miércoles, 20 de mayo de 2020

Tentaciones y mandatos.

Notas de la conferencia de Isidoro Vegh, del 09/04/2019 - Institución Fernando Ulloa.

Este año, el tema son las pulsiones en la clínica psicoanalítica. Ya hablar de pulsiones y no de instintos es toda una posición. La insistencia no es lo mismo que la repetición de lo mismo. La insistencia significante o en una posición quiere decir que se articula allí algo del orden del deseo. La repetición de lo mismo implica un goce que no permite el movimiento. Ya que hablamos de insistencia, voy a insistir en algo que quizá muchos de ustedes hayan visto desplegar en los últimos años. Tiene que ver con una escritura a la que me sentí invitado, porque la obra de Lacan se extiende a lo largo de muchos años y él mismo dijo que se desvivía por decir lo mismo de otra manera. Mi anhelo es poder articular conceptos que Lacan desarrolló en distintos tiempos de su enseñanza y que él presentó con distintas escrituras.

Si uno hace un estudio riguroso de las escrituras de Lacan, advierte que el paso de una escritura a otra nunca fue el anhelo de ser original. Lacan dijo que nunca quiso ser original, lo que quiso fue hacer una lógica de los relatos freudianos. Entonces, podemos ver que cada paso que él da de una escritura a la siguiente, por ejemplo del modelo óptico a los grafos, de los grafos a la topología de superficie, de la topología de superficie a la escritura nodal, fue cuando llegó al límite de una escritura y encontró la insuficiencia de esa escritura. Eso lo llevó a hacer una progresión… Y no un progreso. La diferencia es que la idea de progreso nos hace suponer que lo último es mejor que lo anterior. En cambio, la idea de progresión no desconoce ese movimiento, pero cuando se avanza hay que ver también qué es lo que se pierde.

Lacan también dijo que sus escrituras no debían tomarse de modo religioso, sino que son producto de su experiencia como analista. No hay que forzarlas más allá del lugar de donde provienen y que son un apoyo para el pensamiento. Son reflexiones, hasta diría que un intento desesperado de un psicoanalista que sigue las enseñanzas de su maestro, Sigmund Freud, quien dijo que gracias a su metapsicología el psicoanálisis seguiría teniendo vigencia en el futuro.

Todo esto es para darles la razón de por qué voy a insistir con una escritura en la que intenté hacer un pliegue entre una escritura primera y una escritura última de Lacan. Es un pliegue entre los grafos y la escritura nodal. Se llama diagrama de flujo, se usa mucho en informática y es lo que se llama la escritura de un algoritmo. Un algoritmo es una fórmula matemática que se repite a lo largo de un proceso y que permite ir desde un punto de inicio a un punto de salida. El diagrama de flujo es una mostración de un algoritmo.

Freud, cuando empezó a desarrollar el psicoanálisis, se apoyó en lo que era la ciencia más avanzada de su tiempo, la física, especialmente la termodinámica. Es de ahí que él tomó, por ejemplo, el concepto de energía y de libido. Hoy para nosotros es habitual tocar un botón y que se prenda la luz. ¿Quién se acuerda que la energía lumínica es la transformación de la energía hidráulica? O la transformación de la energía química en cinética cuando le ponemos nafta al auto. Freud utilizó el concepto de libido y habló de ellas de 2 modos distintos: como pulsión sexual y como energía de la pulsión sexual. Freud tomó un concepto de la termodinámica, porque con el concepto de libido Freud nos trajo las equivalencias de las distintas pulsiones. Para decirlo rápidamente, puede haber miradas dulces, miradas filosas, se puede cagar con la boca, decir frases amargas… Hay una posibilidad de transformar las distintas zonas erógenas en ejercicio de una satisfacción pulsional variable. En todas ellas, juega lo que Freud llama sexualidad. Sexualidad oral, anal, escópica, invocante. Yo agregué el tacto, la pulsión táctica, tomando el tacto (tactus, en latín), y las formas sublimadas de la caricia, el pellizco, la tortura, el látigo, que es la esencia del sadomasoquismo. Todo esto tiene que ver con la sexualidad, que no se reduce a la genitalidad. Con Lacan, lo vamos a llamar goce. Los distintos modos de goce.

Este es el diagrama de flujo:



Con este diagrama de flujo, propongo una escritura de la estructura que nos habita, tal y como podríamos pensarla desde el psicoanálisis que está en el horizonte de nuestra disciplina: el eje Freud-Lacan.

Comencemos diciendo que nosotros somos seres vivientes, por eso acá pongo VIDA, una vida que viene desde tiempos inmemoriales. Si estudiamos lo que nos enseña la biología, desde el primer coacervado, las estructuras unicelulares, multicelulares, etc., nosotros pertenecemos a esa serie: algo que tiene vida.

Por otro lado, estamos habitados por algo que se llama LENGUAJE. Este lenguaje también viene de tiempos inmemoriales. Los antropólogos, para saber si se trata de una cultura humana, buscan el culto funerario. Ahí saben que hubo lenguaje, distinto al lenguaje de signos de los animales. Una abeja puede danzar de cierto modo para indicarle a otra que hay polen, pero esta última no puede hacer lo mismo y trasmitírselo a otras. Los animales no pueden hacer una frase de otra frase. Ustedes pueden contar acerca de lo que alguien más dijo, el lenguaje de los animales no lo permite. Solo nosotros tenemos el goce del chisme. Hay algo específico de la vida humana: está interceptada por el lenguaje. Eso produce efectos diferentes respecto a cualquier otro viviente.

Esta VIDA, va a ser interceptada por ese otro que cumpla la función materna. El ser humano llega al mundo en condiciones de desamparo, como dijo Freud, y al cabo de pocas horas, si nadie acude, se muere de frío, de hambre o de sed. ¿Cuál es la lógica de qué es un chico y qué es un adulto? No es la edad, los psicoanalistas tenemos una lógica: el chico necesita de un Otro real para que lo cuide. Un adulto tiene incorporado esos valores del Otro y se supone que sabe cuidarse. Por supuesto, sabemos que eso no es del todo así y por eso nosotros tenemos trabajo. En este lugar, entonces, vamos a poner el ELLO. La fórmula de Lacan se escribe así:
$◊D
Sujeto barrado, lozenge, D mayúscula. Significa sujeto acéfalo en relación a la demanda pulsional del Otro. Cuando la mamá ofrece el pecho, está ofreciendo lo que yo quiero que vos recibas. Si es la madre de un neurótico, puede decirlo. Está en juego su propio deseo y goce. El sujeto está acéfalo, porque es lo que se incorpora. Ya no lo vamos a llamar instinto, sino pulsión. Es algo que al sujeto se le va a quedar grabado sin poder tener comando de eso. Podemos registrar fácilmente los efectos en la vida de un adulto: alguien quiere lucirse para el verano y quiere bajar de peso, pero no es tan fácil: llega a casa y va a la heladera come lo que sabe que le va a hacer recuperar el kilo que perdió en el gimnasio. Es lo que los psicoanalistas llamamos el apremio pulsional. Es una energía que empuja, incluso aunque no querramos hacer ese trabajo. Por eso Freud lo llamó ello, si no soy yo, lo llamo ello. Esa energía que está en juego la llamó libido, y no es una palabra que inventó Freud, sino San Agustín. En el libro n° 4 de Historia de la sexualidad de Foucault, en el capítulo cuatro que habla de la libidinización del sexo, dice que hará una breve mención de la ciudad de Dios y dice que en lo que es en su forma y en su desarrollo el acto sexual que permite acotar el problema. Allí San Agustín retoma de manera muy fiel la descripción del paroxismo sexual en tres puntos esenciales. Una sacudida física del cuerpo que no se puede controlar. Un estremecimiento del alma arrastrada a su pesar por el placer. Un eclipse final del pensamiento que parece acercarlo a la muerte.

Ahí San Agustín dice: El deseo, libido (él escribe libido) que cita las partes pudendas del cuerpo no se conforma con apoderarse del cuerpo entero por dentro y por fuera, estremece al hombre en su totalidad a la vez que mezcla  las pasiones del alma y los apetitos carnales para inducir el sabor (...) la más grandes de todas, entre las del cuerpo. De modo que al momento de llegar a su punto culminante toda la agudeza de lo que podríamos llamar la vigilancia del pensamiento quedan casi elucubradas.

Es decir, ya San Agustín se dio cuenta que de pronto se desencadenó la pulsión sexual y ¿qué se le va a hacer? La carne es débil, decimos. No se puede frenar el estremecimiento del cuerpo, ni el apoderamiento del alma, y que puede llegar a una voluptuosidad tal que ya no haya pensamiento racional para nada. Sujeto acéfalo de la pulsión y libido, con una diferencia: para San Agustín, Dios nos hizo con un cuerpo y hay quienes no pueden contenerse. La continencia sería, para San Agustín, poder controlar esa libido y que se haga en el contexto de los sacramentos.

Del otro lado del flujo teníamos al LENGUAJE, pero el lenguaje en el ser humano no viene de manera natural, sino que se incorpora. Nacemos con los elementos para aprender el lenguaje, pero el lenguaje tiene que entrar de un modo muy especial. Lacan dijo “La letra con sangre no entra, la letra entra con amor”. Conocemos amplios casos en el autismo. El lenguaje es un software que viene del Otro, que Lacan escribe con la A de Autre, Otro en francés. Arriba voy a poner SUPERYÓ, porque en comienzo el niño recibe el lenguaje del Otro sin poder interrogarlo. Al comienzo, dice Lacan, lo que dice el Otro es oráculo, es ley, inamovible. Ustedes pueden ver la estructura del superó en crudo en El Proceso, de Kafka. El superyó es la entrada inamovible del lenguaje del Otro.

Hasta quí, ello y superyó son tópicas inconscientes. Voy a poner en el centro del diagrama de flujo INC, que es lo que Lacan llamó inconsciente como lógica de incompletud. Habitados por el lenguaje, el crío está habitado por un conjunto de elementos discretos, sujetos a las leyes que describió Georg Cantor cuando trabajó sobre la teoría de los conjuntos. Cuando se escribe un conjunto, es necesario también escribir el subconjunto vacío. Esto quiere decir que a ese conjunto de elementos, por lo menos uno no le pertenece. Es la manera que Lacan encontró de responder lógicamente a lo que Freud insistió de punta a punta en su obra: el concepto de castración. La lógica de un incompleto es lo que instituye al inconsciente. Esa lógica la desplegó Lacan, pesea a que Freud descubrió el inconsciente en acto. La lógica de por qué es castración, eso fue Lacan. Hay una frase “El campo es freudiano, el inconsciente es lacaniano”, ¿Como, si Freud descubrió el inconsciente? Fue Lacan el que le dio la fundamentación lógica de ese insconsciente constituido a partir de la castración, apelando a la fundamentación lógica de las matemáticas.

Las pulsiones que habitan en el ello pueden ir a pasar por el inconsciente para que, en porteño, funcione como un colador inconsciente. ¿Qué quiere decir que la pulsión pase por el colador del inconsciente o no pase? Quiere decir que no es lo mismo ser invitado a una fiesta con la mesa servida y vaya a saludar a la gente aunque esté muerto de hambre. Si quiero respetar las reglas de cortesía, tendré que esperar los tiempos para acercarme a la mesa, tendré que suspender el goce de abalanzarme sobre la mesa. Que una pulsión pase por el colador del inconsciente, entonces, es enlazar el goce al deseo. Eso, en el nudo borromeo, sería que en el campo de lo simbólico está el deseo y en el campo de lo real los goces.

Todos los goces que están en juego interceptan con lo real. Cuando el goce se enlaza con el deseo, quiere decir que pasa por el colador del inconsciente. Cuando no pasa, vamos a tener efectos como dominados por esa fuerza demoníaca, “Yo no quiero pero no puedo frenarlo”. A veces esto se convierte en un rasgo de carácter “Bueno, yo soy así” y ahí ya tenemos un problema, porque hay que hacer que el paciente se interrogue ante los efectos que ese rasgo de carácter le produce. Una respuesta a este ello es lo que se llama el FANTASMA. El fantasma es una respuesta al ello y su fórmula es:
$◊a
Sujeto barrado en relación al objeto a. El objeto a, del que Lacan dice que es su único invento, tiene 2 valores: como falta se llama causa del deseo. Como presencia, siempre es goce, que puede estar o no enlazado al deseo.

Del lado del superyó, tenemos algo que se llama IDEAL DEL YO. Lacan distinguió absolutamente el ideal del yo del superyó. En Freud, a veces están juntos. El superyó planteado por Lacan se parece más al superyó kleiniano, el superyó que está al inicio. No es la resolución del Edipo. La resolución del Edipo es el Ideal del yo, que implica que algo pasó por el colador del inconsciente. Cuando no pasa por el colador del inconsciente, el ideal del yo se transforma también en superyó. Los nazis sostenían un ideal, la raza superior. Pero es un ideal que no admite preguntas, funciona como superyó sádico y cruel. Lo que no se adapta a la idea de raza superior, tiene que ser eliminado. Cuando hablamos de fanatismo, estamos hablando de un ideal que hizo regresión al superyó.

Si seguimos, tenemos una parte superior que Lacan describe con una s minúscula en relación a que el sujeto habla; lo extraño es que Lacan pone en los grafos estructuras y también movimientos en el lugar donde habla, en el lugar del mensaje. Y Lacan pone otra vez A, pero Otro en la dimensión consciente.

Pongamos al YO. El yo que la psicología del yo planteaba como de síntesis, como lugar del conocimiento. El texto clave de la psicología del yo es El yo y el proceso de adaptación, de Hartmann. Toman, mal leída, una frase de Freud cuando dicen función sintética del yo. Pero no leyeron bien, porque en El yo y el ello Freud habla de vasallajes del yo. La función sintética del yo quiere decir que el yo quiere ordenar las pulsiones y los mandatos, pero no le sale porque está tironeado por lo que le llega del superyó, el ideal del yo, del ello, del fantasma.

De s-s’ es el lugar del mensaje y la línea es la batería significante. Tenemos 2 lugares donde podemos poner nuestra cadena, que es la cadena significante. La de arriba es consciente y la inferior es inconsciente. S(Ⱥ) es el inconsciente tópico e INC es el inconsciente como lógica de incompletud, es decir, el lugar donde intentamos en la dirección a la cura, de encauzar las tentaciones que vienen del ello y los mandatos que vienen del supeyó con el deseo. No es lo mismo un mandato que puede ser interrogado, que un mandato que funciona sin límites. Por eso suelo decir que una manera de lindar la marcha de un análisis es ayudar a que nuestros analizantes hagan de un destino, un estilo. Allí donde hay un mandato que inconscientemente los obliga a seguir un camino que no es su deseo, si podemos ayudarlos a que se animen a perder un goce, por ejemplo que mi papá no me quiera tanto, se defina entonces su camino. “Bueno, voy a ser arquitecta aunque mi papá quería que yo fuera contadora”. Hay que aceptar que hay que pagar un precio. El neurótico sufre porque no le gusta pagar y por eso paga más caro. ¿Qué es pagar? Pasar por el colador del inconsciente y perder el goce parasitario, ese goce que se interpone entre el sujeto y su deseo. No se trata de tomar al goce como un pecado a lo San Agustín, sino de detectar cuándo se interpone entre el sujeto y su deseo.

Las tentaciones y los mandatos son aquello a lo que tenemos que ayudar a nuestros analizantes a que puedan resolverlo de un modo que no se trata de una renuncia al goce. Nosotros no proponemos como fin de análisis un ascetismo cristiano, porque sin los pequeños goces de la vida, ¿qué gusto tiene la vida? Lo que nosotros tratamos de hacer es que los analizantes se reencuentren con su deseo, que se desprendan de los goces parasitarios y que disfruten de los oces de la vida en la medida que no arruine su relación al deseo, es decir, que la ética del psicoanálisis no es la ética del goce.

En los tiempos en que vivimos, vuelven ciertas consignas que ya se plantearon y se gastaron, como por ejemplo las del siglo XVIII, donde está la propuesta sadiana. La propuesta sadiana, 120 jornadas de Sodoma, Justine, Filosofía en el tocador, plantea una vida que se presentifica por el goce. Nosotros sabemos que esa vida no lleva a la felicidad. La ética del psicoanálisis es la ética del deseo: el sujeto siente que se realiza como tal es cuando avanza en su deseo, que no implica la suspensión del goce, sino la articulación de sus deseos con los goces. Esto va a contrapelo del tiempo actual en el que vivimos.

Voy a citar una frase del padre de los hermanos Karamazov, que dice “Si Dios ha muerto, todo está permitido”. Lacan dice que cuando todo es posible, se vuelve obligatorio. Cuando nada está perdido, todo se vuelve obligatorio. ¿Por qué? Cuando un chico pregunta por qué se tiene que ir a dormir, uno no tiene más remedio que decir “Porque lo digo yo”. Ese lo digo yo no es un capricho superyoico, sino que yo también me someto a la ley. Cuidar de su hijo quiere decir que el hijo no tiene edad para saber qué goces tiene que suspender y cuáles no. No forma aún parte de su estructura, entonces lo que un padre tiene que pagar para poder intervenir adecuadamente es perder el goce de que su hijo lo ame siempre. Si como madre o padre querés que solo tu hijo te ame, vas a a ser un desastre.

La ética del psicoanálisis es subversiva, no le gusta a ningún gobierno, ni de derecha ni de centro ni de izquierda, porque alguien que pasó por un análisis hace preguntas: ¿por qué es así? Aprende a interrogar al Otro. A saber leer de otro modo, como decía Lacan. En francés, “otro modo” también es “Otro miente”, es decir, a no quedarse con una idea cuando el Otro se la presenta con certeza y como dueño de la verdad. Es una práctica subversiva.

¿Por qué dos personas jamás podrán ponerse de acuerdo? Porque nadie está de acuerdo ni consigo mismo. Esto es lo que representa el matema $. Es lo contrario del yo unificado, es el sujeto dividido. En mi época estaban las historietas del Dr. Merengue, que era un hombre correcto que en último cuadro dice lo que realmente piensa.

Así estamos hechos. En la medida que pasa por el inconsciente como un colador, hay posibilidad de situarnos mejor en el lazo social. Los psicóticos tienen problemas en este sentido: no pueden trabajar, tienen problemas para los horarios… Es porque les falló la metáfora paterna y no pueden regular los goces. No hubo quien interviniera en los momentos fundantes para decir “eso no va”.

(Pregunta inaudible).
Cuando digo el goce, no se trata del goce del Otro en el sentido del superyó, según Freud, sádico y cruel. Sádico implica una dimensión sexual y cruel porque toma al otro como objeto, como en el sadismo. Cuando el goce viene desde el ello y que no pasa por el colador del inconsciente, lo vive como demoníaco, como lo que me supera, como lo que va más allá de mi, como el discurso religioso de San Agustín, donde algo me toma, me estremece el cuerpo y me captura el alma y sin posibilidad de pensamiento y control, como él dice. Cuando hablamos de los goces, hablamos de una multiplicidad de goces.

Otra cosa de nuestros tiempos. Apoyo totalmente el respeto a los gays, lesbianas y travestis, porque todos hacemos con la sexualidad lo que podemos. Freud desde el inicio dijo que la homosexualidad no es una enfermedad y que es una manera en la que el ser humano de vivir la relación con su sexualidad. Desde tiempos inmemoriales, para tener hijos nadie va a la cama pensando en tener hijos, no funciona así el deseo. No tiene que ver con "poner pene en vagina" para que se produzca un niño. Todo el campo de lo que se llaman las perversiones forman parte de la vida sexual, si quieren empecemos con la más simple que es la del beso, que desde la medicina solo sirve para intercambiar bacterias. ¿Pero quién se va a privar de dar un beso? Aparece en lo sexual la pulsión oral, la anal, la pulsión escópica, los espejos… Hoy se nos quiere vender que por fin hemos llegado a la libertad sexual. Eso existió siempre y es lo que llamamos la sexualidad polimorfa. Son las distintas especies del objeto a que pueden llegar o no a culminar en la relación sexual, genital o no. Hoy se nos quiere vender que eso es porque somos libres. Son las marcas que cada uno tiene, la única libertad que puede haber es la de salir del closet, como se dice. Un homosexual ya no se tiene que esconder, pero no es más libre que un heterosexual. El heterosexual tampoco es libre, porque las marcas que nos constituyen como sujetos sexuados tienen que ver con esta estructura. Lo que puede variar es qué hace uno con esas marcas, pero dentro de ciertos límites.

El psicoanálisis es contra-natura, nosotros no creemos en hombre-mujer. Y si se constituye es en relación con el Otro en los tiempos instituyentes y también es contra-cultura. Así como Freud fue contra la cultura victoriana de su tiempo, nosotros también estamos en contra de esta cultura que nos vende una falsa libertad. No creemos en esa idea, como en ese librito famoso Luana quería ser princesa, como dicen los militantes de género. Ellos dicen que no es genético, cosa que estamos de acuerdo, porque ser hombre o mujer no es una cuestión de genética. Puede ser que una mujer anatómicamente nacida se ubique del lado hombre y viceversa, pero el cuento dice que “Mi hijo desde que nació ya quería ser mujer”. ¿Es genético entonces? El psicoanálisis es contra-cultura.

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