viernes, 25 de julio de 2025

Fobias en las psicosis: cuando el miedo sostiene una defensa frente al Otro

 Por Lucas Vázquez Topssian

La fobia ha sido pensada clásicamente como una formación neurótica: un síntoma que condensa el deseo y el peligro, organizando la angustia alrededor de un objeto fobígeno que permite cierto control sobre lo intolerable. Sin embargo, en la clínica psicoanalítica también encontramos fenómenos fóbicos en las estructuras psicóticas, y su lógica difiere notablemente de la neurosis. En lugar de representar un sustituto de lo reprimido, en la psicosis la fobia puede operar como un recurso defensivo frente a un Otro sin mediación simbólica.

En la neurosis, el objeto fóbico —como el célebre caballo del pequeño Hans— toma el lugar de un significante paterno reprimido. Mediante la fobia, se sostiene una distancia con aquello que causa angustia, pero dentro de un marco simbólico organizado por la metáfora paterna. El objeto fóbico tiene así un valor representacional, es decir, se inscribe en una cadena de sustituciones significantes.

Pero en la psicosis, como planteó Lacan en su Seminario 3, no hay represión sino forclusión: el significante del Nombre-del-Padre no ha sido inscrito en el campo del Otro. El resultado es un desencadenamiento que pone al sujeto ante un goce intrusivo, invasivo, sin ley ni mediación. En este contexto, la aparición de una fobia puede cumplir una función crucial: no como sustituto, sino como suplencia precaria, como borde simbólico que introduce un límite al empuje del goce del Otro.

En algunos casos psicóticos, el objeto fóbico permite sostener una separación con el campo del Otro, funcionando como un “pararrayos” frente a la irrupción del real. No se trata de un objeto que remita a una cadena de significantes, sino de un punto de tope, de anclaje topológico. Su función es menos representacional que estructurante.

Desde esta perspectiva, la fobia en la psicosis no debe interpretarse ni “hacer hablar”, como en la clínica neurótica. Por el contrario, muchas veces conviene respetar su función estabilizadora, sostener su valor defensivo, y evitar intervenciones que desarmen lo poco que anuda. Tal como han desarrollado autores como Maleval o Soler, el trabajo analítico con psicosis debe orientarse a favorecer invenciones suplementarias que permitan mantener cierta estabilidad subjetiva frente a un real sin bordes.

La fobia, entonces, en tanto fenómeno clínico, no se agota en el campo de la neurosis. Cuando aparece en la psicosis, lejos de ser un síntoma a tratar directamente, puede ser la forma singular que el sujeto ha encontrado para sostener una distancia mínima y vital con un Otro que amenaza con volverse absoluto. Y en esa función, el miedo —tan temido— puede volverse, paradójicamente, un aliado del sujeto.

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