El terror en el Ataque de Pánico
El Ataque de Pánico se manifiesta en un sujeto como un episodio agudo (que dura entre 15 y 30 minutos) y que no se halla desencadenado por ningún hecho externo. Genera terror, en tanto la vivencia está protagonizada por un cuerpo sin control.
Irrumpen de repente: palpitaciones, falta de aire, opresión en el pecho, sudoración. Junto a un vivenciar psíquico del orden de lo que S. Freud denominara: “lo siniestro”. Nos referimos, con ello, al sentimiento de despersonalización (sentir la impresión de no ser uno mismo) y a la desrealización del mundo exterior (tener la vivencia de que la realidad se evapora).
Cuando el sujeto se desarma
El Ataque de Pánico deja al sujeto desvalido, desamparado y agotado. No dispone del conjunto de sus recursos psíquicos -durante ese breve lapso, que se vivencia como una eternidad-.
Frente a la imposibilidad de darse una explicación de lo que sucede, el sujeto construye una modalidad de lectura a partir de la poca letra de la que dispone, que es la que le ofrece su propio cuerpo. Escuchamos, así, afirmaciones (a modo de certeza subjetiva) tales como: “me estoy muriendo de un ataque cardíaco”, “me estoy volviendo loco”, “mi cuerpo va a explotar”.
El Ataque de Pánico: una acción violenta contra el aparato psíquico
Si nos atenemos estrictamente a la caracterización clínica, nos daremos cuenta que el Ataque de Pánico es el nombre que da la época actual a lo que S. Freud denominara: “Ataque de Angustia”. El Ataque de Pánico podría considerarse un equivalente del desarrollo de una “angustia masiva”, traumática, que implica un exceso pulsional que la psiquis no es capaz de procesar. Razón por la cual, el sujeto no puede asignarle una significación a aquello que le ocurre, menos que menos, traducirla en palabras (presencia pura del cuerpo).
El Ataque de pánico, como experiencia, le hace retomar nuevamente al sujeto el estado de indefensión y desamparo absoluto con el que se nace, a causa de la dependencia radical del Otro de los primeros cuidados.
El Ataque de Pánico: una parálisis de la angustia señal
La angustia señal, propia de cualquier formación del inconsciente (síntomas, sueños, lapsus) se paraliza en el Ataque de Pánico.
La angustia señal tiene una función protectora del psiquismo, como es poner en marcha las defensas -por ejemplo: la represión-, frente al empuje sin freno de las pulsiones del Ello, que desconocen la castración.
El Ataque de Pánico: una suspensión de la Función Paterna
Es la eficacia de la Función Paterna (Nombre del Padre) quien pone limite a las pulsiones del Ello, que tienden a invadir sin freno al aparato psíquico, porque desconocen la castración. La comprobación en acto de que opera con eficacia el Nombre del Padre es la presencia de la angustia señal (angustia no invasiva).
En el Ataque de Pánico queda suspendido el accionar de la Función Paterna -en el tiempo en que transcurre el episodio de pánico, que al sujeto le parece eterno-. Queda anulada, en consecuencia, la angustia señal y, a cambio, sobreviene la angustia masiva.
Las pulsiones del Ello terminan por invadir y desmoronar al aparato psíquico del sujeto.
El peligro de no consultar a tiempo
De no realizar una consulta temprana con un psicoterapeuta*, lo que ocurre -así la clínica nos lo demuestra- es que el sujeto intenta impedir (muchas veces con automedicación ansiolítica) que vuelva a ocurrir el Ataque de Pánico.
Utiliza además todo tipo de conductas evitativas que, en ocasiones, provocan un retraimiento libidinal y un aislamiento severo.
El intento recurrente de evitar un nuevo Ataque de Pánico, sin hallar la causa psíquica que lo desencadenó y la posterior elaboración subjetiva, lleva en la mayoría de los casos -de manera inexorable- a autoengendrar otros Ataques de Pánico, creándose así un círculo infernal de padecimiento subjetivo.
*En muchas oportunidades, tenemos que descartar sintomatología orgánica a través de una interconsulta médica.
Intervenciones Clínicas frente al Ataque de Pánico ¿Qué hacer y qué no hacer?
El Ataque de Pánico es un desafío para la técnica clásica del psicoanálisis. ¿Por qué?
Cuando el sujeto atraviesa un Ataque de Pánico no resulta clínicamente eficaz, menos que menos pertinente, el pedido de asociación libre ni el uso de la interpretación clásica. ¿Por qué motivo?:
Porque el Ataque de Pánico surge en el sujeto como producto de un puro estallido pulsional. La angustia se desata de manera masiva y no encuentra vías hacia la ligazón psíquica. Impacta directamente en el cuerpo.
No tenemos ningún texto cifrado para interpretar, como ocurre -por ejemplo- con los síntomas y/o las fantasías.
Clave Clínica (1) ¿Cuáles son las intervenciones que NO podremos hacer con un sujeto atravesado por un Ataque de Pánico?
No tenemos que:
· Actuar bajo la ilusión de que, en el momento del Ataque de Pánico, el paciente nos atribuye algún saber.
· Pedirle al paciente que asocie libremente y/o realizar algún tipo de interpretación.
· Tratar que el paciente construya una temporalidad (ejemplo: un pasado).
· Intentar que el paciente hable de otro tema que no sea su sensación certera de que se va a morir.
Clave Clínica (2) ¿Cuáles son las intervenciones que SI podremos hacer con un sujeto atravesado por un Ataque de Pánico?
Sí tenemos que:
· Estar-ahí con el paciente, otorgándole nuestra presencia, firme y consistente.
· Permanecer junto al sujeto durante la escena de “terror” que inundó, de manera súbita, su experiencia.
· Transmitirle con convicción que “no se va a morir”, porque lo que está atravesando es un “Ataque de Pánico”.
· Comunicar al paciente que tomamos en cuenta todos sus síntomas somáticos, y que por este motivo, si es necesario, haremos una interconsulta con un médico clínico.
· Explicar al sujeto el motivo por el cual puede calmarse: “el Ataque de Pánico le ocurre a muchas personas y sabemos por nuestra experiencia que todas ellas sienten los mismos síntomas”. Se los describiremos con nuestras palabras: palpitaciones, ahogo, sensaciones raras en el cuerpo, la convicción de la muerte como hecho presente.
· Expresar al paciente que -aunque en este momento él no lo sienta así-, tiene una historia que no se reduce a este “puro presente”.
· Comunicar al sujeto que, si su angustia resultara tan invasiva para impedirle hablar, interconsultaremos con un psiquiatra que le pueda ofrecer una medicación transitoria, como soporte para aliviar sus síntomas somáticos. Hecho que, además, aunque no lo pueda dimensionar ahora, le permitirá hablar.
“Otro tiempo”
Cuando nuestra presencia firme y consistente, junto a nuestras explicaciones, vayan calmando al paciente -esto es lo que generalmente ocurre-, avanzaremos lentamente hacia otras explicaciones más generales, tales como: “Los Ataques de Pánico tienen un origen psicológico, porque la psiquis acumuló una enorme cantidad de tensión, a consecuencia de la cual produjo un gran estallido que impactó en el cuerpo”.
Un puerto de arribo: “Del cuerpo a la palabra”
Sólo si llegamos a calmar al paciente que sufre un Ataque de Pánico, después de desarrollar con nuestra presencia, firmeza y comunicaciones esta tarea preliminar, podremos -junto con el paciente- cruzar el puente que va desde su cuerpo hasta sus palabras.
Serán los decires -hasta aquí paralizados por la experiencia del Ataque de Pánico- los que le permitirán: empezar a ligar cargas que se manifestaron de manera traumática, reordenarse nuevamente en tiempo y espacio, y comenzar -poco a poco- el armado de su fantasma. En el Ataque de Pánico el fantasma -literalmente- se desarma y desaparece.
Sólo cuando el paciente reconstruya su fantasma (su realidad psíquica) tendremos la oportunidad de invitarlo a encontrar juntos la causalidad y el sentido psíquico del estallido pulsional que provocó el Ataque de Pánico.
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