La clínica de la urgencia puede tener diversas manifestaciones:
- Ataques de angustia desmedida
- Actos impulsivos y/o violentos contra sí o terceros
- Ideación suicida
- Estados de desesperación y sin sentido
- Episodios de mutismo y aislamiento
- Excitación psicomotriz
Estos podrían ser indicadores clínicos de un sujeto en estado de urgencia subjetiva.
¿Cómo definimos a la “urgencia subjetiva”?
Existen momentos en que un sujeto se ve asediado por una situación que irrumpe y rompe la barrera antiestímulo (que protege al aparato psíquico) y supera los recursos que posee él para hacerle frente.
Se produce, entonces, -al decir de S. Freud- “la ruptura de la homeostasis con que la vida transcurría”. Se rompe el equilibrio que sostenía las relaciones que sostenían al sujeto -hasta aquí- en el mundo: la relación con los otros, con el trabajo, con los lazos amorosos y familiares, con los pensamientos y hasta con el propio cuerpo.
Esta ruptura, esa desestabilización subjetiva, puede ser ubicada como una “urgencia” que requiere de nuestra intervención en acto, por el alto grado de sufrimiento y desesperación que le ocasiona al sujeto.
¿Cómo reconocer en la clínica un paciente en estado de “urgencia subjetiva”?
Lo característico de una urgencia es que trae aparejada cierta perplejidad y una sensación de sinsentido que experimenta el paciente. Este guarda la certeza de que algo ocurre, pero no se sabe qué significa, ni puede explicarlo en palabras ya que se encuentra -momentáneamente- por fuera del campo de lo simbólico.
No puede pensar, tampoco prácticamente hablar, está avasallado por la angustia traumática -”automática”. Aparece en el relato del paciente la idea del “ya no poder más” y la necesidad de una solución rápida para acabar rápidamente con su malestar. Las respuestas habituales del sujeto se detienen y los intentos de tramitación y elaboración de lo ocurrido fracasan, llevando al sujeto a un estado de desvalimiento y desestabilización difícil de manejar y, sobre todo, de soportar.
¿Cómo se explica la aparición del estado de “urgencia subjetiva”?
La urgencia es una ruptura aguda de la cadena significante con las que habitualmente se sostenía el sujeto, debido a la emergencia de un real traumático. Sin la articulación significante, el sujeto no puede representarse a través del campo de lo simbólico, de las palabras, queda suspendido en un “sinsentido”, originándose así un exceso más allá del Principio de Placer -goce-. Esto implica para el sujeto un efecto de mortificación, que lo coloca en el lugar de un puro objeto.
Importante:
Las urgencias clínicas son siempre subjetivas porque se definen por la vivencia que experimenta el sujeto y no siempre coinciden con hechos objetivamente graves acontecidos en la realidad exterior. Muchas veces, algo que puede parecer nimio y sin relevancia para una persona (una palabra mal dicha, una acción particular) puede resultar un desencadenante mortífero para otro sujeto. Por eso, la práctica con las urgencias subjetivas potencia la exigencia de escuchar el detalle, el relieve singular en el discurso de quien consulta y no juzgar el malestar subjetivo como una “sobrerreacción”.
¿Cómo respondemos los analistas a la urgencia?
Como analistas, no apuntamos a la restitución compulsiva de un sentido que lleve al sujeto a un estado anterior a la emergencia de la crisis. Frente a la ruptura que implica la urgencia, será necesario apostar al armado de un nuevo significante que articule la cadena: un significante que se construirá, con paciencia, a través del armado de saber que puede hacer el sujeto desde su sentido libidinal, con el analista como partenaire (compañero) de la urgencia.
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