martes, 26 de noviembre de 2024

Toxicología: Las plantas y hongos alucinógenos más comunes

 En esta imagen se pueden identificar algunas plantas y hongos reconocidos por sus propiedades psicotrópicas o alucinógenas:

Veamos cuáles son:

Morning Glory (Ipomoea spp.): La flor azul (arriba izquierda) pertenece a las "glorias de la mañana", cuyas semillas contienen alcaloides relacionados con el LSD. 

  • En algunas culturas indígenas, sus semillas se usaban con fines visionarios o rituales.
  • El consumo en grandes cantidades puede provocar náuseas, vómitos y confusión.
  • Cannabis (Cannabis sativa): La hoja verde (abajo derecha) es característica de la planta de cannabis, conocida por sus efectos psicoactivos debido al THC.

  • Planta herbácea con hojas en forma de abanico divididas en folíolos puntiagudos. Contiene THC (tetrahidrocannabinol), responsable de sus efectos psicoactivos, además de otros cannabinoides como el CBD.
  • Usos: Medicinal, recreativo y textil (fibras de cáñamo).
  • Efectos: Relajación, alteración de la percepción y en algunos casos, euforia o ansiedad dependiendo de la dosis.
  • Peyote (Lophophora williamsii): El cactus redondo en el centro, asociado con rituales indígenas, contiene mescalina, un potente alucinógeno.

  • Descripción: Cactus pequeño, globular, sin espinas, característico por su superficie verde-azulada y botones florales rosados. Contiene mescalina, un alucinógeno que induce visiones y experiencias espirituales.
  • Usos tradicionales: Sagrado en culturas indígenas como los huicholes de México, empleado en rituales chamánicos.
  • Legalidad: En muchos países está prohibido su uso, excepto en contextos religiosos reconocidos.
  • Datura (Datura spp.): La flor blanca tubular (arriba derecha) es de una planta que contiene alcaloides tropánicos con propiedades alucinógenas y peligrosas.

  • Descripción: Arbusto o planta herbácea con flores grandes en forma de trompeta, generalmente blancas o cremosas. Contiene alcaloides tropánicos como atropina y escopolamina.
  • Usos tradicionales: Usada en ceremonias chamánicas para inducir estados de trance, aunque su consumo puede ser extremadamente peligroso.
  • Precauciones: Altamente tóxica; puede provocar delirios, pérdida de memoria y, en dosis altas, la muerte.
  • Amanita muscaria: Los hongos rojizos con puntos blancos (abajo izquierda) son conocidos por sus efectos psicotrópicos, pero también pueden ser tóxicos en dosis elevadas.

  • Descripción: Hongo icónico con sombrero rojo brillante cubierto de puntos blancos. Contiene compuestos como ácido iboténico y muscimol, responsables de sus efectos psicotrópicos.
  • Usos tradicionales: Asociado con prácticas rituales en Siberia y algunas culturas nórdicas.
  • Efectos: Sueños vívidos, cambios de percepción, pero también posibles intoxicaciones severas si no se maneja correctamente.
  • lunes, 25 de noviembre de 2024

    Cómo definir un tiempo a la intervención

    La operación sobre el tiempo constituye una de las dimensiones más complejas al pensar la intervención analítica.

    Esta cuestión se encuentra profundamente vinculada con una dimensión central del análisis: la transferencia, que a menudo definimos como la temporalidad de un corte. Aquí surge el desafío de enfrentarse a un tiempo que no está predefinido ni fijado, en consonancia con el hecho de que el análisis es una práctica que responde a la singularidad de cada sujeto, es decir, una práctica que carece de una técnica universalmente aplicable.

    Este reto se traduce en la dificultad de responder de forma universal a una pregunta clave: ¿cómo determinar el tiempo de una intervención?

    Al abordar esta problemática, y considerando la distancia entre el saber y el conocimiento, Lacan establece en uno de sus primeros seminarios una cierta analogía entre la posición del analista y la del maestro zen.

    Ambas figuras comparten una relación particular con el tiempo y el saber: al igual que el maestro zen, el analista únicamente ofrece su respuesta cuando el sujeto ha llegado ya al punto necesario para recibirla.

    Esto implica que la intervención analítica no puede basarse en una temporalidad ligada a la iluminación, aclaración o explicación, ya que hacerlo significaría anticiparse al sujeto, invadiendo un proceso que este aún no ha recorrido.

    Desde esta perspectiva, se introduce una orientación clave, aunque no definitiva: la temporalidad de la intervención debe considerar, ante todo, “el estado actual del sujeto”.

    Entendida de este modo, la intervención no impone ni acelera, sino que crea un espacio para acompañar al sujeto en un recorrido único, sin garantías. Intervenir no es transmitir saber, sino abrir un tiempo en el que, eventualmente, el sujeto pueda reconocerse y caer en la cuenta por sí mismo.

    domingo, 24 de noviembre de 2024

    El padre es un ordinal

    El padre, en su función ordinal, establece un inicio. Al introducir la numeración, instaura un orden que permite la nominación y, con ello, habilita las condiciones para que el sujeto advenga. En este marco, el padre cumple una función dentro de la serie que organiza lo simbólico, mientras el sujeto, en tanto no enumerable, ocupa un lugar marcado por la falta. Es fundamental distinguir que lo no enumerable del sujeto no se confunde ni se aproxima al "innumerable" asociado con lo materno.

    Una referencia matemática clave en este análisis son los axiomas de Peano, especialmente en relación con el debate matemático sobre si incluir o no al cero como número natural. Según Peano, el cero es indispensable para axiomatizar la serie de números naturales, ya que sin él se pierde la coherencia lógica de su origen. Incorporar el cero permite establecer una ecuación que fundamenta tanto la numeración como la sucesión lógica, configurando el espacio simbólico en el que el sujeto puede surgir.

    El cero, por lo tanto, no solo inicia la serie sino que sostiene la génesis lógica que trasciende cualquier narrativa mítica sobre el origen. En este punto, Lacan encuentra un puente entre las interrogaciones freudianas sobre el surgimiento del monoteísmo y un enfoque lógico. El cero se convierte en un elemento insustituible: no solo como el inicio de la serie, sino también como el elemento que posibilita la aparición del sucesor.

    Es en el lugar del cero donde Lacan sitúa el "asesinato del padre". Este cero, idéntico a sí mismo, se vincula al real lacaniano evocado en la referencia bíblica: aquello que "es lo que es". A través de un tratamiento lógico, este cero, como condición de la serie, se cuenta como uno, marcando el paso necesario para que la numeración y el orden simbólico tengan lugar.

    sábado, 23 de noviembre de 2024

    Lo que pone en funcionamiento el deseo de la madre

    Freud ubica la operación del Otro materno como un momento inicial y fundamental, decisivo por su carácter inaugural. La relación entre el niño y ese Otro primordial, responsable de los primeros cuidados y acciones significativas, se constituye en la base de “todas las motivaciones morales”, según Freud. Este vínculo primario tiene un valor fundacional en cuanto a la relación del niño con la demanda, el deseo y la pulsión.

    Lacan retoma esta problemática desde la perspectiva del significante. Con ello, articula la operación materna junto con la función del Nombre del Padre en lo que denomina la metáfora paterna.

    Esta metáfora, concebida como anterior y condición para la formación de la sintomática descrita en La instancia de la letra, representa la operación que organiza y regula la relación del niño con el Otro.

    Un conjunto de tiempos lógicos ilustra su impacto. En un primer momento, el niño ingresa al campo del Otro. En un segundo momento, desde su posición como objeto, se configura la posibilidad de su subjetivación, es decir, las condiciones bajo las cuales el niño se reconoce como sujeto.

    ¿Cuál es entonces la relevancia fundamental del Deseo de la Madre?

    Primero, es clave subrayar que se trata de una función significante, lo que la distingue de la madre en su dimensión biológica. El Deseo de la Madre opera como un primer organizador. A través de su presencia y ausencia, introduce en el niño la pregunta por el deseo: ¿qué desea la madre más allá del niño?

    Esta pregunta, que el Deseo de la Madre posibilita, está intrínsecamente ligada a una respuesta estructural: la madre desea el falo. Este doble movimiento abre, por un lado, un espacio donde el niño puede alojarse, y por otro, señala un término con el cual identificarse.

    Este proceso instala una coordenada esencial para que el niño pueda orientarse frente al deseo del Otro y asumir una posición. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta operación falla? ¿Qué formas de desorientación emergen y qué consecuencias se derivan de su mal funcionamiento? Estas preguntas plantean los desafíos de una interrupción en esta lógica fundante.

    viernes, 22 de noviembre de 2024

    Sublimación o productividad.

    Lo curativo en un análisis no es otra cosa sino la redistribución de la satisfacción pulsional. No podemos cancelar la fuente de aquello que continuamente empuja, pero sí inventar algo que lo encauce (caso por caso), y que haga que el sujeto le dé algún uso a eso. Fracasados son esos análisis en que el paciente acumula información, pero sigue en la misma posición subjetiva con la que entró. 

    Una paciente de 18 años consulta por accesos de ingesta compulsiva (bulimia), ataques de pánico y un fenómeno psicosomático relacionado a una alergia. A las pocas sesiones, el análisis comienza a historizar un funcionamiento familiar psicótico, donde lo que imperaba desde hacía años era la prohibición de salir de la casa, de manera que habían tres generaciones viviendo juntas sin que nadie más que la joven cuestionara nada, cosa que hacía mediante sus síntomas.

    Dos simples preguntas del analista generan una serie de cambios: que la paciente se vaya a vivir con su otra abuela, quien estuvo feliz de recibirla y que a la vez encontrara un trabajo. Tales preguntas fueron: "¿Y no podés irte a vivir a lo de tu otra abuela?" y "¿Vos pensaste en trabajar?". La paciente reconoce que esas preguntas le dieron valor para salir de la casa, cosa prohibida para la familia. "Me di cuenta que no era la única que pensaba en esa posibilidad".

    Por otro lado, escucho la siguiente queja: Qué difícil encontrar profesionales y métodos no revictimizantes, no normalizadores, ni productivistas o capacitistas. Se trata de una usuaria de Instagram que relata sus continuas decepciones terapéuticas. No hay que seguirla por demasiado tiempo para darse cuenta que se trata de una histeria melancolizada; aún así, las histerias siempre enseñan y en este caso nos permite pensar en la delgada línea entre:

    - implicación subjetiva vs. revictimización.

    - sublimación vs. productivismo.

    ¿Y qué define de qué lado de la línea nos paramos? La transferencia del paciente, aunque también los ideales que pueda tener el idealista (como el paciente que debe "amar y trabajar"), que pueden funcionar como resistencias de éste último.


    jueves, 21 de noviembre de 2024

    La resistencia en la práctica

     Uno de los principales ejes del "Retorno a Freud" propuesto por Lacan es su cuestionamiento al papel central que los postfreudianos asignan al concepto de resistencia.

    Lacan señala que, cuando se abandona la función de la palabra en el análisis, esta es reemplazada por una práctica centrada en el estudio de las resistencias. Desde este enfoque, la resistencia se interpreta como una negativa del sujeto a saber, una especie de rechazo a la curación.

    Para debatir esta perspectiva, Lacan recurre al marco teórico freudiano y argumenta que la resistencia no es una simple contingencia subjetiva, sino un efecto invariante que surge de algo que opera en el nivel de la estructura. Esto implica que existe una resistencia estructural, vinculada a lo que el registro simbólico no logra procesar completamente.

    Podemos identificar dos momentos clave en esta discusión. Primero, en el Seminario 1, Lacan aborda la resistencia en relación con la posición del sujeto. Aquí no se trata de un rechazo a saber o curarse, sino de una señal del lugar y del momento en que el sujeto se encuentra en su proceso. En este sentido, la resistencia es correlativa a lo que el sujeto es capaz de comprender o reconocer en ese punto de su análisis.

    Desde esta óptica, cualquier intento del analista por forzar un avance más allá de lo que el sujeto puede alcanzar en ese momento constituye un error, ya que desestima el ritmo propio del analizante.

    En un segundo momento, Lacan plantea la resistencia desde la perspectiva de la estructura. En este marco, la resistencia no es algo que el sujeto haga de manera activa, sino un obstáculo inherente que surge en la dinámica misma del lenguaje. Es decir, no es que el sujeto interfiera, sino que algo, a nivel estructural, genera la traba, afectando el funcionamiento de la palabra.

    miércoles, 20 de noviembre de 2024

    Sobre la atención flotante

     El dispositivo analítico se fundamenta en una única regla esencial dirigida al analizante: debe dejar de lado cualquier crítica o censura al hablar y permitirse fluir con su propia palabra, sin preocuparse por el sentido inmediato de lo que expresa. Esta regla invita al analizante a seguir la deriva de su discurso, permitiéndole decir más de lo que inicialmente pretendía.

    Esta directiva tiene su contraparte en el analista, bajo lo que Freud denominó atención flotante. La atención flotante implica que el analista escucha el discurso del analizante sin enfocarse en el sentido aparente de sus palabras, sino en la superficie del discurso, capturando los significantes que emergen en el entramado lingüístico. Es una escucha que no se fija en detalles específicos, sino que se dirige a la estructura misma del discurso, su gramática y su lógica.

    En este proceso se ponen en juego dos aspectos clave: en primer lugar, el analista busca identificar aquello que se repite en el discurso del analizante. Esta repetición es lo que permite comenzar a descifrar los significantes que subyacen al discurso. En segundo lugar, la atención se enfoca en la estructura de esta repetición, pues es allí donde el inconsciente se manifiesta.

    La escucha analítica, entonces, no se orienta al sentido explícito, sino a la red discursiva como totalidad. A través de esta atención a la trama del discurso, el analista puede captar los momentos significativos en los que el inconsciente se revela, ya sea en discontinuidades, en frases sin sentido, o en vacilaciones.

    De este modo, el inconsciente se muestra como una estructura con su propia gramática y lógica, que el analista busca descifrar al leer estas fisuras y vacíos del discurso.