Existen casos clínicos donde resulta difícil categorizar a los pacientes como psicóticos o neuróticos. Son personas a las que las interpretaciones clásicas de Freud parecen no afectar, y suelen expresar frases como "Mi psicólogo dijo..." sin mostrar implicación subjetiva. Tradicionalmente, orientamos el diagnóstico en función de la eficacia o la forclusión del Nombre del Padre. Sin embargo, hoy en día, observamos una ruptura con los antiguos paradigmas sociales, como el matrimonio, la familia convencional o el empleo de por vida.
Desde una perspectiva clínica, cuando un analista encuentra dificultades para comprender el relato de un paciente durante varias sesiones, tanto en su narrativa como en sus fantasías, es posible que esté ante una psicosis. Los pacientes neuróticos generalmente acuden a consulta para quejarse de algo o de alguien específico. En contraste, otros pacientes suelen ser enviados por familiares o personas cercanas, y aunque pueden parecer compensados, se percibe algo extraño en ellos.
El uso de psicofármacos ha dado lugar a manifestaciones más moderadas de psicosis, incluyendo casos de psicosis no desencadenadas. Jacques-Alain Miller ha propuesto el concepto de "psicosis ordinarias" para referirse a estas formas menos evidentes. Por su parte, el DSM agrupa estas manifestaciones bajo el término de "trastornos de la personalidad", clasificados en tres categorías: A, B y C.
Los trastornos del grupo A se consideran psicosis que no se descompensan completamente. Este grupo se caracteriza por rasgos como fragilidad psíquica, egosintonía (aceptación de los propios síntomas como normales), patrones de comportamiento repetitivos e inflexibilidad. Se trata de pacientes que suelen ser percibidos como "extraños" o "excéntricos" y que rara vez buscan ayuda por iniciativa propia; generalmente, son llevados a consulta por otros. Dentro de esta categoría, el DSM incluye:
- Trastorno paranoide de la personalidad: sujetos desconfiados y suspicaces.
- Trastorno esquizoide de la personalidad: personas que tienden a aislarse, sin necesidad de relaciones sociales.
- Trastorno esquizotípico de la personalidad: individuos que presentan fenómenos limítrofes, similares a los observados en descompensaciones psicóticas.
Tanto las psicosis no desencadenadas como los trastornos del grupo A del DSM comparten cuatro características distintivas, que marcan una diferencia frente a los cuadros clínicos más clásicos y requieren una comprensión clínica ajustada a estas nuevas configuraciones subjetivas.
ERRANCIA
En estos casos, no se encuentra el Nombre del Padre, ese vector fundamental que organiza la existencia del sujeto como resultado de la operación edípica. En su lugar, los pacientes parecen atrapados en un modelo repetitivo de comportamiento que repiten sin ser conscientes de ello, lo que les genera sufrimiento. En lugar de contar con un significante que los nombre y dé sentido a su experiencia, presentan múltiples identificaciones que funcionan como un "como si". Sin embargo, al intentar profundizar en estas identificaciones, se revelan como cáscaras vacías, sin contenido significativo real.
POBREZA SINTOMÁTICA
Estos sujetos no presentan grandes dilemas ni conflictos internos visibles, salvo en episodios donde pueden mostrar rasgos paranoides. Los problemas no los perciben ellos mismos, sino más bien quienes los rodean. Son personas que no se cuestionan ni plantean preguntas profundas sobre su experiencia; no tienen síntomas que les generen malestar psíquico evidente y se presentan más bien como sujetos simples.
PERPLEJIDAD
La perplejidad es una característica distintiva en las psicosis, junto con la certeza. Maleval destaca que, en el delirio, existe una lógica: ante la perplejidad por el goce del Otro, el sujeto intenta localizar un perseguidor. En los paranoicos, esta figura persecutoria se consolida, pero en los esquizofrénicos no alcanza a estructurarse del mismo modo. En esta perplejidad, algo se rompe en la experiencia del sujeto: surge una pregunta que lo interpela, pero, en lugar de generar una crisis de sentido, aparece una especie de incapacidad para procesar esa pregunta, lo que se traduce en mutismo o en un vacío en el relato de su experiencia.
FALLAS EN EL GOCE
Estos pacientes experimentan pequeños desajustes o desenganches en su relación con el goce. Sin embargo, logran encontrar diferentes maneras de reanudar esos desajustes: a través del trabajo, en una relación amorosa o mediante algún tratamiento. Estas estrategias permiten que el sujeto mantenga cierto equilibrio, evitando una descompensación más evidente.
CONSIDERACIONES CLÍNICAS
Estas cuatro características permiten identificar casos que no encajan claramente ni en la neurosis ni en la psicosis. En psiquiatría, este tipo de pacientes suele ser clasificado dentro de los trastornos de personalidad, particularmente en el grupo B, donde encontramos los trastornos límite de la personalidad. Este tipo de presentaciones es cada vez más común en la clínica contemporánea, lo que exige a los analistas estar atentos y ser capaces de trabajar con los nuevos significantes y modalidades de sufrimiento propios de la época actual.
Fuente: Notas de la conferencia "Ni neurosis, ni psicosis" (Jorge Bafico). 9/11/24, I Congreso y XII Jornadas - Ansiedad y Angustia de la Institución Fernando Ulloa.
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