miércoles, 30 de octubre de 2019

El narcisismo en la clínica con niños: intervenciones con los padres.

Notas de la conferencia dictada por Beatriz Janín.el 02/10/2018

No venimos al mundo con un narcisismo, sino que nos constituimos narcisísticamente en función de la mirada de los otros.

Incidencia de los padres.
La realidad fiundamental para el niño es la realidad psíquica de los padres y de aquellos que lo rodean. Nadie nace con una constitución psíquica determinada y en esto hay que insistir, porque es algo que se está borrando, atribuyéndoles a los niños patologías de por vida, como si nacieran de tal o cual manera. Cuando un niño nace, se trata de alguien que va a ir constituyéndose psíquicamente y que está marcado por los otros. Antes de que nazca, hay deseos, proyectos, ideales que lo involucran.

El niño se constituye en un entorno familiar y social. Cada familia está en una sociedad determinada, en un momento histórico determinado. hay momentos históricos que marcan caídas narcisistas importantes, por ejemplo. Que alguien nazca cuando uno de los padres ha perdido el trabajo, por ejemplo, no es lo mismo que si ese padre no lo hubiese perdido. Eso va a determinar la representación que los padres tengan de si mismos. El niño no entiende cuáles son los avatares, lo que toma es lo que el Otro le devuelve, la imagen del mundo.

En las adopciones, antes de que un niño sea adoptado, también van a haber deseos, ideales, puestas en juego, que lo involucran. Cuando ese niño nace, lo que puede pasr es que en ese encuentro -tomado de Piera Alaugnier- de la madre con el hijo, con aquel que se encuentra puede responder o no a esos deseos, ideales, proyectos, etc. Piera dice que en realidad, si el niño que nace fuera exactamente como lo sueña la madre, estamos en problemas porque sería el hijo del incesto. Si hay algo distinto, algo en lo que esa madre no se puede reconocer en ese hijo, también vamos a tener algo importante. Va a haber un desencuentro en lugar de un encuentro.

La elección del nombre.  La inclusión en una cadena generacional. En el sanatorio de un hospital a veces escuchamos que se dice “Se parece a los abuelos”. En realidad el niño no se parece demasiado a nadie, pero esto es fundamental. Hay diferencia entre decir “Se parece al abuelo” que decir “Se parece a una ratita”. La diferencia es sideral, porque cuando se dibuja un parecido, es porque se lo está incluyendo en una generación, en una familia determinada. No importa que efectivamente se parezca o no. Es imposible ser objetivo con los hijos. Por eso yo me opongo a los cuestionarios hechos a los padres o a suponer que por lo que ellos contesten se puede hacer un diagnóstico del chico. En realidad, en el vínculo padres-hijos, que se juega el narcisismo, están en juego todas las pasiones. El vínculo padres-hijos es un vínculo pasional, donde hay amores, odios, y ningún padre puede tener una mirada objetiva en relación a un hijo. Es decir, lo que se le puede preguntar a los padres no nos da una radiografía del chico y tampoco se trata de algo que se pueda medir o cuantificar. No se trata de la observación de la rata de laboratorio. Se trata de la conservación que los padres hacen de ese hijo, con lo cual lo que los padres nos digan de ese hijo nos va a decir un montón de cosas, pero no acerca del niño, sino quién es ese niño para ellos. Es decir, nos va a hablar de ellos. Ricardo Piglia dice que no puede hablar de sí mismo sin hablar de sus padres y de sus abuelos. Yo diría que no puedo hablar de mis hijos sin hablar de mi misma. Esto también es algo que hay que tener en cuenta y que hace a la clínica.

Cuando un niño nace hay muchas cosas que se ponen en juego. Todo niño que nace tiene un resarcimiento narcisista si todo sale bien, aunque si hay dificultades puede ser también un golpe al narcisismo.  Las expectativas puestas en el nacimiento de un niño. Van a haber además deseos, identificaciones. Reaparecen también los conflictos con los propios padres, porque hay un cambio de lugares. Pero además, el nacimiento de un hijo exige renuncias narcisistas. Por ejemplo, uno deja de ver la película que quería ver para ver películas infantiles. Esto es lo más obvio, pero estamos en una época en la cual hay una idea de que todo tenemos que funcionar sosteniendo el narcisismo, hermoso y resplandeciente todo el tiempo. Hay cierta patologización que actualmente se hace, donde nada de la infancia se soporta: si se mueven mucho, si pelean o discuten, y enseguida se los medicaliza.

El narcisismo.
Los padres se reflejan en el niño y ubican en él sus propias imágenes. Decíamos que cuando uno habla de un hijo, está hablando también de uno. El hijo no solo se va a constituir reflejándose en los padres, sino que los padres se van a identificar o no con rasgos, funcionamientos, actitudes de ese niño.

Hay algo que ha pasado siempre, pero que está exacerbado ahora: como el mundo se encarga de darnos golpes al narcisismo, muchas veces se espera que los hijos sostengan el narcisismo perdido, que sean ellos los que nos demuestren desde bebés que son maravillosos, entonces uno se puede identificar en la situación invertida con ese bebé maravilloso. El tema es que es casi imposible sostenerse como yo ideal (pensemos en esto de sostenerse siempre como perfecto y genial), entonces hay un momento que cae. El riesgo es que si el vínculo de esos niños con esos padres descansa en que el hijo sea sostén narcisista de los padres, cuando deja de ser el yo ideal, yo del narcisismo y de los ideales de omnipotencia, cae como negativo del yo ideal.  Puede pasar de ser el “yo ideal” a ser “el negativo del yo ideal”, o sea, todo lo opuesto y entonces ese niño queda como una especie de atacante, porque es casi como si se supusiera que atacan el narcisismo, porque no es aquel que los padres esperaban y aquel que los tendría que sostener. Ningún niño es perfecto, aunque uno en algún momento lo crea, pero esto cuesta en el sentido que se ponen en juego expectativas imposibles de cumplir.


Transmisión transgeneracional.
Lo intergeneracional, lo transgeneracional. Decíamos que había que pensar en la inserción dentro de una cadena generacional. Lo que se da allí es la transmisión a través de las generaciones. Si un niño se constituye a partir de la mirada de los padres, también se trata de la mirada de la sociedad en la que vive. El niño también recibe una transmisión de las generaciones pasadas. Por eso es interesante preguntarle a los padres por historias de los propios padres. El material de los abuelos es muy interesante para tomar. Hay muchas cuestiones, sobre todo aquellas que han sido calladas, obturadas, secretos que se pasan de generación en generación. Muchas veces algo es secreto porque atacaría el narcisismo de aquellos que están involucrados y es la culpa o la vergüenza que hace que algo se mantenga como secreto y pasa como una caja cerrada de una generación a la otra. Hay un autor, Tisseron, que habla de lo indecible, de la primera generación, pasa a ser innombrable a la segunda e impensable en la tercera. Esto puede dejar marcas ausentes de pensamiento, por lo que también hay que tener en cuenta cuando uno piensa en lo que le pasa a un niño.  Las marcas de lo no dicho.


En general se le atribuye todo a la biología, entonces se dice que un niño nació y funciona de tal manera o a la incidencia de la sociedad, que es enorme y es cierta. Me parece que entonces perdemos nuestra especificidad, que es lo psíquico. Por ejemplo, muchos profesionales dicen que los padres son absolutamente normales y se preguntan por qué este chico tiene tantas dificultades. En realidad, el tema nunca es una cuestión directa, uno tiene que ver cuál es la incidencia de los padres, cuál es la incidencia de lo social en los padres, qué momento están atravesando, todo este tipo de cuestiones, pero además, el niño tiene un psiquismo que se está estructurando. Entonces, toma elementos de esto que los otros le dan, va ligando esas marcas y va armándose en una complejidad creciente. O sea, sino estamos pensando que es lo biológico o es lo social y no hay nada en el medio. Las marcas que el niño toma son las huellas que van quedando y articulándose. La complejidad es algo fundamental, nosotros tenemos que pensar en todas las determinaciones que no son nunca lineales. Nunca es solamente por una sola causa, hay que pensar la complejidad.


La constitución narcisista.
¿Cómo se constituye un niño narcisísticamente? El niño constituye su propia imagen a partir de:
La imagen que le devuelven los padres. El niño se refleja en los ojos de la madre (o en quien realice la función materna), es decir, es la madre la que le va a dar una representación de sí a través de su mirada. El espejo está ahí, en el cómo es mirado por los otros. Pero no solo es la imagen que le devuelven a él de si...
La imagen que él tiene de ellos. Un niño con un papá o una mamá deprimidos, como por ejemplo a partir de una coyuntura social, hace que el niño no se constituya de la misma manera que otro que los padres están bien. Ese va a ser un espejo para el niño.
La imagen que ellos tienen de sí mismos. La imagen que los padres tienen de sí también se la devuelven al niño. Lacan plantea en el estadío del espejo el esquema de la estructura, como el niño se anticipa mirando a la madre, aún sin poder caminar, a una totalidad. Lo que Winnicott agrega a esto es que esa totalidad que él ve va a tener que ver con la mirada que tengan sobre él.


Me preocupa especialmente la imagen que los otros puedan tener del niño. Si bien esto es en tiempos iniciales de la constitución psíquica, esta organización y representación de si que va a producir el yo de placer, el primer yo del narcisismo,. Un profesional le dice a los padres de un nene de un año y pocos meses que es trastorno de espectro autista. Esto pasa habitualmente, yo recibo muchísimos niños que han sido catalogados de esta manera desde muy pequeños. ¿Qué les pasa a sus padres a partir de eso? La mirada sobre ese niño cambia. La idea que pasan a tener de ese niño es que es alguien que va a depender de ellos toda la vida y que además va a estar toda la vida mal. Hay una investidura muy diferente a ese hijo. Lo terrible de estos diagnósticos suele ser la idea de que es de nacimiento y de por vida, que es una condición. Con lo cual no le dan ninguna escapatoria y ese niño se va a constituir psíquicamente -en su yo- en ese reflejo, como alguien que no va a poder.


El trabajo con los padres.
Es trabajo psicoanalítico. Los padres no son seres a pura consciencia, nadie lo es. Cuando uno escucha un paciente adulto, no piensa que está hablando solamente desde su consciencia, sino que piensa que está determinado por muchos elementos. Los padres están marcados por sus propios deseos inconscientes, por sus prohibiciones e ideales. Son sujetos escindidos, como todos. Sus palabras, con lo que nos cuentan o nos dicen, son efectos de transacciones entre las 3 instancias: ello, yo y superyó. Van a ir diciendo lo que puedan al respecto.


Tipos de consulta:
  1. “Es un desastre”, “No tiene nada que ver conmigo Se expulsa en el niño lo propio insoportable. Ellos suelen sentir que este niño les está mostrando lo que no quieren ver de ellos. Les viene desde el afuera aquello que no toleran, porque lo que no soportan del hijo por lo general es aquello por lo que se sienten convocados o identificados en algún punto. Esto marca un tipo de trabajo con los padres, porque funciona como defensa la desestimación y/o desmentida de lo propio insoportable. Más que la represión, están funcionando las otras grandes defensas. El analista no es juez y nadie sabe cómo hay que educar a un chico, esto hay que decírselo a los padres de entrada. Lo que uno puede ayudar a los padres es a no repetir, a repensar las cosas que le pasan, pero esto es un trabajo con ellos. Se interviene mediante señalamientos, ayudándolos a reencontrarse con su propia historia…
Pero además, cuando la consulta es así, uno puede pensar que en esos padres hay una patología narcisista y por eso se centran en esto que les pasa a ellos y no en el sufrimiento del niño. No resgistran el sufrimiento del niño, entonces una cuestión que hay que ir trabajando con ellos es que empiecen a registrarlo, que ese chico no es un atacante. Eso no se puede hacer directamente, justamente porque son patologías narcisistas. Hay que darle mucho lugar a ellos, o sea, hay que poder escucharlos sin pretender que hablen del niño. Muchas madres dicen “Si, si, mucho él, ¿y yo para cuándo?”. Si ellos se sienten alojados y escuchados en el sufrimiento que sienten, es más probable que le puedan dar ese lugar al hijo. André Green dice que las personas que parecen muy cerradamente narcisistas son personas que han sido muy heridas en su narcisismo. En realidad lo piensan como infancias muy difíciles y estos padres que ven a sus hijos funcionando de un modo que no es el esperable para ellos, aparece como un ataque terrible para ellos, por lo tanto lo desechan y lo ponen afuera. Hay que escucharlos sin perder que son personas que están sufriendo un montón. No hay que matarlos porque pobre el nene, porque ellos también están sufriendo y por eso se defienden de esa manera. Piensen que la desmentida es la defensa por excelencia de un ataque narcisista.


  1. La culpa la tiene la maestra”. Desmentida de las dificultades propias en el niño. El registro lo tiene otro en un mundo externo que resulta peligroso. Acá el trabajo es más difícil porque no aparece en ellos la desesperación, sino que lo que se desmiente es la situación. Si uno no presiona en aquello por lo que consultan, diciéndoles por ejemplo que si el problema es de la maestra, ¿por qué ellos están consultando? ¿Qué les parece, si está todo bien? Ahí en general aparece alguna cosa que a ellos les preocupa. Ellos deben sentir que uno no es un aliado de ese Otro que le indicó la consulta. Estos padres, como pueden, están defendiendo su propio funcionamiento narcisista y puede pasar que pasen de verlo de yo ideal al negativo del yo ideal, como antes les decía. “Es igual a mi y me fue bien”, acá también es un tipo de consulta dnde predomina la patología narcisista de los padres.


  1. Está sufriendo”. Hay una preocupación por lo que el niño siente. Predomina la represión, la patología suele ser neurótica. Ese punto al que hay que llegar con los padres, que es donde ellos ven que el niño se porta mal pero no porque él lo decide, cuando hay un recorrido hecho, les preocupa que el niño sufre.


Los padres tienden a repetir con sus hijos las marcas propias que sus padres destacan en ellos. Esto es lo que nosotros vamos a poder trabajar con ellos y es fundamental. Por eso lo que yo planteo es que en el trabajo psicoanalítico con los padres, uno no puede hacer las entrevistas tipo anamnesis.


Primeras entrevistas.
Hay que hacer entrevistas abiertas en donde uno pueda ir haciendo preguntas, el cómo armen ellos la historia del chico nos va a dar más información que las fechas concretas o los datos concretos. El cómo armen ellos la historia del niño nos va a dar más información sobre este, que los datos concretos. No son acontecimientos lo que está en juego, sino vivencias. Después uno puede preguntar más cosas o preguntar por lo que ellos no han hablado, pero de esta manera ellos pueden ir ligando lo que les pasó. Que una madre diga que le dio el pecho hasta los 3 meses, en si no dice nada. Pero si nos explica que se lo dio hasta los 3 porque tenía que volver a trabajar o porque le resultaba insoportable darle el pecho, o porque se enfermó otro hijo, nos va dando elementos de la historia y ellos van ligándola de otra manera. No es un trabajo pedagógico, lo que hacemos es ayudar a construir nuevas posibilidades.


Caso Tomás.
Voy a dar un ejemplo de cómo un niño puede quedar apresado en esa imagen que le devuelven los padres. Tomás tiene 3 años y no quiere defecar en el inodoro, cosa que es bastante común y piden que le pongan los pañales para hacerlo. Aparecen berrinches que para los padres son absolutamente desmedidos. La madre aparece sumamente angustiada y dice que no lo soporta más, que él la ataca en la calle y en cualquier lado que ella lo lleva y que es inmanejable.


Tengo algunas entrevistas con los padres, lo conozco al nene y cito de nuevo a los padres a solas. Me llama la atención que lo vean tan agresivo, sobre todo que la mamá tenga un estado tal de desprotección con un nene tan chiquito. Le digo que habla de él como si fuera un hombre poderoso y no un nene chiquito. Yo veía al nene negociando esto de las heces, porque el nene hacía berrinches como cuando empiezan a controlar esfínteres. Como tienen que hacer una renuncia, hacen berrinche por otro lado. La madre dice que cuando lo mira, se le viene encima la figura de un hermano que le pegaba, que la golpeaba y la maltrataba y habla de su indefensión ante este hermano más grande que ella, que nadie la defendió nunca de eso.


Fue necesario este pasaje para que esta mamá, con este nene, empezara a mirarlo de otro modo, diferenciándolo de ese Otro que si era más poderoso que ella cuando era chiquita. Ahora el nene es chiquito y ella es una adulta. Muchas los padres se confunden con aspectos de ellos, o con otros que han tenido importancia en su vida. Entonces, el niño se constituye con una imagen que es ajena.


Intervenciones.
Todo esto se va a jugar en las primeras entrevistas, la repetición en el juego, los ideales, las identificaciones, etc. Pero las intervenciones con los padres son clave porque pueden modificar la representación que traen del niño. Cuando uno abre preguntas y no le dice “Pasa tal cosa”, sino que deja terrenos abiertos, abre la situación como para poder ubicar a ese niño como un otro semejante pero distinto, y también para poder reubircarse y reubicarlo en relación al entorno. Una cuestión clave es que si nosotros podemos lograr que modifiquen la representación que tiene de ese hijo, ellos le van a empezar a devolver a ese hijo una mirada diferente. Le van a abrir puertas. Esto no es algo que pueda imponérsele a los padres, esto va cambiando de manera sutil. Una vez unos padres se quejaban de una nena de 3 años que rompía todo, se subía sola a la alacena para agarrar las galletas que ellos guardaban arriba. Lo primero que yo les dije es que esa nena tenía una motricidad excelente, cómo puede hacer todo esto tan chiquita sin caerse. A veces, hay que mostrarles un niño que no están mirando.


Tomar en cuenta:
  • La representación de modelos.
  • La herencia cultural.
  • El lugar que ocupan socialmente (contrato narcisista de Piera Aulagnier). Es importante tomar lo de la violencia de la interpretación. Ella plantea que cuando uno nace, mucho antes de saber y escribir, firma un contrato que tiene que ver con aquello que uno debería cumplir para ser aceptado por el grupo de pertenencia. Es decir, para ser considerado y sostenido por el grupo. Es un contrato porque todo grupo social necesita tener miembros. Lo que ella plantea , interesante para trabajar con poblaciones vulnerables, es que a veces ese contrato narcisista que se le propone, es un contrato inaceptable, porque es un contrato que implica ser parte de una máquina al servicio de otros y que lo deja sin lugar. Ej: El contrato narcisista que se le plantea a los chiquitos que nacen en lugares donde los padres no tienen trabajo, ni casa, ni comida. En Europa esto pasa con los hijos de inmigrantes, los hijos de los “sin papeles” no tienen un lugar en el mundo. Esto hace que no se puedan armar proyectos, porque en realidad el contrato narcisista presupondría que uno, sostenido por el grupo, va a poder formar parte y hacer determinadas cosas. El contrato narcisista en cada grupo es distinto, pero si los padres no pueden plantearle algún proyecto para ese hijo, o que sea un proyecto inaceptable, es muy difícil incluirse.
Yo me opongo a la baja de imputabilidad en los adolescentes, porque cuando a un púber no se le da un lugar en el mundo futuro y se les ofrece ser un héroe ya, si les dicen que corre riesgos, eso es mucho más atractivo. El lugar de delincuente terrible ¡es un lugar! Los pibes que hacen todo lo posible para pasar a la cárcel de adultos, dicen “Ahí voy a ser un preso”, aunque las condiciones de vida sean inferiores que en el reformatorio. Esa es la identidad posible que le termina dando la sociedad como contrato narcisista. No todos venimos del mismo lugar y hay que poder ubicarse dentro de la lógica del otro, el paciente en nuestro caso. También hay que entender la lógica infantil que es muy diferente a la lógica del adulto y la lógica del adolescente, que también es muy diferente a la del adulto.
  • La fijación a un modo de funcionamiento (como satisfacción de deseos o como intento de calmar la angustia o de reducir el dolor)


Pregunta: ¿Qué sería esto del proyecto inaceptable?
B.J.: Se trataría en un principio de que el chico no tendría un lugar en el proyecto de los padres, pero además es un contrato que es sobre todo social. Lo que ella habla de un contrato inaceptable es fundamentalmente cuando los padres forman parte de un grupo que ha quedado socialmente afuera. Es gente socialmente vulnerable. Cuando yo decía que uno se constituye narcisísticamente, en función de la representación que el otro le devuelve de sí, pero también en la imagen que uno tiene de los padres, y se refleja en ellos, fíjense que una madre que no puede llegar a fin de mes no va a libidinizar a ese hijo ni narcisizarlo de la misma manera que si está tranquila con su vida.


En general, la pérdida de trabajo es algo que se siente como fracaso propio y más en esta sociedad. La gente dice que hizo algo mal y entonces lo echaron. Esto causa depresión en hombres y mujeres, porque la sensación de perder el trabajo es como perder la propia identidad. Se es en función del trabajo que se tiene. Esa mirada sobre los hijos va a ser una mirada compleja, hay algo allí de caída narcisista y para narcisizar a otro -esto lo plantea Silvia Bleichmar- uno tiene que tener un excedente narcisista. Un plus de narcisismo, sino no puede narcisizar a otro. Los padres que carecen de este plus de narcisismo, le resulta muy difícil sostener narcisiísticamente a otro o lo sostienen de la manera que yo les planteaba antes, suponiendo que ese otro los tiene que sostener a ellos, pero ahí revierten el vínculo. Para los adultos, mejor buscarse otra forma de sostén narcisista, porque en algún momento uno va a caer de los hijos (en el mejor de los casos) y para los pacientes también. Lo esperable no es que los hijos sostengan a los padres. Cuando los padres invierten la relación y suponen que los hijos sean el sostén narcisista de ellos, los deja desprotegidos. El chico arma una espcie de “como si”, de ser ese maravilloso que tiene que sostener a los padres, pero es un narcisismo como el que dice André Green, falsamente constituído, que se va a tener que sostener en la vida con determinados soportes. Son esos pseudo narcisismos, que en realidad hay una falla en la constitución narcisista, porque una buena constitución narcisista permite bancarse los golpes del destino que existen siempre. Es imposible no sufrirlos y además los hijos no son nunca totalmente aquello esperado como uno mismo tampoco lo fue.


El rol del educador también tiene con poder sostener narcisísticamente a los alumnos y esto es fundamental. Cuando los docentes invierten el vínculo, también estamos en problemas. Si los docentes esperan que los alumnos los amen incondicionalmente, estamos en problemas. Estamos en un momento de mucho quiebre narcisista en los adultos, que una de las cosas que pasan es que los padres suponen que pueden educar sin conflicto. Cuando hay un vínculo establecido, yo se los digo a los padres, porque a veces esperan que los nenes le digan “si mama” cuando los mandan a bañarse. Eso no va a pasar, no pasó nunca, porque la educación se da en pelea y es conflictiva. De la misma manera, el vínculo de los educadores con los alumnos puede ser muy armonioso y muy bueno, pero van a haber conflictos. Y los chicos no pueden ser los que sostengan el narcisismo de los maestros, sino que los maestros son los que tienen que sostener el narcisismo de los chicos, incluso en los momentos en que los alumnos no quieran tanto al maestro. Lo mismo que los padres, hay momentos en que los hijos los odian y eso no significa nada. Por eso es importante el trabajo con los padres para que puedan sostenerse a si mismos y poder sostener a los otros.

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