viernes, 19 de junio de 2020

La voz y la mirada en la clínica psicoanalítica.

Notas de la conferencia dictada por Benjamín Domb, el 23/04/2019

Todas las necesidades del ser humano están contaminadas por otra satisfacción, que es otro goce, que es el goce fálico, el goce de la palabra. Los seres humanos gozamos, no comemos pasto. Comemos comidas que nos gustan porque nos da satisfacción. Esto tiene que ver con que somos seres hablantes.

¿Cuál es la importancia clínica de las pulsiones? Muchas patologías que nos encontramos en la clínica de hoy en día se refieren a las pulsiones. Las pulsiones están mezcladas y articuladas. Hagamos una rápida referencia:

Pulsion oral: El objeto oral es el pecho. bulimia, anorexia, drogadicción. Alcoholismo. Cigarrillo. ¿Qué podemos decir de la oralidad? La gente se droga, come desaforadamente, por la angustia. Son remedios que uno encuentra para mitigar la angustia o la depresión. Todo esto comienza con la teta, que es lo que la madre le da cuando el chico llora. Los padres muchas veces no saben qué hacer con la angustia del niño y le tapan la boca. Los sustitutos de las pulsiones son para tapar la boca. Hay muchas suplencias de la teta, del chupete. 

Pulsión anal: Su objeto son las heces. La constipación, la diarrea. La tacañería. Hay sujetos que no pueden perder absolutamente nada. Retienen, no tienen posibilidad de dar. Hay otros que se hacen cagar. Se tratan de patologías derivadas de la pulsión anal.

Estas pulsiones, la oral y la anal, son “de la vieja época”, las descritas por Freud. Lacan agrega la voz y la mirada.

Pulsión escópica: El objeto de la pulsión escópica es la mirada. No es lo mismo la mirada que la visión. Lacan dice que los ojos están hechos para no ver. Lacan pone el ejemplo de la latita que está en el mar, que te ve. El ejemplo más claro para mi es cuando uno se mancha la camisa: esa mancha lo mira a uno. La mancha es una mirada. Alguien que se arregla y se pasea, también lo mira a uno. La mirada es lo que te convoca a la visión, como los cuadros de las pinturas también tienen que ver con atrapar la mirada. 

Las patologías referidas a lo escópico son las patologías del narcisismo, al cuerpo, a cómo te ves. Tiene que ver con el estadío del espejo. Tiene que ver cómo te miraron. Hay una poetisa, Elvira Sastre, que define la soledad como mirar a alguien que no te mira. Cuando el Otro no te mira, estás sonado. Esto puede ser por la neurosis de los padres, que hacen que el chico tenga problemas en su constitución. 

Pulsión invocante: Es una pulsión que tiene que ver con la voz (objeto), que no tiene que ver con cantar. La patología que tiene que ver con la voz del superyó. El psicótico escucha voces que le hablan, es una voz que no se introyectó.

Todos los objetos de la pulsión son objetos que se pierden. Uno no toma la teta toda la vida, sino que se toma un tiempo. Los objetos perdidos se sustituyen por otros objetos que la sociedad ofrece constantemente para que uno satisfaga las pulsiones, por ejemplo la droga. Las heces también se pierden, así como la mirada y la voz. 

La voz se pierde cuando uno adquiere el lenguaje y comprende. El sujeto se queda con el significante y el sentido y la voz se pierde. Queda tapada por el qué me quisiste decir, qué dijiste. Un analista puede captar el sonido y el sentido. La poesía implica capturar el sonido y el sentido. Borges hacía mucho incapié en que la musicalidad y en el sentido estaba la buena poesía. Lacan, al final de su enseñanza, dijo que el psicoanalista tenía que ser un poco poeta. El buen poeta capta el sonido con el sentido, entonces la misma palabra que puede querer decir en un sentido una cosa, en el sonido puede decir otra. Una buena interpretación hace coincidir el sentido con el sonido. 

El ser viviente está separado por un abismo del ser existente humano, dice Heidegger. Entre el viviente y su voz, entre el viviente y su lenguaje se abre un abismo. Cuando uno adquiere el lenguaje, pierde la voz. Queda capturado por el lenguaje, por eso que me dijiste y la voz se pierde. Sabemos que los pacientes que le gritan a las parejas, justamente se escucha el grito y se pierde un poco el sentido de lo que dicen. El chico no nace con lenguaje, sino con el llanto, el gorgojeo o el laleo, pero no tiene lenguaje. Al adquirirlo, se pierde la voz. 


Heidegger hablaba de La Voz, así con mayúscula, que era la voz de la consciencia, la voz interior. El psicoanálisis habla de superyó, que te habla de manera cruel. Y también tenemos las voces de la psicosis, que siempre son denigrantes y maltratan (insultan, degradan). La voz no ha sido introyectada y la voz te habla desde afuera. El superyó también maltrata, pero una cosa es tenerlo adentro y otra cosa es que te hable de afuera. Al adquirir el lenguaje se abre un abismo con la voz. El perro tiene voz, ladra, pero no tiene lenguaje. El lenguaje marca una diferencia con los animales. El hecho de hablar condiciona al cuerpo. No es lo mismo el cuerpo del que habla del que no habla. Isidoro Vegh dio un ejemplo: a él le gusta la ópera y parece que ahora viene subtitulada. Uno escucha la voz, porque no entiende latín ni italiano, pero cuando le ponen el subtítulo y se pone a leer, se pierde la voz. A uno le puede gustar un tema en francés o en japonés y gustarle la melodía, ahí se escucha la voz. Pero cuando entiendo lo que quiere decir, pierdo la voz.

La patología del superyó que te ordena se ve mucho en la neurosis obsesiva. El superyó no es el ideal del yo, en el grafo del deseo de Las formaciones del inconsciente y en La subversión del sujeto, Lacan pone la voz en relación al Otro completo, al Otro inicial. La voz está en relación a un Otro absoluto. Lacan dice “El Otro no existe”, pero cuando uno nace y se es una cachorro humano prematuro, sin valimiento propio, hay un Otro que lo sostiene. En general es la madre, y Melanie Klein fue quien habló de ese superyó temprano, que es el superyó materno. Si se efectiviza la castración y se introyecta la voz, se conforma la pulsión invocante. La castración se transmite desde el inicio desde el discurso de la madre. La castración está en la estructura y ella la transmite. El niño también atraviesa el complejo de castración, que tiene que ver con la presencia del Nombre del Padre. Este complejo es fundamental para que haya un neurótico y es lo que lo diferencia de la estructura psicótica. En la forclusión del Nombre del Padre no hay castración. ¿Qué quiere decir la castración? Que todo no se puede y que hay pérdida: al hablar, se pierde la cosa. 

Hay una última definición de Lacan sobre la pulsión: el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir. Es una definción que está en el seminario del Sinthome (23). Está hablando de 3 instancias:

  • El decir, que es el decir del Otro, de la madre. Lo simbólico.
  • El cuerpo, donde resuena ese decir del Otro. Lo imaginario, porque en el ser humano el cuerpo es imaginario. No es el cuerpo del animal de la biología, sino que se constituye a partir del Estadío del Espejo. 
  • El eco. Lo real, el objeto a, como podría ser la voz. 
Esto Lacan lo dice discutiendo con lo que él llama los filósofos ingleses, porque no son psicoanalistas. Para ellos, todo se reducía a lo pre-edípico, que era lo oral o anal. Ellos dividían las etapas (oral sádica, etc), pero eliminaban absolutamente lo que tenía que ver con el padre y la castración. Se ocupaban de la maduración del yo, como los conductistas y los cognitivistas. Para el psicoanálisis, el hecho de hablar trastoca el cuerpo.

Los psicóticos no tienen pulsión, lo digo así. No está esa otra satisfacción, vemos esa cosa automática en fumar o en comer. Tampoco hay lazo social. En el psicótico la terceridad, que puede ser padre o lenguaje, no se ha inscripto. En el seminario III Lacan habla del inconsciente a cielo abierto en la psicosis, eso quiere decir que todas las figuras de la que habla el psicótico son exteriores a la estructura, no están incorporadas, no se produjo la identificación que se produce en las neurosis. El psicótico queda además aislado, sin lazo social.

El psicótico habita el lenguaje, pero no el discurso. No tienen un yo constituido, así que no se apropian del discurso ni del cuerpo. Por eso en los hospitales se ven cosas terribles, como una chica que se arrancó la nariz o un ojo. El cuerpo de la psicosis es del Otro, no es propio. Cuando Lacan habla de la pulsión como eco del decir, un decir implica que esté ligado a un sujeto. Hablar no es un decir, un decir implica castración, deseo en tanto al sujeto. No hay algo del orden del decir cuando se constituye la psicosis. Por supuesto, hay una amplia gama de psicóticos, es el uno por uno, y hay gente que puede habitar una estructura psicótica estabilizada  y nunca desencadenar. Cuando hablo de un decir, me refiero a que la madre no use a su hijo como un tapón, porque hay madres que aunque amen terriblemente a sus hijos, lo usan de tapón de sus faltas. No es un sujeto ni nadie que quieran ver crecer. No se trata del hijo como objeto de deseo, sino de un tapón y a veces como resto. Entonces, el decir tiene que incluir un deseo y por ende, la castración. 

Las pulsiones se constituyen a partir de la demanda del Otro, que puede ser “tomá la teta” o “hacé caca” para la pulsión oral y anal. La analidad y la oralidad se constituyen a partir de un pedido de la madre de que un niño coma o que haga “un regalito”. Eso tiene que ver con demandas, concretamente. Frente al deseo del Otro, se constituye la pulsión invocante y escópica. Si no hay deseo y demanda del Otro, el sujeto no se constituye. Yo hago esta distinción, pese a que en toda demanda hay un deseo. La mirada y la voz, que son más consecutivas, transmiten algo del orden del deseo. La demanda en cambio es más inmediata. En la topología que Lacan enseña hay toda una vuelta con la demanda que no siempre incluyen un deseo. Antes hablábamos de psicosis, y el psicótico no demanda. Te pueden pedir algo concreto, pero no demandan amor. La demanda es demanda de amor, que no es el “Dame agua, dame un cigarrillo” del psicótico. El deseo implica la falta y eso no tiene que ver con los ideales sociales. El deseo se puede transmitir más por la mirada y la voz.

No hay relación sexual. Significa que la palabra se impone entre uno y el otro y en tanto hay lenguaje no hay relación. En los animales hay relación sexual, porque está regida por el instinto, la biología, como el celo. Solo las tienen en el caso del celo y con fines recreativos. En cambio en el ser humano hay unas apetencias, otra satisfacción. El goce del hombre, por otro lado, no es el mismo que el goce de una mujer. Hay un goce extra en las mujeres que el hombre no tiene por tener un pene. Si una mujer puede entregarse a ese goce, ella puede, desde la posición femenina, gozar con todo su cuerpo. En el ser humano, no hay relación sexual y eso da lugar a la neurosis, que es una manera de suplir esta falta. Se tienen hijos porque no hay relación sexual. Que no haya relación sexual es un real que permite inventar diversas cosas, como vivir una vida. Enfrentar lo real de la vida es ver qué hace uno con eso que le dieron. 

El agujero de la castración depende del Nombre del Padre. Depende de que haya algo que ponga un límite. La sexualidad fálica depende de que haya castración, Nombre del Padre. En cambio, la sexualidad femenina está más allá del padre. Los ideales son una cosa y otra es lo que uno hace con su vida. Cuando Lacan hace el nudo borromeo, Lacan pone muerte n lo simbólico, cuerpo en lo imaginario y vida en lo real. La vida es del ser viviente que no habla y nosotros en nuestra estructura tenemos algo que no habla, no todo se puede decir. La castración es el límite que pone un padre, punto. Sea quien sea, hétero u homosexual, el que separa al niño del Otro, castra. La represión, en cambio, es que no todo puede decirse. La palabra no alcanza y por ese agujero donde la palabra no alcanza, no todo es simbólico. Hay algo que es real, que no se dice porque es absolutamente imposible hacerlo. 

La voz y la mirada son especies del objeto a. Lo real va más allá del objeto a, si bien el objeto a forma parte de él. El objeto a puede ser también un objeto tapón. El cuerpo está agujereado y el narcisismo tiene que ver con la piel, con la unificación de la piel. Por otro lado, los oídos son los únicos agujeros que no se cierran solos. Lacan mismo, durante su enseñanza, separó el objeto a de lo real. El objeto a es el objeto de la pulsión y se constituye cuando se pierde. Un niño que acaba de tomar la teta sigue chupando sus propios labios. El objeto viene a taponar un agujero y hay un sin fin de objetos ofrecidos para tapar el agujero. Si bien parte del objeto a es real, no es lo único real que hay. Lo real es el agujero, sea de la boca, del ano, de los ojos o de los oídos. Y el agujero de la vida también es real. ¿Qué hago con la vida? La vida es un real que hay que habitar. Lo que un analizante dice es un relato de lo real, más allá que el análisis concretamente también lo sea. 

Lacan habló mucho de la pulsión escópica, desde el estadío del espejo a los esquemas ópticos. En cambio, de la pulsión invocante hay menos. Sin embargo, Lacan llega a decir en el seminario de la angustia, que si hubiera un elemento a privilegiar como originario y fundante, sería el sonido de la voz. A partir de que un sujeto aparece en este mundo, escucha la voz: le hablan, le cantan y eso lo tranquiliza. A veces la voz es tranquilizadora, voz que luego se pierde. La voz luego se transforma en la voz del superyó. 

Lacan dijo que luego de hacer un psicoanálisis, venía algo llamado contra-psicoanálisis. Si el psicoanálisis era el análisis de todo lo que había pasado y se había enredado en la vida en relación a su historia por la vía simbólica, se olvidaba que había una vida real. Lacan dice al pasar, cuando habla de los toros y del nudo, que había que hacer un contra-psicoanálisis: después de analizarse había que volver a la realidad. Y hubo muchos, por ejemplo en la EOL, que creyeron que todo era contra-psicoanálisis. Entonces rechazar hablar, los sueños, no hablar del padre, del Edipo, de la transferencia, porque eso es análisis. Creo que hay que tomar que Lacan se daba el lujo de decir lo que se le cantaba. El psicoanálisis es acerca de todo lo que en la vida te dejó atrapado en la relación con los Otros y hay un solo psicoanálisis, que incluye lo simbólico, lo real y lo imaginario. No se trata solo de lo real, no debemos reducir a un párrafo la enseñanza de Lacan. ¿Cómo se va a tratar del contra-psicoanálisis si se pasó 30 años reinventando el psicoanálisis?

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