martes, 18 de septiembre de 2018

El cuadro de la angustia del Sem. X. en la clínica.

Apuntes de la clase de Diana Ramos sobre el seminario X.

La dificultad y el movimiento están referidos al acto, a la realización de un deseo. Al realizar un acto, es inevitable pasar por la angustia. En todo este cuadro, de lo que se trata es del movimiento y de la dificultad del movimiento, no sobre el movimiento del hacer algo, sino del movimniento hacia el deseo y de la dificultad que haya un movimiento hacia el acto decidido, que es poder hacerlo en el deseo. Este cuadro se refiere a las neurosis. Todos los cuadros que no son la angustia son epifenómenos de la angustia, pero no son la angustia. Cuanto más cerca se está del objeto, lo que se genera es la angustia.
Inhibición, síntoma y angustia no están en el mismo piso para marcar que no son de la misma estofa. En el cuadro, se puede pasar de la inhibición al impedimento, del impedimento al síntoma, del embarazo al pasaje al acto, del embarazo a la emoción… Este cuadro es dinámico y está en movimiento permanente.

La inhibición es la detención del movimiento.
Cuando habla del eje de la dificultad, Lacan se pregunta sobre la noción del frenado, en tanto detenimiento. El movimiento, en tanto a perturbación y en tanto agitación. Cuando se pregunta por la dificultad y el frenado, va al impedimento.


En el impedimento hay algo que se impide, hay frenado. Pensemos que estamos hablando de la realización del deseo. Cuando habla del impedimento, Lacan dice que quiere bajar al suelo de la etimología. Del impedimento, va a decir que estar impedido es un síntoma y que estar inhibido es un síntoma en el museo. Sería como una especie de síntoma congelado. Cuando uno escucha a un sujeto con sus inhibiciones, el sujeto no sufre por ellas. Cuando aparece una queja en relación a eso, ya estamos en el orden del impedimento. No del síntoma, porque puede haber queja y no haber síntoma. La inhibición es el deseo, como dice lacan al final del seminario, en relación a lo que hace sufrir al sujeto neurótico, que es la imposibilidad del deseo, la insatisfacción o la prevención del deseo, la dificultad para realizar el acto. Si el sujeto realiza el acto, pasando inevitablemente por la angustia, implica que si puede el sujeto, no puede el Otro. El que tiene que poder, tener la potencia y no estar castrado es el Otro. El sujeto pospone el deseo porque en realidad quiere poner a distancia al yo ideal, a la imagen narcisista del ideal del yo. Lo que siempre se juega es siempre ser amable para el gran Otro.


Ante la aproximación del deseo, el sujeto va a responder con una respuesta narcisística, por ejemplo. Estamos en una clase y alguien puede tener una pregunta, pero no la dice porque piensa que van a pensar que va a decir una tontería. No abre la boca y no dice nada, ahí estamos en el plano del impedimento. Esto tiene que ver con la imagen narcisística, con el i(a). Esto lo habíamos visto en el piso de abajo del grafo. Entonces se rearma narcisísticamente para regular esta cuestión de la distancia entre la imagen narcisista y el ideal del yo, para no tener que enfrentarse con la posibilidad de que, en relación a su deseo, el Otro le haga problema o no ser amable para el Otro. Entonces, el sujeto responde con una defensa, con la imagen narcisista, con la captura narcisista que es una trampa, que sería una defensa ante la posibilidad de enfrentarse con el deseo. Siempre enfrentarse con el deseo tiene el riesgo de enfrentarse con la angustia y de eso no queremos saber absolutamente nada.


El deseo, es siempre deseo del Otro. La angustia es siempre la respuesta ante el deseo del Otro, es ante la falta, porque uno se enfrenta ante la castración del Otro, del objeto a que quedó en el campo del Otro y que está perdido. Uno va a responder con el fantasma en relación a los objetos que va a plantearse que son sus objetos de deseo. Esos objetos van al lugar del lado derecho en la fórmula del fantasma, $◊a, pero lo que generó esto es un objeto que se perdió y quedó en el campo del Otro, que es el objeto a causa del deseo. Cuando el sujeto se enfrenta ante el deseo del Otro, hay falta y es inevitable enfrentarse con la angustia. El sujeto tiene muchas respuestas para evadir la angustia.


El sujeto se angustia ante el goce del Otro, la demanda del Otro, el deseo del Otro. No es ante una cosa o la otra, en el seminario X dice que el sujeto se angustia ante la falta y ante la falta de la falta. La falta de la falta es el goce del Otro, pero ante la falta del Otro también. Las respuestas del sujeto tienden a querer obturar esa falta, por eso el sujeto reduce el deseo a la demanda e intenta taponar la castración. Luego vamos a ir avanzando en esto, pero en realidad hay distintas faltas a la cual se responde con angustia. La falta de la falta, entre esas, es sumamente angustiante. El goce del Otro no es lo mismo que el deseo del Otro. En realidad, el deseo del Otro se transforma de alguna manera en goce, porque es totalmente indescifrable. Cuando Lacan hace el apólogo de la mantis religiosa gigante, ahí él se encuentra ante la pregunta sobre lo que quiere la mantis religiosa gigante. El Otro lo desea a uno, pero no sabe qué. Eso termina transformándose en el goce del Otro, porque en realidad el goce fálico para el sujeto le viene siempre como goce del Otro. Cuando esta cuestión del deseo y el goce se perpetúa con el chico y nada más que en él, esto se le viene como goce del Otro. El deseo del Otro se vive como goce del Otro, porque uno no sabe qué clase de objeto es uno para el Otro. La respuesta a esto es la respuesta fantasmática, que es deseo fantasmático, con lo cual es siempre alejado del acto, por eso siempre estamos en este cuadro.


Lacan dirá que la angustia es certeza y que el acto le saca certeza a la angustia. El ejemplo que el da es el de Julio César cruzando el Rubicón. Se trata de un río muy chiquito en Italia cuyo paso estaba prohibido, y Julio Cesar está ahí dirimiéndose si pasar o no. Se angustia un montón y en un momento dice “la suerte está echada”, lo cruza y conquista Roma. Esto es lo que al neurótico le cuesta tanto hacer. El neurótico desea, desea, está lleno de deseo. Lo malo es cuando esto no se escucha, por ejemplo en los adolescentes que están cansados y duermen todo el día, aburridos todo el tiempo. Cada vez se ve más esto del aburrimiento o el aplastamiento del deseo. Pero el sujeto neurótico deseante, no pasa al acto. Los sujetos que vienen a vernos están inhibidos. Se quejan de lo que el Otro, encarnados en el marido, el jefe, etc., les hacen para no dar el paso decidido y hacer lo que desean. Y cuando lo hacen, se angustian. Está el caso de quien no da el paso por estar en cualquier lado del cuadro, o el que se manda y después no se banca al superyó, que lo castiga. Lo que el neurótico sostiene es que el Otro es el que puede y mediante el superyó el Otro recupera el trono.


Lacan se sirve de la etimología para hablar del impedimento. Impedicare quiere decir “caer en la trampa”. Dice que es una noción extremadamente preciosa, porque implica la relación de una dimensión con algo que viene a interferirla y que en aquello que nos interesa, impide no la función, ni el movimiento (como decía Freud), sino ciertamente el sujeto. Entonces, lo que interfiere al sujeto en relaciòn al deseo es la captura narcisista, la imagen narcisista. Lacan pone al impedimento en la misma columna que al sìntoma, diciendo que la trampa en cuestiòn es la captura narcisista.


En el cuadro tenemos una columna del sìntoma y una columna del sujeto. Sìntoma està en la columna del sìntoma, ¿còmo puede ser? En la columna del síntoma se piensa en las operaciones que el  sujeto hace, o bien, con la imagen en el caso del impedimento, o bien con el significante, en el caso del sìntoma. O bien, con lo real del objeto en el caso del acting out. La del medio es la columna del síntoma y lo pone ahí porque son operaciones subjetivas que el sujeto puede hacer con el objeto, en tanto y en cuanto objeto imaginario (impedimento), en tanto objeto simbòlico con el significante (sìntoma) y con el objeto en tanto real (acting out).


Lacan dice; si llegamos mas lejos al sentido por la palabra inhibiciòn, aparecen los tèrminos de la tercer columna, donde estamos en el punto mayor de la dificultad en poder acercarse al deseo, que en realidad serìa al objeto a, a enfrentarse con su objeto. En realidad, poder pasar al acto es poder hacer con el objeto. En la tercer columna, el sujeto se acerca cada vez màs a la posibilidad de encontrarse con el objeto y al deseo, entonces cada vez se detiene más y se frena más ese movimiento y la dificultad es creciente.


En la tercera columna encontramos el embarazo. El embarazo es el sujeto reducido por la barra. Es el $, porque imbaricare alude a la barra. esta es la imagen de la vivencia màs directa del embarazo, cuando uno ya no sabe qué màs hacer con uno mismo. En otra traducciòn dice que uno no sabe tras qué parapetarse. El sujeto busca ahí detrás de qué esconderse, se trata de la experiencia de la barra. Lacan dice que en español la embarazada designa a la mujer encinta, lo cual es otra forma bien significativa de la barra puesta en su lugar. Tenemos el caso de la mujer embarazada que entra al colectivo, le ceden el asiento y le da vergüenza. Esto es porque lo que se encuentra ahì es con algo inesperado, sorpresivo, con una mirada fugaz del Otro. Esto no es la vergüenza, porque cuando aparece la vergüenza ya ser armò el sujeto y estamos dentro de un fantasma de castraciòn, ya estamos hablando de algo fantasmático. El embarazo es en un segundo, es caerse cuando le va a dar el beso en la mano al papa, es ante alguien que tenga un significante amo. Ahì es como que el sujeto quedara por un segundo desnudo, dividido. Ante el embarazo, el sujeto puede responsabilizarse, salir del embarazo, o quedarse en ese estado. Responsabilizarse es asumir esta cuestiòn de la falta, porque el embarazo se refiere a una situaciòn embarazosa y es justamente donde aparece la divisiòn subjetiva. Es donde el significante barra al sujeto. Cuando aparece el embarazo, se destruye la imagen narcisista, la sensaciòn de completud. El sujeto queda paralizado, al contrario del impedimento donde el sujeto se rearma con la imagen. El embarazo es un flash, un segundo como en el caso de la Joven Homosexual. Ella entra en acting-out frente al padre cuando estaba con la Cocot, pero cuando el padre la mira, ella sufre esta divisiòn subjetiva embarazosa ante la mirada petrificante del padre. Ella estaba con la Cocot, que para ella es el falo y la relaciòn con la propia falta. Es una mostraciòn para el padre pero pensamos que el acting-out es una mostraciòn inconsciente. Cuando el padre la mira, aparece algo de la barra, de la divisiòn subjetiva del embarazo y en el caso vira hacia un pasaje al acto. Porque el movimiento es agitaciòn psicofìsica, se trata de un momento de desagregaciòn y de desborde. El embarazo puede hacer derrapar al sujeto, como si fuera un auto y se tira en las vìas del tren.


En la dimensiòn del movimiento, en primer lugar tenemos la emoción. La emoción se refiere al movimiento, al arrojar fuera. Es el movimiento que se desagrega, es la reacciòn catastròfica. lacan hablaba que la angustia es la reacciòn catastròfica. Lacan marca que todos estos tèrminos se relacionan con la angustia, porque todos estos son epifenòmenos alrededor de la angustia. No es que la joven homosexual no se angustia, sino que esto se diluye y ella no queda angustiada pensando què va a hacer con el padre que no le da bola y hacer algo con eso en relaciòn a su deseo. Porque eso es estar angustiado, la angustia es un estado donde el sujeto piensa, cavila… Hablo de la angustia señal, no de la angustia automàtica del ataque de pànico donde el sujeto no sabe lo que le pasa. En la angustia està esto de “¿lo hago o no lo hago?”, que escuchamos en los pacientes, en cambio en la Joven homosexual ella pasa al embarazo y vira hacia el pasaje al acto.


En la mayor medida del movimiento, encontramos la turbación. Lo que está más cerca de la posibilidad del acto es la turbación. Lacan dice que la turbación (emoi) no tiene nada que ver con la emoción, sino esmayer, perturbar, atemorizar y también perturbarse. Significa perder el poder y la fuerza. La turbación es trastorno, caída de potencia del significante. es cuando el sujeto pierde los emblemas significantes que lo constituyen. Pueden caer los emblemas que le dan un lugar en el Otro y cause la turbación. Eso da potencia y si el significante fàlico se pierde, se cae en el estado de turbación que también es un segundo. Es como la suelta del objeto, un ejemplo que se da es el de la turbación anal: el tipo que se quiere coger a una mina y en el momento le da diarrea. Suelta el objeto porque queda sin el significante fálico que hace que ese tipo pueda responder ante el deseo, en este caso cogerse a la mina. Se suelta el objeto. Puede ser tambièn el campo de lo escòpico, tiene que ver con la suelta del objeto, que es también como al nivel del embarazo, algo como un flash. Puede también ser el caso de la persona que se gasta todo su dinero: suelta el objeto. O ser echado de un trabajo, donde el sujeto no sabe cómo identificarse y pierde esa potencia fálica, entonces va al casino y se patina todo el dinero del retiro voluntario. La angustia aparece más en el análisis, cuando esto puede decirse y ponerse a pensar qué puede hacerse con esto. En el momento de la turbación no siente angustia, a nosotros nos sirve para saber cuándo está cerca de la angustia y cerca del deseo.


En el caso de la turbación, como el que cobra el retiro voluntario y va al casino a patinarse toda la plata, cae el objeto al patinarse toda la plata y ahí hay un acto donde patinarse todo el dinero, que sería el objeto anal, porque en realidad perdió el significante que lo sostenía. Siempre se trata de la caída del objeto que está en el campo del Otro. La pérdida de la identificación produce un flash, una pérdida de potencia y el desprendimiento del objeto.


En la clínica, el cuadro nos sirve para avisorar qué tan cerca del objeto se encuentra el sujeto, porque siempre se trata de la posición del sujeto respecto del objeto. En un momento, aparece la angustia. Cuando la joven homosexual está en una posición mostrativa frente al padre, porque Lacan dice que no se trata de homosexualidad y ella nunca se juega por la Cocot. Se está jugando en una mostración para el padre. Todo eso se juega para el padre y cuando está en este acto mostrativo, que por supuesto es inconsciente, porque cuando el padre por fin la mira, ahí ella cae. Ahí ella se angustia, pero sin embargo ella va y le cuenta a Freud esto y no dice “estoy angustiada”. Cuando viene un sujeto con angustia a nuestro consultorio, está angustiado. Ahora, ella va a contarle a Freud que se tiró a las vías del tren y no la angustia. Hubo angustia, pero inmediatamente esto se diluyó en el embarazo, que es cuando previo al pasaje al acto, la mirada del padre le produce algo en relación a la investidura fálica. La Cocot vendría a ser el falo para ella, no siendo la J.H. la que estaba en posición de falo sino la mujer. Ella elige mostrarse con una mujer que era la degradación de lo femenino, porque ella se muestra con una prostituta que encima tiene fama de lesbiana. Es como si al padre le mostrara una concha descarnadamente, como mostrando cómo puede gozar sin tenerlo. Por eso la J.H. elige a la Cocot para el acting, porque ella está mostrando con el objeto (muestra un objeto señuelo) algo que le quiere decir al padre. En el acting out no hay lugar para que el sujeto hable. Cuando viene un paciente a hablar de un acting, escúchenlo porque no está mostrando.


Celeste: tengo una paciente de 19 años cuya madre es muy exigente y hay muchas escenas, como que a los 17 años empezó a fumar. Quería que los padres no se enteren, pero fumaba cuando sacaba al perro y ella sabía que volvía con olor a cigarrillo. Ella dice “No sé cómo no se enteraron, yo pensé que lo sabían”. Otra escena es que la madre le tira “su ropa de lesbiana”, según la madre y la paciente, y ella va y se compra de lesbiana para que la madre se la tire. La hija le dice que es lesbiana, pero la madre le responde “ya se te va a pasar”.


Ella actúa y le está mostrando lo que pasa a la madre vía el objeto señuelo, que fue el pucho y la ropa de lesbiana. En el acting-out, el Otro está en la escena, a diferencia del pasaje al acto, que es tirar al Otro por la ventana. En el suicidio, cuando el sujeto se tira por la ventana, en realidad tira al Otro. El acting aparece cuando el Otro no escucha en la subjetividad. La madre, a pesar que la hija le muestra la ropa y a pesar que ella se vuelve a comprar la ropa, la madre dice “ya se te va a pasar”. ¿Qué lugar en el otro? ¿Cómo hace ella para cavar un agujero en ese Otro que se muestra tan consistente? De lo que se trata es de poder cavar un agujero en el Otro.


Los actings también pueden ser dirigidos al analista.


Una chica vive con su hermano en un departamento. Ellos no son de Buenos Aires. La chica trabaja y estudia y la madre paga algún impuesto que la chica no logra pagar. Resulta que la madre cae un fin de semana en el departamento. El hermano de este chico se había ido para estar con la novia y como era un fin de semana largo, esta chica iba a recibir al novio. La madre cae sin avisar, la chica se enoja con la madre sin decirle que va a venir su novio y la echa. Ella se termina quedando sola con el novio el fin de semana. Pero en vez de poder disfrutar del novio durante el fin de semana, empieza a comer compulsivamente. También vomitaba.


Uno podría pensar que esto de echarla a la madre es un pasaje al acto, porque la echa de la escena. En realidad, al echar a la madre se echa la misma chica de la escena, de la posibilidad de un acuerdo simbólico con el Otro. En este caso, de poder servirse de la madre como mujer y decirle, por ejemplo, “Vos que sos mujer, va a venir mi novio y quiero estar”. Pero la chica no puede hacer esto, porque el vínculo con esta madre es tan grande, que el corte no lo puede hacer sin el pasaje al acto. No puede servirse de la posibilidad de contar con esa madre como mujer.


La compulsión (comer y vomitar) sería un síntoma, que aparece después de que echa a la madre. Ella intenta cortar con la madre, se va del Otro y lo vuelve a traer a la escena mediante el síntoma, porque esta madre es una madre nutriente. Y ella la hace consistir como la suministradora, la que tiene que pagar, la que los ayuda cuando no tienen. En el síntoma, ella vuelve a recuperar el goce materno. En la compulsión de comer aparece de vuelta el objeto pecho, madre y la vuelve a recuperar como a un Otro consistente. Ahí, entonces, se pasa del pasaje al acto al síntoma. Todo es para alejarse de la angustia. Es un imposible sacarse al Otro primordial de encima, el tema es cómo se hace con este Otro, pero sacárselo no hay otra que tirarlo por la ventana y eso es un pasaje al acto. La paciente está en cómo me separo y cómo me vuelvo a alienar, así es como recibimos nosotros a los pacientes: ¿Cómo me separo de eso que me aliena?


Otro caso: Una chica que siempre estaba desafiando a la mamá, llega al día del cumpleaños del padre. Ella desafía a esta madre mostrándole hombres. En el cumpleaños del padre, familia judía, ella se pone a salir con un negro. Los padres eran muy ortodoxos y en esta fiesta, que iba a ser muy importante, ella dice que va a ir con el negro. Ella no iba a ir sin el negro, entonces el analista le dice “Parece que no puede enfrentar a su mamá sino es mostrando algo”. Termina esa intervención y a la próxima entrevista llama ella diciendo que está desolada, que no va a poder ir porque fue el jardinero a la casa y le podó todas las flores. Ella, cuando vio que el jardinero se llevaba la caja con las flores podadas, tiene un fallido y dice “Quedé desolada cuando vi que se llevaban el cajón con las flores”. Ahí también tenemos cómo esta chica hace un acting para el analista, donde antes era hacia a la madre, donde le llevaba un objeto fálico en la competencia con los padres. Este objeto podría ser un audi que un tipo lleve al asado de los domingos, o que una mujer lleve a un tipo y en esta competencia con la madre ella no quedara desolada. Si ella se enfrentaba a la madre sin este objeto fálico, ella quedaba totalmente desprotegida frente a esa madre que lo tenía. Cuando el analista interviene de esta manera, ella se angustia pero inmediatamente va al acting y dice que no puede ir, mostrándole al analista que si ella va sin este hombre, no podía. este pedido, esta intervención del analista de esta chica, hace que ella le muestre vía el objeto señuelo, las flores podadas, algo así como “usted quiere que yo pode mis flores”. Ahí también algo del orden del fallido que ella tiene, cajón por caja, una operación que ella hace con el significante, una operación que puede hacer en lo simbólico. El analista ahí está bien posicionado, porque está representando al gran Otro. Lo que tiene que hacer es tranquilizarla, intentar reprogramarle, esperarla. Lo que ella en realidad está demandando y no puede, es un lugar en el Otro que la aloje y que no le pida esto que ella por ahora no puede. Cuando un paciente está en acting-out dirigido hacia nosotros, debemos alojarlo y tranquilizarlo, porque lo que está pidiendo es alojamiento. Del acting puede pasar a un pasaje al acto.

Esto nos permite pensar en qué posición vienen nuestros pacientes y poder ordenar las intervenciones del analista.

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