En el pizarrón:
Mi intención es situar la constitución del yo en Freud, lo necesario que fue para Freud construir los conceptos de yo y narcisismo. A partir de Freud, en la enseñanza de Lacan, aparece la identificación especular en la que el yo se constituye a partir de la mirada de la madre, cómo esta mirada produce un reflejo y en ese reflejo de constituye ese yo, ese núcleo del yo.
Freud abre el psicoanálisis con una invención. Él viene de la neurología, trata a sus famosas histéricas, avanza en la clínica de esos primeros pacientes y en un momento descubre el inconsciente. Ubica representaciones inconscientes que por ciertos procesos pasan a la conciencia. Estos procesos inicialmente los llamó censura. La censura impide el paso, o una censura que se relaja y permite el pasaje de esas representaciones inconscientes, en las que él va ubicando representaciones muy primitivas, por ejemplo, lo oído y lo visto primordial. Años más tarde, Freud dice que lo oído y lo visto primordial hace que cada quien tenga su inconsciente. Ubica esto de lo visto y oído primordial, primario, instituyente, ubica estas representaciones inconscientes como aquello que va a permitir lo instituyente del sujeto. De esta manera, Freud tiene un primer esquema del aparato psíquico.
Este primer esquema (esquema del peine) ubica las representaciones y las huellas mnémicas entre la conciencia y la motilidad. Esta es la primera tópica freudiana. Esta primera tópica, entre inconsciente y preconsciente. Uno escucha que el psicoanálisis hace consciente lo inconsciente. Esta frase ubica todas las transformaciones que en estos años de psicoanálisis merece esta afirmación: ni es tan sencillo hacer consciente lo inconsciente, ni tampoco tenemos la chance de que la cura sea hacer consciente esas representaciones. A su vez, dejo una discusión pendiente: ¿qué entendemos por representación? ¿Es una imagen, es una letra, una asociación? Esto merece un debate.
Con estos elementos Freud empieza a analizar a sus pacientes. Escribe La interpretación de los sueños y va apareciendo otro tema que es de importancia, que es la cuestión de la libido, la cuestión de las cargas que catectizan el cuerpo, que le ponen libido a algunas zonas del cuerpo y que obligan a Freud a situar lo que él llama pulsiones. Pulsión de vida, inicialmente, partida en 2: pulsión de autoconservación y pulsión de conservación de la especie. En esta trama de pulsiones, que luego serán las pulsiones Eros, pulsiones del yo, a Freud se le hace un problema: aparece un cuarto catectizado. Y si bien desde 1895 en Proyecto de una psicología para Neurólogos intenta armar un modelo diferente a partir de los haces neuronales y los recorridos de esos sistemas que él llamaba neuronales, empieza a ubicar algunas cuestiones que son de enorme importancia acerca de lo instituyente del sujeto, cómo surge un sujeto del lenguaje y además cómo surge un sujeto del inconsciente.
El caso Dora es de antes de 1910, el caso Juanito, Tres ensayos para una teoría sexual, que nos brinda hoy la posibilidad de seguir pensando las nuevas modalidades de presentaciones sexuales en la clínica. Hoy podemos seguir pensando a partir de esos 3 ensayos (ensayos sobre perversión, ensayos sobre niños y sobre la metamorfosis de la pubertad), seguimos pensando y seguimos encontrando fuentes para pensar ciertas presentaciones en la clínica y en lo social. Estas presentaciones, no digo que no sean naturales, se producen a partir de revoluciones respecto de las posiciones sexuales, como lo trans. ¿Es perversa la homosexualidad? Freud dice que no. ¿Hay acto sexual consentido antes de pensar la metamorfosis de la pubertad? Freud dice que hay 2 tiempos de los comienzos de la sexualidad. Uno en la infancia y otro segundo tiempo definitivo respecto de la función sexual a partir de la metamorfosis de la pubertad en la adolescencia. Freud ya en su tiempo produjo una revolución en la que hoy nos apoyamos para pensar y repensar lo trans en la niñez, el cuerpo del adolescente, las cuestiones que se presentan en lo transgénero, etc.
Inicialmente Freud no contó con el concepto del narcisismo, sino que lo crea y lo renueva en 1914, cuando escribe Introducción al narcisismo, que donde conceptualiza lo que él entiende por narcisismo. Habiendo trabajado esta primera tópica, Freud requiere de una nueva vuelta para poder articular pulsión (de vida, en ese momento), cuerpo y lenguaje, por así decirlo. Requiere de todo un tiempo de trabajo para poder acceder a este nuevo concepto. Este nuevo concepto, para Freud es absolutamente necesario para pensar la sexualidad, la pulsión y la relación de objeto (la relación del sujeto con el otro, con el semejante), ya sea universitaria, amorosa. El sujeto formula y se dispone a una relación de objeto sin conciencia de su elección. Creemos que elegimos con toda libertad, pero está absolutamente predeterminada por este tiempo instituyente, este tiempo original en el cual el sujeto o el niño freudiano va armando en tiempos (niñez y pubertad), que son sucesivos y aprés coup. Es un tiempo de ida y de resignificación. Lo que llega después resignifica lo anterior. Freud tiene esta noción de tiempo, él ubica un tiempo en la infancia, un tiempo de catectización del objeto en un tiempo de constitución, que necesita instaurar un nuevo acto psíquico para conceptualizar en el sujeto esto que se instituye, que es el yo y que no es equivalente al inconsciente.
Esta primera vuelta de Introducción al narcisismo y que Freud toma para su trabajo la constitución del yo, también toma la cuestión de lo pulsional y la libido. En este tiempo de constitución del yo, va a organizar las pulsiones autoeróticas. Freud requiere organizar este nuevo concepto, que le abre la puerta teórica para pensar la segunda tópica: yo, ello y superyó. La historia del psicoanálisis bascula entre la primera tópica y la segunda. Las tópicas no son antagónicas, sino que son lógicas diferentes. Los postfreudianos de los años ‘60 sostenían la existencia de la segunda tópica, entonces permanentemente trabajaban la cuestión de el superyó, el ello como reservorio pulsional y el yo como moderador de la realidad. La historia del psicoanálisis de esos años está atravesada por el trato del aparato psíquico a partir de la segunda tópica.
En ese sentido, cuando adviene Lacan con sus lecturas y el retorno a Freud, pareciera que por un largo tiempo el yo tuvo muy mala prensa. En los primeros tiempos del retorno a Freud planteado por Lacan, el yo y el narcisismo tienen mala prensa. Todo era primera tópica. Creo que fue una respuesta a ese empuje que cobró la cuestión de las relaciones objetales en el post-freudismo. Por suerte hemos recuperado este concepto de narcisismo, porque es indispensable para pensar lo instituyente en Freud y la serie de las identificaciones en Lacan, donde las identificaciones como formadoras del yo es imprescindible para la clínica y para la teoría.
En 1914 Freud discute con Jung, uno de sus primeros discípulos, quien planteaba que la libido no era exclusivamente sexual. Freud dice que la libido siempre es sexual, que no es lo mismo que genital. Sexual es porque concierne al deseo, a lo pulsional y es lo que da fuerza al trabajo subjetivo. Es lo que nos hace hablantes y deseantes. Estas son consideraciones muy tempranas en el sujeto. Un bebé estimulado elige sus propios juguetes, decide entre opciones posibles. La elección de objeto se sexualiza, se libidiniza y está de alguna manera predeterminada por la posibilidad de la separación de las determinaciones o las influencias de los otros primordiales, como un trabajo que cada uno hace a lo largo de su vida.
Freud discute con Jung si la libido es sexual. Jung propone para esos objetos de interés del sujeto, que hay objetos predeterminados filogenéticamente. Hay una simbología jungiana que ubica algunas imágenes ancestrales, primordiales que tienen que ver con la filogénesis. Hay test proyectivos que tienen esta base, que hay una cierta relación entre un objeto o imagen de objeto y un signo. Freud decía exactamente lo contrario, es decir, que hay ciertas cuestiones representativas para cada sujeto y que la libido siempre es sexual y no necesariamente es genital. Es sexual porque hay lugares erógenos en el cuerpo, zonas erógenas que bordean los orificios del cuerpo y que han estado prestadas y ligadas a lo que fueron las primeras demandas amorosas de la alimentación, la visión (“lo visto y lo oído primordial, que hace que cada quien tenga su inconsciente”), con los cuidados de alimentación y de higiene y sobre todo la palabra del Otro. Los padres dan sentido a cada cosa que hace el bebé. Es como un enchapado de palabras a una queja o a una vocecita de un bebé que para los padres al principio es un desconocido. Esas palabras y esos cuidados van generando una demanda del Otro, que le ponen palabras e infinitas significaciones, aunque el bebé al principio no entienda nada. A la larga, lo va a entender perfectamente.
La demanda del Otro va ubicando en los orificios del cuerpo una catectización y esta catectización es pulsional, en el terreno libidinal. Freud se encuentra que hay trabajo pulsional desde lo más primitivo del bebé, desde el primer día, en tanto y en cuanto se trata de un bebé que se convertirá en un ser parlante. Por eso le enchapan palabras, cosa que no sucede con los animales. La pulsión va con todas estas palabras, que hacen que la pulsión se constituya. Previo a esto, sin llegar a lo evolutivo, hay un acto de transmisión de esa palabra y que algo de esto se incorpora entre el afuera y el adentro. Hay una entrada en el lenguaje, las significaciones vienen del Otro y son demanda del Otro. Y acá empiezan a aparecer los problemas respecto de la transformación de esa queja libidinal autoerótica, las pulsiones autoeróticas que son pulsiones desorganizadas, que buscan una satisfacción. Hay una serie de sensaciones placenteras y displacenteras, porque el cachorro humano depende por su prematuración de otros.
¿Qué pasa en el momento de la incorporación del lenguaje? Aparece lo autoerótico, que no quiere decir solamente hacia sí mismo. Autoerótico es para Freud lo desorganizado de la pulsión. Pulsiones que están dispersas y que van a requerir de algo que las unifique. Freud ahí dice que es un nuevo acto psíquico que va a ttatar de unificar los recorridos pulsionales, no en una sola pulsión total, sino que siguen siendo pulsiones parciales relocalizadas. Es decir, que cuando uno tiene 2 años y le preguntan ¿quién está tocando la puerta? El niño diga “el nene” o “Agustín”, que es como lo nombran los otros. Hay algo que se produce en tiempos muy primarios instituyentes y Freud dice que se produce un nuevo acto psíquico sobre el auerotismo. Este nuevo acto psíquico él lo llama el yo.
El yo es algo producido y es una producción libidinal y es tan libidinal que toma del mito de Narciso mirándose al espejo del lago. Toma un mito y llama narcisismo a esto que se constituye con este nuevo acto psíquico que produce el yo y también el narcisimo. En esa conjunción se produce, primero, un objeto: la comida, correr la pelota, el juguete, etc. En ese punto Freud plantea que hay una unificación, no una confusión sino una unificación, porque lo que se unifica es el cuerpo. Ese nuevo acto psíquico produce la imagen de Narciso y eso absolutamente propiciatorio que llamamos narcisismo. El narcisismo no es equivalente a decir hoy me quiero mucho, hoy me quiero poco. Cuando un paciente nos dice que su autoestima está baja, si se ponen a escuchar bien e historizan un poco, van a ver que no se trata de ninguna autoestima baja, sino de un enorme amor propio. Por amor propio y amor a uno mismo no se está conforme con aquello a que se accedió. Hay inhibiciones que dependen de esta constitución yoica. la inhibición depende y es en el yo. Este concepto es indispensable para pensar la clínica y ahí va Freud.
En resumen, en 1914 Freud inaugura La metapsicología, Pulsiones y sus vicisitudes, Lo inconsciente, La represión y se abren toda una serie de textos formados de la metapsicología que son profundamente teóricos. Oscar Masotta decía que no hay nada más práctico que una buena teoría. El concepto de narcisismo se basa en el autoerotismo, en las pulsiones parciales, el requerimiento de una unidad corporal llamada narcisismo, que propone y produce una imagen del cuerpo. La superficie del cuerpo y también lo llama identidad corporal. Un nuevo acto psíquico en tiempos primordiales e instituyentes, si o si se tiene que dar. Si se dan, estamos en condiciones de plantear el camino a la neurosis.
Si este nuevo acto no se produce o se detiene, estamos en problemas serios. El esquema corporal no se va a producir. Si no hay cuerpo y este aparece fragmentado en forma permanente (y no en forma momentánea, como nos puede pasar a todos ante la angustia, ante el efecto de lo siniestro) es probable que el sujeto se derrita ante ciertas circunstancias y no pueda sostener esa articulación entre cuerpo, palabra y entre pulsión y lenguaje. Estamos ante la aparición de fenómenos ligados a problemáticas muy graves. Entonces, este nuevo acto psíquico va a articular la elección de objeto y el yo, que se formula a partir de un objeto desde Freud, a partir de un objeto se formula y se trata a si mismo como un objeto. Se trata a si mismo en el lugar de un objeto. Ese es el yo, que tiene una cercanía absoluta y al mismo tiempo hay una objetivación en el yo. Freud enseña varios tipos de elección de objeto, según una madre nutriz o la apoyatura.
Este yo corporal, entre otras cosas, ligado a lo pulsional en este tiempo, -pulsiones de vida, de autoconservación y de conservación de la especie,- va a afectar el cuerpo como función en las zonas erógenas, que tendrán una fuente, un objeto, etc. Lo pulsional no es sin este esquema del narcisismo, sin esta unificación corporal. La idea de esta gestación de la unidad corporal llamada narcisismo y yo, es absolutamente indispensable para la clínica y para el sujeto freudiano. El yo es el que va a producir imágenes, esas imágenes que a veces se nos van colando en nuestras ideas sobre lo que en Freud aparece nombrado como representaciones inconscientes. ¿son una imagen? ¿Corresponden a una imagen las representaciones inconscientes freudianas, o la imagen es del yo? Entonces, no necesariamente es inconsciente. En Freud, la imagen tiene un lugar en parte consciente y otra que es inconsciente. Hay toda una psicología, la del ego, que hicieron su agosto con esto y que tiene tomado el paradigma de la psicología americana. Proponen que el yo tiene una zona libre de conflictos y entonces clínicamente se trabaja con esa zona libre de conflictos, lo cual nos trae cierta modalidad de trabajo. Aún los psicólogos del yo apostaban al inconsciente, aunque le daban importancia a esa formación constitutiva y de relación con la llamada realidad externa. Ellos conforman la realidad externa con la interna y de ahí sacan algunas conclusiones clínicas. En EEUU pasa otra cosa: ya no hay un interés en la psicología del yo y en el inconsciente, sino que se trata de una clínica de la evidencia en la que se basan los tratamientos comportamentalistas. Se pierde la singularidad de los casos, entonces aparecen los Asperger, los TEA, los TOC, etc. Se pierde la historia y la subjetividad de cada uno, incluso la modalidad particular en el que cada quien construye este yo corporal y su imagen corporal.
Lacan toma la idea del yo freudiano, la idea de imagen del cuerpo y aporta algo importante, que es que el yo surge por identificación. Se identifica especularmente a esa imagen en el espejo. ¿Cómo se produce esa imagen en el espejo? Es la mirada del Otro que permite y que produce, fabrica e instituye que en esa imagen algo se refleja. Ese algo que se refleja es ese hijo, que en un tiempo muy primario se ve en esa mirada y desde esa mirada no solo surge una imagen de si, sino también surge un nombre de si mismo.
El modelo óptico. Las flores están bajo la mesa y arriba, el florero. Está el espejo cóncavo, el espejo plano y el ojo. El florero se refleja en el espejo y del lado izquierdo se produce una imagen virtual. Del lado izquierdo está la imagen real. Imagen de objeto que se refleja y algo que está separado, como las flores del florero, aparece una imagen virtual al otro lado del espejo del florero con las flores. Es una experiencia de la óptica que permite dar cuenta del reflejo unificado que pasa al otro lado. Lacan usa este modelo en 1948 y dice, respeto a la constitución del yo, que la constitución del yo es esta identificación a la mirada del Otro que unifica el cuerpo y la llama imagen virtual. No es real, es una imagen más o menos deformada. En cuanto es una imagen, puede o no mantener cada uno de los puntos de la imagen real.
Hay un tercer movimiento: imagen real i(a), imagen virtual i’(a) que está reproducida y un tercer movimiento que es que el niño constituye en la mirada del Otro su propio yo, pero tiene que autentificarlo. Ese es el tercer paso, cuando da vuelta la cabeza y autentifica en la mirada del Otro aquello en que se vio. ¿Quién está ahí? Agustín. Se da vuelta y la madre le festeja. Esa es la autentificación. El asentimiento del Otro en esta operación se realizó. Es menester este tercer movimiento.
Como no me gusta hablar de tiempos, prefiero llamarlos movimientos. Un movimiento de la imagen real, su reflejo como imagen virtual (acá escribimos el yo), pero este yo requiere de alguna autentificación, de alguien que preste un acuerdo a que eso que está ahí es, que existe. Esto es el asentimiento. Estos 3 pasos generarían un nene o una nena que pueden hacer lazo social, tener amiguitos, bancarse si un día no le va bien, un adulto que pueda estudiar, amar y trabajar. Este tercer paso es absolutamente indispensable.
En i’(a) también se forma el ideal. En el ideal del Otro se forma el ideal y acá hay una primera articulación entre la imagen, la presencia y la ausencia. El niño va sintetizando y extrayendo hasta poder decir “soy yo”. Tenemos el yo formal, ese que se auto-ubica como el sujeto. Si los 3 movimientos se dan, estamos con una imagen del cuerpo, de un cuerpo que es en un principio una gestalt, una superficie corporal, una unificación de esa prematuración y se llega a una unidad corporal con una primera declaración de sexo. El niño se ubica como niño o niña y esto no implica todavía ninguna asunción sexual. Puede ocurrir que se nombre como lo nombra el Otro según el deseo del Otro y entonces Agustín se llame Agustina. Esto está presente en nuestra vida cotidiana, no es nuevo, solo que ahora se dice.
Si estos movimientos se detienen en el primer paso, en la parte izquierda, Lacan nos dice que lo que se va a producir es despersonalización y va a hablar de fenómenos psicóticos. Si alguien se quedó en este paso, está sonado. Va a tener incoherencias, incongruencias y su propio drama. Esto vemos en los niños cuando no está ubicada la imagen, que hay un déficit en la constitución de la imagen y en la constitución del yo. No nos vamos a encontrar con niños psicóticos, sino con niños autistas con dificultades de entrada en el lenguaje, con problemas del enchapado de palabras que hablábamos antes. Fracasa la transmisión de la lengua. Podemos hacer muchas cosas para que algo de la imagen se produzca cuando el yo no se constituyó. También nos vamos a encontrar con desorganizaciones yoicas, que los psicoanalistas trabajan muy bien, como Winnicott. Ricardo Rodulfo también tiene todo un libro dedicado a la desorganización yoica. Silvia Amigo también.
Cuando el déficit se produce en el segundo paso, en la instalación de la imagen, y no hay presencia - ausencia de la imagen, cierta flexibilidad de la imagen, vamos a encontrar con lo que los cognitivistas llaman problemas de falta de empatía, Asperger, lo ubicamos en el campo del sentido que no se relaciona con presencia-ausencia, es decir, con los símbolos. Acá están comprometidos los primeros tiempos de vida las miradas del Otro, que puede ser el padre o la madre. También nos encontramos con problemáticas de la hiperactividad, que es producto del déficit en la constitución del cuerpo. El cuerpo y las pulsiones que no se organizan, la piel del cuerpo no se ha formado o no se ha formado del todo. La piel del cuerpo, la constitución del yo y del narcisismo se pierde y los chicos encuentran como único límite las paredes, el piso, el cuerpo del de al lado, la rotura de objetos. No pueden parar, el cuerpo está esclavizado al recorrido pulsional que no se detiene en una satisfacción, en un encuentro, aunque sea mínimo y fugaz con el objeto. La pulsión anda sola, a mil, sin un cuerpo unificado al cual acomodarse. Lo que se conoce como Asperger son problemas en el campo del sentido, faltan o hay dificultades en el lazo social, pueden caer para el lado de las psicosis a posteriori o tramitarse, dependiendo de factores.
Pregunta: Vos diferenciás yo de Narcisismo...
L.D: Si, los diferencio. El yo es narcisista, es ese nuevo acto psíquico que además recae sobre el sujeto de la oración. El narcisismo es el envoltorio de esa imagen. No concierte a ese nuevo acto en el cual alguien dice “yo”, sino que ese yo debe estar narciseado. Se puede confundir si uno dice que hay constitución del yo y constitución del narcisismo. Uno va de la mano del otro, pero me parece que clínicamente uno tiene que hacer algunas especificidades. De hecho, cuando hablábamos de desorganizaciones yoicas, hablamos del yo desorganizado, pero de la pulsión.
Pregunta: Vos hablaste del autoestima y me gustaría que lo explicaras un poco más.
L.D: Hay una observación: en las melancolías, estamos entre la imagen real y la imagen virtual, hay una pata en la melancolía en la psicosis y la otra pata en la neurosis, si uno tuviera que hacer una separación tajante. En las melancolías está esta inquietud desmoralizante, esta invasión de pena permanente, esta falta absoluta de poder soportarse sin destruir la imagen del sujeto. En las melancolías de la infancia, que las hay, no se termina de producir ese yo que pueda soportar una mirada sin destruirse, una mirada que lo catectiza. En las melancolías vemos que hay un dpeficit en la constitución del narcisismo y que podemos leer como esa baja de autoestima, que en realidad es un deterioro en la imagen de si, porque está identificado al objeto resto. La mirada del Otro lo ubicó como un resto, no como en el caso de los padres que ven dedos de pianista en sus hijos, desde el ideal materno.
En la neurosis no melancólica, cuando viene un sujeto a decir que no tiene autoestima y que se siente mal, lo que uno escucha en el consultorio es que hay una elevación del amor propio y entonces la vara es muy alta y en ese lugar aparece esto de no tener autoestima. Porque si tenés dedos de pianista y no llegaste ni a la esquina, ahí hay una confrontación con la imagen al ideal. Esto es una provocación del narcisismo. No es el mismo caso de la posición melancólica.
Pregunta: El complejo de narcisismo es complejo. Freud hablaba de las psicosis como neurosis narcisistas y a mi se me arma una dificultad teórica.
L.D: Lo que Freud planteaba respecto de la psicosis, hasta donde él pudo llegar, que él llamaba neurosis narcisísticas, es precisamente que no se presentaba la posibilidad del objeto. Entonces, la libido recae sobre el propio yo. Hoy con Lacan podemos seguir sosteniendo la dificultad con el lazo social. La discusión con la que Freud comienza Introducción al narcisismo es precisamente esta.
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