Para ver las anteriores entradas sobre este tema, podés visitar la primera y la segunda.
- ¿Cuáles son los textos de Freud que nos permiten abordar el concepto lacaniano de fantasma?
- ¿Cómo aplicar el concepto en las primeras entrevistas?
- ¿Qué intervenciones puede hacer el analista, considerando los distintos tipos de goce?
Quería empezar leyendo unas palabras de Miriam Mazóver, para no olvidarnos de lo que tenemos que trabajar:
Los psicoanalistas sabemos con Freud la importancia que tiene, para todo ser humano, expresar en palabras aquello que le ocurre en existencia. La palabra nombra, aunque el sujeto no lo advierta conscientemente, al objeto de la pulsión.
Ya aquí vamos a trabajar la existencia, la nominación (en relación al significante).
Este es el motivo por el cual hablarle a un otro constituye un acto que en sí mismo aliviana el sufrimiento por el que consulta. También, y por el hecho de contornear el objeto en su cara incestuosa, despierta grandes resistencias a nivel inconsciente.
Vamos a trabajar resistencias, inconciente.
Ausentarse con o sin aviso es una de las maneras en que se puede manifestar la resistencia a seguir hablando. De ninguna manera decimos que el paciente está anoticiado de esto. Por este motivo, creemos muy pertinente que el profesional, ante cualquier ausencia llame al paciente, le pregunte qué le pasó que no concurrió a la cita. Lo escucharemos y le cursaremos nuevamente, las veces que sea necesario, la invitación a que venga en su horario o quizás otro que haya que combinar.
En palabras académicas, podemos pensar en la falta, tan sencillo como eso. ¿Dónde está puesta la falta? En este texto corto, nos invita a que no sea lo mismo que el paciente venga a que no venga. ¿Qué mensaje tiene el lugar del analista si el paciente falta y uno hace como si nada? No quiere decir que haya que llamar a cada paciente si falta. Que uno llame quiere decir que la existencia de ese paciente importa. Hay que traducir lo que vemos en situaciones concretas.
Del lado del analista siempre tiene que estar la oferta de escucha. Puede ocurrir que la resistencia gane la batalla, pero no será porque el analista haya claudicado en su deseo, que es el deseo de alojar al sujeto y a su sufrimiento psíquico para su posterior tratamiento. Cuando realizamos la llamada telefónica, intentamos ponernos a la altura de nuestro deseo, que será abstinente siempre y cuando no proyectemos ni endosemos al paciente nuestros ideales de vida.
Debemos seguir a cada paciente en sus ritmos, en aquello que su pulsión hace con él.
Sin embargo, dialogar, hacer uso del humor, llamarlo por teléfono, bien tratarlo y otras cuestiones no ponen en jaque a la abstinencia, como a veces se transmite, dando lugar a tantas equivocaciones clínicas que van a contramano de la construcción de la transferencia, que obliga a tanta labor del lado del psicoanalista, como así también del lado del paciente.
El caso del Seminario VI de Lacan, del paciente de la tosecita de Ella Sharpe, nos permite también pensar en pacientes que llegan a horario, impecables, super obsesivos. Ese día, él se acerca a la puerta y tose. Ella piensa que va a pasar algo. ¿Cuál es la línea que sigue cada paciente y qué es lo que sobresale? En ese caso, vemos que ahí aparece el sujeto del inconsciente. En el discurso manifiesto, el inconsciente aparece en el momento del lapsus.
El fantasma.
El fantasma es casi una ecuación matemática. Puede estar revestida de distintos ropajes según de la neurosis que se trate. Vamos a ir a Freud para ubicar elementos que nos permite pensarlo. Para aprender el fantasma, en general se recomienda leer el texto Pegan a un niño, de 1919 y Construcciones en psicoanálisis. Pero esto es el final de una larga investigación freudiana.
Freud comienza como neurólogo y se separa de ella al toparse con que habían cosas que la neurología no lograba explicar. En la primera época, mucho antes de la Interpretación de los sueños, Freud observa que los pacientes repiten relatos de situaciones de abuso.
1894 - Las neuropsicosis de defensa. Ubica los contenidos ideativos inervados de una cierta energía: representación y afecto concomitante. Freud se encuentra construyendo sus primeros esbozos del aparato psíquico. Represión mediante, se separa la representación del afecto. Se reprime la representación, ¿pero a dónde va? ¿Es la misma que después se enlaza al preconsciente? Son preguntas normales incluso para nuestra clínica de hoy. Uno ubica cosas en los pacientes que suponía trabajadas y que vuelven a aparecer. La gran respuesta de Freud es que la representación queda y en todo caso se arma una representación nueva en el preconsciente. Freud plantea 3 soluciones:
- En la histeria, la representación se separa del afecto y va al cuerpo. Entonces tenemos la histeria, atravesada por la pulsión y un cuerpo que habla.
- En las obsesiones, la energía se va hacia otra representación.
- En la psicosis alucinatoria, la representación directamente se arranca del yo y adviene desde el exterior.
Freud ubica puntos en común con lo reprimido, aunque no sabemos qué.
1894 - 1896 - Nuevas aportaciones a las neuropsicosis de defensa. Freud dice que lo que enferma es el reproche por una situación sexual vivida en un momento presexual, por parte de un adulto. Aparece la infancia.
1897: Cartas n° 69 a Fliess. “Mis histéricas me engañan”. Se funda la realidad psíquica. En momentos como este, donde muchos abusos sexuales están saliendo a la luz, hay que tener cuidado porque podemos olvidarnos de que entre la representación reprimida y la representación nueva, hay un enlace que está. Esto es importante para los que trabajan con abuso sexual. No todo es realidad psíquica ni todo ocurrió. Es muy importante la disquisición de cada una de las escenas que se arman.
1900 - La interpretación de los sueños. El aparato psíquico con el esquema del peine. Se trata de una sucesión de instancias que comienza por el polo perceptivo y termina por el polo motor. Es importante el concepto de que termine en el polo motor, porque eso es lo ideal para Freud de la salud amar y trabajar: una salud concreta. Dice que al aparato psíquico le llega una cantidad de estímulos del mundo exterior. Esos estímulos pueden barrer con el el aparato, el sujeto no puede soportar más estímulos de lo que corresponde a cada etapa. Habla de las pantallas teleneuronales, que filtran esos estímulos. Si ustedes leen esa parte, encontrarán que las funciones adscriptas a las pantallas teleneuronales son las funciones maternas. El cuidado del aparato.
La representación cosa es el primer modo en que se representan. La palabra que usa Freud ya implica el uso de lo simbólico, que Lacan retoma. La representación cosa se hace consciente con la representación palabra, que es cierto precipitado de percepciones escuchadas. Es decir, que nadie tiene en su menú de lenguaje algo que sus padres no le hayan dado. Estamos hablando del universo simbólico del que va a hablar Lacan, la cadena significante, etc.
1923 - El yo y el Ello. Freud dice que cuando los estímulos ingresan al aparato, no siempre van hacia una huella mnémica. Al principio no hay huellas mnémicas, Hay al principio un vacío de representación. Este vacío corresponde, en El yo y el ello, a la pulsión.
Ubiquemos ciertos conceptos en el esquema del peine.
¿Qué pasa con el acting out? Está implicado el polo motor, pero el sujeto no es conciente. La novedad que introduce Lacan es que este esquema hay que leerlo en redondo, como una banda de Moebius. En El yo y el ello dice que hay partes del yo que son inconscientes y también dice que el yo no está tan lejos del ello. De hecho, el ello inerva con su energía al superyó, que es una parte diferenciada del yo.
Un acting out y un pasaje al acto son lugares donde el sujeto se sale de la cadena, y estamos en el reino de la pulsión.
En 1900 Freud dijo que los sujetos padecen reminiscencias ligadas al abuso de un otro en su realidad psíquica. Ese forzamiento no necesariamente es realista, sino que tiene más que ver con las marcas del sujeto cuando ingresa a la cultura.
1905 - Tres ensayos… Habla de 3 fantasías primordiales. 1) Fantasía de seducción. 2) castración. 3) Coito entre los padres. En estas 3 escenas primarias, hay algo en común:
En estas 3 escenas sexuales, hay algo en común:
Un perpetrador, que tiene todo el poder, completo, fálico. Es el seductor, el violador.
La víctima. Es el que padece la escena, la seducción o la castración. En la histeria, vemos esta posición de quedar sin defensa.
En el medio está alguien que está mirando. Algo técnico es que cuando un paciente vuelve al mismo momento o nos repite la misma escena, ahí hay objeto a mirada. Estamos en presencia de una pulsión desamarrada, porque el sujeto no puede controlar su detención.
En las 3 escenas, aún en la del coito entre los padres, la ecuación es la misma. En el relato que hace Freud del hombre de los lobos, vemos que el niño ve esa situación e imagina que hay un forzamiento.
Los 3 personajes gozan en una posición distinta, bajo las modalidades escópica, invocante, etc., según el relato de cada paciente.
1909 - Fantasías histéricas y su relación con la sexualidad. Describe la escena de la histérica relatando el momento del abuso. Ella se agarra la ropa con una mano como siendo el violador y con la otra es la persona forzada. En este punto, Freud trabaja la bisexualidad. Lo que vemos, que las 3 posiciones que vimos pueden coexistir en la misma persona. Alguien puede quejarse de que el otro no lo llama, pero a su vez quizá uno no llama a un tercero. En un caso uno está como pasivo; en el otro, como activo. Ese goce es el que hay que pesquizar en la primera entrevista. En la primera entrevista, el paciente viene diciendo que le pasan cosas con otros. Hay personajes, escenas y goces. Ahí está lo necesario para leer el fantasma.
1919 - Pegan a un niño. Freud nos dice que es algo que escuchó en 4 mujeres y 2 varones. Acá también hay 3 escenas, donde la primera y la última son conscientes; la del medio, es construida.
Mi padre pega a un niño odiado por mi.
Es lo que construye Freud: soy pegado por mi padre.
Se pega a un niño. Es más impersonal.
Esto nos agrega que la pulsión se dibuja en términos gramaticales. Esa es la gramática de la pulsión: activo (hago), pasivo (me hacen), reflexivo (me hago hacer). En hacerse cagar, pegar, está el masoquismo primordial.
Sujetos posicionados en el lugar activo del fantasma.
Llegado a este punto, supongamos que recibimos una paciente en la primera entrevista. Le dice a la analista “Yo me quiero separar de mi marido porque él está pasando por una situación terrible y yo no me tengo por qué bancarme nada y me quiero ir de esa situación”. En este caso, hay que tener cuidado porque es un paciente que pone la cabeza para que se la corten. Qué mina jodida, que abandónica. Si uno se queda en la situación inicial y en la superficie, en lo imaginario, corren el riesgo de perder absolutamente.
¿Cuál es el goce en juego? Ella se está ubicado en el lugar activo. ¿Por qué iría a una analista para decir algo así, si está tan segura de lo que va a hacer?
En general no esperamos que el paciente venga en la posición activa. Más bien, aparecen en la posición pasiva, o a lo sumo mirando lo que pasa, inhibidos. En principio, en este caso del ejemplo podemos ubicar algo de la mostración, donde la paciente muestra una escena. Si hay una mostración, el goce está en el objeto a mirada. Es un goce escópico. ¿Cómo intervenir para tocar ese punto de goce?
- ¿Cómo lo ve usted?
- ¿Cómo lo ven los demás?
- ¿Cómo cree usted que los demás no se dan cuenta de esto?
Son intervenciones que ponen en juego el significante ver. ¿Por qué se ofrece a la mirada del Otro como una persona jodida? Quiere decir que hay alguien en su historia que fue así, que no necesariamente es ella, pero que se pone a probar a la analista a ver si la saca de su lugar. Estos son los casos más difíciles, porque uno entra.
La escena sería: ella, ese otro que está tan mal y quienes miran son también ella y el analista. Si ella está en ese lugar, ella necesita que el analista se impotentice. Si ella quiere quedar como una persona jodida y ustedes actuarán ese fantasma, suponiendo que ella llame, ¿la llaman? Si ella se pone en luar de jodida, pero fue a consultar al analista, uno tiene que atravesar la escena que ella da a ver y llamarla. “¿Estás bien?” Uno ahí le está diciendo “Vos no sos esa, a vos también te pasan cosas aunque no sé qué”. Ella de lo que no habla es de lo que le pasa a ella; habla de él. Ella no se lo banca, ¿pero quién no se la bancó a ella? esta es la vuelta significante que hay que hacer.
En relación al dinero, ¿qué sucede en esos casos? Si está en lugar de ofrecer mucho y uno acepta lo que ofrece, uno confirma que puede todo. Entonces, en los bonos voluntarios se pueden jugar con esas cuestiones. Uno puede intervenir diciendo “Con el bono alcanza”, porque uno no necesita comprar esta escena de que ella puede con todo, sino no hubiera venido a un analista.
El goce en juego es muy importante a nivel de las intervenciones, por ejemplo qué dice esa paciente de lo que está sufriendo su pareja. Cuando ella habla de él, en realidad está hablando de ella. Siempre piensen que cuando se habla del yo en un juego de espejismos, hay que ver dónde está el que sufre en ese relato, no importa si soy yo o el otro.
Cortes de sesión. Los cortes en estos casos de posición activa deben darse, porque si viene a contar que está todo bien, algo pareciera que falta. Los cortes de sesión tienen que ver con los puntos de goce. Siempre el corte de sesión tienen que ver con los puntos de goce, así como los honorarios tienen que ver con la posición donde el sujeto se coloca en el fantasma. Un paciente que en el fantasma está encorbado y chiquitito, va a poder pagar poco porque está ubicado en ese lugar del fantasma.
Cada uno ocupa uno de los 3 lugares del fantasma, no logra ver en absoluto cómo podría posicionarse en otro lado. Nadie puede ver 360°, por eso Freud y Lacan trabajaron al aparato psíquico como un aparato óptico. Lacan utiliza el esquema óptico para explicar la construcción de la realidad psíquica, pero Freud ya había dicho que el aparato psíquico era al modo del telescopio. Tiene distintas lentes que magnifican las imágenes. Por eso, el paciente cuando viene sufre y sufre fuerte, porque el dolor y el gran Otro están magnificados. Luego en el análisis descubre que ese Otro no era tan grande. La estructura no permite verlo todo, por eso cuando entramos en las escenas tenemos que ver qué es lo que el paciente no ve.
Hay pacientes que se hacen echar y son los que no logran salir de ese lugar. Por eso debemos llamarlos. Ahora, hay casos donde no hay que llamarlos. Son los pacientes que se sienten asediados. Uno ahí puede salir del gran Otro. Es un modo donde el llamado funciona a la manera de la demanda, a nivel imaginario, y no funciona para constatar su bienestar o su existencia.
¿Qué podemos decir de las resistencias en estos casos? Los postfreudianos analizaban el discurso y cuando venía una resistencia la analizaban. La resistencia, en el seminario 1 de Lacan, es que la resistencia es la inflexión del discurso, una parte del discurso. En el esquema de la cebolla, cuanto más uno se acerca al núcleo patógeno más resistencia hay. Son esos pacientes que vienen a la sesión a hablar de cualquier cosa, necesitan darse una excución de la pulsión. La resistencia es parte misma del discurso y con ella vamos a trabajar.
Con la resistencia, es importante no responder imaginariamente. En las primeras entrevistas, debemos ubicar cuál es ese Otro con el que el sujeto se topa una y otra vez. Hay que tratar de ponerse en otro lugar que el de ese Otro. Si uno respeta los tiempos del paciente, las resistencias bajan. La resistencia más temible es la reacción terapéutica negativa, la resistencia del ello, que es la resistencia de los que fracasan al triunfar. Es decir, las cosas les empieza a ir bien y les causa horror. Tiene que ver con el horror al acto, a la cercanía con el polo motor de llevar a cabo eso que tantas veces soñó. Hay que seguir y señalar que estábamos muy cerca, pero quizá demasiado pronto.
Lacan, al final de su obra, dice que el número es lo real. ¿A qué se refiere con eso? El número en los honorarios, en cuántas veces lo vemos, en la cantidad de minutos… Hay pacientes que necesitan sesiones cortas y otro largas, para darles espacio..
La resistencia del analista. Se trata de la suma de prejuicios que el analista tiene y dentro de eso está lo que el psicoanalista cree que debería ser un psicoanálisis o lo que debería hacer uno como psicoanalista. La posición del analista y el sujeto supuesto saber se instituye en la medida que uno se compromete con la cura. Creer y sostener con los años que la versión imaginaria de lo que es un psicoanalista hace a la función es una fijación en lo imaginario que cada uno debe revisar. Es una resistencia del analista que paraliza. El analista es serio porque trabaja con cosas graves, pero uno no debe quedar aprisionado en ideales.
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