martes, 15 de octubre de 2024

El amor cortés para el psicoanálisis

Un texto indispensable, si de interrogar el amor cortés se trata, es “El método cortés”, de Georges Duby.

El amor cortés surge en Francia en el siglo XI. Constituye de algún modo una estructura en cuanto al lazo amoroso entre el caballero y la Dama en cuestión, incluso Duby define a esta estructura como un modelo, con lo cual nos indica que no se trata sólo de un marco que delimita un campo sino también de una serie de reglas que prescriben, ordenan un modo de lazo.

La escena es tan clara como contundente, la Dama ocupa en ella el lugar dominante, toma el centro de ésta y será el caballero quien ocupe un lugar de sumisión. Esta disparidad de posiciones pone en juego todo un haz de comportamientos y modos de acercarse, los cuales participan de cierta sutileza, situación que nos evidencia la puesta en funcionamiento de los velos.

O sea, la Dama se emplaza en un lugar central, pero veladamente, desde ese sitio produce en el caballero un impacto, pero uno que responde a la temporalidad de un relámpago, la Dama “turba”, al poner en cuestión.

Este primer panorama pareciera dejar la libertad del lado de la Dama, dado que la sumisión del caballero lo deja en un lugar casi servil. Sin embargo, ella sólo conservará esa libertad en la estricta medida en que no se entregue al deseo que esta situación pudiera suscitar en ella.

Queremos decir que si ella hace uso de aquello que el caballero ofrece, en ese mismo acto ella debe responder ofertando otra cosa. Con lo cual se empieza a evidenciar un matiz central, aunque sutil, el cual Lacan no dejará de destacar: la Dama conserva su lugar en la estricta medida en que queda sustraída.

Esta sustracción puede considerarse como un antecedente de su ex-sistencia, y si ella ex-siste, es en la medida de su relación a lo real, relación que particulariza a lo femenino para el psicoanálisis.

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