La primera cuestión que quería comentarles es qué les pasa a los que estamos en el campo “psi”, ya sean estudiantes, recibidos o analistas, cuando estamos con amigos o con otra gente que no es de este campo. Algo frecuente es que te digan “Vos tenés que analizarte por todo lo que te hablan los pacientes, que te llenan la cabeza y después tenés que ir a analizarte”. Nosotros sabemos que el analista debe ser primero paciente de su experiencia para luego poder ponerse en los zapatos de sus pacientes. Pero esta idea popular de que los pacientes nos llenan la cabeza y luego nosotros debemos ir a vaciarla a lo de nuestro analista, presupone una determinada concepción popular de lo que es la palabra y de cómo se dirige de uno a otro, de cómo se transfiere de uno a otro. esta concepción tuvo un lugar en la historia del psicoanálisis, que es la concepción catártica, es decir, el hecho de hablar para descargar determinada tensión que se acumula en algún lugar y se descarga en otro. Vamos a ver que esto es una de las cuestiones y que es mucho más complejo que esto, pero esto fue el comienzo.
Quería comenzar con esto, porque de alguna manera será el final de la charla cuando hablamos de las condiciones del analista y por qué es tan importante esto.
Me interesa esto de posición/posiciones del analista porque hay 2 cuestiones que vengo escuchando en quienes vienen a supervisar sus casos clínicos.
1- Pacientes que vienen, cumplen con su horario, pagan, pero no se sabe por qué vienen. Sigue viniendo, se diluyó el tema por el que vino y nadie sabe qué pasa acá. ¿Viene por obediencia, por compromiso?
2- Pacientes que plantean interrumpir el tratamiento. Está pensando en dejar de venir o no viene con tantas ganas. Empieza a manifestar cierta resistencia. Pareciera que el analista no puede evitarlo y tampoco sabe por qué aparece esto. Todo andaba bien y esto en los casos que con suerte suceda que el paciente nos avise. A veces directamente los pacientes no avisan y desaparecen por completo. Por eso digo que en el caso Dora, Freud tuvo la suerte que ella le avisó: “Mire dr. que esta es la última sesión”. Ella ya se lo había dicho, pero no de esa manera, sino en un sueño. Estas son las cosas que tenemos que ir escuchando y aprender a escuchar para que no nos agarre tan mal parados y no saber por qué se está cortando el lazo transferencial.
Estas dos cuestiones -el paciente que viene y no sabemos por qué o el paciente que quiere cortar el tratamiento y tampoco sabemos por qué- de alguna manera representa 2 fases de la transferencia que Freud sistematizó como transferencia positiva y negativa. Pero ojo, porque que la transferencia sea positiva no significa que no haya una resistencia ahí, por ejemplo, eso que hace que alguien siga hablando pero nosotros no sabemos por qué sigue viniendo. Pareciera que está todo bien, que no pasa nada, pero hay una resistencia ahí: no pasa nada.
Indaguemos cómo nace el concepto de transferencia y cómo se va desarrollando en la obra de Freud. Hoy lo vamos a ver desde el punto del analista, desde el punto de vista clínico y no tanto teórico.
El concepto de transferencia tiene un origen clínico, no teórico. Surge de una necesidad clínica de Freud y cuenta con una serie de antecedentes. El pecado original del psicoanálisis, según Lacan, es que algo en Freud nunca fue analizado. Es decir, hay un punto que permanece no analizado de Freud mismo, como sujeto, y eso es lo que determina un vacío inanalizable, inexplicado, que de alguna manera es la raiz en que se hunde el origen del psicoanálisis. Les propongo que nos metamos en ese pecado original.
En 1880, Freud se había recibido de médico. La formación médica de la Viena de aquella época estaba muy orientada a la fisiología, a la anatomía y a la zoología. Freud se recibe y va a trabajar al laboratorio de Brook, que era un científico muy reconocido, quien pone a Freud a investigar cortes anatómicos de animales: anguilas, cangrejos. En un momento se pone a estudiar la sexualidad de las anguilas. En el laboratorio de Brook, Freud conoce a una gran médico de aquel momento, bastante mayor a Freud, que era Breuer. Breuer era investigador, científico, médico clínico reconocido como médico de familia, que atendió a muchos famosos de la época.
Freud conoce a Breuer y se hacen muy amigos. En esa época, el tratamiento tenía dos grandes líneas: la línea psiquiátrica y la línea neurológica. La línea psiquiátrica es la de las grandes enfermedades mentales, donde estaba Charcot y se encargaba de los grandes cuadros mentales que estaban en los manicomios. Y luego estaba la neurología, que se encargaba de las enfermedades nerviosas. Existía también la psicología conductista, que tenía modelos copiados del mundo animal.
Breuer le contó a Freud acerca de un caso excepcional, que se salía de la serie de los pacientes que Breuer venía atendiendo, a los que les aplicaba hipnosis. A sus enfermos nerviosos, que eran los normales, Breuer los trataba con hipnosis, que consistía en someter al paciente a un estado hipnótico (perdía la consciencia) y se le indicaba sugestivamente que tal síntoma iba a desaparecer una vez que se despertara. Si el paciente tenía dolor de estómago, por ejemplo, se le hacía una señal de tachadura y le decía que iba a desaparecer ese dolor y tenía cierto efecto. Ahora, con Anna O, esta paciente de Breuer de 1890, aparece algo radicalmente diferente.
Anna O. caía espontáneamente en períodos de autohipnosis, que ellos lo llamaban “estadio segundo”. A la mañana se levantaba lo más bien, estaba contenta, charlaba, escribía y de pronto durante la tarde caía en un estado alucinatorio, en donde se podía poner a hablar en francés, en italiano o en inglés. Anna O. tenía una amplia cultura y le pasaban cosas extrañísimas, como ver que sus cabellos eran serpientes. Entraba en alucinaciones de terror, así como que si nada mediara entre uno y otro estado, en este estado segundo, Breuer iba, la hipnotizaba o en ese momento la inquiría a ver qué le pasaba. Ella relataba lo que le pasaba y resulta que al día siguiente sus síntomas habían desaparecido. Entonces, hay un momento fundamental donde Breuer se encuentra con esta sorpresa. Les voy a leer ese fragmento:
La primera vez que por una declaración casual, no provocada, en la hipnosis del anochecer desapareció un síntoma que ya llevaba largo tiempo, quedé muy sorprendido. En el verano hubo un período de intenso calor, y la paciente sufrió mucho a causa de la sed; entonces, y sin que pudiera indicar razón alguna, de pronto se le volvió imposible beber. Tomaba en su mano el ansiado vaso de agua, pero tan pronto lo tocaban sus labios, lo arrojaba de sí como si fuera una hidrofóbica. Era evidente que durante esos segundos caía en estado de ausencia. Sólo vivía a fuerza de frutas, melones, etc., que le mitigaban su sed martirizadora. Cuando esa situación llevaba ya unas seis semanas, se puso a razonar en estado de hipnosis acerca de su dama de compañía inglesa, a quien no amaba, y refirió entonces con todos los signos de la repugnancia cómo había ido a su habitación, y ahí vio a su perrito, ese asqueroso animal, beber de un vaso; ella no dijo nada pues quería ser cortés. Tras dar todavía enérgica expresión a ese enojo que se le había quedado atascado, pidió de beber, tomó sin inhibición una gran cantidad de agua y despertó de la hipnosis con el vaso en los labios. Con ello la perturbación desaparecía para siempre.
Y acá viene la cuestión cero de la cuestión: Breuer cuenta cómo ella, relatando un “episodio traumático”, desaparecía un síntoma y esto Breuer se lo va contando a Freud.
Pasemos a 1885: Freud se entera que hay una pasantía en Paris, con el gran Charcot, que era el gran psiquiatra de la época. Él daba maravillosas clases magistrales. Hay cuadros donde se lo ve sosteniendo en sus brazos a una paciente desmayada.
Charcot presentaba casos de histeria y es uno de los puntos importantes de lo que le va pasando a Freud. Breuer le va contando el caso de Anna O. y por otro lado Charcot, que también fue un revolucionario en su época por haberle dado carta de ciudadanía a la histeria. Es decir, incluye a la histeria dentro de las enfermedades nerviosas. hasta ese momento, la histeria era un trastorno uterino, demoníaco, degenerativo. Las mujeres se hacían operaciones para extirparse el clítoris, pues se consideraba que era una cuestión orgánica. Charcot da vuelta esa página y demuestra que la histeria no solo era del orden de lo anímico, sino que tampoco era privilegio de las mujeres. Es decir, esta cuestión de que un síntoma histérico por hipnosis desaparecía, sucedía tanto en hombres como en mujeres. Freud queda fascinado por esto, se acerca a Charcot y le dice que esto que Charcot hacía en París, en Viena lo estaba haciendo Breuer. Freud le cuenta el caso de Anna O., pero Charcot no le presta demasiada atención. Charcot no estaba interesado en la terapéutica de la histeria, sino en la mostración de la fenomenología de la histeria.
Breuer tampoco estaba interesado en la histeria, sino más bien aterrado porque Anna O. no dejaba de presentar síntomas todos los días. Breuer veía a Anna O. todos los días, varias veces por día. Los síntomas desaparecían, pero iban cambiando de lugar y de forma. Anna, de 21 años, parece que era una paciente muy atractiva. Tanto es así que luego que la atiende Breuer, la internan en un psiquiátrico y el médico que la atiende “pierde la paz de su corazón”. Así lo dice Jones en la biografía de Freud. El mèdico se enamora de Anna O. y parece ser que varios más también. En el historial clínico de Anna O., Freud le señala a Breuer un punto que le llamaba mucho la atención. En una oportunidad -dijo Jones- Freud le señaló con el dedo un pasaje de este libro, diciéndole que había una laguna en el texto. Se refirió al episodio que puso fin al tratamiento de Anna O. y dice Strachey que Freud le contó a él lo que había pasado. Breuer había escrito:
De esta manera llegó a su término la histeria íntegra. La propia enferma se había trazado el firme designio de terminar con todo para el aniversario de su traslado al campo. Por eso a comienzos de junio cultivó la «talking cure» con grande, emocionante energía. El último día reprodujo, con el expediente de disponer la habitación como lo estuvo la de su padre, la alucinación angustiosa antes referida y que había sido la raíz de toda su enfermedad: aquella en que sólo pudo pensar y rezar en inglés; inmediatamente después habló en alemán y quedó libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta.
¿Cuál era la laguna de la que Freud le habló a Strachey? Breuer se había encargado de decir, en el historial de Anna O., que lo que le llamaba la atención en esta chica es que el elemento sexual estaba llamativamente no desarrollado, como que era una chica muy asexuada. entonces Freud le cuenta a Strachey que aludió a este episodio la contribución a la historia del psicoanálisis en 1914.
Bastará decir que, cuando el tratamiento había llegado en apariencia a una consumación favorable, la paciente exteriorizó de pronto una intensa transferencia positiva no analizada hacia Breuer, de inequívoca naturaleza sexual. Según Freud, fue esto lo que movió a Breuer a postergar por tantos años la publicación del historial clínico y lo llevó, a la postre, a rehusar toda colaboración a Freud en las ulteriores investigaciones de este.
Así como Charcot no estaba interesado por la terapéutica de la histeria, Breuer estaba aterrado por la histeria. Entonces, el elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado. Fíjense en estas 2 caras de la transferencia, cómo se muestra por un lado al médico como algo “todo bien, buen paciente”, el médico que va e hipnotiza; pero detrás de esto había un mar de fondo, que era esta transferencia positiva sexual muy intensa hacia Breuer.
Fíjense lo que dice Freud en este texto de 1914:
Para el restablecimiento de la enferma se le ofreció a Breuer el más intenso rapport sugestivo, que precisamente puede servirnos como paradigma de lo que llamamos [hoy] «trasferencia». Ahora tengo fuertes motivos para conjeturar que, tras eliminar todos los síntomas, él debió de descubrir por nuevos indicios la motivación sexual de esa trasferencia, pero, habiéndosele escapado la naturaleza universal de este inesperado fenómeno, interrumpió en este punto su investigación. como sorprendido por un «untoward event» (12).
Muchos años después, Freud cuenta a Jones (amigo de Freud que hizo una de sus biografías) lo que verdaderamente sucedió, quien habla de…
Conocí por Freud mismo un relato mucho más intenso del que éste hiciera en sus obras acerca de las peculiares circunstancias en en medio de las cuales llegó a su final este nobel tratamiento. Parecería ser que Breuer desarrolló lo que hoy llamaríamos una poderosa contratransferencia frente a su interesante paciente. En todo caso, se dejó absorber de tal modo que su mujer terminó por sentirse fastidiada de no oírle hablar de otro tema que éste y al poco tiempo, además, celosa. Si bien no manifestó esto último abiertamente, la mujer de Breuer, se mostró desdichada y de mal humor. Breuer, con el pensamiento bien distante de lo que ocurría del otro lado, tardó bastante en comprender lo que significaba este cambio en su mujer. El descubrimiento provocó en él una violenta reacción, mezcla de odio y de culpa hacia su mujer, que llevó a la decisión de poner fin al tratamiento. Esa misma tarde, se le hizo saber así a Anna, que entonces ya se sentía mucho mejor, y se despidió de ella. Esa misma tarde, tuvieron que traerlo nuevamente a la casa de la paciente, a quien halló en un estado de gran excitación y, al parecer, más enferma que nunca. La paciente, que en su opinión se había mostrado como un ser asexual, que durante todo el tratamiento no había hecho la menor alusión a tal escabroso tema, estaba sintiendo ahora los dolores de un falso parto histérico, culminación lógica de un embarazo imaginario que se había iniciado y que había seguido su curso inadvertidamente a la atención directa de Breuer. Aunque sumamente violento ante esto, Breuer consiguió calmarla hipnotizándola y bañado en frío sudor, abandonó la casa. Al día siguiente, partió con su mujer rumbo a Venecia, donde pasaron una segunda luna de miel, cuyas consecuencias fueron el nacimiento de una hija. Este relato se confirma en lo escencial según los términos de una carta de Freud de esa época, escrita a Marta.
Como broche de color a todo esto, 10 años más tarde Breuer lo llama a Freud por un caso rarísimo que tenía. Freud ya había inventado el psicoanálisis. Breuer le describe el casoa Freud, quien le dice que es muy simple, que se trataba de un embarazo histérico. Breuer salió disparado nuevamente, antes de que se le repita la cuestión.
¿Qué podemos decir nosotros ahora? Que evidentemente Breuer estaba afectado por un deseo de ser padre. Entonces, se le repetía con sus pacientes esa contratransferencia y no es casualidad que le pasara repetidamente este evento desafortunado. Entonces, habiendo dado un paso atrás, Breuer por un lado, Charcot por el otro, Freud estaba en la encrucijada justa, en el momento justo: por un lado, la histeria pasaba a ser terreno de lo anímico; por el otro, el caso que le cuenta Breuer hace que Freud se dé cuenta de la naturaleza sexual de la transferencia.
Así empieza Freud con esta historia: la naturaleza de la transferencia sexual en la cura de estas pacientes histéricas. Hay una frase muy freudiana de Lacan, del seminario XI, donde Lacan dice que la transferencia es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente. es una manera lacaniana de definir este fenómeno freudiano.
Damos un paso en esta historia. En 1887, Freud emprende el tratamiento de su primer paciente Emmy von N. Emmy está internada. Los psiquiátricos de esa época eran como un Spa: se hacían baños de agua caliente, masajes, curas de sueño, descanso. Freud es llamado para hacer el tratamiento de Emmy. Ella es una paciente de cuarenta y pico de años, que presenta un síntoma muy raro, que es que de golpe le dice al que está con ella “deténgase, no hable, quédese quieto” y hace una especie de chasquido con la boca. Luego, sigue hablando lo más bien, con consciencia de lo que acababa de hacer. Freud emplea el método catártico de Breuer, pero ya desde el inicio Freud estaba interesado en otra cosa, que eran estos fenómenos raros de la transferencia.
Cuando a Emmy le estaban haciendo masajes, Freud llegaba un rato antes de que le tocara a él y resulta que Emmy empezaba a contarle cosas antes de la hipnosis, que Freud anotaba en un diario. Freud anotaba lo que pasaba antes y durante de la hipnosis. En un momento la paciente le dice a Freud que no la ande interrumpiendo, porque Freud le hacía muchas preguntas. Emmy le pide que la deje hablar hasta el final, que así se le iba la angustia. Freud se deja guiar por esto, pues estaba mucho menos interesado en curar que en saber. Freud era un gran curioso y tenía un alma de investigador. Freud ahí se da cuenta que tiene que dejar hablar la paciente espontáneamente, a ver qué surge. Es el antecedente de la asociación libre.
Hay una nota al pie de este caso, que es la nota 25, en donde Freud habla de algo importantísimo. Habla de algo que sucede en el fenómeno hipnótico, que es que cuando a alguien lo hipnotizan y le dan una orden y el paciente una vez despierto ejecuta esta orden sin saber que un médico le impartió esta orden, al preguntarle a la persona por qué hizo lo que hizo, los pacientes le dan una explicación. Por ejemplo, a alguien se le da la sugestión post-hipnótica de que tras el chasquido de los dedos se va a llevar los pulgares a la boca, cuando el médico le pregunta por qué lo hizo, responde que se mordió la lengua, o que hace unos días que le estaba doliendo. O si a una persona se le da la orden de ir a Tribunales y matar a determinada persona. La persona lo intenta hacer, la policía lo agarra y él dice que la persona le hizo una afrenta, que está muy indignado por eso, etc., aunque ni conocía a la persona que atacó. Es decir, los pacientes dan una explicación de algo que no tiene explicación. No es la explicación verdadera. A esto Freud lo llama falso enlace. Los pacientes inquiridos por el motivo, por la causa de lo que hicieron, dan una explicación que no es verdadera.
Ahora, ¿Esta explicación es un invento? ¿Es una creación del paciente de la nada? ¿Hay alguna verdad en esto que dicen? La persona que dice que se llevó los pulgares a la boca porque se mordió la lengua, se mordió la lengua y por eso hace un falso enlace con esto. Esa otra persona que va a matar al empleado de Tribunales, tuvo también una afrenta moral con alguien y entonces lo enlaza con eso. Por lo tanto, esos argumentos del falso enlace son falsos, pero son verdaderos en la medida que tienen una raíz verdadera. Esto es muy importante, porque fíjense cómo este falso enlace va a tener que ver con el núcleo del concepto de transferencia, que después Freud va a decir que es el enlace del paciente con el analista.
Pasemos ahora al texto sobre la Psicoterapia de la histeria, que también está en el mismo tono del estudio sobre la histeria. En “Psicoterapia de la histeria”, Freud dice:
Uno necesita de la plena aquiescencia, la plena atención de los enfermos, pero sobre todo de su confianza, puesto que el análisis por regla general lleva hasta los procesos psíquicos más íntimos y sobre los cuales se guarda mayor secreto.
Freud ahí da el modelo de lo que es el germen de la transferencia y es que el paciente pueda decirle al médico “ante ti no me avergüenzo y puedo contarte todo”. Este sería el modelo de la transferencia. Yo digo que es lo que podemos hacer con nuestro amigo más íntimo, al que le podemos contar nuestras cosas más prohibidas, aquello que nosotros rechazamos de nosotros mismos y podemos contarlo porque sabemos que no vamos a ser juzgados, que nos van a escuchar bien y podemos confesar ese tipo de cosas. Pero aquí aparece el segundo término, que Freud dice que es el segundo paso del germen que va dando lugar a la transferencia, que es la confianza. Y siempre digo, como dice Freud, que esa confianza nos la tenemos que ganar. Nos tenemos que ganar la transferencia y esa confianza. Esto es muy importante, porque los que nos analizamos pensamos que esa transferencia que tenemos con nuestro analista es la que nuestros pacientes van a tener con nosotros, olvidando que a nosotros nos llevó un tiempo entrar en transferencia y tener esa plena confianza en nuestro analista, que a veces se logra hasta ahí. Hay que pasar por varios análisis para poder confiar en un analista plenamente. El analista se tiene que ganar la confianza. Esto es algo que les digo siempre a mis alumnos, que en las primeras entrevistas, que puede durar muchos meses y también años, los pacientes nos testean a nosotros. Se trata de un período donde nosotros conocemos al paciente, pero el paciente también nos testea a nosotros y nos va poniendo diferentes pruebas, que son chiquititas y sutiles, para ver qué clase de persona somos nosotros. Es importante no dar por hecho la transferencia que nosotros tenemos con aquellos con quien tenemos transferencia.
Pasemos ahora a otro texto. Ya pasamos el método freudiano, que es la asociación libre, cuando Freud abandona la hipnosis. En “Dinámica de la transferencia”, Freud habla del importante papel que corresponde a la persona del médico. Freud va pasando, de a poco, de interesarse de los fenómenos transferenciales sexuales que pasan en los pacientes, a empezar a interrogar el lugar del analista, qué tiene que ver el analista con eso que les pasa a los pacientes, si está implicado o no tiene nada que ver. Habla del papel del médico en motivos creados para agotar las fuerzas psíquicas de la resistencia. Freud habla de las resistencias y dice que, particularmente en las mujeres (la mayoría de sus pacientes eran mujeres), que hay 3 tipos de resistencia:
- Cuando la enferma se cree renegada, menospreciada o afrentada por algo que escuchó del médico, algún prejuicio que tiene en relación al tratamiento. Dice que esto no es problemático, que se disuelve.
- Cuando la enferma es presa del miedo a acostumbrarse demasiado a la persona del médico, perder su autonomía de si y hasta caer en la dependencia sexual de él. Para Freud esto es más complicado, pero también se puede resolver.
- El más importante, que es cuando la enferma se espanta por transferencia a la persona del médico.
Acá aparece por primera vez la palabra transferencia, en alemán Übertragung, que significa transferencia. En alemán es una palabra muy común, no es invento de Freud, aunque él la toma del tesoro de significantes. Übertragung significa “pasar de un lugar a otro”, como una transferencia bancaria, o llevar a un lugar. Es una palabra que, como toda slas que usa Freud en su obra, son las palabras más llanas del alemán.
Respecto al tercer punto, dice Freud:
Cuando la enferma se espanta por transferir a la persona del médico las representaciones penosas que afloran desde el comienzo en contenido del análisis. Ello es frecuente y aún de ocurrencia regular en muchos análisis.
Prestemos atención, la transferencia aparece desde el comienzo y también dice que es bastante frecuente. Fíjense cómo, cuando estábamos en el caso de Breuer, se trataba de un evento desafortunado o un accidente. Acá hablamos de que sucede con bastante frecuencia, que no es tan accidental y que sucede frecuentemente. Entonces dice:
La transferencia al médico acontece por enlace falso.
Ahí está el punto que retomamos en el caso de Breuer. Da un ejemplo clínico:
Origen de un cierto síntoma histérico era, en una de mis pacientes, el deseo que acariciara muchos años atrás, y enseguida remitiera a lo inconciente, de que el hombre con quien estaba conversando en ese momento se aprovechara osadamente y le estampara un beso.
Peligro de gol, porque imagínense que Freud estaba ahí y ella tenía la fantasía de que el hombre con el que ella estaba hablando se aprovechara de ella y le estampara un beso en la boca.
Las cosas habían ocurrido, pues, del siguiente modo: Primero había aflorado en la conciencia de la enferma el contenido del deseo, pero sin los recuerdos de las circunstancias colaterales que podrían haberlo resituado en el pasado; y en virtud de la compulsión a asociar, dominante en la conciencia, el deseo ahora presente fue enlazado con mi persona, de quien era lícito que la enferma se ocupara; a raíz de esta mésalliance -yo la llamo enlace falso- despierta el mismo afecto que en su momento esforzó a la enferma a proscribir ese deseo prohibido.
Retomemos: ella tuvo una fantasía con un hombre e inmediatamente la reprimió. Ahora con Freud se repite nuevamente la escena al estar hablando con un hombre, que era Freud. Le surge esta fantasía, no la dice -por supuesto- pero de golpe detiene sus asociaciones y deja de hablar. No se le ocurre nada, tiene la mente en blanco y en esos casos casos Freud les decía “Seguramente hay algo de mi persona o de mi consultorio, que tiene que ver conmigo y por eso no asocia más”. Entonces Freud marca que eso es la transferencia, es que transfirió por enlace falso algo que era una vieja fantasía y la resistencia se vuelve el alma de la transferencia. Y ahí se pregunta por qué, si el más poderoso motivo de la cura, la transferencia, se vuelve resistencia. Entonces dice:
Al principio me incomodaba mucho esta multiplicación de mi trabajo psíquico, hasta que aprendí a inteligir lo sujeto a ley de todo este proceso, y después eché de ver que esa trasferencia no supone un considerable recargo de trabajo.
Fíjense cómo primero hablaba de un evento desafortunado, después que es bastante frecuente y ahora dice que siempre sucede. Es estructural, sucede siempre. Entonces, tenemos la famosa frase de Dinámica de la transferencia:
[...]sigue constituyendo un enigma por qué en el análisis la transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al tratamiento[...].
Este enigma vamos a tratar de resolver la próxima clase. Esa transferencia positiva que se vuelve la más intensa resistencia. Entonces, en toda cura, en definitiva, la batalla se libra en el terreno de la transferencia.
Es decir, que eso que el paciente trae de afuera, de su historia, tiene que entrar poco a poco en la transferencia.
Pregunta: Cuando un paciente nos habla, ¿tiene que ver con la transferencia positiva?
G.S.: Tiene que ver con la transferencia positiva, pero cuando no pasa nada en el tratamiento, también tenemos que pensar en una resistencia. La transferencia siempre es resistencial y es por eso que hay un punto muy importante que es cómo manejamos la transferencia, porque si estamos muy distantes del paciente, no termina de confiar en nosotros. Si nos ponemos muy abstinentes, muy silenciosos, muy distantes, muy profesionales, la cosa se enfría. La transferencia es algo caliente y es algo oscuro.
Pregunta: ¿Cómo hacer cuando la transferencia está como una resistencia y parece que no pasa nada? ¿Cómo sacarlo de ahí?
G.S.: Habría que ver cada caso, pero en general diría que si la transferencia está muy resistente y entonces no aparece material… Por ejemplo, esos pacientes que nos cuentan con lujo de detalle qué hicieron en la semana, como si fuese un relato pormenorizado y no nos dice nada, tendríamos que pensar que nosotros no estamos haciendo algo bien para darle confianza al paciente. Entonces el paciente viene, nos dice un speech para taparnos y que todo esté tranquilo, que no pase nada. Entonces, nosotros tenemos que pensar a qué no estamos dando lugar, que no estamos haciendo sentir al paciente suficientemente relajado y en confianza y con ganas de contarnos algo. Nosotros tenemos que lograr que el paciente se muera de que empiece su horario de sesión y venga a contarnos eso que pasó, que pensó o que soñó. Para eso tenemos que hacer que el paciente se sienta cómodo y confiado. Por ejemplo, una de las cosas que tenemos que evitar es abrir juicios sobre lo que dice. Esto lo vamos a ver la vez que viene. Una de las artes del analista es cómo lograr decirle cosas al paciente sin juzgarlo, sin dirigir lo que está diciendo, cómo hablarle mucho al paciente sin decirle nada. Que el paciente sienta que se le habla pero sin decirle nada, en el sentido de nada que corte el bacalao.
Pregunta: [inaudible]
G.S.: Es muy importante supervisar a esos pacientes donde no pasa nada. Es frecuente que uno supervise a los pacientes que le pasan cosas espectaculares y no se supervisa tanto la posición del analista con los pacientes con los cuales no pasa nada: vienen, habla y uno no escucha nada. Porque a veces pasa que el paciente se dedica a tapar los oídos del analista como cosa defensiva. Ahí tenemos que pensar la posición del analista como provocando esa defensa en el paciente. Entonces se arma una especie de círculo vicioso donde el analista se siente ansioso porque siente que tiene que abrir algo, interviene más y es peor, porque mete más la pata todavía y el paciente se cierra más, hasta que dice que se siente mejor y que no va a venir más.
Pregunta: Vos mencionaste lo del pecado original del psicoanálisis. No me quedó claro.
G.S.: Eso lo dice Lacan, que hay un pecado original de algo que no fue analizado en Freud. Pienso que no se trata de hacer la psicología de Freud para ver por qué inventó el psicoanálisis. Así como Freud no se dedicaba a hacer la psicología del artista, sino que tomaba su producto del artista, la obra, y no se ponía a hacer análisis de por qué ese artista llegó a ser así. Esto es lo mismo que con lo que llamamos real. En vez de ponerse a buscar una explicación, como hicieron los post freudianos, que empezaron a buscar un referente biológico. Estamos tratando de explicar algo que es un enigma. El deseo de Freud sigue siendo un enigma, no lo vamos a explicar. El pecado original es que algo en Freud no fue analizado, inanalizable, que fue esa chispa que se produjo en él. Uno dice “deseo del analista”, que es ese punto de interrogación que siempre persiste en el analista y que se opone a darle sentido a lo que dice el paciente.
El deseo del analista es lo que lleva al analizante a seguir hablando, hablando y hablando, buscando una última significación que el analista no da. No solamente porque no la tiene, sino porque está habitado por un deseo. ¿Cómo fue ese nacimiento en Freud? Esa es la gran pregunta y el pecado original. Yo creo que el pecado original del psicoanálisis está entre Anna O. y Charcot y cómo Freud se quedó impactado por esa transferencia erótica en esto que Breuer tapó, porque en el relato oficial Breuer tapó la historia. Freud toma esto tapado y yo creo que ahí nace su deseo de saber, de destapar, de descubrir.
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