viernes, 8 de mayo de 2020

Cuerpo y goces en nuestro tiempo

La pandemia apareció de manera sorpresiva, de manera inédita. Actualmente estamos sustraídos del encuentro real y nuestros cuerpos están en un aislamiento obligatorio, que según cómo se lo lea está a favor de preservar la vida. La incidencia de este real recae en los cuerpos y goces de nuestra actualidad pasa a tener una relevancia mayor.

La particularidad de este tiempo es lo inédito, lo sorpresivo, lo inesperado y nos pone en cara o cruz respecto a la vida y la muerte. Por otro lado, está la particularidad de lo invisible, que ataca al cuerpo. ¿Qué lectura puede hacer un psicoanalista de esto? La categoría de lo universal "Todos estamos atacados por este virus" no debe eludir lo singular de la respuesta de cada sujeto en su confrontación con este real.

En el mundo, los gobernantes han tomado varias posiciones: aperturistas, los que niegan lo que pasa, los que necesitaban esperar a la acumulación de cuerpos reales para introducir alguna modificación en esas normativas. Por otor lado, otros gobernantes tomaron normas restrictivas desde el comienzo. Estas posiciones han generado respuestas diversas en cada sujeto. Acatar la cuarentena implica aceptar cierta pérdida de la libertad de circular y reunirse.

Cuerpo y goce marca una disyunción inclusiva: no se puede hablar de cuerpo sin su articulación con el goce. Por otro lado, ¿De qué se goza cuando se goza del cuerpo?

El filósofo Giorgio Agamben sostiene que en particular, el desarrollo y triunfo del capitalismo no habrían sido posibles sin el control disciplinario llevado a cabo por un nuevo biopoder que ha creado, a través de tecnologías adeciadas, cuerpos dóciles que le eran necesarios. Desde el mito religioso de la expulsión de Adán y Eva del paraíso por haber transgredido la prohibición y haber deseado el fruto prohibido, el devenir de los cuerpos como sede del pecado original revela tanto la fragilidad frente a la tentación, como la insumisión de resignarse a ella

Dicho de otro modo, la prohibición es condición de cierto deseo y de cierta transgresión. Pero si existe la transgresión, es por como lo decía Freud en El malestar en la cultura: la vida en común requiere de ciertas renuncias para que pueda haber vida en común. Ya el concepto de libertad se opone directamente a una libertad fuera de la ley. En el anarquismo absoluto, cualquier cosa puede acontecer con el cuerpo. En cambio, la ley y la prohibición que permite engendrar un adecuado anudamiento en el sujeto, va a habilitar a una adecuada formulación de los goces.

A partir del mito del pecado original, en el pasaje de la Edad Media a la Modernidad, del mito del cuerpo como sede del pecado y del conflicto entre la dimensión espiritual y la dimensión carnal al cuerpo enajenado y sometido al orden productivo, el psicoanálisis hace su aparición en la escena social de la época interpelando a las ciencias de su tiempo a través del cuerpo de la histeria.

Desde los orígenes del psicoanálisis, el cuerpo ocupa un lugar predominante en el psicoanálisis. Es a través del cuerpo de la histérica que Freud edifica el cuerpo teórico del psicoanálisis. Freud cuestiona las formalizaciones científicas y además la sexualidad de su tiempo. A través de ello, va a ser imprescindible lo que se llama la presencia del analista. Recordemos el encuentro de Breuer con Anna O., donde ella despliega una transferencia erótica que Breuer no puede leer. Él abandona el tratamiento ante la supuesta mejoría de Anna. Esto que se expulsa de lo simbólico y retorna desde lo real, se torna audible en el matrimonio de Breuer. Es la esposa de Breuer la que señala el particular interés que él tiene por su paciente. Anna, ante la suspención del tratamiento, produce un falso parto histérico. Esto es lo que Lacan nombra como el acta de nacimiento del psicoanálisis y nos pone en evidencia que es imposible pensar que pueda haber un cuerpo por fuera de la trama del Otro.

Apelando a las categorías nodales y a la concepción de que el sujeto está dicho por la palabra y representado por los significantes, va a formalizar que la histeria se construye en el hecho que una verdad amordazada habla en lo real del cuerpo. El universal no puede eludir lo singular, entonces lo que Lacan se propone es articular que en el cuerpo hay un decir que habla. Eso que el cuerpo dice en una metáfora muy singular, está revelando y es testigo de un goce anómalo que no está enlazado a la palabra, que pertenece al campo del lenguaje, pero que solo se puede dar a ver, se muestra por el síntoma que se localiza en el cuerpo. La histeria viene a revelar a través de esa verdad amordazada que hay un goce anómalo y un deseo cautivo en el síntoma. 

Hay algo del deseo que no puede fluir y se acantona en el cuerpo, talla en ese cuerpo el sufrimiento que un síntoma comporta y una escritura singular ligada a la verdad de un goce ignorado. Y no solo en la histeria: el paciente que viene a consultarnos a veces puede decirnos lo que le pasa, en el límite de su decir. Cuando no lo puede decir, lo muestra, lo da a ver en la escena analítica. Lo vemos en las crisis de los adolescentes, en las crisis de angustia, es algo que se localiza en el cuerpo y ese real se da a ver. Hay una localización en esa encarnadura del cuerpo que pertenece al campo del lenguaje, pero aún no encuentra en enlace a la palabra. 

Cuando se dice lenguaje y no palabra, se señala que tiene que haber un pasaje del lenguaje a la palabra porque el sujeto no adviene  a la palabra de hecho. Si decimos que el psicoanálisis hace del sujeto su objeto, se dirige más precisamente a la causa de su división, a eso que lo toma en el inicio del análisis como síntoma, coagulado al Otro, pero que todavía no puede encontrar en ese síntoma la letra que localice algo del real de su padecimiento. Entonces, lenguaje y palabra son dos dimensiones clínicas diferentes. La dimensión pulsional corresponde al campo del lenguaje y la dimensión simbólica corresponde al campo de la palabra. 

• ¿Qué es el cuerpo para el psicoanálisis?
• ¿Cómo hacer del cuerpo una instancia que no quede cautiva de la pandemia y poder aceptar que en esa normativa, por incómoda que ella sea, hay una decisión de la preservación de la vida?
• ¿Cómo se constituye un cuerpo?

Los movimientos sociales vertiginosos de los últimos años, introducidos por la autonomía progresiva, por la decisión de poder intervenir sobre los cuerpos sobre qué lado colocarse en el sexo, ha habido un deslizamiento muy fuerte hacia "yo decido, yo quiero". Al indagar en la clínica sobre eso, por ejemplo en el caso de una paciente que quería sacarse los senos. Ella decía que no quería ser lesbiana ni heterosexual, quería ser una no-binarie. Ella podría llevar a cabo esto porque la ley ampara, el derecho jurídico habilita a esta intervención en lo real del cuerpo. El derecho jurídico no pregunta por el sujeto: ¿Y por qué querés hacer eso? Se trata de pensar por qué se quiere producir esa amputación real.

Sexo, sexualidad y sexuación son dimensiones diferentes. Una corresponde a la biología; otra, a la sexualidad como la describía Freud en términos de sexualidad polimorfa y que toma las partes erógenas del cuerpo para su goce. Con la intervención de Lacan y sus matemas, introduce que el sujeto se dice hombre o mujer. La sexualidad no está determinada por el destino ni por la biología, pero tampoco por lo autónomo de decidir de qué lado ponerse. 

En estos tiempos hay que tener mucho cuidado, donde los padres de los adolescentes también encallan en el derecho a decidir, que a veces la ideología pueden ser encubridoras del síntoma. El síntoma es un real que nos imterpela, lleva a la pregunta por el sujeto. Hay que recuperar esta dimensión ética, porque estamos habitados por leyes jurídicas que habilitan a la autonomía. 

Sobre lo "auto", el psicoanálisis dice que el yo-cuerpo es la proyección de una superficie sobre otra superficie. El yo no es una instancia por fuera de un cuerpo que sostiene y soporta a un sujeto del yo. Si bien decimos que el sujeto se constituye en el campo del Otro y recibe del Otro las marcas que hacen a su subjetividad, también tenemos que decir que el cuerpo se constituye en el campo del Otro. No hay cuerpo fuera del campo del Otro: se puede nacer, parir un viviente que forma parte del lenguaje, pero el trayecto del lenguaje a la palabra son tiempos de subjetivación, de incsripción subjetiva que necesitan y reclaman la presencia del Otro. Cuando hablamos del yo-cuerpo, a partir de las categorías lacanianas, que también el cuerpo se constituye en el campo del Otro, querecibe la bendición narcisística de estar anhelado por el Otro -en el mejor de los casos-. No solo se trata de la madre, sino también del padre. Hay una función operante desde el comienzo, que es el Nombre del Padre.

Cuando un niño nace y es acogido, deja de ser un viviente, para pasar a ser un objeto de amor para el Otro. Ese cuerpo también pasa a constituirse en esa dialéctica en relación al Otro, recibiendo ese investimiento imaginario según el angelo de los padres y también lo que no se articula a la palabra. Recibe un tono de voz que recae en el cuerpo, el silencio sufriente de un padre o una madre que transitan una pérdida real, la violencia de una situación por la que está atravesando una madre... Todas estas categorías corresponden a lo que llamamos la dimensión pulsional. No solo sobre el infans recae la función del deseo, en el mejor de los escenarios, sino también lo no articulable de la demanda del Otro. En el extremo, puede ser un duelo de ese momento. Ciertos posicionamientos sexuales tienen que ver con la tramitación de un tipo de duelo en los padres, que se traducía en la primera infancia como espasmos de sollozos. El cuerpo respondía al dolor de la madre, acogipendolo y haciendo que ese dolor se incruste en el cuerpo. Pasa a ser algo no articulable, aún en las neurosis.

Lacan dice, en el seminario Le sinthome, clase del 18/11/75, que las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho que hay un decir. No hay cuerpo por fuera del enhebrado de la pabra. Para que este decir resuene y consuene, es necesario que el cuerpo sea sensible y que lo es, es un hecho. En cierto momento de la transmisión postlacaniana, se priorizaba la dimensión imaginaria o la simbólica, pero desde el comienzo de la enseñanza Lacan plantea "sus tres": real, imaginario y simbólico. Él plantea que esa es la estructura subjetiva. Cuando lacan plantea que "hay el uno", está diciendo real, imaginario y simbólico. 

Lacan, anteriormente en el año 67, en La lógica del fantasma, dijo el 10/05 que desde el principio el cuerpo, nuestra presencia de cuerpo animal, es el lugar donde meter inscripciones. El cuerpo está hecho para que se inscriba algo que se llama la marca. está para ser marcado. También dice que "el cuerpo se introduce en la economía del goce a través de la imagen del cuerpo" El cuerpo del que se ocupa el psicoanálisis no es del cuerpo biológico ni el de la neurociencia. hay una fisiología operando, pero el cuerpo al que apuntamos es a ese cuerpo capaz de sintomatizarse en relación a un goce que viene marcado en la dialéctica con el Otro.

Lo subversivo en el planteo del psicoanálisis es subvertir la dimensión del sujeto que es sujeto y causa de operaciones. Operaciones fundantes y de un síntoma que viene a revelar por el síntoma ese lugar de captura fantasmática del sujeto al Otro. El cuerpo dice, habla y lo hace en transferencia. 

Los cuerpos en la actualidad. ¿Por qué los cuerpos actuales están tan marcados? Pensemos en las vestimentas de tatuajes de los últimos 15-20 años. En la época actual hay un vértigo que hace que los jóvenes y no tanto hagan previa para ir a una fiesta y el goce es volcar, llegar mamados a la fiesta. Hay una demanda, cada vez mayor, a ir por más. "Tu puedes", dicen los slogan. La proclama es un goce sin límites. La libertad se confunde con lo ilimitado, lo que es un error. Una libertad sin límites encuentra en el pasaje al acto la ocasión de inmolar un cuerpo a una demanda insensata. En nuestro país el tema de las fiestas electrónicas, se ha cobrado vidas, porque el agua hay que pagarla, la pastilla no siempre es de buena calidad, pero estas son fiestas internacionales. No es lo mismo gozar con los otros que gozar en el cuerpo, es decir, ofrecer el cuerpo al éxtasis, a un goce del que después no se tiene registro y que lleva a una ausencia del sujeto a ser parte de la fiesta.

Hay dos simensiones clínicas diferentes del goce. No es lo mismo el goce que la prohibición permite anudar en el sujeto, por ejemplo en una cena con amigos, que comer hasta reventar. En el primer caso, la pulsión oral se enhebra al deseo, que no es lo mismo que comer más allá de saciado el hambre, donde opera la dimensión pulsional, lo que no puedo sustraerme en relación a la demanda del Otro. Esto puede tener el matiz devorador de lo que se convierte en un mandato superyoico, que obliga gozar hasta morir. 

En una de las dimensiones del goce se juega una repetición irrefrenable. No es una repetición a la manera elaborativa, que permite recrear la posición del sujeto, reformularla, interrogarse sobre su deseo. Hay algo que lleva a más y de esta estofa estamos hechos todos los sujetos hablantes. Para hablar de goces y de cuerpo, es menester pensar que el sujeto que se constituye como objeto del Otro, donde se gesta, Esto es apesar de todas las tecnologías que existen, el cuerpo también se incrusta y crece en el cuerpo del Otro. Esto deja marcas que podemos diferenciar en las que corresponden a una demanda articulada, que permite articular el deseo y por la cual hay una falta estructural operando, a una demanda que va por más. 

La demanda que va por más toma al cuerpo, lo captura y lo comanda. En un análisis, son los momentos más resistenciales. El analizante puede discurrir por la dimensión simbólica-imaginaria, trayendo formaciones del inconsciente, lapsus, actos fallidos, historias relacionadas a sus otros parentales, pero hay algo que empieza a insistir de manera pertinaz: esa insistencia repetitiva que tiene que ver con lo pulsional, lo que crea la presencia del analista como un tiempo en la transferencia. ¿Cuál es la importancia de la presencia del analista allí? El analista no solo va a recibir los significantes que las formaciones del insconciente procuren, sino que se va a disponer a hacer la encarnadura de ese objeto en lo real de lo cual el analizante está detenido, que puede ser la mirada, la voz, el falo... Algo a nivel de la pulsión no está enlazado a la palabra y comanda al cuerpo del sujeto a ir por más. 

La época actual también tiene una severa dificultad, relacionada a la lógica de los 4 discursos, a la función del S1. El S1, significante amo, el S2, el saber como producción, el a como efecto causa y como objeto que obtura la falta. Cuando uno le hace "ole" a esa función, el sujeto va por más. En el trabajo con los jóvenes, ellos frecuentemente dicen que los padres son amigos. Si los nombran así, ¿qué nombre darle a los amigos? Que un padre intente acompañarno los equipara en la función. El adolescente tiene que hacer un pasaje de desprendimiento en lo real por lo que irrumpe el real sexual en su cuerpo, poniendo en cuestión lo que fue su cuerpo infamtilen relación al Otro, sino también ese curso de pérdida absoluto de lo que era era el Otro. En la riesgosa travesía que se proclama como búsqueda de autonomía y libertad, muchos padres compran esto diciendo que son jóvenes, que ya saben lo que tienen que hacer. 

La clinica nos muestra que cuando el Otro real declina y depone anticipadamentela función, se precipita en el Otro el apsaje al acto o el acting-out. El acting-out es un llamado al Otro para que comparezca y cuando el otro comparece en lo real interviniendo, cosa que a los padres modernos les cuesta mucho. Cuando un padre dice no y no se discute, produce el habeas corpus en el joven. Los jóvenes demandan esa presencia de manera velada y revelada. Revelada, sobretodo, cuando el riesgo de accidente es grave ára el cuerpo de los jóvenes. Velada cuando el Otro se dispone a ser efecto de esa ruptura, pasando señales y dejan hacer saber que necesitan que el Otro esté allí dando marco a una acción.

Si al psicoanálisis no la confundimos con una práctica ideológica que comprende cuestiones, sino a la producción de un sujeto, hay más chances para que un sujeto pueda articular el goce que implica hablar, el goce que puede anhelar un deseo, y también puede quedar enazado al amor. Cuando falla algo de ese goce que no está puesto fuera del cuerpo, la vida de torna imposible. Si en el primer tiempo de la institución subjetiva es necesario se rmirado para poder ver, ser escuchado para poder oír, hay un segundo tiempo que si no me pierdo de la mirada del Otro y si no me pierdo de la voz del Otro, también es real en esa paradoja, el sujeto pueda ex-sistir. Para poder existir, es necesario regular los goces.

El goce no es un termino que aparezca en Freud, más allá que él marcara como límite de los análisis que el sujeto pudiera recuperar su capacidad de goce, amor y trabajo. La formulación del goce de Lacan viene ligada a la noción del objeto, que no es la misma noción de objeto en Freud. En Freud es el objeto perdido, que tiene que ver con la vivencia de satisfacción y del primer tiempo que hablabamos de la constitución del objeto, pero siempre es como objeto causa, objeto causa del deseo. Algo debe perderse para poder ganar. Cuando Freud introduce la pulsión de vida y pulsión de Muerte, en Más allá del principio del placer, viene a señalar que en la estructura del humano está lo disolutivo. 

Cuando Lacan formula la noción de objeto, nos da una herramienta para la clínica fundamental. La visión que él trabaja en La Tercera el Nudo de Borromeo, en lo real pone vida, en lo imaginario pone cuerpo y cuando articula lo simbólico pone muerte (como equivalente de la castración). Lo real de la vida es cuando alguien nace, pero si no es tomado por el Otro en esa dimensión imaginaria, no puede ese real constituírse en un cuerpo libidinizado. esa marca imprime un goce en el cuerpo, tanto para e Otro como para el viviente. Si solo nos quedamos con esa relación de cuerpo a cuerpo y no está intervenido por la palabra, por lo simbólico que agujerea cada una de las cosistencias, La castración es la prohibición de un goce que debe quedar fuera del cuerpo, que es la prohibición del incesto. Cuando el Otro no regula sus goces, el cuerpo de un niño, una mujer u hombre pueden constituírse en herramientas de un goce desenlazado, que es un goce pulsional. 

¿Qué nos viene a revelar la pulsión? La naturaleza incestuosa de la que está hecha el sujeto parlante. Solo a través de la prohibición y que hace al nudo de la estructura (Lacan no cede en este concepto en ningún momento). Castración y Edipo son conceptos nodales, hacen nudo. Muerte, como equivalente de la castración, interviene tanto en el sentido que un niño o un sujeto tiene para el Otro en el fantasma y lo sustrae de la posibilidad del todo-goce, haciendo que se inscriba ese goce de la normativa que implica el goce fálico. No gozo de someter a un sujeto, gozo del encuentro con ese sujeto. Esto que se lee en la clínica en la posición fantasmática. 

Hoy en día, en la situació actual donde el Otro revela una y otra vez su insconsistencia como soporte y garante de hacer operar la ley, hace que cada vez más observeos los cuerpos estallados en la creencia de un éxtasis que solo los deja por fuera del goce de la vida.

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