Por: Natalí Ini - fuente.
La psicoterapia virtual gana cada vez más adeptos, en especial jóvenes, y abre el debate entre los profesionales
Julián Portella hace terapia desde los 17 años. Hoy, a sus 30, se radicó en Italia para hacer un máster en diseño. Desde hace un tiempo, algunos conflictos personales lo tienen ansioso y estresado. Como primer reflejo, contactó a la psicóloga con la que se había tratado en Buenos Aires, pero las sesiones vía Skype no resultaron. Ella le dijo que no podía trabajar de manera virtual y le sugirió que buscara un profesional que se sintiera más cómodo con las videollamadas. "Por recomendación de un amigo llegué a mi actual terapeuta con el que empecé hace dos meses y que está más canchero con la tecnología." En cuanto a las ventajas, Julián destaca que atenderse con alguien de su misma nacionalidad y que entiende su idiosincrasia es crucial, y que como convive con otros estudiantes que no hablan español, no le preocupa que lo escuchen mientras tiene su sesión. Pero encuentra muchas desventajas. "Los problemas de conexión traban la fluidez de la conversación y generan una irritación que condiciona tu humor. A veces, por la diferencia de horario me veo hablando de mis problemas a las 11 de la noche y después me tengo que ir a dormir con todos esos frentes abiertos. Y sobre todo, extraño ese trayecto al consultorio, la caminata en la que iba haciendo un trabajo de edición de mis conflictos y la caminata de vuelta, cuando todo se acomodaba. Ahora todo transcurre en mi habitación y es muy raro."
En el 50º Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional realizado en Buenos Aires, el tema central fue la intimidad. Y los paneles y papers sobre psicoanálisis y tecnología se han, por lo menos, triplicado. Es una modalidad que está en pleno debate y eso se reflejó en temas como "Intimidad en tiempos de tecnocultura: ¿progreso o regresión?" Allí se opusieron dos puntos de vista. Kamran Alipanahi, un analista iraní que reside en la Argentina, expuso su opinión acerca de los beneficios de las sesiones de psicoanálisis por Skype, ya que en su país de origen no sería posible recibir a una mujer en el consultorio. Mediante las videollamadas pudo atender a una mujer y fue constatando que la transferencia -la instancia necesaria para que el inconsciente pueda abrirse y el tratamiento pueda ser exitoso- se dio con total naturalidad. El analista decía que hasta la acción de tocar el timbre se ve reemplazada por la acción de apretar el botón de llamar. Alipanahi marca que la lejanía del cuerpo no es una novedad, que Freud atendió pacientes por carta, pero que este escenario de tecnocultura requiere otras cosas, una nueva ingeniería. La virtualidad no es un simulacro de lo real, es una nueva realidad y la Viena de 1920 ha quedado lejos.
Por otro lado, José Carlos Calich, analista brasileño, se oponía a la idea de que la transferencia mediante la pantalla fuera la misma a la que se da en el consultorio, donde se genera una intimidad que se desarrolla, en parte, por compartir un espacio físico. Según él, la tecnocultura está trayendo cambios que necesitan de una nueva moral psicoanalítica.
Democratizar el análisis
"Creo que esta metodología de las sesiones por Skype empezó por situaciones de fuerza mayor: pacientes que se mudan o movilidades reducidas, pero hoy es una herramienta que democratiza la llegada del psicoanálisis y eso es un progreso", dice Gustavo Jarast, médico psiquiatra y psicoanalista, secretario científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina, quien desde hace un tiempo viene coordinando debates virtuales entre colegas de otras latitudes acerca de este tema. "Es algo que tenemos que conversar mucho entre nosotros, no tildar de antiguos a los que no se sienten cómodos con la virtualidad ni de poco profesionales a los que sí usan la tecnología."
La experiencia personal de Jarast como analista por Skype surgió a partir de pacientes que se fueron a vivir al exterior. "Para mí no es lo mismo que recibirlos en el consultorio. Ayuda mucho ya haber construido un vínculo presencial con el paciente. Cuando atiendo por videollamada tengo que estar mucho más atento a percibir actitudes mínimas, la pantalla hace que se pierda el registro íntimo y cercano, los componentes sensoriales. No es lo mismo estrechar la mano del paciente o darle un beso. Tal vez para un lacaniano esto no es tan relevante porque su foco está restringido a la palabra, pero nosotros, desde un pluralismo teórico, le damos importancia a otras cosas, a otros modos de comunicación", dice Jarast y comenta que en los debates surge la pregunta acerca de si la eficacia del tratamiento virtual es la misma que en el presencial. "Yo creo que el modo presencial es más eficaz y más terapéutico, pero no veo nada perjudicial en la modalidad virtual."
Distinta es la postura de Adriana Berlingeri, terapeuta cognitiva integrativa miembro titular del Centro de Terapia Cognitiva, que ha iniciado tratamientos de manera virtual, sin una instancia presencial previa. "Yo desterré hace años el mito de que los vínculos psicoterapéuticos se dan sólo personalmente. Sí me parece importante vernos a través de la cámara, que ambos podamos percibir expresiones, pero los procesos funcionan igual." En las actividades y supervisiones entre colegas del CTC, es un debate que surge cada vez más, la tecnología irrumpió en los consultorios, sobre todo en los consultantes de 20 a 40 años, que adoptan este tipo de comunicación no por grandes distancias o impedimentos físicos, sino por practicidad. Profesionales que residen en Capital atienden de manera virtual a personas del interior o de algún partido de la provincia.
Jesica Dzembrowski equipara la modalidad presencial y virtual. "Durante los primeros cuatro meses de mi beba hice sesiones por Skype. Para la sensibilidad del puerperio me hizo muy bien no cortar con mi espacio de análisis y como ya conocía al terapeuta, fue como siempre", dice Jésica que pautaba sus sesiones cuando su hija dormía.
Las videoconferencias permiten, por ejemplo, una entrevista vincular en la que la terapeuta pueda mediar entre una madre y un hijo que viven en distintos lugares del mundo. "Del mismo modo que hemos invitado a miembros de la familia a mi consultorio, como lugar seguro para el encuentro, podemos hacerlo vía Skype. El espacio de encuentro es virtual, pero las emocionan afloran del mismo modo", dice Berlingeri.
En los ámbitos laborales es más común el uso de la tecnología. El coaching es una disciplina que ganó terreno de las organizaciones. Laura Rejo es coach especialista en Pensamiento Sistémico y desde hace 5 años que desde la Consultora AprenderASER trabaja con videoconferencias. "La idea es hacer posible el espacio de reflexión con las herramientas que hay, y qué mejor que hacerlo desde tu casa o tu lugar de trabajo e invitar al coach a tu espacio."
"Sigue siendo un tema que genera controversias, pero si nosotros como profesionales usamos la virtualidad para formarnos y transmitir conocimiento, ¿cómo no vamos a usarla en la asistencia a los pacientes?", reflexiona Jarast.
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