el cuadro. El hombre se acuesta y no puede conciliar el sueño: impedimento. Hace diversas cosas que no le dan resultado y la dificultad va creciendo. Cuando se pega un tiro, se agrega la perturbación del movimiento y llega al pasaje al acto. Gana la dificultad y queda identificado al lugar del cuàl él quería salir. Esa acción, no hace más que llevarlo al punto del cual él quería salir. Ha quedado fijado a aquel que no pudo conciliar el sueño. Su acción también opera como un contrasentido:​ el sujeto, en esa dirección, se encamina en sentido contrario a la escena donde es llamado a sostenerse como sujeto historizado, por un lado. Y a la vez, obra en contra del efecto del sentido, que revelaría a ese sujeto como deseante.​ La acción como tal no dice nada. Es una acción muda. Hablo de acción, contrapuesto al síntoma. El suicidio no es una acción que diga algo, como la anoréxica, que en su accionar dice “como nada”. El atracón bulímico dice “me comí todo”, aunque habría que pensarlo. Esta acción (pasaje al acto) no dice de qué se trata la cuestión. Y vuelvo a decirlo: vale para acciones de cualquier dimensión subjetiva, en las que podamos reconocer estas coordenadas. Por ejemplo:

El pasaje al acto de la Joven Homosexual en Freud, cuando cae a las vías del tren. Lacan habla del pasaje al acto de la joven homosexual. La Joven no se quiso matar, pasó al acto. Decimos que en un punto de extrema dificultad subjetiva, en la que no pudo sostenerse en la escena frente a la mirada crítica del padre por estar paseándose con la Cocot de dudosa reputación, punto extremo de la dificultad al que se le agrega la perturbación del movimiento, ella sale despedida de la escena y cae en las vías.
- El hombre de las ratas, en su accionar casi suicida para adelgazar.
- La carta de amenaza de suicidio de Dora.
- La cachetada de Dora al sr. K. En el punto extremo de dificultad en el que es puesta Dora ante la frase del sr. K, “Mi señora no es nada para mi”, y Dora se complica. Punto de extrema dificultad en Dora, frente a la pregunta del sr. K (embarazo), se perturba el movimiento, sale despedida y va como cachetada a la cara del sr. K. Literalmente “se le fue la mano”, ella no sabe lo que hizo, no hay intencionalidad. La bofetada no nos dice nada. Si ella ama al sr. K, como sostiene Freud, o ama verdaderamente a la sra K, como la lectura de lacan, la bofetada no nos lo dice. Lo cual implica que podemos maniobrar desde allí para que eso pueda ser puesto en palabras. Veamos el contrasentido: va en contrasentido de la escena donde ella se sostiene como sujeto. su vez, es contrario al efecto de sentido propio del síntoma, propio de la emergencia del inconsciente.

Si el sujeto lo escribimos como $, dividido por una barra, en el pasaje al acto está aplastado por esa barra. Todo lo que tiene que ver con efecto sujeto, queda eludido bajo ese accionar: efecto inconsciente, efecto sentido, chispa poética, lo que nos propone el chiste... ¿Qué le dijo el jardinero a su joven discípulo? ¡Disfrutemos mientras podamos! Esa es la emergencia del inconsciente, chispa, efecto evanescente, el maestro de jardinería se transforma en un verdadero maestro de la existencia. Eso es lo que el pasaje al acto deja totalmente abolido y eso es lo que nosotros podemos ir en vías de recuperación. ​En el ejemplo de la joven de la guardia, esa joven probablemente no se quiso matar, independientemente del método elegido.

Fíjense que en el cuadro, pasaje al acto y acting out son vecinos de la angustia. Pero, ¿son vecinos que aproximan a la angustia, o todo lo contrario, funcionan como pantalla para el atravesamiento de la angustia? Esto último es lo que quiero subrayar. La encrucijada en la que el sujeto se confronta, es la encrucijada de la angustia. Acting out y pasaje al acto, en relación a la angustia, son 2 modos de evadir esa encrucijada​.

El acting out tiene una diferencia, que vamos a ver si el cuadro nos la puede enseñar. Vemos que es vecino de la angustia, pero no por proximidad, sino como pantalla. Vemos que está en la encrucijada de estar en la conjunción del impedimento y la turbación. Este cuadro lo plantea Lacan a principio del seminario. A lo largo del seminario, va permutando los términos que aparecen en cada uno de los lugares. Todos, salvo uno que siempre está, que es la angustia. En un determinado momento, donde está la turbación, va a poner el objeto a.



Admitamos que el objeto a es ese objeto que Lacan relaciona con la angustia y que es objeto causa del deseo. Planteado así, con esa permutación, podemos decir que está en la encrucijada del impedimento y el a. En el acting out, no importa la magnitud o el dramatismo, o situación explosiva para decir que es un acting. Un acting va a ser considerado toda acción en la que un sujeto, impedido de manifestarse como deseante, apela a poner el objeto causa de su deseo en la escena y mostrarlo como tentativa de reconocimiento​. El impedimento es en el reconocimiento de su deseo. El objeto causa de su deseo, impedido de su cabal reconocimiento, sube a escena para hacerse reconocer de algún modo. Diferencia crucial con el pasaje al acto, es que en último se sale de la escena. En cambio, en el acting out se sostiene en la escena, pero a través de la mostración. Es algo que se muestra, dirigido a ese Otro, que justamente no lo reconoce como tal. Yo agregaría, que también puede haber algo en el propio sujeto que haga que no pueda sostener cabalmente su deseo frente al Otro​. Ejemplos:

La joven homosexual, Lacan sitúa el acting en todo el paseo con la Cocot. Ella se pasea por las calles en donde el padre circula. Hasta allí hay acting, que progresa en pasaje al acto. No es que siempre un acting evolucione así. Aquí se trata de sostenerse en la escena de algún modo. Lo cual aquí se anticipa una pregunta: Una acción suicida, ¿puede hacer un acting? Yo diría que si, porque si reconocemos que en dejar una carta a la vista de los padres, donde se entrelea que está fantaseando, quizá eso pueda tener un matiz de acting, dirigido a ese Otro que no la reconoce.

Lo que quiero subrayar también, para que ustedes lo pongan en práctica, es, volviendo al pasaje al acto suicida, poner a prueba lo que yo les decía al principio, en la fantasía suicida. Cuando un sujeto, esto pasa habitualmente, se anima a contarnos que estuvo dándole vueltas a la idea de que ya no quiere vivir más. Uno puede preguntarle, “¿No quiere vivir ​ más o no quiere vivir más ​así? a ver qué les dice. No se puede ubicar al sujeto en ese momento, tomado por un fantasma de suicidio, es decir, tomado por el fantasma de que hay una sola salida posible para él de esa salida que lo atormenta y que es salirse de la escena misma. El problema de la acción suicida, como pasaje al acto, es que es una acción de la que no se puede retornar, si fue efectivo. Nos saca, literalmente, de la escena del mundo, para siempre. Pero la escena puede ser del trabajo, la escena del colegio, la escena del hogar.

Una cachetada es un pasaje al acto, aunque no suicida. ¿Eso solo lo aplicamos a Dora? No, practiquemos la teoría, eso que nos enseña Lacan a reconocen en la letra de Freud. ¿No se puede aplicar a una mamá que en un determinado momento le da una cachetada a su hijo, que no deja de llorar? ¿Es una cuestión de violencia doméstica o esa madre ha pasado al acto porque ya no podía encontrar el modo de enfrentarse con la dificultad que la ponía ese llanto interminable del bebé? Y si un chico le pegó a un compañerito en el patio, ¿Vamos a enfocarlo solo como una cuestión de bullying o interrogamos al chico para saber si esto no podría haber sido también para salir de la situación? Quizás el compañero lo gastó de tal modo, que no pudo encontrar otra alternativa para salirse de la escena, que responder como Dora, con una cachetada o una trompada. Estoy tratando de darle actualidad e importancia a la clínica. En nuestra clínica, a ese chico lo van a derivar o a cambiarlo de colegio. No digo que todos los casos sean así, pero ¿acaso no podría ser una de esas situaciones, un punto de extrema dificultad de ese niño para sostenerse frente a un acoso, frente a no encontrar recursos con que sostenerse?


Hay una acción que no nombramos, que es la tercera que haría la tríada de las acciones que nos confronta, o nos enfrentamos en la encrucijada de la angustia​.

Déjenme leerles otro poema, este se llama “Suicidio”, de Alfonso Reyes.
Hay muchos modos de suicidarse. El que yo propongo es el siguiente: suicídese usted mediante el único método del suicidio filosófico.
—¿Y es?
—Esperando que le llegue la muerte. Desinterésese un instante, olvídese de su persona, dese por muerto, considérense como cosa transitoria llamada necesariamente a extinguirse . En cuanto logre usted posesionarse de este 1 estado de ánimo, todas las cosas que le afectan pasarán a la categoría de ilusiones intrascendentes, y usted deseará continuar sus experiencias de la vida por una mera curiosidad intelectual, seguro como está de que la liberación lo espera. Entonces, con gran sorpresa suya, comenzará usted a sentir que la vida le divierte en sí misma, fuera de usted y de sus intereses y sus exigencias personales. Y como habrá usted hecho en su interior, tabla rasa, cuando le acontezca le parecerá ganancia y un bien con el que usted ya no contaba. Al cabo de unos cuantos días, el mundo le sonreirá de tal suerte que ya no deseará usted morir, y entonces su problema será el contrario .


Digo, entonces: hay una muerte que se llama filosófica, que lleva a la vida. Es darse por muerto, nos recomienda el escritor, darse por muerto abre la posibilidad a un verdadero cambio. Más allá de ese gesto, el sujeto encontrará un nuevo horizonte para su existencia. Ese novedoso estado de ánimo, como lo llama, es señal de un deseo renovado. Alcanzar esa ganancia, decía, ese bien, resulta de la puesta en juego por parte del sujeto de la causa de su deseo. Es una acción, entonces, a la que oponemos al acting, al pasaje al acto y que llamamos acto. El acto es la acción en la que el sujeto logra el atravesamiento de la encrucijada de la angustia, poniéndose en concordancia con su deseo.

Y si ustedes me apremiaran a colocarlo en el cuadro, no tendría ningún embarazo en borrar “inhibición” y poner el acto en el lugar donde estaba la inhibición. Donde estaba la inhibición, ahora está el acto. ¿Cómo lo leemos en el cuadro? Diría que al acto está en relación polar con la angustia. A diferencia de lo que proponíamos, podríamos decir que el sujeto sale de la posición de embarazo y atravesando la angustia, sostiene su acto.


El acto va en concordancia con su deseo, aún oponiéndose a los designios del Otro.


Pregunta:​ ¿Hay deseo de muerte?
D.Z.: Como pasaje al acto, decimos que la muerte va a contrasentido del deseo. La pregunta que hacés es crucial y la voy a dejar sin responder. La acción suicida, ¿puede adquirir caràcter de acto? Es decir, ¿alguien puede cometer suicidio y tener esa acción un estatuto de acto? Hay ejemplos en la historia que podrían indicar que si, o que habría que cuestionarlos. Suicidios que han pasado a la historia reciente, que abren a esa pregunta.

Esto queda abierto para ser interrogado, porque es flor de cuestión. Para Lacan, el acto es una acción donde hay significante, un significante que se repite, de la cual el sujeto está en desconocimiento respecto a su condición de acto, porque nadie dice “Bueno, ahora voy a hacer un acto”, sino que se lee retroactivamente y el sujeto de esa acción sale renovado​. Esa es otra característica. Hay un nuevo sujeto, por eso se lee retroactivamente. La pregunta es, si el sujeto no retorna en la acción suicida, ¿hay posibilidad de evaluar un sujeto renovado? Y si no hay sujeto renovado, entonces, ¿vale o no vale la cuestión de definir como acto la cuestión? A propósito, lo dejo como pregunta.

Pregunta:​ ¿Cómo pensar el suicidio en la psicosis?
D.Z.: El pasaje al acto suicida no es patrimonio de ninguna estructura. Los que tengan práctica con la estructura psicótica, no retrocederían en ver si se pueden reconocer estas coordenadas en su accionar, quizá gobernado por lo tortuoso de las voces que lo acosan, o por alguna otra circunstancia, pero no lo descartaría. Lo mismo que para la estructura perversa. Un pasaje al acto puede ser en la encrucijada de encontrarse con el vacío de la forclusión, en la psicosis.

Pregunta​: En cuanto es eyectado de la escena fantasmática, ¿se podría pensar como un pasaje suicida cada vez que el sujeto queda aplastado?
D.Z.: En la emergencia del inconsciente, aparece el sujeto barrado, dividido entre lo que dijo y lo que sabe. Esa frase dijo más de lo que quería decir. En el pasaje al acto, en los términos del fantasma, el sujeto aparece aplastado por esa misma barra. Si a eso se te ocurre llamarlo una posición suicida, no opondría objeción. Subrayaría que la posición de que “se quiso matar” dice que este sujeto está alienado, en el sentido psiquiátrico y hasta policial del término. Es peligroso para sí y para terceros, es internado. Si alguien puede pensar que no encuentra otra salida, podríamos aplicar hasta el mismo término psiquiátrico, como aprendimos con lacan. Efectivamente, está alienado, pero está alienado en términos de que está sojuzgado frente a los designios del Otro. es esa la alienación que padece y desde ese lugar es el que intenta salir y para lo cual nuestra ayuda puede requerirse.

Nota 1 Es lo que nosotros le decimos sofisticadamente “castración”

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