El concepto de masoquismo está generalizado como una perversión y no tanto como efecto del lenguaje. El masoquismo es el efecto de la pulsión sobre el psiquismo o el cuerpo. El masoquista que monta una escena con un partenaire es una puesta en acto de lo que el neurótico padece cotidianamente. El neurótico piensa que es parte de todo lo bueno que el Otro tiene en su vida y cuando este Otro se comporta de una forma extraña y lo hace sufrir, el sujeto se ofrece una y otra vez, poniendo la cabeza en la guillotina, esperando que el Otro no lo vuelva a maltratar.
El masoquismo fue un concepto escurridizo. En Pulsiones y sus destinos (1915), Freud pensó que el masoquismo era producto de un sadismo. Para 1915, todo comienza con el sadismo del sujeto, que por culpa produce retroactivamente una cuestión masoquista, una idea bastante teñida de lo imaginario. La idea de masoquismo primario apareció posteriormente.
En 1920, en Más allá del principio del placer, aparece la pulsión de muerte y Freud estableció la mezcla entre ésta y la pulsión de vida. El anudamiento de la pulsión de muerte a la pulsión de vida trae una consecuencia lógica: el masoquismo. Se trata de un punto donde el sujeto se hace doler, ofreciéndose al Otro. El neurótico no puede parar de sufrir. El sujeto está allí, acéfalo en tanto se produce esta pulsión de muerte... Pero cuando esta pulsión de muerte vuelve sobre él, el sujeto pasa a estar en el lugar de objeto. Esto es muy importante para la clínica: hay una parte activa y otra pasiva. El masoquismo no solo implica pasividad, sino actividad: volver una y otra vez a "hacerse pisar". El neurótico sabe que alguien le hace mal, pero piensa que tal vez esta vez no le suceda.
En un análisis, el sujeto se va a sorprender de lo que le sucede y el analista debe marcar las veces en donde el sujeto se encamina hacia esa repetición. Hay que determinar qué cosas lo encaminan hacia allí, por ejemplo, la creencia en un amor incondicional, el sentimiento de culpa, y todo lo que haga que el sujeto repita a ofrecerse activamente como objeto.
El otro punto trabajar es que el masoquismo tiene, para el paciente, un costado de "apuesta al lazo con el Otro", desconociendo la castración. El neurótico apuesta a no ver el sadismo del Otro. También el neurótico se niega a reconocer si a la otra persona no le interesa. ¿Por qué habría de serle interesante a todo el mundo? Esta pregunta está en la base de la neurosis y es duro darse cuenta que el otro quizá no quiera todo con él.
El neurótico desconoce todo acerca de esta apuesta. Piensa que el Otro va a cambiar, hay un punto de alienación en el Otro en lugar de verse a sí mismo. Es un problema con el verbo, las palabras que usa, a las cuáles hay que prestar atención e intervenir: "quiere maltratarme", puede decir un paciente. Los animales, que no están determinados por el lenguaje, no sufren el masoquismo. Debemos prestar atención a cómo un paciente habla.
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