miércoles, 16 de noviembre de 2016

La histeria como síntoma. Entrecruce entre lo individual y lo social.

Apuntes de la conferencia dictada por Héctor Rupolo el ­ 5/08/14

El tema de la histeria es caro para el psicoanálisis. El título que yo le puse a esta charla es “La histeria como síntoma, entrecruzamientos entre lo individual y lo social”. Pero para titular algo, siempre es mejor hacerlo cuando tiene el trabajo hecho. Yo me pregunto, ¿cómo poder decir algo de la histeria que no hayan dicho ya? ¿Cómo poder hablar de la histeria y que no sea una repetición de lo que siempre se dice? Por eso es que se me ocurrió este enlace entre lo individual y lo social, porque la histeria es una de las estructuras clínicas que el psicoanálisis sostiene, ustedes saben que el psicoanálisis sostiene 3 grandes grupos de estructuras: la neurosis, la perversión y la psicosis. Dentro de la neurosis, dejando de lado las neurosis actuales, que tienen su importancia, sobre la neurosis de transferencia son la neurosis histérica, la neurosis fóbica y la neurosis obsesiva. Dentro de esta nomenclatura psicopatológica, hablar de la histeria es hablar de aquello que tiene que ver con lo más caro, lo más querido por el psicoanálisis, porque es hablar del deseo. Hablar de la histeria es hablar del deseo, lo cual no quiere decir que los que no sean histéricos no tienen deseo. Estoy diciendo que la histeria tiene por antonomasia mostrar el deseo a nivel del síntoma, es decir, la histeria se caracteriza por poner en juego, por aparecer como el síntoma. Pero yo les iría un poco más genéticamente que el síntoma en su propio cuerpo, el síntoma sujeto. La histeria encarna el síntoma, y al encarnar el síntoma, es ahí donde se entrecruza con el denunciar.

Ustedes piensen que cuando Freud descubrió lo que anticipó lo que iba a pasar en la psicología de las masas, cuando Freud pudo construir en su trabajo anticipatorio a lo que iba a sobrevenir en la época de Hitler con el líder, esa estructura en donde todos los individuos se sostienen en una fraternidad identificatoria con el rasgo del líder, ustedes piensen que esta identificación al rasgo que el líder presenta, es una identificación histérica. Es decir, la masa se sostiene en estar identificado uno con otro a ese elemento único que es el rasgo que representa el líder. En el caso de Hitler, se decía que era el bigote. Entonces, la histeria se sostiene en un punto en donde el entrecruzamiento social es inevitable por esta cuestión de la identificación y por esta cuestión de hacer de un drama personal, un drama social.

Piensen ustedes lo que pasa con Dora. A Dora la llevan a Freud a verlo y el problema que tiene Dora, que se lo dice a Freud en la primera entrevista, es que su padre sale con un amante cuyo esposo la pretende. Ese es su problema. Freud hace la primera propuesta que tiene que hacer todo psicoanalista en una histeria: está bien, yo no voy a poner en duda esto que me decís, pero ¿Qué papel jugás vos en todo esto? Es decir, a lo que apunta Freud es a que hay algo de ella que se ha enganchado en ese cuaternario, en esos 4 elementos que están en juego, que es el padre, la sra K, el sr. K y algo de ella se ha enganchado para jugar ese papel. Y de hecho, a partir del momento que Freud le dice esto, ella va descubriendo, que de alguna forma ella participaba y sostenía la posibilidad de esta relación social entre 4. Esta cuestión se repite en todas las histerias.

En todas las histerias siempre hay un drama social en donde lo que dice la o el histérico tiene que ver con el síntoma, que el síntoma hace como una especie de obstáculo a que todo vaya bien. ¿Ustedes saben quién quiere que todo vaya bien? El amo. El amo quiere que todo funcione bien sin problemas. Y sin problemas significa que el sujeto puede estar ausente de su deseo. Al amo no le interesa el sujeto, le importa que las cosas funcionen. Y la histeria, por su particularidad, se pone en el lugar del síntoma. Si la histeria tiene ese lugar de síntoma, que no es únicamente por el síntoma individual sino por ponerse en el lugar social como síntoma, obviamente lo que se va a ligar son puros cachetazos, porque va a haber un montón de gente que se va a sentir molesta, que no va a querer que hable, porque cuando habla la histeria, hay algo de la verdad (no toda) que se dice. Entonces, este entrecruzamiento al cual yo me refería entre la histeria y lo social, tiene que ver con esto. Y tiene que ver con que el psicoanálisis tiene mucho que hacer allí, porque de aquel que se queja como el alma bella hegeliana, diciendo “todo lo que a mí me pasa es porque mi entorno es así y asá, el psicoanálisis es tiene para decirle algo muy importante: está bien, lo que vos te quejás por ahí es así como vos estás diciendo, pero en realidad, si vos no te podés ubicar de esta manera, vas a terminar arrollado por lo social. El psicoanálisis tiene la posibilidad de darle la palabra a ese síntoma y de poder resolverlo en ese sujeto, que ahí va a poder ubicarse como quiera en lo social. Va a poder denunciar o no, pero seguro que su lugar va a ser otro, menos sufriente. Todos los historiales de Freud implican esto, el de Lucy, por ejemplo, que cuidaba a las hijas de un personaje adinerado a quien se le había muerto la mujer y pasa a ocupar, esta chica, el lugar de la mujer de él sin tener una relación con él. Y empieza a hacer hablar al síntoma en el análisis con Freud. Y recién ahí puede desarrollar la tarea que ella había elegido, pero, sin hacer síntoma.

Quiero dedicarle unas palabras a un tema que me parece muy importante. Desde hace un tiempo, me fui enterando de que se confunde habitualmente histeria con femineidad. Es más, hay analistas que la histeria es femenina, que la neurosis obsesiva es masculina. A punto tal, que he escuchado decir “Bueno, es un hombre, es un neurótico obsesivo”. Es un error gravísimo, yo lo escucho en el consultorio, sobretodo en mujeres, que son neuróticas obsesivas y han sido tratadas como histéricas, cuando no tiene nada que ver una neurosis obsesiva con la histeria, ni hablar con la fobia, que también podría interpretarse con la neurosis obsesiva. Entonces, hay como una especie de prejuicio. Incluso se dice muchas veces “Ay, que histérica”, porque hace muchos ademanes. No es tan simple la cosa, poder determinar que un sujeto es histérico, obsesivo o fóbico lleva mucho tiempo de entrevistas, de escuchas. Yo descreo de los diagnósticos que se hacen en pacientes rápidamente.

Otra de las confusiones es esta: no necesariamente un hombre biológico o una mujer biológica es hombre o mujer. Esto nos lo viene a enseñar la modernidad, con toda la aceptación que tiene la gente que ha elegido, no conscientemente sino por desarrollo, que ha terminado siendo homosexual o algún tipo de elección que no sea de hombre o mujer. Fíjense que ya Freud planteaba que el hombre y la mujer son bisexuales. Nosotros no estamos determinados sexualmente por lo biológico. Lo biológico se vendrá a inscribir de acuerdo a cómo desarrolle ese sujeto su propio Edipo. Y no hay manera de poder sostener que alguien es un hombre o una mujer por el hecho de tener un sexo biológico. Y esto ya lo planteó Freud en 1900, fíjense los años que han pasado y los mismos psicoanalistas, tenemos que volver a pensar en eso, incluso corregir algunas cosas que se han dicho.

Por lo tanto, histeria y femineidad me parecen una aberración. Que la histeria tiene un problema con la femineidad, sí. La histeria tiene un problema con la femineidad, pero eso no es solamente en la histeria femenina, los histéricos masculinos también tienen ese problema con la femineidad, como planetarse de cómo una mujer da a luz, fantasmas de embarazo en los hombres. Hay hombres que tienen síntomas histéricos y eso es de la clínica de todos los días.

Respecto a la pregunta por la femineidad de la histeria, el que lo dice clarito es Lacan: si alguien se pregunta por lo que es una mujer, es porque lo es. Eso siempre y cuando no haya atravesado un análisis. Y como en el análisis las cosas se van ordenando de otra manera, porque como el sexo proviene del Otro, el sexo a veces no está tan predeterminado, porque el Otro no pudo transferir los rasgos de la sexualidad. Y cuando eso pasa, un análisis lo puede identificar.

Hay otra consideración que se puede hacer respecto al histérico y lo social, que es sobre las últimas formulaciones en psicoanálisis, sobre todo de Lacan, cuando organiza los 4 discursos. Un discurso es el lazo social entre sujetos. En el lazo social, él organiza una manera de poder escribir cómo es que ese lazo social se dan ciertas relaciones mínimas y fundamentales. Por ejemplo, para Lacan hay algo fundamental, que ya estaba en Freud pero Lacan le da relevancia y es que nosotros, si nos diferenciamos de los animales, es porque hay alguien que nos habla. Hay que descartar absolutamente que lo que tiene que ver con el lenguaje venga del cerebro. Esto se ha podido comprobar neurológicamente en la actualidad. Recién ahora, hace pocos años, se ha podido comprobar la importancia que tiene el cerebro para ciertas formaciones y cómo es que se producen estas formaciones. Por ejemplo, hay un experimento que se ha realizado en gatos. Se les ha puesto desde el nacimiento un collar isabelino para que no pueda ver sus extremidades. Lo que ha producido eso es que los gatos que nacieron con esa condición de tener el collar isabelino, no pudieron coordinar sus movimientos. Es decir, no es que su cerebro no estaba preparado para coordinar los movimientos de sus patas, sino que al no tener la coordinación visual entre sus patas y la manera en que eso funcionaba en su cerebro, no lo pueden adquirir. Y al pasar cierto tiempo y sacarle el collar isabelino, ya no lo podían adquirir. Ese fenómeno tiene un nombre en neurología que se llama “fenómeno del desgaste”. Se ha podido comprobar que hay un cierto tiempo para que el aparato neuronal pueda funcionar en determinadas funciones. Y que si no es ejecutado, eso no se recupera. Imagínense que si esto se da a nivel motor en un animal, lo que es la cuestión del lenguaje. Se han hecho experiencias con el lenguaje muy importantes, donde se ha logrado estudiar, porque ahora con los aparatos que hay, se puede llegar a ver de qué manera se ilumina el cerebro cuando funciona. Han logrado estudiar qué partes del cerebro se iluminan cuando aparece la cuestión de la palabra. Lo que se ha podido estudiar es que si a un bebé no se le habla en una determinada cantidad de tiempo, hasta los 4 o 5 años, ya no puede adquirir el lenguaje. Se produce el fenómeno de lenguaje y ya no lo puede adquirir. Pero es más, se ha podido estudiar, que los que tienen como lengua materna 2 idiomas, tienen distintos lugares del cerebro que se iluminan. Un lugar para un lenguaje y un lugar para el otro. El cerebro está preparado para adquirir lo que aparezca funcionalmente, pero si no hay entorno, si no hay lenguaje, si no hay cultura, no lo adquiere. Hubo un rey de Italia que mandó a criar a los niños con la prohibición de que les halabara. Todos esos chicos, murieron, que es lo que pasa con los niños salvajes o lobos. La relación con el lenguaje es una relación para el ser humano de vida o muerte. Y no es una relación que venga en el cerebro: el cerebro está preparado para eso, pero si no se produce el funcionamiento de escuchar ciertos sonidos y además la significación que tiene esos sonidos para el otro, no se produce desarrollo.

Quería caracterizar el discurso histérico. Como en lenguaje tiene tanta importancia, Lacan dice que hay otro del lenguaje, esto quiere decir, que el lenguaje como masa... Ustedes piensen que el lenguaje no está en ningún lugar, está en todos nosotros. Estará el que sepa una palabra más, palabra menos, y se articula de acuerdo a la masa hablante. Ese lenguaje articulado en la masa hablante, para Lacan es el Otro. Pero el Otro aparece vehiculizado por alguien que lo incorpora, el infans incorpora el lenguaje y ese Otro es la madre. Entonces, a partir de que hay otro, una madre, ese chico adquiere la palabra. Esta es la importancia que tiene la palabra, un significante. Entonces, como el significante es la mínima diferencia de uno con otro, porque que yo esté diciendo lo que digo y ustedes me estén escuchando, es porque ustedes están entendiendo las diferencias entre los fonemas que yo estoy usando. Si yo les dijera fonemas del chino, ustedes no me entenderían nada, porque no están preparados para escuchar ese fonema. Nosotros estamos preparados para escuchar los del castellano, los que saben otros idiomas, están preparados para escuchar otros idiomas. Pero hasta un cierto punto, porque el que no lo ha inscripto desde chico, nunca va a poder encontrar todas las diferencias que tienen los fonemas de otras lenguas, porque las lenguas son muy diferentes unas de otras.

Lacan dice que el significante es lo que representa un sujeto para otro significante. Por lo tanto, Lacan, con estos 3 elementos y un cuarto, que ahora les voy a decir, él va a disponer de distintos lugares y les va a poner estas letras con las cuales va a construir un discurso. Así es como constituye un discurso que se llama histérico.


El discurso histérico es el discurso que tiene como factor dominante de sujeto, que es lo que vemos en la histeria. En la histeria es factor dominante es el sujeto deseante. La histeria es la resentificación de un sujeto como síntoma. Ahí, donde alguien dice “yo estoy mal porque lo que me ha pasado esto, lo otro...”, esa queja que nosotros podemos escuchar, vamos a escuchar una histeria, que dice su verdad. Lo que pasa, es que lo que no entiende, es que su verdad no es la social. Es su verdad, es una verdad propia, individual, que sólo podrá ser escuchada en el análisis. Cuando Lacan plantea el discurso histérico, quiere decir esto, que hay un tipo de lazo. En ese punto, perdemos la diferencia entre la neurosis obsesiva, fobia e histeria, porque todos los analizantes tienen el discurso histérico. Todo aquel que se plantea como sujeto deseante, es un discurso histérico. Entonces, Lacan va a plantear ahí que hay un discurso dominante, que lo que domina el discurso ahí es el síntoma.

Él va a hablar de otros discursos, les digo uno solo más: el del amo. En el discurso del amo, lo que domina es el mandato, que todo funcione bien. Y ahí hay una relación en el encuentro complicado entre el amo que quiere que todo funcione bien y la histeria que dice “yo tengo una verdad para decir, a mí no me funciona todo bien”. Y de ahí que la histeria siempre tiene problemas en lo social, porque siempre está diciendo una verdad que nadie quiere escuchar. El único lugar en que va a ser escuchada la histeria, sea hombre o mujer, va a ser en un análisis.

Hay otros histéricos, que son los científicos, porque hay una relación que tiene la histeria con el saber. La histeria produce saber. Entonces, aquello que produce saber es el científico. De alguna manera, también es un histérico. Y finalmente, yo pienso que la histeria no es solamente aquello que Charcot identificaba en sus pacientes y les daba órdenes, sino que es mucho más extensivo. La histeria ve al futuro, no solo al futuro de denuncia, ve al futuro del psicoanálisis, el poder de decir la verdad y de ser escuchado, porque éste es el problema en la histeria: nadie quiere escuchar al tipo que se está quejando de una verdad social que nadie quiere ver. En cambio, dentro de un análisis, tiene un lugar para ser escuchado. Hablemos de uno de los más grandes famosos histéricos: Sócrates. Sócrates fue un histérico y ustedes saben que fue condenado a morir con la cicuta, porque nadie quería escuchar las verdades que él le decía a todos en la plaza. Terminaron matándolo. Yo creo que el psicoanálisis ofrece otra posibilidad, que la histeria tenga su palabra, pueda hablar y ser escuchada.



Pregunta:​ Cuando se dice que la histérica busca un amo, ¿cómo se articula esto del deseo y con el amo que quiere que la cosa funcione?

La histeria tiene una dialéctica con el amo y hay muchos amos. Por ahí se pelea con uno para ayudar a otro amo, entonces es medio complicado lo del amo. Siempre está en juego lo del amo en la histeria, pero no necesariamente quiere decir que porque no esté de acuerdo con un amo, esté de acuerdo con otro. Lo que hay que destacar de la histeria es que dice una parte de la verdad, aquello que dice es de una verdad propia pero también de lo social, porque cuando Dora se quejaba de que el padre tenía una amante y el esposo de la amante la pretendía a ella, no era mentira. Eso era así, pero no se resolvía por ese lado. Ese es el problema de la histeria. Se queja de eso y trata de resolver el problema por ese lado, pero lo que hay que hacer en análisis es decir “No, pará un poco, esto que denunciás es cierto pero ¿qué papel jugás en todo esto? ¿Por qué estás metido en esto?, sea hombre o mujer”.

Pregunta: ​Yo pensaba en distinguir la histeria como estructura de la histeria como síntoma.

Como estructura, la histeria es un síntoma. No encuentro una histeria que no haga síntoma en lo social. De una manera o de otra, siempre lo hace en lo social, en el trabajo, en la familia, en la gente más cerca. Cuando se analiza, se da cuenta de que está denunciando algo y que por ahí no tiene ganas, pero puede tener la decisión. En el momento que se confunde ese síntoma con lo social, no puede tomar la decisión, está peleando por algo propio afuera. En ese punto, se produce el conflicto con los demás. Nadie quiere escuchar las verdades que dice y todos dicen “no, está loquita”.

Pregunta: ​La histeria es epocal, hubo histerias que denunciaban ciertas cosas en determinados contextos. Las histerias de conversión, se ven menos hoy en día.

Para nada. La histeria de conversión sigue siendo exactamente la misma, pero está muy tapada por toda la medicación, todos los médicos que no entienden nada. Lamentablemente, se perdió todo lo que sabían los médicos hasta los años 50, que sabían escuchar cuando había una histeria. Ahora no saben, no saben qué le pasa al paciente. Tiene un problema en el hombro, y le mandan a hacerse esto, a tomar de lo otro... Todo eso hace que al final terminen pateando al paciente por mentiroso. No está esa cultura que tiene el médico de escuchar a una paciente que no tiene nada físicamente y de repente se desmayaba o tenía un gran dolor. Al análisis llegan cuando ya vieron a todos los brujos...

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