jueves, 26 de septiembre de 2019

Una lectura borromeica del fenómeno psicosomatico.


Stella Maris Gulian

Cada vez que recibo en consulta un paciente que dice venir por su padecer psicosomático me interroga, ya que en general llegan derivados por su médico tratante esperando encontrar en el espacio analítico un “saber hacer con eso,” pero con nula interrogación.

Pocas veces se refirió Lacan al fenómeno psicosomático. Tenemos algunos comentarios en los Seminarios 2 y 3, así como en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Pero es en el Seminario 11 donde se explaya más sobre el tema.

En el Seminario 2 nos habla de reacciones psicosomáticas que se sitúan a nivel de lo real, por lo que no son formaciones del inconsciente y exceden tanto el campo imaginario como el simbólico. ¿Podríamos pensarlas como un imaginario no especular, un imaginario no narcisístico -como lo dice en L´Insue- un imaginario anterior al espejo?

En el Seminario 3 pasa a nombrarlo como fenómeno y no reacciones psicosomáticas. Si es un “fenómeno” es algo que “se da a ver”, “se da a ver más que a leer”. Hay una no sé qué impronta o inscripción directa -nos dice- por lo que empieza a pensar en algo del orden de una marca en el cuerpo con estatuto de inscripción, que recrudece en fechas claves, aunque el paciente no tenga registro de cómo funciona dicha fecha para sí.  



El Seminario 11 nos habla de holofrase y del perro de Pavlov. Esa campanilla que opera como “un significante degradado a su cara signo” irrumpiendo en el cuerpo y abriendo de este modo el camino hacia la somatización por la mera alienación a la demanda del Otro.

En este Seminario relaciona la anorexia mental con el fenómeno psicosomático por ser ambos dos modos encarnizados de enfrentarse a la negativa del Otro a hacer jugar el intervalo, evidenciándose un fracaso en el tiempo de la separación. Pero mientras que en la anorexia el sujeto no puede dejar de poner en juego la función afánisis, en el psicosomático no puede ponerla en juego.
Si el Otro “dona el intervalo” el sujeto podrá interrogar el enigma del deseo del Otro haciendo jugar su pregunta: “me dices esto, pero... ¿Qué quieres?”, atacando el sujeto la cadena significante del Otro en el punto más débil, el del intervalo. Ya no es una cadena holofraseada, compacta, con un Otro absoluto que sabe lo que demanda y lo que dice.
En el mismo Seminario nos dice que en lo psicosomático (…) la inducción significante a nivel del sujeto ocurrió de una manera que no pone en juego la afánisis. Al no poder interrogar los significantes de la demanda del Otro, los significantes comienzan a funcionar como signos, se holofrasean, quedando el inconsciente fuera de juego. Porque hay holofrase, estos pacientes no pueden ofrecernos un fallido o un sueño o asociaciones en torno a la lesión en sí misma. Ellos “son” psoriásicos o colónicos y poco pueden decir de su padecer más que el relato monocorde de sus estudios médicos o visitas a diferentes especialistas.  
Entonces si el deseo del Otro no puede ser interrogado y si además hay una interferencia con una función biológica, puede producirse una lesión en el cuerpo. Tal vez deberíamos hablar aquí de Goce del Otro y no de deseo del Otro ya que sus demandas no han podido ser interrogadas.

¿Cómo trabajar esto en la dirección de la cura? ¿Se tratará en estos pacientes de trabajar con la homofonía para así hacer lugar a alguna deconstrucción de la holofrase? ¿Se tratará de que el analista “prestándole el inconsciente” interrogue esa inducción significante holofrásica que desencadenó la psicosomática para que los significantes puedan volver a funcionar como tales? ¿Será esto lo que Lacan propone al decir “para la psicosomática, la invención del inconsciente tal vez pueda servir para algo”?

En la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma nos dice:

El FPS es del orden de lo escrito y en muchos casos no sabemos leerlo. Todo sucede como si algo estuviera escrito en el cuerpo, algo que es dado como un enigma, un jeroglífico a descifrar.

¿Cuál es la suerte de goce que se encuentra en el psicosomático? Hay efectivamente una fijación a un goce y es por la revelación del goce específico que tiene en su fijación, como debe abordarselo. En esto podemos esperar que la invención del inconsciente pueda servir para algo.  

¿Ese goce que quedó marcado en el cuerpo como rasgo indescifrable, no habla de una especie de premura a responder con el cuerpo allí donde lo simbólico “no tuvo tiempo” de responder subjetivamente?  

Si es del orden de lo escrito, ¿cómo hacer hablar a un escrito? Pareciera que se trata de una inscripción, una firma, pero ¿cuáles son los códigos para descifrarla? Para pensarlo, tal vez sirva de ayuda puntuar la diferencia entre traducir, transliterar y transcribir.

En la traducción tratamos de ajustar el escrito al sentido. La transliteración en cambio, implica trasponer una palabra escrita en un sistema de escritura a otro sistema, proceso que no involucra la traducción, ya que, si la palabra original nada significa, al transliterarla tampoco significará nada.    
Y finalmente tenemos la transcripción en la que ajustamos el escrito al sonido -como es la fonética o el pentagrama- algo que es del orden de lo Real lo volvemos escritura. Pero si se transcribe se genera otra escritura ¿entonces se trata de descifrar un jeroglífico o hacer una nueva narrativa? ¿O descifrando el jeroglífico hacemos una nueva narrativa?

La existencia del jeroglífico presupone un descifrado para que lo escrito tome la dirección de una lectura posible. Descifrando se pone en juego otra dimensión (dit- mension) como hizo Champollion con la Piedra Roseta y el nombre de Ptolomeo: una transliteración que sustituye una escritura por otra. Es transliteración, no traducción ni transcripción. Solo el descifrado a partir de la sustitución de una forma de escritura por otra, de la jeroglífica por letras griegas antiguas.
En la propuesta de Lacan, el FPS es asemejado a una escritura jeroglífica, como una signatura, algo dado a leer escrito en otra lengua que no es la del significante. Manejar la interpretación por la vía de la transliteración tal vez pudiera ser el indicativo de apertura del inconsciente ante este fenómeno. Transliterar para luego poder transcribir. Esta es una hipótesis que propongo.

En el Seminario RSI Lacan marca una diferencia entre Nombre del Padre y Padre del Nombre. Si Padre es aquel que nombra, tal vez nos hallamos en estos casos ante un nombre propio hecho no con el Nombre del Padre sino con goce. Un rasgo en el cuerpo que hace marca. Como si el sujeto se diese un Unario -Unario fallido porque no anuda- allí donde hubo una falla del Nombre del Padre. El sujeto pareciera despojarse de su nombre propio y proveerse de una nueva identidad corporal -soy psoriásico- haciéndose representar por un signo.  Segunda hipótesis.

Sabemos que la pulsión se crea en la primera identificación –identificación a lo Real del Otro Real- haciendo que el autoerotismo circule por los bordes del cuerpo y ya no por el soma. Es lo Real del Otro Real el que agujerea el cuerpo volviéndolo erógeno y creando la pulsión. Pero en estos padecimientos pensamos que un pedazo de soma no entró en la representación, dándose los sujetos un nombre sobre la carne, en lugar de poder contar con la representación psíquica del cuerpo. Por ello pienso que habría en ellos un fracaso en el primer tiempo de la constitución subjetiva. Tercera hipótesis.
En lugar del sujeto poder articular la pregunta por el ¿quién soy? que le permitiría ubicarse en un linaje y acceder a la pregunta por el ¿qué me quiere?, el sujeto queda preso del ¿qué soy? pregunta que lo cosifica. Como si el sujeto no pudiera extraer del S2 un rasgo que lo represente.
En los PS hay una pretensión de que le significante deje de tener una función representativa para pasar a designar el ser, perdiendo el significante su capacidad simbólica de representación. Ya no es una representación del sujeto sino una designación del ser que va en contra de la función misma del significante. Esto destituye la función de lo simbólico, porque todo se juega en la intersección entre lo Imaginario y lo Real. El significante pierde su función representativa, quedando identificado a lo real del ser.
Si el S1 como Rasgo Unario marca con su aparición la represión primaria y permite algún hecho fundacional del inconsciente, tal vez de esto se trate en lo psicosomático, nombrar de otra manera ese rasgo en el cuerpo, recortar alguna letra que aspire el goce.

El fenómeno psicosomático al producir un agujero en lo real del organismo –taponando lo Real- afecta la consistencia imaginaria del cuerpo. Me he planteado muchas veces si el nudo borromeo podría ayudarme a pensar estos fenómenos. Una falla en uno de los puntos triples del nudo, aquel que bordea el Goce del Otro, lo que explicaría la dificultad que tienen para angustiarse y la dificultad en ofrecer formaciones del inconsciente. ¿Pero es un nudo de tres o un nudo de cuatro lo que los sostiene, siendo el cuarto sostenido por la lesión somática, en lugar de ser el cuarto el Nombre del Padre? Cuarta hipótesis.
¿Podríamos pensar que en algunos sujetos su padecer oficia de sinthome en sentido amplio, como modo fallido de darse un nombre, mientras que en otros quizás se trate de escribir el cuarto con cuerda y no con el cuerpo, que pueda anudarse con un sinthome escrito con el Nombre del Padre como cuerda, para lo cual primero deberíamos transliterar ese goce ¿Será esto la invención el inconsciente? Quinta hipótesis.

Antes de presentar la viñeta clínica y con el fin de clarificar mis propuestas, planteo mis hipótesis:

1.- Pienso que, manejar la interpretación por la vía de la transliteración tal vez pudiera ser el indicativo de apertura del inconsciente ante este fenómeno. Transliterar – pasar de un escrito a otro escrito- para luego poder transcribir -fonética-
2.- El sujeto parece proveerse de un nombre propio hecho no con el Nombre del Padre sino con goce. Un Unario fallido allí donde hubo una falla del Nombre del Padre, haciéndose representar por un signo.  
3.- Me parece que en estos sujetos habría un fracaso en el primer tiempo de la constitución subjetiva, porque un pedazo de soma no entró en la representación.
4.- ¿Podemos pensarlo como una falla en uno de los puntos triples del nudo, aquel que bordea el Goce del Otro?
5.- En algunos sujetos su padecer ¿podría ser un sinthome somático en sentido amplio, como modo fallido de darse un nombre, mientras que en otros quizás se trate de escribir el cuarto con cuerda y no con el cuerpo, que pueda anudarse con un sinthome escrito con el Nombre del Padre como cuerda, para lo cual primero deberíamos transliterar ese goce ¿Será esto la invención el inconsciente?

Para terminar presento una viñeta clínica de un hombre que atendí muchos años atrás.
Se trata de un adulto que consulta cansado de su padecer. Dice que su salud se ha deteriorado con el correr de los años, que está cansado de sufrir, que no le encuentra la vuelta a la vida. Luego dirá que padece de colon irritable, pero que no consulta al gastroenterólogo “porque siempre es lo mismo y no mejora”. Sin embargo, hay algo que a mí me llama la atención y de lo cual nada decía: usaba unos anteojos con fuerte aumento en uno de los lentes y el otro estaba visiblemente muy oscuro. Pregunto y cuenta que perdió la visión de ese ojo siendo niño, aparentemente por abuso de los corticoides que le recetaron por su presión ocular, por lo que terminó con un glaucoma y la pérdida de la visión. El exceso de molestia que presentó ante mis preguntas me hizo pensar que allí mismo estaba él implicado, pero de esto nada quería saber. Él me traía “su estómago”.
En ese hospital no había consultorios. Esto nos obligaba a atender por los pasillos ahí donde había un hueco posible. Poníamos dos sillas que acercábamos al paciente y casi en susurro los escuchábamos. Recuerdo que muchas veces terminaba de atenderlo y me encontraba rascándome la cabeza pensando que tal vez sus piojos habían pasado a mí.   
Sin embargo, semana a semana allí estaba él y yo a su lado escuchándolo. Verlo llorar, sufrir, retorcerse de dolor, despertaba en mí el deseo de “ayudarlo” aunque bien sabía que de “hacer el bien” debía abstenerme.
Se suceden una serie de entrevistas donde intento hilvanar algo de su historia. Algo en mi mirada le sorprende, dice que yo “lo miro diferente y con interés”, algo de esto se jugó en transferencia lo que permitió hacer una escansión entre el ojo y la mirada.  
Vivía en el gran Bs. As. y tenía una pileta que el mismo había construido en su terreno, alquilándola por día a los chicos del barrio. Ellos aprovechaban su escasa visión para “escabullirse” y no pagar. Su socio también hacia lo suyo y el resto lo hacían las putas a las que recurría para consuelo. Sus cuentas no cerraban nunca.
Llegó derivado por el gastroenterólogo del hospital. Padecía un persistente “colon irritable” resistente a la medicación. Se presentaba como un “pobre tipo” hijo de aquel obrero. Tenía un “carácter de mierda”, absolutamente “irritable”. Él había sido “abandonado” a su suerte por su madre, viviendo en casas de parientes que lo maltrataban. Sólo tuvo que “salir adelante” en la vida. Pero se había casado y tenía una hija que estaba estudiando y la ayudaba económicamente como podía.
El “carácter de mierda” le había hecho perder a su mujer. Aún hoy la lloraba. En su ex suegra había encontrado un reemplazo de la función ausente. A ella acudía con frecuencia cuando los golpes de la vida lo arrinconaban.
No apiadarme de él y poder escucharlo fue difícil. Él se ofrecía todo el tiempo a ser consolado o “acunado”. Pero más se melancolizaba su discurso, más fuerte eran mis intervenciones. Yo me negaba a ocupar el lugar que él me ofrecía: “verlo” como ese “pobre tipo” con esa vida “de mierda”.
Trabajar esa posición de “pobre tipo” abandonado y caído, su “carácter de mierda”, su resentimiento, sacarlo de la posición de víctima para implicarlo subjetivamente llevó a que lentamente pudiera ir abandonando posiciones tan gozosas para comenzar a interrogarse sobre lo que de su vida quería hacer. ¿Podía hacer alguna otra cosa que quejarse y llorar?
Sus padecimientos físicos habían comenzado lentamente a darle tregua. Cada vez hablaba menos de ellos y cada vez hablaba más de él. Ya no era solo “eso”.  Así le digo que llevábamos largos meses de tratamiento y que era tiempo de hacer un corte. Yo tenía que dar espacio a nuevos turnos ya que otros pacientes esperaban. Aceptó con cierta resistencia quejándose del Estado que no ofrecía tratamientos “completos” y “gratuitos” para gente “como él”. Le ofrezco suspender y volver a consultar más adelante si así lo necesitaba. Su “colon irritable” ya no le “irritaba”. En todo caso tendría él que ver qué quería hacer con esa “irritación” permanente de carácter que lo dejaba tan solo en la vida.
Unos meses después me vuelve a ver, pero esta vez me pregunta muy tímidamente si podía atenderlo en privado. Él suponía que no, porque ¡¡cómo yo iba a atender a un obrero en mi consultorio!! ¿Yo podía? ¿Yo quería? Con tono de humor le digo que yo atendía pacientes y no “obreros pobres tipos”. Si él quería, le daba un turno.
Entonces preguntó por mis honorarios. Yo le devolví la pregunta y para mi sorpresa, dijo una cifra que me sorprendió. Así comenzó su tratamiento signado por suspensiones que él pedía y que hoy puedo leer como momentos de fuerte cambios subjetivos que lo obligaban a tomar distancia de mí. La última vez que suspendió fue luego de haber construido habitaciones en su terreno. La renta de dichos alquileres le permitía vivir con menos sobresaltos económicos.
No recuerdo haberle escuchado en el último tiempo comentario alguno en torno a su “irritable colon”. Si lo seguía o no padeciendo, no lo sé. Pero de eso ya no hablaba.

Hasta aquí la viñeta. Me pregunto si la “incontención” familiar no fue escrita en su cuerpo con su padecer, ya que el colon irritable lo llevaba a padecer de fuertes dolores y diarreas. Si ese ojo muerto no decía de su madre con la mirada perdida, hija de nadie. Si sus padecimientos no escriben en su carne su genealogía. De ser así yo aposté a denunciar ese “pobre tipo” que gozaba con sus sufrimientos y esto destrabó sus decires, abriendo la posibilidad de un análisis allí donde traía solo “un estómago”.

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