lunes, 4 de septiembre de 2017

De la pulsión al fantasma.


En Subversión del sujeto... Lacan dice que el fantasma, en las neurosis, se reduce a la pulsión. Esto es así porque el neurótico reduce el deseo a la demanda. Y en la última clase del seminario sobre los cuatro conceptos, se pregunta por el devenir de la pulsión tras el fin de! análisis, una vez atravesado el fantasma y pasado el plano de la identificación.

Estas ideas señalan, a la vez que una diferencia entre ambos conceptos, su articulación, porque para que se constituya el fantasma se requiere de la pulsión. Dicho de otro modo, si la pulsión ($  D) no se constituye como tal. tampoco se construye el fantasma ($  a)
Nota: En el Seminario XlV: La lógica del fantasma. Lacan trabaja lo que en lógica se llama .implicación material (<=>), la cual se lee del siguiente modo: "En ausencia de a no hay sujeto", lo mismo es decir que: "En presencia del sujeto debe darse a". Aplicada a la relación entre la pulsión y el fantasma, la fórmula de la implicación material dice así: "En ausencia del fantasma no hay pulsión" o "en presencia de la pulsión debe darse la construcción del fantasma'
LA CONSTITUCIÓN DE LA PULSIÓN.

El animal porta, desde el momento preciso en que nace, una carga hereditaria que determina su comportamiento, el instinto. Pero para el cachorro humano las cosas son muy diferentes. No solo no cuenta con esa carga genética sino que tampoco cuenta, al momento de nacer, con la pulsión, o sea que esta no es innata. Por eso, ya en el Proyecto de psicología, Freud usa el término Trieb y dice que la pulsión se origina o ingresa gracias al complejo del Nebenmensch (otro auxiliador). O sea que si no hay Otro, una madre que posibilite o que origine la pulsión, esta no se constituye.

Una madre, dice Freud, es la que hace la ecuación simbólica: niño=falo, es decir que con el hijo obtiene aquello que esperaba del padre y este no le dio. Si la ecuación está inscripta en la madre y por ella el niño no es el falo sino su equivalente, la madre puede transmitir la falta que en ella inscribió, en relación con su propio Edipo, el Nombre del Padre. Es así como ingresa la pulsión, con la transmisión de una falta que habla de un deseo de la madre, el que se manifiesta en la apetencia que tiene por su niño.

Gracias a aquella inscripción el soma deviene cuerpo y el lenguaje, simbólico. El lenguaje, por sí mismo, no es simbólico, él deviene simbólico si se hace incorpóreo, si es incorporado por los agujeros del cuerpo, los que pasan a constituir la fuente de la pulsión. De aquí el primer vacío, e! primer agujero en un cuerpo que ya es pulsional (Lacan habla del cuerpo vasija). O sea que cuando la madre transmite libidinalmente la falta, se produce el primer vacío, la primera imagen del cuerpo pulsional.


Es el modo en que ella activa el córtex que, en el modelo óptico de Lacan, se corresponde con el espejo cóncavo.

De la operación por la que el soma deviene cuerpo y el lenguaje, simbólico, se extrae el objeto a en tanto tal, el rien, la nada de algo. En el Seminario XI: Los cuatro conceptos .. . , Lacan responde
a una pregunta de Safouan y dice que el objeto a en tanto tal es como un órgano que se separa, que se extrae del soma y del lenguaje. Vale decir que se trata de una extracción, por eso es separable y tiene que ver con la falta.

El primer vacío, que es el que arma el cuerpo pulsional, hace posible que luego, en el decurso de las fases libidinales de las que habla Freud, caigan las especies de los objetos -oral, anal, mirada y voz- como perdidos. Pero para poder caer y producirse como perdidos necesitan este canal, el vacío.

Mas para que la pulsión se constituya en todo su recorrido no alcanza con el cuerpo pulsional. Se requiere, siguiendo a Freud en Pulsiones y destinos de pulsión, del montaje de la pulsión, montaje que se realiza gracias a la actuación de la transformación en lo contrario y la vuelta contra sí mismo (dos defensas prerrepresivas), así como de la represión y la sublimación.

La transformación en lo contrario remite a la dualidad odio amor. El odio es por aquello que no encaja en el agujero del Otro en el espejo plano, y el amor por lo que sí encaja.

Para que se produzca la vuelta contra sí mismo hay que contar con el sí mismo. Y para contar con el sí mismo, con el moi, la madre tiene que ofrecer el don, la imagen del espejo plano con su agujero, que es. donde el niño se identifica y adquiere el cuerpo como unidad, el Uno de lo imaginario. He aquí lo que va a constituir el cuerpo narcisista.

Entonces, para que la pulsión culmine su recorrido, el cuerpo pulsional debe redoblarse en el cuerpo narcisista, operación que da lugar a la formación del yo ideal- "voy a ocupar el lugar que el Otro espera que yo ocupe" o "voy a ser ese objeto que el Otro espera que yo sea".

Pero cuando el niño pretende obturar el agujero en el espejo plano, hay un resto que no entra en dicho agujero. Ese resto es la mancha, y no todas las madres aceptan al niño con su mancha.

Cuando la madre no acepta la mancha en su niño, este responde con lo único que tiene para ofrecer a la demanda del Otro, su yo, que no es el yo como objeto lúdico. Lo que sucede es que al no contar con el resto que no entra en el espejo, no tiene ningún objeto parcial para ofrecer más que su yo -este camino es el que lleva a la compulsión a la repetición que encontramos, por ejemplo, en las neurosis narcisistas o en las caracteropatías.

En el plano de las identificaciones, estas operaciones, que hacen al cuerpo pulsional y al narcisista, están relacionadas con la identificación primaria, la que para Lacan es una identificación a lo real de! Otro real, al agujero del Otro.

Para el niño, la madre es diferente del resto de las personas que pueden estar con él porque pesca que tiene ganas de comérselo, pero a la vez se abstiene de hacerlo. Por eso la identifica como su madre y se identifica con la ausencia de ella.

El padre del Edipo del niño interviene en la identificación secundaria. Su función es extraer, siempre y cuando ponga a la madre como objeto causa de su deseo, al niño del espejo plano, en el punto en que se identifica solamente con e! yo ideal, y le dona el rasgo unario. Esta es la identificación a lo simbólico del Otro real.

La tercera identificación, a lo imaginario del Otro real, se da cuando el Otro puede donar (además del agujero de la identificación primaria que inscribe el falo simbólico y el rasgo unario en la identificación secundaria) sus velos. Es decir que no le transmite todos sus goces a su niño sino que transmite la pantalla, el velo.


Si retomo el camino de la identificación es porque e! cumplimiento de las tres posibilita la construcción del fantasma, el pasaje de la pulsión al fantasma.

LA CONFORMACIÓN DEL FANTASMA

Lacan dice, en una de sus definiciones, que el fantasma es el recurso, del lado del sujeto, para responder al deseo del Otro. En otro momento especifica que cumple una función defensiva, frente a la irrupción gozosa de la pulsión en la medida en que posibilita la emergencia del deseo -entendido este último como una defensa ante el goce-, ya que el objeto a es su causa en la fórmula del fantasma.

A través de los tres movimientos de la pulsión escópica -mirar, ser mirado y hacerse mirar-, el sujeto de la pulsión pasa de una posición pasiva a una activa. Pero para poder hacerse mirar requiere de la pantalla, del velo que ofrece el fantasma, porque hacerse mirar es una situación que puede engendrar angustia, inhibición o síntoma si el sujeto no pasa del segundo tiempo. Esta posición activa del sujeto, desde la perspectiva del deseo, por la vía de la identificación a lo imaginario del Otro real, aísla la función de la pantalla.

Pegan a un niño continúa siendo el lugar privilegiado en la obra de Freud para desentrañar el complejo problema del fantasma fundamental, el que ya desde Freud es calificado de masoquista.

A propósito, en las últimas clases del seminario sobre la lógica del fantasma Lacan dice que el fantasma del neurótico es perverso, y que la perversión es el masoquismo.

Según Freud, el fantasma de "pegan a un niño" tiene una connotación de exterioridad respecto de la neurosis, como si no tuviera que ver o no hubiera ensambladura con ella. Esto es así, al menos es una lectura posible, porque en la neurosis el fantasma es perverso. Pero lo es mientras quede situado en su marco, o sea que si por alguna contingencia de la vida el fantasma llegara a realizarse, en la neurosis aparecen como efecto la inhibición, el síntoma o la angustia. Otra lectura viable permite aseverar que el fantasma tiene ese lugar exterior respecto de la neurosis porque Freud lo encuentra en todas las neurosis.

Es decir que el fantasma se mantiene por fuera de la neurosis porque, por un lado, es perverso y, por el otro, es común a todas las neurosis.

Freud dice haberlo encontrado en muchos pacientes, aunque la investigación exhaustiva la realizó con cuatro casos de mujeres y dos de varones. De dicha investigación extrae un fantasma que se desarrolla en tres fases' y que se corresponde, a su vez, con tres frases gramaticales.

1) Primera fase: la frase gramatical es: pegan a un nlno. El relato se centra en una escena que miran los niños. Freud pregunta quién pega, la respuesta es: "No sé. Es un adulto. El padre". Vuelve a preguntar por el niño, quién es el niño: No se. Otro niño, varios niños. Se trata, entonces, de un sustituto paterno indeterminado que pega a uno o varios niños, también indeterminados.

Freud califica esta escena de sádica, aunque la lectura atenta del texto permite remarcar que ese sadismo no es tal, al menos no es libidinal ni erótico. No es una escena que haya aportado placer alguno, más aún, en el relato aparece el disgusto de haberla presenciado.

2) Tercera fase: la frase gramatical es: un niño es pegado.

3) Pero para llegar a la tercera hay una fase intermedia que nunca fue conciente, tampoco inconciente. Freud dice que esta es construida por el analista.

Segunda fase: la frase gramatical es: mi padre me pega, la cual es referida tanto por mujeres como por varones, aunque en la tercera fase estos últimos digan: "Mi madre me pega". Freud deduce que si ese "mi madre me pegá" es conciente, no se corresponde con la segunda sino con la tercera fase.

Esta fase intermedia es, al decir de Freud, masoquista, porque se trata de la transformación del sadismo primario en masoquismo' pero ligado a la pulsión anal.
Nota: Esto es así porque la pulsión anal presenta una lógica de exclusión, es decir, uno puede ser activo o pasivo, encierra la actividad y la pasividad. En cambio, en el campo del falo no hay dos opciones, hay una falsa opción, porque se trata del falo-castración. Si elijo el falo, no hay castración, pero está la amenaza de la castración, Si elijo la castración, aparece la envidia del pene.
Si en la primera fase el sadismo no es libidinal, no se trata de la mutación en masoquismo de ese sadismo. Pero en Pulsiones y destinos de pulsión plantea que el sadismo es primario y muta, por culpa, hacia el masoquismo. Es decir que se trata del viraje por la culpa que le produce al niño haber presenciado la primera escena.

Al decir "pegan a un niño" se empieza a determinar quién es el niño. El niño es otro, un semejante, y si mi padre le pega es porque lo odia (a él) y me ama (a mí). Vale decir que lo que se juega es la rivalidad con el semejante por el amor del padre.

Ahora bien, el masoquismo de la fase intermedia no es el que Freud teoriza en Más allá... , un masoquismo originario que deriva de la pulsión de muerte que hay más allá del principio de placer. Las cargas pulsionales (catectizadas) del ello -esto es lo que leemos en El yo y el ello- son derivadas al superyó que prohíbe la satisfacción de la pulsión. De ahí que el castigo del superyó sea un castigo erotizado, por su relación con el ello. Justamente, la tercera fase, en la que el agente (quien pega) y el niño pegado están indeterminados, provoca, a instancias de la fase intermedia, una excitación tal que desemboca en el onanismo.

Oscar Masotta decía que "pegan a un niño" forma la intersección de dos complejos, el de Edipo y el complejo del semejante. ¿Pero dónde radica la importancia del semejante?

Si la pulsión está en relación con el Otro, no se constituye sin el Otro. Y el fantasma también requiere del semejante, ese que ya en la identificación primaria, en el espejo plano, arma la unidad. Por la operación de relación entre la imagen real y la imagen virtual, ya hay un esbozo del semejante, el que tiene una función de apaciguamiento, de pantalla donde proyectar el fantasma para el encuentro sexual con el otro.

Entonces, el de "pegan a un niño" es un fantasma fundamental porque está en juego el masoquismo constitutivo, ese en el que se entrama la relación con el padre. Los efectos derivados de cada una de las fases son:

1) En la primera, la relación con el semejante.
2) En la segunda, el masoquismo.
3) En la tercera fase, por la presencia del onanismo, la recuperación fálica.

El fantasma le aporta al sujeto un placer y sustituye la función del juego infantil.

LA VACILACIÓN DEL FANTASMA

Ya he señalado que el fantasma es perverso, siempre y cuando se circunscriba a su marco, porque de realizarse, sus efectos resultan exactamente contrarios a la función que en sí cumple el fantasma.

Dice Lacan: "Era necesario que lo recuerde hoy, en el momento que daremos el paso que sigue en esta lógica del fantasma, confirmada a medida que avanzamos, que se acomoda en cierta laxitud lógica, en tanto que la lógica del fantasma supone una dimensión llamada de fantasía, donde la especie, donde la exactitud no es exigida desde el comienzo".

La exactitud refiere al valor axiomático que se lee en la fórmula $  a, cuya función es ligar el deseo del sujeto como respuesta al deseo del Otro.

La fantasía, lo mismo que el sueño, no exige exactitud. Ella se despliega en una escena con imágenes que son fuente de goce en los encuentros sexuales, siempre y cuando se mantenga la dimensión de la fantasía.

Una paciente cuenta que puede alcanzar un goce sexual intenso con la siguiente fantasía: ella está en la cárcel, presa. El guardiacárcel se acerca a su calabozo y le ofrece dejarla en libertad a cambio de algo, que ella se deje violar. En una oportunidad se encuentra con un partenaire que le propone un juego, atarla de pies y manos y violarla, Esta proposición le produce tanta angustia que sale huyendo de la escena. Cuando lo comenta en el análisis, yo le recuerdo la fantasía que ella había contado como condición de goce en el encuentro sexual.

Tras esta contingencia, la fijeza fantasmática en el encuentro con el partenaire empieza a presentar ciertos matices y ceden sus síntomas claustrofóbicos, los que se manifestaban en ciertos medios de locomoción.

El ofrecimiento de realizar el fantasma en el encuentro sexual con el otro no genera, como lo demuestra el caso, goce o placer alguno, y es por eso que debe permanecer en su estatuto de fantasma. El fantasma es perverso, pero irrumpe en el campo de la neurosis de la paciente, es ahí donde la cosa no anda.

Si el ingreso de la pulsión depende de que el Otro done la falta, el sujeto se encuentra alienado. Pero desde el momento en que e! objeto a en tanto rien se extrae -momento en que el soma deviene cuerpo, el lenguaje se vuelve simbólico y aparecen las especies de los objetos que van a caer-, la alienación, por el hecho de tener que ver con la extracción, hace posible que el sujeto no se confunda con ser objeto del Otro, en todo caso será objeto en el campo del Otro, Eso es lo que sucede con e! fantasma de "pegan a un niño': El niño está mirando cómo otro niño goza con el goce del Otro. No es objeto del Otro, sino que el objeto está recortado del campo de! Otro.

La paciente del caso no puede tomar el ofrecimiento del partenaire como un juego porque justo toca su punto fóbico. No es lo mismo que ella fantasee aquello mientras mantiene una relación sexual, a que otro le ofrezca realizarla. Por eso necesita huir de la escena, para no quedar como objeto del Otro, Eso es lo que garantiza el fantasma, la separación del Otro, y lo que se asegura ella al escapar.

Ahora bien, la consistencia o la fijeza de la escena fantasmàtica es lo que se supone que pierde una vez atravesado e! fantasma en análisis. Esta es a respuesta a las primeras preguntas de Lacan que retomo al comienzo del presente capítulo, lo que la pulsión deviene una vez alcanzado el atravesamiento de aquel.

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