Apuntes de la conferencia dictada por Stella Maris Rivadero, el 20 de Octubre de 2015.
He pensado para esta ocasión intentar transmitirles algo de la clínica para pensar los distintos tiempos de la cura, de cómo alguien llega al análisis, cómo se va pasando de la inhibición al síntoma para que luego advenga la angustia como señal.
Todos sabemos que la fobia está considerada por Lacan como una plataforma giratoria que puede virar a la histeria o a la neurosis obsesiva y también a una posición perversa. Entonces, ¿Qué es lo que estabiliza a una fobia? Justamente, es el significante y el objeto fobígeno. El objeto fobígeno es un elemento que sirve para detener la avanzada del goce del Otro, en la medida que se hace una fobia para evitar la angustia masiva, que es la angustia de desamparo que inunda al sujeto y que hace perder todas las coordenadas simbólicas de su real. Entonces, podríamos pensar que la fobia es una “enfermedad” de lo imaginario, en la medida que en su estructuración la dificultad está en la carencia de la función paterna frente al Otro materno para impedirle que tome a su hijo como objeto de su goce. Ustedes me pueden decir que siempre la función paterna es carente, es verdad, pero cada modalidad estructural va a tener una peculiar intervención en la función del nombre del padre para acotar el goce del Otro. Decimos goce del Otro, pero no siempre la madre puede convertirse en un Otro en función. La madre de los bautistas, por ejemplo, no pueden hacer de Otro materno tal como lo entendemos en la clínica.
Pregunta: ¿Por qué es una enfermedad de lo imaginario?
Es una manera de decir que lo imaginario abruma al sujeto y no hay simbólico que lo agujeree en el momento de esa angustia masiva. Se le desdibuja el mundo, no puede el sujeto fóbico pensar que esa avanzada que supone el goce del Otro puede tener una barrera o un coto. Lo invade la sensación de lo que Freud llamaba el desamparo fóbico. Hay una pregnancia de lo imaginario como completo, sin agujerear. De un modo, nosotros nos movemos por un imaginario que rápidamente puede ser agujereado por la barra de lo simbólico. En la fobia, lo simbólico en tanto ley desaparece de la escena del mundo y el sujeto queda atrapado en la voracidad del Otro, a nivel fantasmático.
Como la clínica es aquello que se dice en un análisis y el analista es también 2, el que practica y el que además teoriza acerca de su práctica, vamos a intentar ahora entrar en el material.
Hace un par de años consulta una mujer de aproximadamente 40 años que es enviada por la analista de su hijo, porque padece de ataques de pánico. Lo que relata en la primera entrevista es que está medicada con clonazepam y otra droga más hace 2 años. Hace 2 años le ocurrió un hecho significativo que hizo que tuviera que ser atendida por un psiquiatra, pero pensaba siempre que con las pastillas se iba a curar del ataque de pánico. Lo que le aconteció fue que cuando subió a un avión de Aerolíneas Argentinas rumbo a Estados Unidos, el avión estaba carreateando y ella en ese momento tiene un ataque de pánico: la invade la angustia, comienza a sentir una sensación de muerte, de despersonalización, que el corazón le salta por el aire y empieza a gritar en el avión. El comandante del avión decide que el avión vuelva a la manga para evitar males mayores. Ustedes saben que cuando el avión está carreteando y tiene que volver a la manga, esto significa un costo extra para la aerolínea. Por lo cual, es una decisión que se toma en casos de extrema urgencia. Pero parece que esta mujer había hecho mucho escándalo, con lo cual descendió. Esto le valió la prohibición de viajar por 10 años en esa aerolínea más el costo del pago de una multa. Lo que es llamativo es que durante 2 años ella se queda con ese diagnóstico y a expensas de la medicación. La pregunta es qué la decidió a consultar con la analista. Ella no decidió, sino que le indicó la analista de su hijo porque su hijo tenía serios problemas en el colegio.
Hubo un primer tiempo donde su relato era del orden de lo cotidiano, no había ningún tipo de formación de lo inconsciente ni de asociación y era una queja con llanto incluido del miedo que a ella le daba los distintos medios de transporte y además el miedo atroz a subir a un ascensor. Durante un cierto tiempo, yo cada vez que ella tocaba el timbre bajaba a buscarla y sabiendo de su problema para subir sola el ascensor, bajaba y subía. En este primer tiempo se trataba de un relato donde no había una suposición de saber de la analista, o sea que no se me dirigía ningún tipo de pregunta o de comentario. Era solamente la queja de sus dificultades que incluían no solamente su miedo a los medios de transporte, sino también las relaciones tempestuosas con su marido, con quien vivía hace alrededor de 20 años. Pero ella estaba agradecida porque él la había sacado de las drogas cuando ella era adolescente.
De su historia se podía saber muy poco porque no tenía recuerdos de su historia infantil y ella situaba que su mamá había sido diagnosticada como loca y que había estado internada durante diversos períodos de tiempo y que por suerte en la última internación se había casado con uno de los médicos que la atendía. Con lo cual, ella había quedado tranquila porque le había puesto a este señor “San X”, porque la había curado por amor a la madre.
Les había dicho que la paciente estaba casada desde hacía 20 años, tiene 3 hijos. Los hijos estaban todos en análisis y ella con mucha dificultad intentaba sostener una adecuada distancia con sus hijos. Estaba todo el tiempo encima preocupada o ponía una distancia extrema. Había ahí un timing en relación al tiempo y el espacio donde ella no era consciente cómo se movía con sus hijos. Ella lo que intentaba es que no tuvieran dificultades.
Su padre, también desaparecido de la escena, se fue cuando ella tuvo 2 años y recordaba de haberlo visto alguna vez, pero no tenía ningún recuerdo. A ella la crió la abuela materna, cuyo marido era marino mercante. Su abuela era modista y trabajaba para criarla a ella, ya que la madre muchas veces no podía trabajar por estar internada y también a una prima, ya que la hermana de la madre, la tía, también estaba sola con su hija porque su marido también la había abandonado. Había un mundo predominantemente femenino donde los hombres partían rápidamente y donde este abuelo, que podría ejercer la función paterna, por su trabajo, Capitán de la Marina Mercante, estaba prácticamente ausente.
Algunos de ustedes podrán decir que el nombre de padre se transmite no necesariamente en la presencia y yo digo que no es sin la presencia del padre real y del padre imaginario. Porque el padre imaginario es aquel hombre que muestra sus debilidades, su impass en sus funciones. El padre simbólico es aquel que transmite la ley. No es lo mismo en una historia que el padre esté presente aunque su función esté debilitada, a que prácticamente no esté en su presencia real.
Luego de un tiempo de entrevistas preliminares para intentar armar un lazo transferencial, porque ella aparecía desapegada, como les decía antes, no había la posibilidad desde ella en instalar desde un Otro el sujeto supuesto saber porque justamente lo que la habitaba era una desconfianza absoluta en cualquier otro. Su madre no había sido un puerto confiable que la amara, con lo cual esa marca dejó allí una traza de debilidad frente a la confianza con respecto a cualquier otro. Un día me olvido de su dificultad de subir al ascensor sola y le doy a la paciente anterior la llave para que le abra la puerta y ella suba sola.
Ese fue un olvido mío. Uno podría pensar el olvido como una formación del inconsciente. En la conducción de la cura, un olvido de parte del analista puede ser interpretado como una resistencia del analista o también como un préstamo al inconsciente del analizante y después se puede leer que ha sido un acto interpretativo.
Cuando ella sube por las escaleras, estaba absolutamente desfalleciente, con la respiración absolutamente entrecortada y yo muy asombrada le pregunto qué le pasó. Ella me dice que tuvo que subir por las escaleras porque yo no bajé. Me agarré de ese olvido mío que después lo pude interpretar como algo que estaba leido en transferencia y no podía ser dicho, algo que estaba reprimido, tomó encarnadura en mi olvido para arribar a otra cosa.
En realidad el temor que ella tenía no era a los ascensores en sí, sino que el problema eran las puertas. Y ahí asocia con un sueño, porque ella traía repetición desde hacía varios años y nunca antes había podido asociar absolutamente nada. Era un sueño donde el contenido manifiesto, lo que ella relataba, era que estaba encerrada en una habitación donde habían muchas puertas alrededor, pero donde ella no podía entrar ni salir. Ni entrar ni salir un podría decir que son justamente los movimientos del impedimento en la fobia. Yo le pedí que asocie con esto de las puertas, a ver qué pasaba y decía que los ascensores donde se cerraban herméticamente las puertas, ella se angustia más. Y en aquellos donde ella podía ver algo, ahí podía estar un poco más tranquila. Lo de las puertas la lleva a asociar y a recortar que en su infancia, ella cuando llegaba a su casa y abría la puerta, no sabía con qué cuadro se podía encontrar. Si la madre estaba tirada en el piso con las marcas que se hacía en los brazos con los cortes, llenos de sangre, ella tenía que salir corriendo a buscar un médico, o si su madre entraba en otra escena y le empezaba a pegar y a armar un flor de escándalo porque sí. es decir, estaba en la puerta de la locura de la madre. Entonces ahí podemos pesquisar que si uno investiga en el objeto donde se sitúa la fobia, eso nos remite a ciertos significantes que hace justamente a cómo se fue estructurando esa dificultad. Esto como para contrarrestar un poco los clubes de la gente con miedo a volar, donde olvidan los significantes que hay detrás del objeto fobígeno. Esto es lo más importante, porque es aquello que permite por un lado estabilizar y por otro lado que el sujeto se pueda ir ubicando desde otro lado.
A partir de ese olvido que actuó como de algún modo de acto analítico, ella comenzó el análisis. Fue un tiempo donde ella dejó de relatar la queja cotidiana y empezó a asociar con su historia, que fue de mucho maltrato y donde ella tenía que ser la hija sobreadaptada, la chica 10 en el colegio para resarcir a la abuela de la locura de su madre. Recordemos que era la abuela materna y por otro lado trae una escena de los 16 años donde el novio de le hermana intenta abusar de ella. Ella hace una serie de denuncias en la escena familiar, pero todo el mundo mira para otro lado. Con lo cual en ella habían 2 vaivenes: por un lado esto de querer ver qué había detrás de la puerta y por otro lado no querer enterarse de lo que había detrás de la puerta. En la familia, en ciertas cuestiones se hacía la vista gorda y había que callar. Esto que había que callar ella lo trasladaba también a otras situaciones de la vida familiar. No quería enterarse que su hijo hacía bardo en el colegio, algunos bastante significativos; no quería enterarse que la secretaria de su marido manejaba toda la oficina a gusto y paladar. El marido tenía una empresa de cuestiones tecnológicas y la paciente está siempre en otra dimensión, no sabiendo bien a qué se dedicaba el marido. Era una cuestión legal, pero ella no quería enterarse de lo que había en la familia, cómo se manejaba el negocio, etc. En ese tiempo empieza también a ubicarse nuevamente el tema de los aviones. En el punto donde empezamos a localizar esto de la puerta aparece que cuando el avión aterrizaba y se abría la puerta, ella no sabía con qué se iba a encontrar. Acá se va viendo el desplazamiento de los distintos elementos donde en todo se juega lo que había detrás de eso.
Después interrumpe un tiempo, porque su cuerpo empieza a hablar y tiene una serie de trastornos físicos, todos pasajeros, pero hace que ella por un tiempo interrumpa. cada vez que tenía que venir a la sesión le acontecía algún traspié corporal. Uno podría pensar que aquello que no se dice, se muestra o se actúa. ¿Qué era lo que ella mostraba en esos dolores corporales a repetición y de distinta índole? Cuando ella vuelve, comenzamos a trabajar por qué su cuerpo hablaba y no podía hablar ella, no podía hacer entrar al discurso ciertas cuestiones. Empieza a asociar con los cortes de la madre, con los golpes, donde hay un punto que todos sabemos que para una hija mujer hay una operatoria a efectuar en todo análisis que es separarse del cuerpo de la madre. ¿Cómo separarse de una madre que hacía cuerpo con ella en el dolor, en el malestar y no había estado disponible para darle a esta hija un lugar de mujercita de la casa? Por otro lado había una carencia de la mirada amorosa de padre que la hubiera dejado más del lado de la histeria que del lado de la fobia. Ella oscilaba entre identificarse a estas cuestiones corporales de la madre, de infligirse daño, y por otro lado un intento de corte simbólico con esa madre que demandaba puro sufrimiento y que por otro lado esa madre “deseaba” que esta hija fuera el soporte de su angustia. Cuando un niño es libidinizado por su madre, es la madre que soporta la angustia del corte del hijo con ella. Acá estaban invertidos los planos en la medida que ella desde muy pequeña era eco de la angustia de la madre. Si un niño se hace eco de la angustia del Otro, no hay lugar para poder transitar todos los tiempos de subjetivación de la primera infancia y del segundo despertar sexual. Con lo cual también podríamos pensar que esta mujer había tenido un serio déficit en la asunción de la imagen corporal, en la medida que ese Otro no fue soporte con la voz y la mirada. Recordemos que la voz y la mirada son, como lo trabaja Lacan en el seminario de la angustia, los 2 objetos de los cuales se soporta el deseo del Otro y el deseo al Otro. Sin la voz y la mirada de ese Otro, no se conforma una adecuada imagen corporal para que después del tiempo del estadío del espejo un sujeto pueda no depender absolutamente del espejo, es decir, que pueda tener un cuerpo propio más allá del espejo del Otro. Con lo cual, una de las dificultades de esta mujer era justamente cómo era vista por los demás. Recordemos que ella tenía que ser 10 en el colegio para resarcir, de alguna manera, la pobre imagen y la pobre competencia de su madre frente a la mirada de la abuela materna. Por otro lado, un chico sobreadaptado, está siempre pesquisando cómo lo mira el otro, qué dice el otro de él. Ella constantemente en sus relaciones familiares y amistosas era la chica que hacía todo. Se ocupaba de arreglar todo en el cuarto familiar, de todos los parientes, incluido el del tío que había querido abusar de ella. Con el transcurso de la madre, puede empezar a cortar esas relaciones tóxicas, como dirían los New Age, en la medida que su lugar fijo, que es de goce, pero ella no estaba advertida sino a través del sufrimiento que causaba, era siempre la que trataba de mantener la imagen de la familia Ingalls. Ella empieza a decir “Tanta familia Ingalls y al final somos los Locos Adams, no es como yo pensaba”.
Ella y el marido sostenían económicamente a parte de la familia que se ocupaba de no trabajar y de abusar del dinero de ellos. Esto sin ningún tipo de pregunta ni tampoco había una relación de potlach, es decir, dar, recibir y devolver. Era más bien una relación de uso y abuso. Cuando ella empieza a interrogar su propio goce en relación a esa posición que no era sin consecuencias… Porque estar al servicio de todos la alejaba también de sus funciones como madre. Recordemos que los 3 hijos estaban también en análisis. Cuando los niños necesitan tanto análisis es porque en el tiempo de la primera infancia hay un problema con el sostén de la función del Otro. En esta línea empieza a dejar vacante ese lugar donde es usada y empieza a pedir para ella algún otro tipo de relación donde ella pide reciprocidad: va el amor y que vuelva para hacer el circuito. En el circuito anterior, ella siempre se lamentaba que terminaba pagando y los demás no la consideraban. Por otro lado, la voz que debía ser una voz amorosa, se tornaba en ella una voz imperiosa que le ordenaba acatar el mandato superyoico, que recordemos que dice “así como el padre debes ser, así como el padre no debes ser”, por lo tanto es una paradoja absolutamente irresoluble en la medida que no se puede, como dicen en el campo, estar bien con Dios y con el Diablo. Hay que decidir para no estar sometido a las paradojas de la voz superyoica. En la medida que ella pudo ir situando dónde se ofrecía al goce del Otro, porque bueno, podemos decir que ella fue gozada por el Otro pero eso queda también como marca en el cuerpo. hasta que no se borre esa marca y se escriture otra cosa, ella participada también gozosamente de ofertarse a otros que la gozaran. Con lo cual, empieza a partir de empezar a localizar esos puntos de fijación, empieza a aparecer la angustia señal.
Recuerdan que decíamos que cuando un sujeto está apresado por la angustia masiva, no hay posibilidad de discernir cuál es el punto de deseo de ese sujeto y cuál es el goce al cual está amarrado.Si nosotros pensamos que la angustia, en tanto angustia señal, es la bisagra entre deseo y goce, la angustia guía la dirección de la cura. Pero justamente con estos analizantes que rápidamente se pueden deslizar a una angustia masiva, la función del analista, con la presencia real del analista, tiene que ofertarse para poder acompañar esa dosificación de la angustia. El arte del análisis es justamente la dosificación de la angustia y el armado de los tiempos transferenciales para que haya una producción del inconsciente. Es decir, el inconsciente se produce en transferencia y los sueños nos van indicando los puntos de detención o avance de una cura, porque ahí vamos pesquisando, perfilando, cómo un sujeto va bordeando los objetos de fijación gozosa y cómo va perdiendo los goces mortíferos para empalmar y anudar de otro modo.
Pregunta: ¿Cómo es esto último de la pérdida de los puntos gozosos?
Por ejemplo, los sueños son un buen lugar para poder leer cómo un sujeto va perdiendo sus puntos de fijación gozosa, es decir, va modificando ese goce que lo aplastaba al Otro, para ir acercándose a su posición deseante. En el punto en que para poder acceder al objeto causa del propio deseo, es primero necesario perder la fijación gozosa. Recordemos que cuando hablamos de fijación gozosa hablamos del lugar en el que el sujeto el fantasma se propone a la pregunta ¿Qué quiere el Otro de mí?. ¿Quiere que sea la mierdita, la luz de los ojos, la chica sobre-adaptada…? Todos aquellos lugares donde el sujeto cree que identificándose a esos objetos en el fantasma, va a suturar el agujero del Otro. En el campo de la neurosis, donde está incluida la fobia, queda siempre un resto de luz porque el sujeto no se identifica totalmente como tapón del agujero del Otro. Recuerden a Juanito, que hizo la fobia justamente para no quedar atrapado en ese lugar renegando de la castración de la madre.
En estos síntomas , la paciente empieza a pasar de la inhibición a sintomatizar eso que le pasa. Recuerden que el síntoma es aquello que chilla, aquello que perturba al sujeto. Ella durante muchísimos años vivió sin poder circular por los lugares, cercenando su capacidad deseante, pero sin interrogaciones. Estaba acomodada fantasmáticamente. Esta crisis de angustia, que el psiquiatra diagnosticó como ataque de pánico, justamente permitió un trastabillamiento del fantasma, pero luego ese fantasma se estabilizó con la medicación, por lo cual ella recién a los 2 años y a instancias de lo que le pasaba a los hijos, pudo acceder a un análisis, donde en un primer tiempo no había demanda de análisis. Fue un tiempo a construir esa demanda para que después ella entrara en el discurso histérico para poder, de algún modo, analizarse.
Yo decía recién que para poder tener otros goces salutíferos, si me permiten la palabra, ligados a una posición deseante, primero hay que cortar con la fijación gozosa mortífera y empalmar de otro modo para anudar de otra forma. Es decir, para eso que yo les decía al principio de ese imaginario absolutamente pleno, sin agujeros, ella hubiera tenido que tener consciencia de que había una legalidad de lo simbólico que agujereara ese imaginario. Por lo cual pudo también salir de la zona de inhibición (la inhibición era el síntoma puesto en el museo) para hacer un síntoma, que está entre lo simbólico y lo real y es lo que permite de alguna manera una pregunta que también posibilita…
Pregunta: ¿Ahí está el síntoma fóbico?
Sí, el síntoma fóbico, como en cualquier otro síntoma de la estructura, media entre lo simbólico y lo real y lo que muestra que de alguna manera hay, en todo síntoma, una cuota de goce y una cuota en relación al deseo. Cuando ella empieza a interrogar por qué el miedo a los medios de transporte, por qué el temor al miedo de la puerta, es justo donde ella puede volver a ubicar, en esa posición, donde ella queda encerrada en el Otro porque restringe su propio mundo. Por otro lado, era una mujer que había intentado varios trabajos, pero que en el momento en que ella tiene que producir un acto, en el sentido de hacerse parte de su propia obra, ahí fracasaba. Eran intentos de trabajos en decoración, en cuestión de armar vestuarios en la televisión, pero cuando estaba por hacer el pasaje a otro lugar, ahí se angustiaba en exceso y retrocedía.
Yo decía antes que el analista debe dosificar la angustia, que es la tarea más compleja, porque si uno no la dosifica, puede ocurrir 2 cosas:
- Una exacerbación de la angustia, en donde el paciente puede hacer un pasaje al acto e irse.
- La anulación de la angustia, donde el paciente retrocede a una posición anterior, ya que si la angustia es bisagra entre deseo y goce, es solamente el atravesamiento del nudo de la angustia lo que nos permite encontrarnos con la causa de ese sufrimiento. Causa singular a cada quien y que va a ser aquello que permita que una vida sea vivible a pesar de las dificultades de la vida cotidiana. Eso que Freud decía “hacer de la vida neurótica un infortunio de lo cotidiano”.
En este transcurso, ella también fue interrogando cuál era el lugar de ella con respecto al marido. El marido actuaba como un agente contrafóbico, porque era quien decidía, quien operaba económicamente, quien hacía y deshacía y ella ahí como soporte de eso. Cuando se da cuenta de esto, empezamos a ver que ella sitúa que todas las cosas que ella hacía en la casa, donde de alguna manera le aliviaba al marido lo que a él no le gustaba. Pero ahí tuvo que enfrentarse a la pregunta acerca de si los bienes patrimoniales eran patrimoniales o eran sólo del marido. En el transcurso de ese tiempo, fue rectificando esta imagen corporal, porque ella no se veía a sí misma. Es una mujer muy linda, pero ella no tenía la posibilidad de aprehender esa imagen. Si la mirada y la voz del otro determinan la función de la imagen corporal, ¿cómo salir de ese espejo cuando hubo una falta de mirada hacia ella en tiempos constituyentes? La madre de ella enloqueció poco tiempo después que ella nació, por lo tanto podemos pensar que en ese primer año y medio de estructuración del espejo, ¿quién la miró? Hubo una mirada de la abuela, una mirada apenas del abuelo, una mirada del padre, pero que no fueron lo suficientemente libidinizantes para que ella pudiera salir del espejo y valerse de su propia mirada. Entonces, el trabajo analítico fue trabajar sobre esos 2 objetos prínceps para ubicar ahí la dificultad de esos otros de poder mirarla y que no era la culpable. Ella se sentía en déficit frente a eso por no haber sido lo suficientemente atractiva como hija para que sus padres la miraran amorosamente. Uno podría decir que estamos hablando de una fobia pero con una marca melancolizada en relación a esos tiempos constituyentes.
En la adolescencia, donde la hija mujer también necesita la mirada de esos otros para investir su cuerpo como un cuerpo de mujercita y ubicarse del lado femenino de la fórmula, ahí también había tenido una carencia, con lo cual ella muchas veces en relación a su marido, lo ubicaba en una posición fálica, también del lado de la fórmula de lo masculino. A partir que ella empieza a advertir todo esto, empieza a ubicar que ella se quejaba y tampoco le permitía al marido cumplir la función paterna. Ella se ocupaba de los hijos, del colegio pero rechazaba esto que no estaba inscripto en su historia familiar. Esto ocasionó todo un cambio en la familia cuando empieza a demandarle al marido que se ocupe como padre, pero también ella a restarse de ese lugar de obturar esa posibilidad, cosa que los chicos hacían síntoma, justamente, ante ese interjuego fantasmático donde allí había un acoplamiento del partenaire por cuestiones de la historia de él. Los pactos fantasmáticos de una pareja siempre son de a 2. Con lo cual él no era el malo de la película y se desentendía, sino que ella le hacía barrera a que interviniese como padre.
Por otro lado, empieza aparecer ahí algo que ella no había nombrado: hacía años que no tenían relaciones sexuales, pero esto a ella no le hacía pregunta ni la incomodaba. Lacan dice, en la clase IV del seminario R.S.I., que la eficacia de la función del nombre del padre solo es posible si un hombre hace de su mujer un objeto causa de su deseo libidinal y si una mujer soporta ser ese a, ese cacho de carne (con el perdón de las chicas), que causa el deseo del hombre. Es decir, solo si hay corriente libidinal entre un hombre y una mujer, en este caso, puede haber lugar para que ese nombre del padre funcione adecuadamente. Ella al restarse en la relación amorosa, también impedía a este hombre ejercer esta función. En ese interín, ella empieza a decir que le gustaría saber si su padre estaba vivo o muerto. No saber si un padre está vivo o muerto no es cualquier pregunta. Es una pregunta que hace a la filiación de un sujeto y que también hace a la posibilidad de poder interrogar qué de ese padre pudo tomar como rasgo identificatorio, o qué mímesis se puede hacer con el rasgo del padre. Ella no tenía registro de la familia del padre, ni abuelos ni tíos y hace una pequeña investigación pero luego en ese momento muere su abuela materna, que había oficiado de Otro materno para ella y suspende su investigación. Esta suspensión la deja en un estado de angustia y con la pregunta de “¿No tuve madre, no tuve padre? ¿De quién soy hija? ¿Cómo puedo hacer para ubicarme en una filiación, en una genealogía?”. La pregunta por la filiación y la genealogía también la lleva a la pregunta por antonomasia de la fobia en relación al deseo y al goce. ¿Por qué la pregunta por autonomasia? Porque la histérica saben hacer gozar. El debate en la neurosis fóbica es ¿deseo o no deseo? ¿Gozo o no gozo? ¿Evito el objeto de mi deseo? ¿Me gozan, me desean? Siempre está ese borde, esa frontera inestable en el no saber de qué modo se dirige el Otro.
Pregunta: ¿Cómo instalar una realidad simbólica en lo imaginario de las fobias?
La primera intervención que yo podría ubicar fue el olvido mío que dijo “Bueno, empecemos a hablar de qué es este miedo al ascensor” y yo dejando de obturar este miedo que no se hablaba, cuando bajaba a buscarla. Por otro lado, trabajamos muchas de las escenas donde había que puntuar lo que era posible, de lo que no era posible. Por ejemplo, con uno de sus hijos varones, donde el chico tenía muchas dificultades escolares, porque hacía mucho lío y ella le hacía los deberes y se ocupaba de hacerle los resúmenes. Trabajar ahí de que si ella ocupaba ese lugar, el hijo no iba a aprender nunca. Después se trabajó esto de que si ella se quejaba del marido, pero que si ella no hacía lugar a que la palabra del padre pasara, estaba siempre en el medio metida y ahí no había ninguna posibilidad de que que el marido hiciera otra cosa. Ella se quejaba pero estaba siempre en el medio de todo. El hijo no se enteraba si el padre se enojaba, el padre no se enteraba si el hijo hacía lío. Hay un punto ahí donde ella también transgredía una ley, porque acaparaba información intentando evitar algo que no es evitable: un hijo en su crecimiento debe escuchar hablar al padre, como dice Freud. Y un padre tiene que poder donarle los títulos al hijo varón, pero siempre y cuando se pueda jugar eso en la escena, que ella impedía.
Pregunta: Vos decías que el síntoma fóbico está entre lo simbólico y lo real. ¿Harías una delimitación con las fobias a los espacios (agorafobia y claustrofobia) y el resto de las fobias? Porque estuvimos viendo que la ágorafobia y la claustrofobia tenía que ver con fallas en cuestiones más constituyentes de la imagen, más primitivas que otras fobias.
Las fobias infantiles pueden tomar en la adultez otra coloratura, pero es diferente la fobia a los animales que la fobia al espacio. Ambas son síntomas, pero una es más primitiva, podríamos decir, porque remite a tiempos de constitución más primitivos que la otra. La fobia a los animales o a los objetos podrían ser esas que tienen más que ver con la fobia infantil de los 3 o 4 años. Esto [las fobias del espacio] es más, a mi modo de ver, de los tiempos del estadío del espejo, de la constitución de la imagen y de poder salir después del espejo, necesariamente. Digamos, esa dependencia a que lo van a ver, a que lo van a mirar, a lo que van a decir, es más primitivo.
Pregunta: ¿Podrías explayarte un poco más acerca de la pregunta de la fobia?
Yo decía que la pregunta fundamental de la fobia es en relación a qué quiere el Otro de mí, cómo me ubico yo frente a eso que yo supongo que el Otro quiere. Por eso vacila o bascula permanentemente entre si es objeto de deseo del Otro o si es objeto de goce del Otro. Con lo cual también queda ahí en bambalinas la pregunta del sujeto fóbico, que se pregunta qué quiere del Otro: lo deseo, lo gozo, me goza. La histérica sabe que sabe hacer desear. En la fobia, no hay ese saber hacer desear. Salvo cuando la plataforma gira, que como puede girar a la histeria o a la neurosis obsesiva, ahí hay un tiempo donde algo puede estabilizarse en relación a esa pregunta. Pero es un trabajo a efectuar.
Pregunta: Me parece interesante el tema de llevar a la angustia como dirección a la cura. ¿Puede decir algo sobre esto?
Lacan toma esto en una conferencia en relación al tema de la libertad. ¿De qué libertad se trata? De la libertad deseante. Pero no siempre el sujeto puede soportar esa libertad que está fuera del sentido del Otro, fuera de la sujeción del Otro, porque en ese instante pierde al Otro. Pero si este Otro no estuvo lo suficiente, no hay el recurso subjetivo para poder alejarse. Con lo cual el sujeto prefiere quedarse atrapado en el sentido del Otro, en este caso “la chica prolija, adaptada, etc”, que volar sola. Porque volar también tiene que ver por fuera de lo que Otro espera. Para todos estos es difícil, por eso los análisis son largos y se supone que ese encuentro con el sentido del Otro permite que el sujeto, angustia mediante, se haga cargo de su propio unario. Recuerden que el rasgo unario es lo que el sujeto toma del Otro, pero luego tiene que apropiárselo, liberándolo del sentido para poder usarlo a su favor.
Pregunta: ¿Podrías explayarte un poco más en esto del rasgo unario?
Nosotros decimos que el sujeto se funda en el campo del Otro, donde el sujeto va a recortar ese unario del Otro, ese rasgo del Otro. Lo va a tomar vía identificatoria, pero después tendrá que darle su coloratura singular. Apropiarse es ir del Otro, lo recibido o heredado, pero ver qué hace con esa herencia. Por ejemplo, en esta mujer que le comentaba, ella en esto de los viajes tenía un abuelo marino mercante, que viajaba. A ella le encanta viajar, pero el tema es si va a viajar como capitán de barco, o si va a viajar de otro modo. Si el viaje lo va a padecer o si al viaje va a ser algo que ella pueda contabilizar a su favor. Por otro lado, ella tiene una carrera de gastronomía y ella recuerda que su abuelo cocinaba. Ahí hay algo que ella toma de ese Otro y después verá cómo de esto hace arte y oficio, o estilo. El estilo es aquello que uno bordea de un objeto, pero donde lo hilvana, lo cose con lo propio, esto que quedó por fuera del campo del Otro, con el -φ a su disposición. Por eso uno dice que cuando se enoja luego de un trabajo de análisis es que el sujeto es ese y solo ese. No es igual al Otro, aunque se parezca. Es estilo es lo que va a dar la marca singular y es cuando en un análisis el sujeto llega también a la conclusión “no soy eso que el Otro quería de mí”. Con esta mujer estamos trabajando no ser esa que el Otro quería, que era la callada, la sobreadaptada, asustada a la puerta donde se encontraba con un intento de suicidio, con alguien que le iba a pegar. Pero para eso hay que atravesar la angustia y encontrarse con esa libertad que no siempre es posible, porque muchas veces se retrocede.
- Una persona que tema ser arrollada por el Otro, no es fácil que llegue a un análisis. Más allá del semblante que tenga, es “un Otro” en un primer momento que se le puede venir encima. No hay garantía ni tranquilidad para depositar una confianza transferencial. Cuando alguien ha sido tan vapuleado, el Otro se le torna como el otro pequeño que puede ser ocasión de goce rápidamente. Sostener los tiempos difíciles de la transferencia, que son largos y difíciles en ciertos momentos, ese juego con un partenaire que acompañe en la aventura del psicoanálisis para este tipo de estructura, no es una tarea sencilla. En algún momento, el analista se puede transformar en el doble, en otro momento el perseguidor, en otro momento el devorador, con lo cual es necesario calibrar el tiempo con la fobia una de las cosas más complejas.
- Cuando viene alguien con esto que se dice “ataque de pánico”, yo les hago una explicación. Trato de abrir a la cuestión de la angustia y no acepto que eso venga como un rótulo. Abro a otro juego, porque no quiero que el analista quede aceptando que esto es así, cristalizando el significante “ataque de pánico” y ahí cerrar otra posibilidad.
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