Una clínica no se hace sin una práctica y vamos, a partir de la presentación de un caso, pensar de qué se trata el tema que en este artículo nos convoca a trabajar.
Es importante que pensemos que toda nuestra práctica se funda en una pregunta. La pregunta abre y propone un espacio donde se devela lo que está oculto, lo que está subsumido en otras representaciones. La clave clínica para pensar en nuestro trabajo como analistas en relación al fenómeno psicosomático será la de abrir. Hoy intenttaremos diferenciar el fenómeno psicosomático del síntoma psicoanalítico. El síntoma es tal en la medida que se puso a jugar en el dispositivo del análisis, a través de la pregunta. Una pregunta es lo que nos llevará a la posibilidad de un desplazamiento significante.
A Lacan lo invitaron en una mesa de médicos para hablar del cruce entre medicina y psicoanálisis. Lacan, en esa época, hablaba de la extraterritorialidad del psicoanálisis en la práctica del hospital. Yo invito a que cada uno construya y haga su lugar dentro del hospital. Lo que traigo hoy da cuenta de lo que se puede hacer con un paciente entre la medicina y el psicoanálisis. Yo no digo que el psicoanálisis sea extraterritorial, porque si cada quien asume el costo de su deseo, será posible que se haga un lugar dentro de los médicos. La medicina apuesta a nuestro discurso.
Caso Eugenia.
Hace muchos años, en el servicio de alergia e inmunología del hospital Ramos Mejía. Se presenta una paciente al servicio, de 26 años, embarazada de 6 meses. En el dispositivo que estaba instalado dentro del servicio era necesario que antes de la derivación tuviéramos un espacio de interconsulta entre el médico y el psicoanalista. En ese entonces, la medica psicoanalista que atendía a esta paciente cuenta que se trataba de una paciente con asma, con severas crisis, internaciones. Estaba cursando una crisis de asma al momento que yo iba a recibirla en la entrevista.
El asma es una enfermedad de inflamación de las vías aéreas respiratorias, afectando al pulmón y a los bronquios. La medicina llama órgano de choque al lugar donde se presenta la manifestación. ¿Cómo podríamos pensar nosotros esto del choque en un órgano particular?
La médica también había dicho que la paciente tenía un tatuaje en su brazo, de una bebé y el nombre del bebé. Para ese entonces, yo recibía a los alumnos y entraba de a uno o de a dos en la entrevista con el paciente. Esta paciente me había estado esperando un rato largo en una lista de espera. Los alumnos dicen que ella esperó de pie, pese a que le ofrecieron el asiento en varias oportunidades.
En el consultorio, el tono de voz de Eugenia es apaciguado. Entre palabra y palabra, donde nosotros podríamos ubicar un intervalo, se escuchaban las sivilancias. Entra muy abrigada, le pregunto si tenía calor y no se quería sacar el abrigo. Se saca la campera, la bufanda, un buzo y seguía estando abrigada. Le pregunto por qué se abrigó tanto, a lo que ella responde que la madre le dijo “abrigate”. Ese “abrigate”, en este caso, es una holofrase. Ella no se preguntó si tenía frío o calor. La madre le dijo que se abrigue y ella se abrigó. Es decir, allí se produce cierta respuesta directa y sin interrogación a la demanda del Otro. No hay una pregunta respecto de lo que el Otro le indica a la persona.
Cuando se presenta, lo primero que dice es “soy asmática”. Ahí hay algo respecto de la nominación. Esta nominación hace pensar en un sr que representa la persona para el Otro. La primera intervención del analista ahí es preguntarle cómo se llama. Eugenia. Ella cuenta que estaba cursando un embarazo. Un embarazo hace que el cuerpo de la mujer esté más exigido que en otras ocasiones y también está más restringido de ser medicado, como en el ataque de asma. La medicación de mantenimiento es localizada en la zona de la afección, para los casos de urgencia a estos pacientes les inyectan adrenalina y cortisona y eso invade todo el organismo. Una mujer embarazada está llena de algo, ¿pero de qué? Si la ecuación simbólica se efectivizó, está llena de falo. También, esta paciente, tiene asma.
El asma es una enfermedad inflamatoria, que concierne a la hipereracción de las vías aéreas superiores y lo que caracteriza a la presentación es sed de aire o falta de aire. El paciente lo dice, siente que falta el aire. Los médicos me explican que no es que al paciente le falte el aire, sino que la dificultad es la de exhalar el aire. Por lo cual podríamos decir que hay otro llenado. En esta mujer, hay un llenado del falo y la cuestión del llenado por este aire. Este aire, nosotros vamos a hipotetizar, remite y responde directamente a la demanda del Otro.
Un año atrás a la entrevista, Eugenia había perdido a una bebé de meses recién nacido. Se fue a dormir la siesta y al despertar encontró a su lado, en su cama, “a un bebé tieso, rígido, frío, muerto”. Así lo definió ella. El certificado de defunción versaba muerte súbita. Sin embargo, la paciente dice “La ahogué”. Los hechos son de discurso. Hecho es el pasado participio del verbo hacer y se constituye en hecho una vez que decimos algo. Entonces, algo se constituye en hecho a partir de contarlo. En este sentido, este “la ahogué” es un hecho de discurso, pero que no concierne una falta. El hecho concierne a algo que ya se perdió. A partir del momento que cuento lo que hice el fin de semana, es que eso ya se perdió. Este “la ahogué” estaba presentado de manera distinta.
Ella cuenta que tenía un tatuaje en el brazo, tatuaje al que yo me negué a ver. Cada vez que nosotros estamos con un paciente y el paciente porta algo del orden de una marca en la superficie del cuerpo, sea cual fuere, nosotros debemos evitar mirarlas. Esas marcas llaman a la mirada del Otro para que las signifique. Sea un tatuaje, sea una psoriasis, sea una quemadura, un eczema o una urticaria. “Mirá lo que tengo, mirá como estoy”, dicen.
No, no me muestre, cuénteme- debemos responder.
Ese cuénteme va en la dirección de nuestro trabajo, posicionados en un lugar de vacío, de semblante de objeto a. El analista no está en el lugar del saber, sino justamente en el lugar de la falta de ese saber. A veces nos pueden agarrar desprevenidos y mostrarnos el tatuaje. Pero en este caso, le pedí por favor que no me mostrara, sino que me contara. En el brazo llevaba escrito, tatuado, el dibujo y el nombre de su bebé fallecida. Si bien sabemos que el duelo por un hijo es algo prácticamente imposible de elaborar (es una pérdida que no tiene nombre, al contrario de ser huérfano, viudo). Se trata de un duelo imposible de algo que para esta paciente nunca iba a estar perdido porque lo iba a llevar escrito en su cuerpo hasta los últimos días de su vida. Con lo cual, aquí tenemos una bifurcación entre duelo y sufrimiento.
¿Cuál iba a ser el porvenir del bebé a advenir? El antecedente es que esta mamá perdió un bebé de muerte súbita. Sin embargo, el bebé estaba al lado de la cama y no en la cuna. En este decir “la ahogué” ya hay una marca para el próximo bebé a advenir, que va a forjar cierta economía singular de goce. Si antes veíamos la ligazón entre la demanda del Otro, que es voraz, y una marca, un punto de fijación en el organismo, la pregunta es cuál es el destino para ese bebé. ¿Cuántas veces iba esta madre a ver por demás si su bebé respiraba? Esto es lo que nos da a pensar que lo que concierne al fenómeno psicosomático no es del orden de lo reprimido. Freud en algún renglón dice que es del orden de lo sepultado, pero es aquello que no retorna como el síntoma (retorno de lo reprimido), sino que retorna en su falla en los tiempos de inscripción. Estamos hablando de tiempos instituyentes.
No hablamos de pacientes psicosomáticos, enfermos psicosomáticos, enfermedades psicosomáticos y por qué hablar de fenómeno psicosomático. Los fenómenos psicosmáticos pueden aparecer en cualquier paciente. Algunos incomodan, otros arriesgan la vida. Otros la quitan.
Con Freud sabemos que la constitución del cuerpo es a partir de la constitución del organismo. Primero está el organismo y a partir de una serie de operaciones será posible pensar en el cuerpo. Esta serie de operaciones conciernen a lo que en Psicología de las masas… Freud llama las tres identificaciones. Veámosla con la lectura de Lacan:
Identificación primaria: concierne a lo real. Es a lo real del Otro real.
Identificación secundaria: es simbólica, es la identificación al trazo.
Identificación terciaria: identificación especular, que hace juntura entre la imagen y el símbolo.
La identificación tercera o especular la ubicamos en varios textos como en el esquema óptico, en el estadío del espejo. En Freud tendríamos que ir a textos y ser puntillosos: los que aparecen después de que Jung escribe sobre la metamorfosos de la libido y la introversión de la libido en los casos de psicosis. Esto fue en 1914 , año a partir del cual aparecen los textos metapsicológicos de Freud. Estos textos son Duelo y melancolía, Introducción al narcisismo, Pulsiones y sus destinos, Lo perecedero.
Freud seguía la modalidad de estudio de su época y se acompaña de la biología. No nos olvidemos que él fue médico. ¿Por qué no pensar en las enfermedades psicosomáticas y sí pensar en el fenómeno psicosomático? Hablar de la psicosomática o enfermedades psicosomáticas implicaría sostener y sustentar nuestro trabajo a partir del dualismo psique-soma, alma-cuerpo. Es con Descartes y el cógito ergo sum, pienso y luego existo, que tenemos la posibilidad de trabajar con algo de su invento: un sujeto. Hasta antes de Descartes, lo corpóreo sensible, el mundo exterior era algo dado sobre lo cual el hombre iba a edificar.
A partir de Descartes y la puesta en juego de la duda metódica, se pone todo en duda y la verdad, el mundo exterior, lo relativo a lo corpóreo y todo lo que corresponde a lo que la filosofía llamó “lo sensible”, va a estar dado a partir del sujeto del pensamiento. Entonces, con Descartes tenemos la primera posibilidad de poner a cargo al ser hablante el descubrimiento de lo que nosotros vamos a llamar el exterior, el mundo, la realidad, la verdad, etc. El sujeto de conocimiento en Descartes está puesto en el pensamiento.
Lacan va a trabajar muchísimo con el postulado de Descartes y lo va a discutir, diciendo que ese lugar de saber que Descartes le supone al pensamiento, en realidad es un lugar de desvanecimiento. Es un lugar de pleno desconocimiento, como dice Lacan en el seminario del acto y que hoy no vamos a desarrollar. Lacan ubica en el lugar del “yo pienso” el lugar de máximo desconocimiento.
Decíamos que Freud estaba embebido en la cultura dualista. Sin embargo, él propuso una terceridad, tal vez sin saberlo. La terceridad que propone es la pulsión. Cuerpo, aparato psíquico, pulsión. La pulsión, como límite entre lo somático y lo psíquico, como la falla entre lo somático y lo psíquico, como la denuncia de esas tensiones internas que conciernen al aparato psíquico. Nosotros sabemos que la pulsión es un concepto que Freud toma de la física y la pulsión tiene 3 características que son fundamentales: la fuerza, la atracción y la materia.
Freud además habla de 4 términos de la pulsión: el empuje, la fuente, el objeto y la meta. Va a decir que las pulsiones son parciales. Las pulsiones están al servicio de la satisfacción de un aparato psíquico, que también involucra al “cuerpo”. Lo pongo entre comillas porque soma y cuerpo son desiguales. El soma pasa a ser cuerpo a partir de la segunda identificación, la simbólica, que concierne al trazo. El trazo es un significante al voleo, en menos, que va a hacer posible la serie significante, la vida para el ser hablante. No es posible la entrada al lenguaje sin una pérdida, sin una caída o un agujereamiento.
También están las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales y de objeto. Las pulsiones del yo y las sexuales en un momento se entrelazan y se ponen al servicio de la vida. La pulsión del yo es lo que concierne al armado del yo. Lacan trabaja al yo como una imagen. Freud, en El yo y el ello, va a decir que el yo es una superficie. El cuerpo es superficie, tiene forma, volúmen y movimiento. Todo eso va a pasar a partir de la imagen, pues es la imagen lo que nos da esta juntura entre imagen y símbolo, lo que nos da la posibilidad de decir “Tengo un cuerpo”. Podemos decir que el cuerpo es un obsequio del lenguaje.
¿Qué hace que el cuerpo sea tal? El recorrido de las pulsiones por las zonas erógenas, los agujeros con los que vinimos al mundo. En el esquema óptico vemos en la izquierda la imagen real; a la derecha, la imagen virtual. A la izquierda vamos a ubicar el yo ideal; a la derecha vamos a ubicar el ideal del yo. A la izquierda vamos a decir que se ve a propio cuerpo en los tiempos de la constitución del yo como un objeto exterior al niño y en el segundo tiempo (segundo narcisismo, que concierne a la imagen virtual) voy a amar al Otro en la misma modalidad que aprehendí a ser amado. Lo que estoy proponiendo, de la mano de Freud, es que es necesario pasar por el autoerotismo para luego poder tener elección de objeto y para que luego la sexualidad se ponga a jugar, acorde a los puntos de fijación de la pulsión. No podemos hablar de pulsión si no hablamos de fijación.
En el seminario XXIII Lacan dice que las pulsiones son el eco de un decir en el cuerpo, pero para que ese cuerpo resuene y consuene, el cuerpo debe ser sensible. Lo que lo hace sensible son los agujeros, siendo el más importante es la oreja, que es el agujero que nunca se cierra y por donde entra la voz. Por eso, en el estadío del espejo no nos quedamos solamente con la mirada como fundacional del yo, del sujeto y el cuerpo, sino que también se trata de la voz, las caricias, los susurros que cada quien haya tenido en tiempos instituyentes lo que le dará la posibilidad de la modalidad de goce con un objeto fuera.
El destino no es la anatomía, sino que será a partir del discurso como cada quien se diga hombre y mujer, en tanto lados respecto de la función fálica. En un análisis nosotros podemos hacer hipótesis e intuir cómo se fue recibido, amado o despreciado. Pero si así fuera que fue despreciado, de todas maneras hubo un sentido para el Otro. El problema está cuando no lo hubo. El calificativo más espantoso aún está del lado del sentido. En alienación y separación, en el conjunto de la derecha Lacan pone el sentido. El sentido es lo que cada uno fue para el Otro, sea lo mejor o lo peor. Un psicoanálisis es un análisis de la economía de los goces que nos habitan.
Lacan dijo que el trauma, a diferencia de Freud, concierne en la entrada al lenguaje. Todo lo que nosotros muchas veces confundimos con el trauma es lo que se edifica sobre ese trauma verdadero y original. Ese agujereamiento tiene que ver con una falta, con algo que se pierde en el origen. Eso que se pierde en el origen es el goce mítico, aquello que fue y que no tenemos la menor idea. Solamente sabremos acerca de las edificaciones sobre lo que en eso se fundó en la entrada al lenguaje.
El organismo es el conjunto de órganos, un sistema que tiene que funcionar en cierto orden para producir la supervivencia. Tenemos que grabarnos que en psicoanálisis no hablamos de origen, porque ese tiempo está perdido. En todo caso, hablamos de tiempos instituyentes, con lo cual también diremos que el organismo en funcionamiento, produciendo vida, no va a estar desde el origen, sino que se va a producir en un tiempo de compás mítico, maravilloso, que tiene que ver con la relación de la cría humana recién llegada al mundo con aquel que se apueste en el lugar de recibirlo en el lenguaje. En general, suele ser la madre, pero puede ser el papá u otros. Este es el único tiempo donde podemos pensar en una relación, pues el psicoanálisis propone que la relación no existe. En ese momento inaugural, algo de la mirada y de la voz de ese Otro apostado allí dándole la bienvenida al lenguaje al crío, es lo que va a hacer que se ponga en marcha este sistema que nosotros llamamos organismo.
Freud se atrevió a proponer 3: cuerpo, psique y pulsión. Con Lacan, tenemos más herramientas para trabajar esto que llamamos recorte. No hay pacientes ni enfermos psicosomáticos, sino que hay un recorte del organismo al que vamos a llamar fenómeno psicomático. Freud dijo en algún momento que estas presentaciones no eran analizables. Cuando él habla de las neurosis actuales en los artículos técnicos, tenemos que agregar una premisa, que es tiempo y paciencia. Sí es posible pasar a discurso aquello que concierne a la neurosis actual, pero en Iniciación al tratamiento tenemos que agregar tiempo y paciencia, sin prometer nada.
Para estos casos, es de buen augurio trabajar de la mano de Lacan, pues con él estamos autorizados a decir que el inconsciente penetra en todos los rincones del cuerpo y del organismo. Lacan trabaja con tres: real, simbólico e imaginario. Estos tres están presentes desde el seminario n° 1. Estamos acostumbrados a ver el nudo en el plano, pero una vez que nos amigamos con él sirve mucho para la clínica.
El fenómeno psicosomático tiene función en las estructuras, si bien el fenómeno psicosomático no es una estructura. Las estructuras clínicas son la neurosis, la psicosis y la perversión. En cada una de estas presentaciones o modalidades de goce, el fenómeno psicomático ubica una función.
En la psicosis siempre tenemos que tomarnos un tiempo para hacer una intervención. En un caso de asma, cuando yo era un aprendiz, si un paciente dijo “me ahoga, me ahoga”. Yo le pregunté “¿qué ahoga?” y ella dijo “Mi mamá”. Fue muy fuerte que ella escuche eso de ella en una primera entrevista. La paciente no volvió porque eso fue muy fuerte de escuchar. El Otro no necesariamente es la madre, y esa relación al Otro marca el destino de goce de alguien. La voracidad de la demanda del Otro es en tanto que aquello que pudo haber sido un sujeto del inconsciente, por tanto sujeto faltante, afanísico, sujeto del fadding, en ese lugar aparece una respuesta automática a la demanda del Otro. Con lo cual, el Otro se convierte prácticamente en un voraz pac-man. La demanda es voraz cuando el sujeto no tiene los elementos simbólicos con qué denegarse, para decir algo tan difícil como “no”. O, si seguimos la clase 16 del seminario XI de alienación y separación, diríamos que la demanda del Otro es voraz cuando el sujeto no puede interrogarla.
En medio el nudo, participando del anudamiento de los 3, está el objeto a. El objeto a es un operador lógico que se presenta de una manera muy formal. En el seminario X aparecen 2 columnas, donde en el piso de arriba aparecen el Otro y el sujeto predeterminados, completos ambos.
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Es necesario que se produzca una separación de este tiempo mítico donde la cría humana es ubicada como objeto de goce incestuoso de una mamá, que es necesario y se produce en un tiempo casi sin espacio, porque primero tiene que ver haber un espacio para que se produzca un embarazo. Es necesario hacer un lugar para ese crío que vino al mundo. Pero también es necesario que se produzca otra operación, que es la de separación. En el seminario XI hablábamos de la alienación, que es una elección forzada, donde no es posible acceder al lenguaje sin estar alienado a un Otro. Ahora, el Otro necesariamente tiene que mostrar su falta, que pone en falta a lo que nosotros llamamos sujeto, a condción de que haya una pérdida. Esa pérdida es el objeto a, el resto de una división, que es una nada. Esa nada que se pierde es la que funda el acceso al lenguaje y es la que funda el inconsciente.
Con Lacan nosotros tenemos la posibilidad de trabajar desde el psicoanálisis, porque es el objeto a el que participa de todos los registros. En el registro simbólico, Lacan va a poner “muerte”. El circuito pulsional es lo que uno en la facultad vio como mortificación del cuerpo. ¿Y qué es eso? El recorrido de la pulsión sobre el organismo. A partir de la entrada de lo simbólico, tenemos la posibilidad de penetrar y jugar con lo real.
En el real, va a poner “vida” y en el imaginario va a poner “cuerpo”.
• El real concierne a la ex-sistencia. No es la existencia, sino lo que está por fuera.
• El simbólico, concierne al agujero.
• Lo imaginario concierne a la consistencia.
Son 3 propiedades que se van a dar en cada uno de los registros: consistencia, ex-sistencia y agujero.
Entre real y simbólico, Lacan escribe goce fálico (Jφ)
En la intersección de real e imaginario, goce del Otro (JA)
Entre el simbólico y el imaginario, está el sentido.
¿Dónde ubicamos lo que Freud trabajó en Introducción al narcisismo? ¿Y dónde están las diferencias clínicas?
Lacan dice que el síntoma viene de lo real. Lo real es lo que no anda y que siempre retorna. Freud dijo que el síntoma era una transacción, una solución de compromisos. Esa transacción implica fuerzas contrarias y en conflicto entre sí, que se ponen de acuerdo a partir de un compromiso. Ese compromiso es el síntoma. El síntoma viene a sustituir aquello que como exigencia del ello se quiere manifestar e incomoda la homeostasis del aparato. Se trata de una transacción de un compromiso, donde lo que estamos hablando es de una sustitución, por algo menos incómodo. El síntoma es incómodo, pero lo es en menor medida para el aparato que la manifestación de aquello que estuvo reprimido. Es una lucha entre ciertas representaciones y la represión secundaria.
El síntoma, en tanto solución de compromiso, es una metáfora. Además, el síntoma concierne al cuerpo, porque simbólico, real e imaginario se entrecruzan todo el tiempo. Ubicamos al síntoma en el goce fálico, porque el síntoma concierne una escritura que se puede descifrar. Por ejemplo, la tos de Dora. El síntoma concierne a lo simbólico sobre lo real.
Freud, siguiendo a Weisman, va a pensar en 2 cuestiones fundamentales para pensar la vida y estas son el plasma germinal y el plasma somático. El somático es mortal y el plasma germinal es el que hace que el individuo se perpetúe en la especie. A través de las gametas, nosotros somos portadores de una especie. Lacan va a decir que el individuo, de antemano, ya está muerto y se transmite de generación en generación como genotipo y fenotipo, pero no por individuo. Uno nace para morir, la muerte es parte de la vida. En Freud, el texto Lo perecedero habla de esta dificultad que tenemos porque lo bello deje de serlo, que el cuerpo decaiga, etc.
Fuera del cuerpo, dice Lacan, el goce fálico es un fuera de cuerpo. ¿Qué quiere decir fuera de cuerpo? Si vemos en el nudo que el goce fálico es la intersección entre real y simbólico, fíjense como en el nudo queda demostrado que lo que concierne al síntoma en el cuerpo es fuera del cuerpo. El síntoma puede tener varios colores, algunos son relativos al cuerpo como las parálisis histéricas. Pero los síntomas no lastiman, no hieren, no marcan ni muerden la carne. Son estrictamente marcas descifrables y simbólicas que a través de las vueltas de la repetición va a haber la posibilidad de un simbólico que se interponga a la irradiación de lo real.
El fenómeno psicosomático (fenómeno: lo que se da a ver bajo su propia luz, encubriendo una verdad) es objetivable, pasible de cualquier estudio científico. Lo que no alcanza la ciencia es a hacer una radiografía del goce que se pone en juego en el fenómeno psicosomático.
El fenómeno psicosomático no es una formación del inconsciente, porque concierne a lo que se llama una protoescritura, una escritura primaria, precaria y que no se deja leer. Lacan dijo que se trataba de un jeroglífico del cual no sabemos cómo descifrarlo. Y no sabemos cómo descifrarlo porque tiene que ver con algo anterior a los caminos de la represión. No es una formación del inconsciente porque no es una metáfora. Si uno al paciente le pide asociaciones respecto al fenómeno psicosomático, el paciente va a decir que le agarra, que es asmático, que lo toma de sorpresa. La posición del paciente en el discurso es en apariencia pasiva y también le da un nombre.
En la clase de alienación y separación Lacan va a hablar del tatuaje y va a decir que la libido -nombrada en ese momento como órgano irreal- no se le impide infiltrarse. La libido, como órgano, puede penetrar y localizarse en un recorte del cuerpo. No se trata de libido ubicada en el exterior, donde habría un comercio: un cuerpo amado que permite amar a otro cuerpo fuera de él, en lo exterior, sea cual fuera la modalidad de goce que se imprimió en los tiempos instituyentes. Esto es la pulsión sexual, pulsión de objeto. ¿Pero qué pasa en estos casos donde una parte de la libido queda metida en un órgano o en un recorte del organismo? Eso no es libido sexual. Freud en ningún lugar habla de fenómeno psicosomático, pero sí habla de enfermedades somáticas. La coagulación de libido de la que se trata no es libido sexual, sino libido del yo, la que concierne al narcisismo primario, la primera, queda ubicada en ese recorte.
Lacan dice que el cuerpo es sustancia gozante, entonces si la libido está para transaccionar con los objetos sexuales y eróticos del mundo, esa libido viene aireada y tamizada del Otro, porque el otro, la planta o el perro algún placer me va a dar. Nuestra pregunta es qué hace un cúmulo de libido metida en el organismo. Ese cúmulo, encima, representa al sujeto para el Otro. El sujeto en psicoanálisis se lo define como un significante que representa al sujeto para otro significante. Entre significantes, para que haya efecto sujeto (fallido, olvido, chiste, síntoma, lapsus) tiene que producirse una caída, que es la del objeto a, que deja en falta al sujeto. El sujeto, por eso, no es ninguna consistencia, sino una evanescencia. Por eso está mal que uno en psicoanálisis diga “El sujeto se presentó…”. El sujeto solamente es un efecto que se produce en el sueño, en el chiste, en el lapsus, en el equívoco de las palabras. Provenimos de un equívoco.
El fenómeno psicosomático concierne a la certeza, no al equívoco. No es una metáfora, sino algo objetivable, radiografiable, estudiable, sale en la tomografía, en el laboratorio. El goce puesto en juego no se puede observar.
Nuestras intervenciones con el fenómeno psicosomático no tienen que ir en sentido de lo que éste representa, sino justamente lo contrario: a la paciente que dice soy asmática le pregunté “¿Cuál es tu nombre?”. El médico dice “Es alérgica, es asmática y lo será durante toda su vida”. En el texto de Lacan Ciencia y verdad, dice que el sujeto de la ciencia es el sujeto del psicoanálisis.
El fenómeno psicosomático no es interpretable porque no tiene lectura posible. Se trata de un agujero en el organismo que tiene que ver con un despliegue en el nudo, donde lo real se ensancha más que el resto. Si el problema lo tenemos es entre real e imaginario, me adelanto a que concierne al goce del Otro. Lacan lo llama goce específico, por la especificidad del significante de ubicar allí una marca que representa el sujeto para el Otro.
¿Qué es el goce del Otro? Es aquel goce donde el sujeto no tiene con qué negarse a lo grosero de la demanda del Otro. No es que el Otro lo goce: en el análisis se subjetiva eso que le pasa. Si nosotros decimos que el objeto a participa de cuerpo y organismo en todos los rincones, eso que le pasa tiene que pasar a una voz activa: Hacerse hacer.
En estas presentaciones encontramos muchas veces un pegoteo excesivo, una falla en los filtros, una dificultad enorme para amar. Como lo que se pone en juego no es la libido sexual, sino la libido del yo, que es más originaria y precaria, nosotros tenemos que pensar en intervenir en función de algo que “me hago hacer”. La dificultad en amar está porque el amor es incompleto, solo es posible desde la incompletud. El amor debe estar atravesado por una falta, que es la que hace posible ir a buscar algo en el cuerpo del otro como semejante.
Por ejemplo, paciente con problemas renales. En el análisis se descubre que el hermano le usaba la ropa, la familia le sacaba el dinero, y aparecía poco filtro con el Otro.
No obstante, siempre hay que consultar con los médicos cuando aparecen cuestiones con el cuerpo, aunque sospechemos que se trate de una histeria. Con las neurosis actuales, lo mismo: que vayan a la guardia todas las veces que se sienten mal a que no haya algo que esté realmente comiendo la carne.
El fenómeno psicosomático es un significante, si, pero no representa al sujeto para otro significante. Se trata de un significante que lo marca y lo representa para el Otro. Cuando alguien dice “yo soy alérgico”, uno puede pensar que hay una sacralización de un órgano, por ejemplo de la piel o el esófago. La dificultad para nombrar del neurótico es insoslayable. El que nombra supuestamente es Dios. Cuando uno encuentra este término, es que hay un nombre específico que recorta al órgano de todo el aparato. Este órgano no participa del cuerpo, sino como recorte. Está sustraído de la imagen, falla lo imaginario y falla lo simbólico.
Nuestras intervenciones ante la sospecha del avance de lo real sobre los otros dos registros, es empezar a edificar simbólico e imaginario sobre esa marca que tiene un borde erótico (como dice Lacan en el tatuaje) y le da pertenencia a un conjunto (ej. Los alérgicos). El costado erótico de lo que es la alergia, el asma, etc., es desvergonzado, es un recorte melancólico. Tenemos que discernir sufrimiento de dolor. El dolor concierne a una pérdida y lo que estamos planteando tiene que ver con algo que no se pierde.
Para edificar lo simbólico y que haya algo que mortifique para dar vida, esa intervención va a tener que ser del lado simbólico y del lado imaginario. Las intervenciones en lo imaginario no son “Qué linda que estás, qué fea la mancha”. No obstante, el fenómeno psicomático no es interpretable, al contrario del síntoma. Lacan dice que el síntoma no hay que agregarle sentido porque lo engordamos como a un pez. El síntoma sí tiene un sentido y ese sentido es real. En cambio, en el fenómeno psicosomático el sentido se lo damos nosotros.
Hay una propiedad de las células que se llama apoptosis, que es la condición que tienen las células de morir para poder generar nuevas. Ante la alarma de alguna enfermedad, salen a la luz esas células, se deshacen de lo que está enfermo y se desintegran inmediatamente para seguir el circuito de la vida. El proceso inverso, opuesto es la necrosis. El tejido necrótico implica células que no mueren, sino que se multiplican y van por todo.
En ese “van por todo” va la intervención quirúrgica y la intervención del análisis. La palabra es lo que mata la cosa y la palabra mortifica, eso es lo que discute a esta multiplicación celular que es viva, pero produce la muerte.
Pregunta: ¿Qué es el órgano de choque?
Llamamos órgano del choque al órgano donde impacta y se acumula la libido que debería estar transaccionando con el mundo.
Pregunta: ¿Qué destino tuvo el bebé del caso, que el médico dijo que iba a ser asmático?
El recorte concreto de la demanda se ubica en el pulmón de su bebé. Con lo cual, esta paciente, que solo fue a una entrevista, puedo pensar que es posible allí un recorte de fenómeno psicosomático.
Texto confeccionado en base a las notas de la conferencia dictada por Juan Pablo Capdevielle, el 11.2.19
esta muy bueno. pero quien es el autor. no figura. solo dice de donde tomo notas...
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