Apuntes de la conferencia dictada por Vanesa Starasilis, el 16/03/2017.
Hablaremos de una clínica peculiar, un padecimiento sin palabras. Se trata de pacientes que encuentran otro modo de decir que el de las típicas formaciones del inconsciente. Dicen, pero de otro modo. Si las formaciones del inconsciente son los sueños, el lapsus, el chiste, los síntomas, estos pacientes encuentran otro modo de decir.
Aclaremos algo: Puede ser que el paciente se presente con un claro predominio de eso que excede a las formaciones del inconsciente y entonces tenemos pacientes actuadores, por ejemplo. O un cuerpo medio “alocado”, como luego veremos. Lo que predomina en la presentación es algo que no podemos abordar a través de la palabra. Pero esto también es posible encontrarlo en cualquier neurosis clásica. Un paciente neurótico puede tener sueños, síntomas, fallidos, asociar libremente… Y que aparezca algo por fuera de la cadena: psicosomática, hipocondría, un acting, un pasaje al acto. También allí somos invitados a intervenir de un modo diferente al que intervenimos con las formaciones del inconsciente, que es a través de la interpretación.
Cuando hablamos de las formaciones del inconsciente, lo que estamos diciendo es que lo que subyace a esa clínica es la lógica significante. Es leyendo o interpretando los significantes que se ponen en juego que el analista podrá cuestionar el sentido coagulado del síntoma, que produce un padecimiento, y armar un nuevo sentido. Sin embargo, en esta clínica que excede a las formaciones del inconsciente o en estos momentos en donde algo aparece excediendo a las formaciones del inconsciente, no podemos operar con el significante. ¿Cómo abordar la cuestión?
Esta clínica, que no se presenta subsidiaria del inconsciente, nos invita a todos los analistas a reinventar un poco el psicoanálisis. Porque si uno quiere trabajar el síntoma, los sueños, el fallido, tiene unos cuantos textos de Freud y lacan para referirse. Por ejemplo, “Psicopatología de la vida cotidiana”. En cambio, si uno quiere trabajar hipocondría, acting, pasaje al acto, ataque de pánico, bulimia o anorexia, se nos complica. No tenemos toda esa bibliografía en Freud y Lacan. tenemos que ir armándola de alguna manera. Luego voy a decir por qué creo que hay un déficit teórico y por que hay que trabajar para pensar desde las coordenadas del psicoanálisis, es decir, tomando lo que está escrito por freud y lacan acerca del fantasma , de la angustia, del edipo, de la castración, coordenadas fundamentales que arman nuestro cuerpo teórico en psicoanálisis para poder armar una lógica que dé cuenta de estos casos que exceden a las formaciones del inconsciente. Sin esa lógica, no sabemos qué hacer con estos pacientes.
Voy a tomar un material clínico. Un paciente sufre ataques de pánico y una especie de hipocondría. El ataque de pánico es la nominación imaginaria con la que él viene. esta nominación ya está instaurada en nuestra cultura. Aclaro que cuando trabajamos esta clínica que excede a las formaciones del inconsciente, como el acting, el pasaje al acto y las cuestiones con el cuerpo, hay varias cuestiones que podemos pensar ahí. Hoy voy a tomar esta cuestión llamada ataque de pánico, fundamentalmente y voy a justificar por qué creo que es un padecimiento que excede a la palabra, o donde no hay palabra. Y para eso lo voy a tomar los textos de Freud y Lacan.
Muchos de nosotros hemos tenido pacientes que se presentan diciendo que tienen ataques de pánico. Es una cuestión bastante difícil y horrorosa para el paciente. El paciente, generalmente, no tiene ni idea por qué le pasa eso. Es muy difícil que asocie y cuando lo hace, ya estamos en un segundo paso. La Organización Mundial de la Salud lo advierte, porque dice que tienen que reunirse 4 de los síntomas que lea voy a leer, que son síntomas de aparición súbita sin motivo aparente. Es el modo de decir que el sujeto no sabe por qué. No hay lógica que dé cuenta de por qué sufren un ataque de pánico.
- Taquicardia
- Sudoración
- Temblores y sacudidas.
- Disnea.
- Ahogo
- Dolor en el pecho.
- Opresión torácica
- Náuseas
- Mareos.
- Desmayos.
- Sensación De irrealidad.
- Sensación de pérdida de control.
- Acaloramientos
- Escalofríos
- Hormigueo en las extremidades
- Miedo a morir.
Yo encontré en distintos pacientes todos estos síntomas. A esto, la organización mundial de la salud llama ataque de pánico. Tienen que aparecer 4 de estos síntomas. Hay un texto de Freud que lo recomiendo: Sobre la justificación de separar la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia. Es un texto de 1895, en donde Freud describe todos estos síntomas. Esto nos permite pensar si esto es realmente una cuestión de la época. Puede ser que la época imprima una moda, porque hay un ideal en juego y el ideal comanda. Por ejemplo, podemos tomar el ideal de la manía, donde el ideal es no.parar. justamente en esta semana en el consultorio varios pacientes me hablaron de esto con nuevas versiones, aplicaciones, donde estaba esto de no parar. Quizás en otro momento el ideal era la melancolía: pensar, tener tiempo, leer. Ahora es la época de la manía, de pasar de un lado a otro. El ideal imprime una moda, pero hay algo que tiene que ver con la estructura. Y esto queda demostrado cuando Freud, 120 años antes, describe los mismos síntomas que la organización mundial de la salud escribe hoy para ataques de pánico. Les leo lo que dice Freud.
Sólo consigno aquí la lista de las formas que yo conozco del ataque de angustia:
a. Ataque de angustia acompañado por perturbaciones de la actividad cardíaca, palpitaciones, arritmia breve, taquicardia persistente, hasta llegar a estados graves de debilidad del corazón que no siempre es fácil distinguir de una afección cardíaca orgánica; pseudoangina pectoris, de muy espinoso diagnóstico.
b. Ataques de angustia acompañados por perturbaciones de la respiración, varias formas de disnea nerviosa, ataques semejantes al asma, etc. Pongo de relieve que tampoco estos ataques se acompañan siempre de una angustia reconocible,
c. Ataques de oleadas de sudor, a menudo, nocturnos.
d. Ataques de temblores y estremecimientos, que es muy fácil confundir con ataques histéricos.
e. Ataques de hambre insaciable, a menudo conectados con vértigos.
f. Diarreas que sobrevienen como ataques.
g. Ataques de vértigo locomotor.
h. Ataques de las llamadas «congestiones», vale decir, casi todo lo que se ha llamado «neurastenia vasomotriz».
i, Ataques de parestesias (pero es raro que estas se presenten sin angustia o un malestar semejante).
5. Muy frecuente es el terror nocturno (pavor nocturnus de los adultos), por lo común acompañado de angustia, disnea, sudor, etc. No es nada más que una variedad del ataque de angustia. Esta perturbación condiciona una segunda forma de insomnio en el marco de la neurosis de angustia. Por otra parte, me he convencido de que también el pavor nocturnus de los niños no es más que una forma perteneciente a la neurosis de angustia. Su sesgo histérico, el enlace de la angustia con la reproducción de una vivencia o de un sueño adecuados a ella, lo hacen aparecer como algo particular; pero también se presenta puro, sin sueño o sin alucinación recurrente.
Dentro de las neurosis de angustia, grega vértigos, mareos, nauseas y también a la hipocondría. Esto es Freud en 1895. Todos estos síntomas, similares a los que leí de la OMS, Freud los llama “ataque de angustia”. Los ubica como lo que él llama neurosis actuales. Y dice 3 cosas que me parecen importantes de subrayar. Lo primero que dice es que pueden aparecer en las neurosis actuales pero también en las neurosis de transferencia, que era un poco lo que decíamos recién. Pueden aparecer en aquellos sujetos donde el predominio es esto y no hay nada más que esto, o también puede aparecer en cualquier neurosis común, un momento donde se presenten estos síntomas. Freud dice que la etiología de estos síntomas no es un conflicto psíquico: no admite derivación psíquica. Lo que Freud acá esta diciendo es que el inconsciente no tiene nada que ver acá. Dice que la causación de estos síntomas no es inconsciente. También dice que los analistas no tenemos nada que hacer ahí. Propone que esto sea derivado a la neurología, a la medicina, porque no tendríamos nada que hacer ahí. Como no está en juego el inconsciente, como no hay un conflicto psíquico, y tomando a Lacan, como no hay un significante que remite a otro significante, nada tenemos que hacer allí. Por supuesto que hoy no pensamos así, creemos que a estos pacientes se los puede ayudar, pero a mi me parece que esta posición primera de Freud explica de alguna manera el déficit teórico del que yo les hablaba. Freud está, obviamente, fundando en psicoanálisis, el inconsciente y esta abocándose a todo aquello que tenga que ver con el inconsciente. Entonces divide las aguas, pero también dice que estos síntomas se pueden presentar en cualquier sujeto y entonces ahí está en juego el inconsciente. La cuestión está en determinar cuando en estos síntomas y cuando es un “out” de lo simbólico, un fuera del inconsciente.
Freud dice “los problemas de las neurosis actuales cuyos síntomas nacen por un daño de un tóxico directo no ofrecen al psicoanálisis puntos de abordaje. En muy poco puede contribuir a su esclarecimiento el psicoanálisis y tiene que abandonar esta tarea a la investigación médico biológica” esto lo dice en el estado neurótico común, Conferencia 24.
Freud dice que la causación de estos síntomas es del orden de la insatisfacción sexual. Es la segunda cosa que nos llama la atención, porque Freud jamás cambia esa idea de que la insatisfacción sexual es la causante de estos síntomas. Freud varias veces desdice su teoría, pero sin embargo en esto el se mantiene firme. Me parece que de allí hay que extraer con que quiere decir con insatisfacción sexual porque esto no lo constatamos en la clínica. Lo voy a dejar a un costado y ver si al final de la clase les digo qué entiendo por esto.
Ahora quisiera avanzar con lo que está en juego en estos síntomas. La tercer cuestión que plantea Freud, aparte de la insatisfacción sexual y de no haber una causación inconsciente, es fundamental: dice que todos estos síntomas equivalen a la angustia. Todo los que nombramos, que también nombra la organización mundial de la salud, equivalen a la angustia. Freud lo dice así y esto ya es una brújula:
La totalidad del ataque puede estar subrogada por un único síntoma intensamente desarrollado por un temblor, un vértigo, palpitaciones, ahogos y el sentimiento en general que individualizamos como angustia puede faltar o hacerse borroso. No obstante esos estados que describimos como equivalentes de la angustia, pueden equipararse a esta última en todos los aspectos clínicos y etiológicos.
Freud está diciendo que estos síntomas equivalen a la angustia aun cuando la angustia puede faltar. Esto es lo que constatamos ante estos síntomas. Esta semana una paciente me contaba que se despierta a la madrugada con palpitaciones, pero que ella estaba muy bien, que no se le ocurre que podría estar pasando y que tampoco había soñado nada. Pero Freud nos está enseñando a leer que si se trata de la angustia. Vuelvo a decir: la angustia suele ser la gran ausente a la cita. En general los pacientes no tienen ni idea de por qué les pasa esto, no encuentran muchas palabras para poder nombrar esto, no refieren angustia. En todo caso, la angustia aparece en un segundo momento. Pero sin embargo Freud dice que aunque la angustia no este se trata de un referente de la angustia.
Si se trata de la angustia, tenemos que detenernos, en un principio, en que entendemos por angustia. Porque si estos síntomas dan cuenta de la angustia, pongámonos de acuerdo en que estamos diciendo. En Freud y Lacan tenemos mucho material para pensar en que es la angustia. Tenemos “inhibición, síntoma y angustia”, la conferencia sobre la angustia en Freud, todo el seminario de Lacan dedicado a la angustia, etc. Simplemente, voy a decirles alguna cuestión sobre la angustia:
Cuando digo ataque de pánico, piensen en ataque de angustia o en estos síntomas. ¿En que está juego la angustia y por qué no se expresa como angustia? Porque se trata de angustia, pero no se expresa como tal. ¿Por que el sujeto sufre palpitaciones, ahogos y mareos y no se angustio? Hay Un fracaso de la angustia. Dan cuenta de la angustia en el punto donde la angustia fracasa.
En Freud hay 2 angustias, la angustia traumática y la angustia señal. La angustia que a los analista nos interesa, y aquella a la que lacan le consagra el seminario, es la angustia señal. Hay una angustia que tiene que ver con la pérdida. Si yo pierdo a un ser querido, me voy a angustiar y corresponde. Si me separo de mi pareja, me voy a angustiar y corresponde porque es una separación. Pero hay otra angustia, que es la que nos va a interesar, que no tiene que ver con la separación o con la angustia de castración, como decía Freud, sino con la angustia de no-castración: es cuando no me separo nada del Otro y Lacan consagra su seminario de la angustia a hablar de esto, de cuando no me separo del Otro, de cuando la angustia es de no castración. No es por la pérdida, No es por la pérdida, sino por la no pérdida. Lacan dice que al niño no lo angustia la pérdida del seno materno, ¿no se dan cuenta que lo que lo angustia es su inminencia, quedar encerrado en la madre? Lo que nos angustia no es el seno, sino no poder sacárselo de encima. La angustia es angustia de no castración. Lacan lo precisa mejor. Dice que la angustia es quedar como objeto ante el deseo del Otro. La angustia es ante el deseo del Otro por quedar en posición de objeto.
Voy a contar un breve sueño de una paciente para clarificar esto. La paciente cuenta este sueño de angustia, porque la angustia puede aparecer a través de sueños. Dice que soñó que se separaba de su marido, con el que está felizmente casada hace muchísimos años y de un momento a otro la dejaba. Ella se encontraba sola deambulando por las calles muerta de angustia. Ahí hay angustia de castración, ante la pérdida. Ella iba caminando por la calle y ocurre algo que no podía pasar -aclara ella en el texto del sueño-: volvía a la casa de su madre. La angustia de castración tiene que ver con la separación, es angustiante. Pero la angustia que a nosotros nos señala algo, la angustia de la que Lacan dice que es un afecto dice que no engaña, brújula en la cura porque nos orienta en la dirección a la cura, es esta que se produce la separación. Esta angustia aparece cuando ella vuelve a a la casa de la madre. De hecho, este marido que ella tuco por 30 años, lo tiene desde los 17 y que ella dice que fue un modo feliz de salir de la casa de la madre. El sueño nos dice que se puede volver ahí con la madre y eso la angustia. La angustia es el objeto que soy ante el deseo del Otro. Esto lo podemos escribir así:
El sujeto se ubica en posición de objeto para completar a un Otro. Habitualmente, el Otro está barrado, pero la maniobra neurótica habitual es ubicarse como objeto para completar al Otro. Alguien puede vivir así y no angustiarse, esto no necesariamente indica la angustia. Muchos de los pacientes llegan así al análisis, por sostener a un Otro completo, en posición de objeto. La angustia es el momento donde el sujeto advierte esto y es valiosísima en la cura porque al advertir esto, hay una chance que se abre, que es poder dejar de ocupar ese lugar y poder pasar a una posición más sujeto. Bada lo asegura, no es que la angustia marque un pasaje, un corte en esa posición de objeto, pero es la oportunidad que tenemos. El analista no debe perder de vista esto, por eso la angustia es brújula.
Lacan también dice, acerca de la angustia, que esta emerge cuando falta la falta, que es lo mismo. El sujeto se ubica en el lugar de la falta y la obtura. Se ocupa como objeto ahí donde debe haber una falta. Entonces tenemos estas 2 cuestiones: en la angustia falta la falta y por otro lado el sujeto se ubica como objeto ante el deseo del Otro.
Decíamos que en el ataque de pánico, en los síntomas que presenta Freud, en estos síntomas no subsidiarios del inconsciente, está en juego la angustia. Estos síntomas equivalen a la angustia. Y decíamos también que tenemos que ver en qué se diferencian. O sea que en estos síntomas está en juego la falta de la falta -retengan esto- y el lugar de objeto para el Otro. Voy a avanzar con un material clínico que espero que sea esclarecedor.
Un joven de 30 años consulta por lo que llama ataques de pánico. Estos síntomas se le presentan desde hace 2 años desde el momento que él consulta. En general son palpitaciones, arritmias, mareos, se le transpiran las manos y le complica la vida. Pueden aparecer cualquiera de estos síntomas, pero irremediablemente aparece la idea de que se va morir repentinamente: o acv, o ataque cardíaco y siempre cree que se va a morir repentinamente. Él describe esto con horror, la pasa horrible y lo limita tremendamente. Se presenta con esto, viene al consultorio porque su novia le dice “vas o vas”, pero él cree que yo no puedo ayudarlo. Cree que tiene algo físico que los médicos no han descubierto todavía y vive haciéndose estudios. Con lo cual, ahí ya tengo una indicación de que no solamente aparecen estos síntomas, sino que hay una cuestión hipocondríaca en juego. Todo el tiempo él se somete a estudios y a escáneres para que un médico le corrobore que él tiene algo. nadie sabe qué, pero él tiene algo. No le pasa nada y está sano. De hecho, es difícil pensar que le estaba pasando algo porque él trabajaba, tiene una novia de la que está muy enamorado, tiene una familia que parece linda, muy respetado, un apellido muy reconocido. Su padre es exitoso, todos se querían… Todo estaba muy bien en lo cotidiano y era muy difícil abordar a este paciente, porque él se sentía muy bien. Salvo en los momentos que en un modo inmotivado, como decíamos antes, irrumpían estos síntomas de los cuales él no sabía el por qué y él suponía que era algo físico.
Ahí tenemos un padecimiento sin palabras. Él no tenía palabras para poder decir qué estaba pasando. Al principio, él me va trayendo aportes de la novia, que le decía “decile esto, decile esto otro”. “Decile que tu mamá es así, que le duele esto, le duele aquello”. Era difícil y acá va la primera cuestión que les planteo para abordar clínicamente estos casos: creo que es fundamental para estos casos, aportar un poco de sentido a lo que le está pasando. Así como en las neurosis clásicas se trata de que con otros significantes derrumbar el sentido con el que el sujeto viene, acá cuando no hay sentido, es importante que el paciente tenga una versión de lo que le está ocurriendo. Donde no hay palabras, que empiece a haber alguna. Esto hace que lo real, que se presentifica en estos síntomas, pueda empezar a agujerearse o a agarrarse de algún simbólico posible. El primer planteo que le hago es que lo que a él le pasa es que tiene un sentido. Que él siga haciéndose los estudios, porque con el tiempo viene a preguntarme a mí, me pide autorización. “¿Puedo volver al cardiólogo?”. Le digo que si. Luego, cuando volvía con el estudio que decía que no era nada, seguíamos trabajando.
De a poco, él va aportando material. En estos pacientes uno está de testigo de cómo empiezan a registrar de que no todo está tan bien. Por ejemplo, Pablo sostenía un trabajo que no le encantaba. Él se había recibido de una profesión en la que era muy difícil trabajar por su cuenta. Él quería seguir el camino de su padre exitoso y de los demás hombres de la familia que eran empresarios. Él quería seguir ese camino y quería armar algo por cuenta propia, pero su profesión lo llevaba a trabajar en relación de dependencia. Estos síntomas que él tenía se le presentaban en diversas ocasiones. Al principio no entendíamos nada de nada, porque a él se le presentaban en cualquier momento. De a poco lo que se le va armando es que cada vez que él tenía que leer algo en el trabajo, que tenía que ver con dar cuenta de su propio trabajo o dar cuenta de su palabra (por ejemplo con una opinión) para diferenciarse, no podía hablar y empezaba a transpirar las manos. Esto también le pasaba en el trabajo, así que imaginen el costo que tenía para este sujeto. En una reunión de trabajadores, de repente tenía que retirarse. Entonces, vamos ubicando que estos síntomas le aparecen a él cada vez que tenía que recortarse del Otro. Cada vez que él tenía que tomar una palabra propia. A la vez, estos síntomas empiezan a aparecérsele en relación a no poder recortarse del Otro: cuando tenía que ir a trabajar a un trabajo que no le gustaba y no se animaba a renunciar y a emprender otro propio.
Pablo va trayendo distintas asociaciones, va armando alguna posibilidad de palabra, siempre muy limitada. Incluso cuando empezaba a creer que sus síntomas tenían algo que ver con algún sentido donde yo pudiera ayudarlo, no obstante volvía a Google a consultar sobre las palpitaciones, por ejemplo. Habíamos armado un recurso de que él me llamara por teléfono y me llamaba en el medio de estos síntomas y no había palabra que lo calmara: él creía que se iba a morir, aunque lo calmaba el llamado o mi voz. Una vez, cuando ya habíamos tenido que recurrir a alguna medicación que calmara un poco estos síntomas que realmente eran horrorosos y sufrientes, él me dice “No sé si alguna vez te conté, pero yo tuve un hermano gemelo. Mi mamá tuvo un embarazo gemelar y a los 4 meses de embarazo perdió a mi gemelo. Después mi mamá tuvo que hacer reposo. El peligro era que me perdiera a mí. Yo era el frágil”. Él hablaba siempre de muerte repentina. Me dice esto y yo retengo esto de que “no me perdiera a mi” y le digo “¡Mirá si esta cuestión de la muerte repentina de tu hermano gemelo va a tener algo que ver con lo que te pasa!”. Se ríe, porque a esa altura él ya entendía que muerte repentina con muerte repentina quería decir algo. Por otro lado, le digo que él no era el frágil, sino el fuerte. Frágil, en todo caso, era el que se perdió.
Entonces, habíamos dicho que los síntomas de Pablo aparecían cada vez que él tenía la oportunidad de recortarse del Otro. Ahora, a partir de esta asociación que él trae al análisis, podemos decir que los síntomas tenían que ver con esta posibilidad de recortarse de ser el frágil del Otro. Él quedaba ubicado como objeto frágil del Otro y de ahí no podía perderse. Es la letra de lo que él trae, él quedaba ubicado como el objeto frágil del Otro y no podía perderse. Como equivalente de la angustia, yo tengo que salir a pensar qué lugar de objeto está ocupando este sujeto para el Otro.
¿Por qué esto se le presentaba vía estos síntomas y no a través de la angustia? Porque yo lo pensé a través de la angustia, pero la angustia a la vez fracasaba. Se imaginan que era un costo mucho menor angustiarse que vivir la pesadilla -como él la nombró- en la que él estaba inmerso. Cuando Lacan quiere explicar en el seminario de la angustia esta cuestión de que la angustia se presenta cuando el sujeto advierte el lugar de objeto que ocupa para el Otro, cuando falta la falta, en la clase 4 de la angustia empieza a comparar a la angustia con lo siniestro. Dice que en lo siniestro falta la falta. Lo siniestro es un concepto traído de Freud, traído por Lacan para el seminario de la angustia. Dice que lo que sucede en lo siniestro es que falta la falta. Siempre me llamó mucho la atención eso, que tomara lo siniestro para dar cuenta de la angustia. Porque lo siniestro y la angustia, a nivel afecto, no se asemejan. No es lo mismo lo siniestro del fenómeno del doble, por ejemplo en los cuentos de Hoffmann, lo que produce una situación siniestra de vernos en un espejo reflejados cuando no esperábamos encontrarnos, la figura del doble… Lo siniestro tiene una dimensión de horror que la angustia no la tiene. Creo que ustedes ya se dan cuenta que estoy pensando que estos síntomas solidarios del ataque de angustia se acercan más a lo siniestro que a la angustia. El momento en que el sujeto está pasando por estos síntomas está inmerso en una dimensión de horror. Otra paciente lo decía así: “Es como estar tirada y amarrada en las vías del tren, ver venir el tren y no poder salir”. Es la pesadilla, no el sueño de angustia.
Lacan equipara sieniestro con angustia. Los equipara porque en ambos casos falta la falta. Y en ambos casos está en juego estar como objeto ante el Otro. A mi gusto, y esto es una lectura que me posibilitó la clínica, el trabajo de estos años, la diferencia es que en la angustia se trata de qué objeto soy para el deseo del Otro. En lo siniestro, es qué objeto soy para el goce del Otro. Si la angustia anuncia de qué lugar se está ante el Otro, -anuncia que estás ahí, pero que podés salir-, en el ataque de pánico el sujeto está ahí y no hay ninguna posibilidad de corte y ese es el horror. Está a merced del Otro. Cualquiera que escucha a un paciente preso de estos síntomas, en ese momento está a merced del Otro y no puede salir. Y vieron que en los ataques de pánico está el miedo a que se vuelva a repetir ese horror, porque es realmente un horror. Ahora, con ese horror y ahora sabiendo un poco la lógica que subyace a estos síntomas, que no es otra que la de la angustia, pero en el punto donde el sujeto no puede cortar con ser ese objeto, la cuestión es poder aportar un sentido, con lo que tiene que ver con la lógica en juego que es en qué lugar de objeto se encuentra este sujeto para el Otro. Luego está la singularidad del caso, que en este caso era “frágil del Otro, no me puedo perder”. En cada caso habrá que encontrar su singularidad, pero es importante encontrar aquí un sentido porque eso es lo que le va a permitir a ese sujeto encontrar una palabra que anude este real y que algo de esta posición gozosa en relación al Otro pueda atravesarse. No es fácil, pero puede atravesarse vía angustia. O sea, algo que no estaba en lo simbólico aparezca en lo simbólico, que se pueda simbolizar y esto dé paso a la angustia. Porque un sujeto que empieza a advertir cuál es la posición con relación al Otro, por ejemplo que él no puede tomar el trabajo que quiere porque sostiene al padre, o que se sostiene como siendo el frágil del Otro… Va a empezar a pasar que se va a angustiar. Va a emerger algo del orden de la angustia.
Pablo pudo salir de este horror. Le llevó su tiempo y trabajo, hoy es otro paciente. Se casó, tiene un trabajo que emprendió y estos ataques de pánico no los sufrió más. Un buen tiempo él llegaba a la sesión y me dijo que tenía que contarme algo: que se reunió con la familia y él pensaba que tenía un hermano gemelo, que no era un gemelo, sino mellizo. Me dice que no estaban en la misma bolsa. Y le digo eso: no están en la misma bolsa. Él ya puede leer eso.
Pregunta: [pregunta inaudible]
V.S.: Me parece que cuando no hay palabras, hay que ayudar. De alguna manera, la novia de este paciente trabajó para mí, digamos. De alguna manera aportó una palabra, pero él la trajo. Él quería curarse, estaba desesperado porque sufría mucho. Él era re obediente con la novia, con el análisis, aunque pensó por mucho tiempo que no le iba ayudar pero que mal no le iba a hacer. Efectivamente, tomó palabras de otro pero pudo hacer de eso una palabra propia. Este era un joven que cada vez que se acercaba a esto que nosotros llamamos acto, y con acto me refiero a pequeños actos como tomar la palabra en una reunión de amigos. Recuerden que el acto era cruzan el Rubicón, un riachuelo, pero un paso gigante. cada vez que él tenía que dar un paso en relación a un acto, a él se le complicaba y se acobardaba, se quedaba en el frágil. Ahora tiene su palabra propia.
Pregunta: [pregunta inaudible]
V.S.: La ansiedad es otro modo de escabullirse de la angustia. Está emparentada a la angustia, pero es algo sin pausa, sin palabras. Uno tiene que tener siempre la lógica del caso. Es fundamental la teoría, la supervisión cuando es necesario. Lo que uno va a decir tiene que apuntar a que el sujeto caiga de acá:
Uno después opera como puede, teniendo en cuenta eso. En ese momento, él me llamaba y yo le pedía que me contara lo que pasó, qué estaba haciendo. El soporte de la voz pausada, de quedate tranquilo, de autorizarlo a irse a la casa. Y cuando tenía algún texto de este paciente, que se acordara de lo que veníamos hablando. Uno no dice cualquier cosa, sino que mediante la lógica del caso intenta ver qué movimiento está haciendo ese sujeto.
Pregunta: ¿Cómo aportar un sentido a esto que le pasa un paciente? ¿Se le da al paciente o se construye con el paciente?
V.S.: No hay modo que yo le comunique el sentido a un paciente, porque yo no lo sé. Yo lo construía con él. Comunicar algo fuera de tiempo no le sirve de nada, hay que esperar al momento en que él lo pueda tomar. Y eso lo va a tomar cuando se le haga carne, no cuando un otro se lo dice, más un otro que se lo dice junto a muchos otros que le decían muchas cosas. El sentido se va armando en preguntas como cuándo le pasa, qué estaba haciendo… El paciente va armando un sentido y dice que podría estar pasándole por esto. El sentido lo construye el paciente con el texto, con lo que ahí se lee. El texto del análisis.
Los pacientes vienen al análisis con un sentido, que es el de su propio fantasma. Por eso tratamos de armar un nuevo sentido.
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