viernes, 8 de septiembre de 2017

El concepto de adolescencia desde una lectura psicoanalítica. Articulaciones posibles entre la teoría y la práctica.


Si bien el término adolescencia participa de distintos discursos -el sociológico, el pedagógico, el antropológico, el psicológico, etc.-, abordarlo desde el campo del psicoanálisis supone ponerlo a la luz de una teoría que no es sin la práctica que sostiene un psicoanalista.

Nota: Aunque el desarrollo de conceptos básicos sobre la adolescencia no supone la formación de analistas con una especialidad, es importante saber cuál es la especificidad de la adolescencia. Eso permite al analista abordar, más eficazmente, las curas que conduce. La ética del psicoanálisis es solidaria de la posición del analista que opera en las curas que dirige, si la función "deseo del analista" oficia de brújula a lo largo de su recorrido.

El término pubertad, concepto metapsicológico que Freud utiliza en su magnífico Tres ensayos... , viene del latín que significa "pubis", bajo vientre. Es decir que su relación con una parte del cuerpo es indudable.

La adolescencia podría definirse, entonces, como un adolecer de pubis, esa zona del cuerpo que ejerce sobre el sujeto una acción que en principio es vivida como una exterioridad, y su subjetivación requiere de un tiempo y un recorrido que no coinciden con la emergencia de dicha acción.

La psicología evolutiva utiliza el término para describir los fenómenos que se observan en esta etapa de la vida. En el discurso social, la adolescencia es adjetivada como conflictiva, lo cual encierra una verdad que debe ser abordada por el psicoanálisis. A instancias de! discurso psicológico fue creada en la medicina una especialidad equivalente a la pediatría.

La pubertad es ese tiempo en la vida de las personas que es causa de la adolescencia y se diferencia de la infancia de modo irreversible.

El último de los ensayos, "La metamorfosis de la pubertad", es, a mi entender, el intento de realizar una lectura diferente de este tiempo de la vida, más allá de la empiria. El valor del concepto metapsicológico radica en que inscribe un punto de inflexión en la estructura del sujeto y sus efectos cobran especial importancia en la culminación de la misma.

De ese último ensayo extraigo tres afirmaciones que son contundentes.

1) "Con el advenimiento de la pubertad comienzan las transformaciones que han de llevar la vida sexual infantil hacia su definitiva constitución normal”.

Metamorfosis es la traducción del término alemán Umgestaltungen. El prefijo "um" quiere decir "lo contrario de" ... la forma que había hasta ese momento. Una nueva forma recae sobre la vida sexual infantil.

¿Pero qué es la vida sexual en este texto? Es la libido de objeto que, dice Freud, vemos concentrarse en objetos, fijarse en ellos o, en ocasiones, abandonarlos, trasladarse de unos a otros y, desde estas posiciones, dirigir la actividad sexual del individuo.

En cuanto al término "definitiva', este remite a una contundencia tal que indica un antes y un después de la pubertad en el corazón mismo de la estructuración de! sujeto. "Definitiva” habla de una posición, por eso se trata de un concepto metapsicológico, ya que desde lo empírico se podría decir casi lo contrario de la sexualidad puberal. y si es una posición, el sujeto puede encontrarse allí en cualquier momento de la vida, cada vez que algo de su sexualidad se ponga en juego.

Una paciente relata que su nieta adolescente le cuenta cómo le cuesta acercarse a los varones, el miedo que les tiene cada vez que la "acosan"; y que espera ser más grande para no tener esos problemas. Supone que su abuela puede aconsejarla en este recorrido de la vida, pero las respuestas que recibe no aportan ninguna certeza. Decepcionada, decide insistir con e! marido de mi paciente, quien rápidamente le responde que del amor y esas cosas, él no sabe nada, y que cada uno tiene que hacer su propia experiencia. Este pequeño relato de la vida cotidiana ejemplifica el "no hay relación sexual" de Lacan.

La salida de la adolescencia será posible si el sujeto cuenta con e! fantasma como recurso frente al encuentro con e! otro y con la conclusión lógica que implica el aforismo citado.

2) "El instinto sexual, hasta entonces predominantemente autoerótico, encuentra por fin el objeto sexual”.

"Por fin" guarda relación con el empleo de la palabra "definitiva" en la cita anterior. Pero lo que aquí hay que subrayar es la cuestión del objeto. La pregunta obligada es: ¿de qué objeto se trata?

No puede ser el objeto de la pulsión, ya que entre la pulsión yel objeto no hay encuentro, sino rodeo. Además, los objetos de la pulsión han sido recortados en la infancia. El texto sobre la organización sexual infantil se explaya profusamente sobre el tema.

Si bien el auto erotismo no es. una actividad que solo se desarrolla o se circunscribe a los años infantiles, en la pubertad cobra suma importancia el otro, el semejante, el que tiene una particularidad: es un otro que estabiliza el imaginario cada vez que la irrupción de lo real del cuerpo amenaza la imagen del sujeto.

El objeto sexual del que habla Freud en este caso es el otro en tanto objeto privilegiado de la pulsión, pero puesto en el lugar de la causa del deseo. Ese objeto con que se relaciona el sujeto es privilegiadamente singular y si se articula normativamente en el fantasma (que en este tiempo va sellando su función) se, vuelve condición erótica en el lazo sexual con el otro.

3) "Hasta ese momento actuaba [el instinto sexual] partiendo de instintos aislados y de zonas erógenas que, independientemente unas de otras, buscaban como único fin sexual determinado placer. Ahora aparece un nuevo fin sexual, a cuya consecución tienden de consuno todos los instintos parciales, al paso que las zonas erógenas se subordinan a la primacía de la zona genital.

El nuevo fin sexual inaugura el acto sexual en tanto posible, el que, a la luz de la referencia fálica, no debe confundirse con la genitalidad. El mismo Freud aclara que la excitación sexual no solo es producida por los órganos sexuales, sino por todas las partes del cuerpo.

Ese nuevo fin sexual, cuyo correlato es el acto sexual, compromete lo novedoso del objeto del fantasma, causa del deseo en la singularidad de cada caso, e inaugura una marca a la cual ha de remitirse cada quien cuando se cuestione la relación con el goce.

El porqué del recorte de estas citas del texto de Freud está en que ellas autorizan a fundamentar la metamorfosis que se produce en la pubertad.

UNA VUELTA POR LAS PROTOFANTASÍAS
Las protofantasías son, lo mismo que el mito, construcciones, y aunque tienen estructura de ficción, su relación con la verdad está dada por la función que cumplen en la economía libidinal. Ellas se corresponden con la investigación sexual infantil y reaparecen, con igual contenido, en la pubertad, aunque algo cambia, la operación lógica que se pone en juego no es la misma. Son, tal como lo enseña Lacan, condición necesaria en la construcción del fantasma.

Articuladas con los tiempos lógicos de la certidumbre anticipada, se observa que:

1) En la primera fantasía, la que corresponde a la escena primaria, el niño asiste al comercio sexual entre los padres. Su lugar en la escena se define por e! objeto "mirada", el niño es el objeto a de la especie mirada, resto no caído del Otro. Equivale al instante de la mirada de los tiempos lógicos y su valor de trauma se inscribe en el tiempo que le sigue.

2) En la segunda fantasía e! niño es seducido por un adulto. Es el tiempo de la identificación con e! semejante, en que por la operación de transitividad cree que la relación con el otro es recíproca. Ella equivale al tiempo de comprender y la ilusión en Juego es que "hay relación sexuar;

3) La tercera fantasía, cuyo contenido es la amenaza de castración, es producida por la inversión de la demanda "mirar - ser mirado, que anticipa el momento de concluir, Concluir que "no hay relación sexual , eso es lo que la operación de castración introduce.

Es lo que la abuela le responde, en el ejemplo antes dado, a su meta, cuando le dice que no hay saber sobre el sexo. El momento de concluir es homólogo a la estructura del acto, el sUjeto se realiza como corte de a en el lugar del Otro. Estas operaciones marcan el pasaje del objeto a que es resto de la operación de división entre el sujeto y el Otro, al objeto a que, producido como caído, pasa a ser causa de! deseo y como tal se inscribe en el fantasma.

Sirviéndose de las protofantasías, Lacan fundamenta la estructura del fantasma. De la investigación sexual infantil a la edificación de la novela familiar, que es como aparecen en la adolescencia, novela que es imprescindible construir en el análisis porque aporta la segunda vuelta por e! Edipo, la resignificación de! goce fálico, condición necesaria para el hallazgo de objeto.

Las transformaciones del cuerpo que aparecen en la pubertad aproximan las fantasías incestuosas a la creencia en su realización, de ahí que el abanico se abra entre todas las variantes que van del ascetismo absoluto a la promiscuidad más bizarra Dice Freud: "Simultáneamente al vencimiento y repulsa de estas fantasías claramente incestuosas tiene lugar una de las reacciones psíquicas más importantes y también más dolorosas de la pubertad: la liberación del individuo de la autoridad de sus padres, por medio de la cual queda creada la contradicción de la nueva generación con respecto a la antigua, tan importante para el progreso de la civilización".

Aquí mismo Freud señala que en la pubertad es posible la reproducción, la cual plantea ciertas dificultades, sobre todo porque la realidad biológica no coincide con la subjetividad puberal. Aun así, es lícito preguntarse qué es lo que se reproduce en la pubertad.

LA DISCORDANCIA ENTRE LAS VERSIONES DE LOS PADRES Y LOS HIJOS
Como el adolescente depende del otro real, que generalmente son los padres, en ocasiones se hace necesario incluirlos en la escena de la transferencia. Es ahí donde se advierte la discrepancia de versiones entre unos y otros.

A veces se dirigen al analista con la demanda de hacer entender al que no entiende (es indistinto que sea el hijo o que sean los padres), como si este fuese el mediador en un complicado litigio. Lugar difícil para quien conduce la cura, por eso hay que estar atentos y recordar quién es el paciente, de qué demanda se trata, y en función de eso, qué hay que responder.

Una mujer pide una entrevista porque quiere saber si la homosexualidad puede revertirse con el tratamiento analitico. El motivo de su consulta es que su hijo adolescente, su único hijo, en el que ha depositado todas las fantasías de "familia" que ella no pudo concretar, dice que no sabe si le gustan las mujeres. Su marido muere repentinamente siendo el hijo muy pequeño, y ella, aún muy joven, tiene que salir a trabajar, por lo cual debe dejar al niño al cuidado de sus abuelos, quienes efectivamente lo crían.

Tiene una secreta relación "amorosa" con quien fuera amigo de su esposo, es que no quiere crear "falsas suposiciones" (en un momento desliza que podrían llegar a pensar que esa relación era anterior a su viudez).

La desesperación ante las palabras del hijo la lleva a consultar a su pediatra. La pregunta es la misma que trae a la consulta conmigo, pero la respuesta de la médica es contundente: la homosexualidad es genética. Le sugiere que lo acepte y que haga (esta mujer) una psicoterapia. No conforme con la respuesta recibida, decide consultarme. A toda costa quiere saber mi opinión. Solo le respondo que la homosexualidad no es genética y que la elección sexual está determinada por la historia de cada uno, etc.

Le propongo, frente a tal desesperación, que tengamos algunas entrevistas. Ella me pide que lo vea a él.

En la entrevista con él, lo primero que me pregunta es si la homosexualidad puede revertirse. Le respondo que esa es la pregunta de su madre, formulada de modo idéntico. Lo invito, entonces, a que piense cuáles son las suyas, cuáles son sus preocupaciones. Sorprendido, comienza a hablar de las dificultades que tiene en los lazos sociales con los pares, más allá de su identidad sexual.

No entiende cómo sus padres no se percataron de que este problema comenzó en la escuela primaria, cuando los compañeros lo cargaban por ser "suavecito" y no querer jugar a los típicos juegos de varones.

La prematura muerte del padre le impidió reconocer su hostilidad ante la ceguera de ellos.

En las ocasionales relaciones que mantiene con otros varones encuentra el amor y el reconocimiento que le permiten estabilizar su imagen.

Versiones diferentes entre padres e hijos en el tiempo de la pubertad, variable que hay que tener en cuenta en la dirección de estas curas, porque aunque a esta madre la noticia de la ho imaginario es que el joven tiene un cuerpo sexuado, que es lo que suscita esa angustia que ella trata de evitar respecto de su propia sexualidad, del vínculo amoroso con el amigo del esposo que oculta.

Las tres novedades que surgen en la pubertad, marcan las diferentes versiones entre padres e hijos:

1) El hallazgo de objeto, entendido como causa del deseo y articulado lógicamente en el fantasma, ese recurso con que cuenta el sujeto para responder al deseo del Otro. Su función habilita la segunda novedad.
2) El acto sexual es posible. Para ello el sujeto debe de haber logrado una identificación sexual, ya sea hetera u homosexual.
3) Aparece la posibilidad de la reproducción, la que guarda relación con la sexualidad. Ella implica la responsablhdad ante el pasaje del individuo a la especie.

LA METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD EN LOS TRES REGISTROS
El estadio del espejo, fundador del narcicismo del sujeto en la relación con el otro, parte de una insuficiencia orgánica Y neurológica, pero paradójicamente, anticipa una imagen que atenúa la discordancia entre ambas versiones del cuerpo.

La pubertad se caracteriza por lo contrario. Hay suficiencia, orgánica y neurológica, pero no hay anticipación, o sea que el movimiento va de la suficiencia a la falta de. anticipación, Los cambios en lo real del cuerpo, la aparición de los caracteres sexuales secundarios, solicitan un nuevo anudamiento, pero es necesario que su eficacia se haya inscripto en los tiempos de la infancia. La emergencia de este real trastorna la imagen y sujeto no cuenta con el recurso simbólico que atenúa el signo traumático que porta tal irrupción.

¿Cómo se las arregla el adolescente en el campo de lo imaginario? Si cuenta con pares intenta, por la Vla de las vestiduras (ropa, tatuajes, peinados), hacerse de una pertenencia que convoque al objeto mirada, núcleo fundante de la imagen del propio cuerpo. Es que en los padres, en los adultos en general, encuentra una mirada de horror. Por eso, el analista debe tener en cuenta qué intervenciones son pertinentes en el campo de la estabilización de la imagen.

En la pubertad se requiere la constatación del otro de la propia imagen en el espejo. No hay que olvidar que Lacan subraya, en el estadio del espejo, que la operación de la identificación llega a buen puerto si la mirada del Otro funciona como tercero que ratifica la imagen del niño.

Ante la insuficiencia de recursos simbólicos con que "comprender" y atenuar los efectos traumáticos del cuerpo puberal, los adolescentes inventan la jerga, la que luego es incorporada al lenguaje común. Dicha jerga tiene por función garantizar la pertenencia al "grupo”, y como su sentido es enigmático para los demás (los adultos), pueden sustraerse de los significantes que le caen del Otro con valor de signo. Ese código que rearma lo simbólico, que al igual que los otros dos registros ha sido trastocado, equivale a los neologismos, pertenece a una determinada cultura y va cambiando según las épocas.

La jerga tiene por función escriturar la inscripción del adolescente en el lazo social. Es un modo de encontrar un lugar propio en el discurso del Otro'.

Por eso en los análisis con adolescentes recurrimos al "diálogo" como instrumento de la transferencia, el que viabiliza las intervenciones relativas a las formaciones del inconsciente. La ruptura del diálogo entre padres e hijos adolescentes es bien conocida. Los primeros, por no saber qué decir, qué preguntar, cómo contestar, dirigen a sus hijos palabras que responden más al signo que a la lógica del significante. Y la negativa a hacerse signo en el discurso de los padres provoca que las respuestas del adolescente sean monosilábicas, hostiles, actuadoras, o que, en el peor de los casos, este desaparezca de la escena a través del pasaje al acto. Todo ello se debe a la negativa de hacerse objeto en el campo del Otro.

SEGUNDO DESPERTAR. SEGUNDA VUELTA EDÍPICA
Freud se empeñó en demostrar que la sexualidad humana no se inicia en la pubertad, que su origen es contemporáneo de la constitución de la pulsión, que no es sin el Otro.

El cuerpo del bebé, además de ser alimentado y cuidado por un Otro que cumple con la función, es erotizado a través de sus agujeros. El deseo del Otro, que libidiniza y erotiza ese cuerpo, es imprescindible en este proceso.

Lo que sucede en el segundo despertar es que se requiere del pasaje por los efectos que el complejo de Edipo ha inscripto en la historia infantil singular del sujeto. En el texto sobre la metamorfosis de la pubertad, Freud señala que se trata de un cambio en la elección de objeto que requiere un duelo por la pérdida del objeto edípico. También de la puesta en juego del complejo del semejante, que de ser rival pasa a ocupar el lugar del prójimo, ya sea por identificación, ya sea por amor.

El análisis de una adolescente trascurre, durante cierto tiempo, por la comparación que hace entre sus partenaires y la figura de su padre, en una doble vertiente: o son como él, o nunca lo alcanzan. Siente gran admiración por el padre y se angustia cada vez que tiene que presentarle un novio porque no sabe si va a ser aprobados por él. La repetición incesante de este modo de tramitar la segunda vuelta por el Edipo se interrumpe gracias a que la madre interviene dándole una versión del padre des idealizada -por indicación mía se dirige a ella para "saber" quién es el padre. Le cuenta, entre otras situaciones que lo humanizan a los ojos de la joven, que en su juventud, a él le costó elegir una carrera y armar una posición económica. Es ahí donde comienza un trabajo de duelo que, en un principio, se manifiesta como temor a la muerte del padre y que deriva en un modo diferente de elección del partenaire.

La segunda vuelta edípica evidencia que en la adolescencia hay y no hay dependencia real del Otro, ambigüedad que se manifiesta en las tensiones típicas entre padres e hijos. Pero aunque la dependencia no sea la misma que en la niñez, la referencia a los padres tiene una vigencia tal que debe ser tenida en cuenta en la dirección de la cura -hay que considerar la pertinencia o no de la presencia real de los padres en la escena del análisis: llamados telefónicos, entrevistas, etc.

El segundo despertar, si se produce, ya que nada garantiza que así sea, origina una nueva escritura que determina una posición respecto del término pubertad.

La pubertad, en tanto segundo despertar, desafía la estabilización de la estructura -de ahí que los brotes psicóticos aparezcan en ella. Es el tiempo en que el sujeto pone a prueba los "títulos en el bolsillo'; cuya escritura se inaugura en la primera infancia, en que la estructura se moviliza por la irrupción del goce pulsional, acarreando consecuencias a nivel del lazo social del sujeto con el otro. Tiempo del sellado del fantasma, requisito para abordar al otro del lazo social, el que incluye el lazo sexual.

Fuente: Silvia Wainsztein, “LOS TRES TIEMPOS DEL DESPERTAR SEXUAL”, Cap. 4.

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