Fuente: Lutereau, Luciano "Ya no hay hombres: Ensayos sobre la destitución masculina" . Capítulo "El malestar contemporáneo"
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miércoles, 19 de febrero de 2025
Los celos feminizan.
Fuente: Lutereau, Luciano "Ya no hay hombres: Ensayos sobre la destitución masculina" . Capítulo "El malestar contemporáneo"
La sacerdotisa, entre Kether y Tiferet
Se trata de un sendero que conecta lo mental con lo espiritual. Es un camino abierto en ambas direcciones de manera constante. La Sacerdotisa ocupa el tramo superior del llamado Sendero de la Flecha, que se encuentra en el Pilar Central y simboliza la expansión de la conciencia. La Sacerdotisa personifica la clarividencia. A medida que ascendemos en este Sendero de la Flecha, la función psíquica se vuelve más sutil:
- Sendero 21: Instinto.
- Sendero 14: Percepción.
- Sendero 2: Clarividencia.
La carta:
- El libro abierto no es otro que la Toráh, y su interpretación hermética es la Cábala.
- Figura femenina: La monja como mujer casada con Dios, y que representa la unión de la Amada (el alma, siempre femenina) y el Amado (El Señor) tal y como expresan los místicos.
Signos al derecho: | Signos invertidos: |
Sabiduría, sano juicio, conocimiento sereno, sentido común, cultura, serenidad, objetividad, penetración, educación, previsión, intuición, comprensión, percepción, confianza en sí mismo, emoción oculta, falta de emotividad aparente, incapacidad para compartir, falta de paciencia. Solterona, relaciones platónicas, evita enredos emocionales, a veces habla demasiado. Práctico, profesor. Espiritualidad. | Ignorancia, falta de previsión, falta de comprensión, egoísmo, aceptación del conocimiento superficial, juicio inadecuado, superficialidad, vanidad. |
La voz de Freud y su silencio
Entre quienes conocieron a Freud, algunos dejaron testimonio sobre su voz, tanto de su potencia como su tono y articulación. Hanns Sachs, quien fuera un cercano alumno y colaborador, recuerda esa voz como baja, sin caer en el tono metálico común entre los conferencistas. Y agrega: “Su elocución impecable y su cuidadosa acentuación lo hacían siempre perfectamente audible, aunque su voz no tenía ninguno de los tonos plenos y ricos que se extienden y dan una fuerza sugestiva a las palabras. Nunca lo escuché alzar la voz con ira o emoción.”
El peligro, la defensa y la escritura del trauma
Freud comienza su recorrido teórico explorando el funcionamiento del aparato psíquico y sus mecanismos. En un segundo momento, su enfoque se dirige a la pregunta sobre cómo este se constituye. Es en este marco donde el concepto de defensa adquiere relevancia, siempre en relación con la noción de peligro.
El peligro, según Freud, puede analizarse desde distintas perspectivas: ¿es posible intervenir sobre él, resolverlo? Esto permite distinguir entre un peligro "externo", del cual el sujeto puede escapar, y otro tipo de peligro, uno del que no puede sustraerse. En este último caso, emerge la pulsión como el núcleo del problema, mostrando que las coordenadas interno/externo complican la comprensión. Aquí, Freud sitúa la importancia del espacio y del borde, un borde que rompe con la oposición clásica interior/exterior propia de la geometría euclidiana.
El planteo fundamental de Freud reside en que, de manera temprana, logra vaciar al peligro de toda cualidad concreta, asociándolo a la irrupción traumática de un componente económico. El trauma, en este sentido, se entiende como aquello que excede las barreras de protección del aparato psíquico.
Lacan retoma esta concepción freudiana y la amplifica al formalizarla mediante el matema. Para Lacan, lo traumático se inscribe como lo económico que quiebra las defensas frente al peligro. Pero su escritura no opera como representación, sino como una dimensión de la formalización orientada hacia la transmisión. Escribe, entonces, el peligro asociado a la falta de garantías para el sujeto, una situación que lo deja, en cierta medida, desprovisto y solo.
En esta línea, Lacan describe el matema del significante del Otro barrado, que señala aquello que el significante "no cesa de no escribir". Esta falta es a menudo encubierta por las "ficciones de la mundanidad", pero persiste como la piedra de escándalo del psicoanálisis: el significante de una falta en el Otro. Así, el matema se convierte en una herramienta que escribe la estructura del trauma y, al mismo tiempo, la imposibilidad de una representación completa del sujeto.
martes, 18 de febrero de 2025
La comunicación en el psicoanálisis según Lacan: una estructura marcada por la alteridad
Lacan considera la comunicación como una dimensión central en su abordaje de lo simbólico, pero la replantea de manera radical respecto a los conceptos tradicionales. Rechaza la noción de un código común, típica de la teoría de la comunicación, donde se presume que un intercambio de información claro y directo entre emisor y receptor es posible gracias a un marco compartido de significados.
En lugar de esto, Lacan propone una estructura comunicativa basada en la alteridad radical que existe entre el sujeto y el Otro. En su planteamiento, no hay un código común que sustente la comunicación; lo que opera en su lugar es la preexistencia del lenguaje como campo y estructura, algo que antecede a la entrada del sujeto en él.
Esta falta de un código común pone en cuestión la posibilidad de una comunicación entendida como un circuito de información sin equívocos. Desde esta perspectiva, el mensaje no proviene tanto de quien lo emite, sino que depende de la sanción significante del Otro. El sujeto mismo, según Lacan, es ese mensaje, pues lo que adquiere valor comunicativo es lo que el Otro otorga mediante su interpretación.
Un ejemplo ilustrativo es el llanto de un niño: no se convierte en una demanda hasta que el Otro lo escande y lo dota de significado. Esto implica que toda palabra, más allá de su emisión, incluye inevitablemente al oyente y busca una respuesta en él.
Así, la comunicación en psicoanálisis se fundamenta en la disimetría y la disparidad. Este planteamiento es esencial para comprender fenómenos como la transferencia y para pensar las posiciones respectivas del analista y el analizante. En esta dinámica, el lenguaje y la alteridad radical son los pilares de una comunicación que, lejos de ser un intercambio directo, se caracteriza por la mediación constante del Otro y por la naturaleza equívoca inherente al lenguaje mismo.
Diferencia entre lo materno y lo femenino
Existe una tendencia, que podríamos calificar de religiosa, a confundir o incluso equiparar lo materno con lo femenino, llegando al extremo de considerar la maternidad como la máxima realización de la feminidad.
El psicoanálisis, sin embargo, introduce una serie de distinciones y controversias entre estos dos términos. Desde Freud, esta diferencia se vuelve problemática. Un ejemplo claro de ello es el caso Dora, donde Freud inicialmente malinterpreta el horizonte de su paciente: no era el señor K quien captaba su deseo, sino su esposa. Dora se encontraba confrontada con el enigma de lo femenino, que aquella mujer representaba y a la vez respondía. Freud, en su epílogo al caso, reconoce esta dificultad retrospectivamente, lo que evidencia la tensión entre lo materno y lo femenino, aunque sin una delimitación clara en ese momento.
Será Lacan quien radicalice esta diferencia, llevándola a una distancia exponencial. Dos conceptos fundamentales permiten esclarecer esta distinción: el deseo y el goce.
En cuanto al deseo, lo materno se encuentra estructuralmente vinculado a la metáfora paterna y, por lo tanto, a una referencia fálica. En este sentido, el niño ocupa la posición de falo para el deseo materno. En contraste, el deseo en lo femenino no puede reducirse completamente a la lógica fálica, tal como lo desarrolla Lacan en Aún.
A nivel del goce, esta distinción se vuelve aún más evidente. Mientras que en lo materno el goce del cuerpo del niño como falo está prohibido, la lógica del goce femenino se caracteriza por su indecidibilidad. Esto último se articula con la noción de no-todo, lo que implica que el goce femenino no puede ser completamente capturado dentro del orden fálico y responde a una lógica distinta, que escapa a cualquier totalización.
Las lágrimas de Eros - Georges Bataille
Marco Teórico y Contexto: Ensayo filosófico-erótico sobre la relación entre el erotismo, la muerte, la violencia y lo sagrado.
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